"Si mi hijo fuera desaparecido sería el más radical"
"No es lo mismo la lucha contra la subversión que agarrar a una chiquilina embarazada, hacerla parir, regalar el hijo y después hacerla desaparecer", dijo el general retirado Oscar Pereira. Tras afirmar que las Fuerzas Armadas deben pedir perdón; afirmó que mucha gente "no se da cuenta de que los más viejos tenemos que documentar nuestras experiencias para que los jóvenes sigan con más inteligencia".
(Emitido a las 09.10)
ALFREDO DANTE:
El libro "Recuerdos de un soldado oriental del Uruguay" reavivó en estos días la polémica en torno a las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura.
"Las torturas, asesinatos y violaciones de personas durante el proceso cívico-militar constituyeron un procedimiento bestial, aceptado de buen grado por las Fuerzas Armadas". Es una de las tantas citas polémicas del libro de 355 páginas escrito por el general del Ejército Oscar Pereira, retirado hace cuatro años, que superó -dice- "la barrera del silencio impuesta por el orden militar".
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Vamos a dialogar con su autor, para tratar de entender qué lo llevó a escribir el libro y aprovecharemos para repasar algunas de sus revelaciones más jugosas. ¿Qué fue lo que lo motivó a escribir este libro?
OSCAR PEREIRA:
Transcurrí largos años de mi vida, 41, en la vida militar, y completaba 58 años de edad cuando culminé mi vida militar activa. Muchos de los acontecimientos que había vivido en una época tremendamente conflictiva en algunos períodos me habían ubicado como protagonista, contra mi voluntad, involuntariamente como protagonista de algunos de los hechos que tuvieron trascendencia pública, particularmente cuando se me propuso para ascender al generalato en 1993 y posteriormente en el transcurso del mismo, porque fui señalado -así se decía- como un líder de la logia militar Tenientes de Artigas. Personas muy importantes del gobierno no negaban la ostentación que se hacía en otros medios de una lucha frontal para impedir el acceso a cargos a militares que supuestamente integraban esa logia militar.
JOEL ROSENBERG:
Me imagino que era una preocupación fundamental, porque ya en el prólogo usted habla de la logia Tenientes de Artigas.
OP - Sí, porque hay una descalificación colectiva de un grupo humano, de personas a las que se ha hecho aparecer, que mucha gente pretende que aparezcan para la historia como algo que mi experiencia -que es lo único que pretendo relatar acá, no abro otros juicios de valor ni hago mención a la experiencia de otras personas- me indica que no es. Yo nunca vi que fuera lo que supuestamente se quiso hacer aparecer públicamente.
AD - ¿Quiénes pretenden hacerlo aparecer así?
OP - Yo lo menciono acá: un grupo de políticos, militares, lógicamente utilizando las facilidades de acceso al periodismo para hacer una presentación pública de un pequeño monstruo anticonstitucional que andaba dando vueltas por ahí, que era peligroso en extremo.
AD - Pero usted lo integró.
OP - Sí, yo lo integré, está dicho que lo integré. Espero que se pueda entender, que el libro se pueda leer todo...
AD - ¿Pero qué era precisamente esa logia...?
OP - ...no hay omisiones. Es más, no hay omisiones ni silencios, porque no eludo ninguno de los temas ni le doy a ningún tema más importancia que la que le di en el momento en que lo viví.
AD - Se cuida mucho de no usar nombres.
OP - No uso, en forma premeditada, ni nombres, ni fechas, ni apodos, porque no pretendo de ninguna manera lesionar ni cuestionar ninguna actitud personal de nadie, sino simplemente dar mi versión de determinados acontecimientos que me tocó vivir.
JR - Para redondear este primer tema, ¿qué era, qué es, qué fue la logia de los Tenientes de Artigas? Mucha gente la ha escuchado nombrar pero no tiene idea.
OP - Es lo que pretendí que se supiera al leer el libro. Es un grupo de personas, de militares, que tienen la finalidad específica de introducir un espíritu artiguista básicamente, nacionalista, y de introducir cambios en el Ejército desde hace muchos años.
JR - Usted se preocupa por decir que ya no pertenece más.
OP - No, no me preocupo por decir que ya no pertenezco más. En realidad era más una entelequia que un organismo activo. Por lo menos lo que yo viví; está expresado en el libro.
JR - Quizás uno de los pasajes que tuvieron más repercusión y que seguramente usted esperaba que la tuvieran -ayer estuve leyendo; confieso que no leí todo el libro, pero sí buena parte-, sean aquellos en los que -después de repasar su trayectoria, incluso su adolescencia y su infancia en el interior del país, en Maldonado- relata, por ejemplo, lo que sigue -en la página 342-: "Todos conocíamos el tenor del reclamo de una buena parte del sistema político referente a la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en las torturas, asesinatos y desapariciones de personas durante el proceso cívico-militar. Y aunque muchos pares también lo habían recibido de primera mano, no parecían compartir mi idea de que había llegado el tiempo de dar alguna satisfacción al respecto, como la única forma de liberar a nuestros subalternos de las consecuencias de un pasado que no habían vivido y que no debería ser motivo de orgullo para nadie".
OP - Sí; en realidad lo esperaba, aunque le confieso que no esperé que fuera tanta. Porque empiezo aclarando en el primer renglón que "todos conocíamos el tenor del reclamo de una buena parte del sistema político". No estoy estableciendo ninguna novedad, ni dando ninguna primicia: es un hecho que se arrastra desde hace muchísimos años. Lo único novedoso en este caso es que yo lo digo, lo acepto, reconozco que existía el reclamo y lo acepto como válido, asumo que es necesario darle una respuesta.
JR - Pero asume más cosas, en otro momento dice: "Como tantos otros, consideré que las primeras denuncias por el deshonesto saqueo de viviendas, el ultraje de mujeres indefensas y la perversa desnaturalización materna de recién nacidos eran patrañas orquestadas para socavar al máximo la imagen de las Fuerzas Armadas. Pero los contundentes argumentos que se acumularon en el tiempo me convencieron de que las injustificables aberraciones fueron cometidas por unos pocos delincuentes y sádicos desenfrenados".
OP - Es una convicción personal, ¿verdad?
JR - Pero lo admite, sucedió; ya no es un reclamo.
OP - Admito que yo estoy convencido de que sí; admito mi convicción; yo creía que no, ahora creo que sí, que fueron cometidos.
Pero más adelante... ese párrafo pretende diferenciar muy claramente la actitud de esas personas que no sé si menciono como delincuentes y sádicos desenfrenados...
JR - Sí, sí, lo dice.
OP - ...de los que lucharon contra la subversión, a los que presté ferviente apoyo moralmente desde un primer momento. Creo que una gran parte, la gran mayoría de los que trabajaron en la época antisubversiva combatió en una guerra. Esa fue la actitud que quise diferenciar: no es lo mismo la lucha contra la subversión que agarrar a una chiquilina embarazada, hacerla parir, tener familia, regalar el hijo y después hacerla desaparecer. Esas actitudes de ninguna manera fueron apoyadas.
JR - Pero usted las vio.
OP - No, no, de ninguna manera, no vi nada.
JR - Al leer el libro no parece eso, parece que en algún momento... o que se lo comentaron después, por lo menos.
OP - Para nada. Escúcheme: a veces resulta tremendamente difícil hacerle entender a una persona que hay hechos que se conocen... que por más que se participe en una organización no se tiene acceso a toda la organización, en una organización hay jerarquías, hay distintos lugares, se cumplen distintas actividades, hay distintas responsabilidades. Estoy convencido de que muchas veces en la opinión pública existe la idea -que yo digo que es falsa- de que uno como militar tiene que conocer todo. No, no es así; no lo es en la vida militar y pienso que en ninguna otra.
AD - Pero usted era general del Ejército...
OP - Conocía públicamente; conocía todo lo que se conocía públicamente.
AD - La gente obviamente piensa: "Este señor, general del Ejército, alguna que otra confesión de sus camaradas recibió a propósito de eso".
OP - No... Por eso, cada uno está en su justo derecho de pensar. Es uno de los riesgos que corro. Si leen todo el libro van a saber que no me tomé todo el trabajo de escribirlo para mencionar temas traumáticos, para hacer menciones indecorosas; me quisieron hacer aparecer como una persona que omite cosas.
AD - No, pero usted mismo...
OP - Lo que yo digo está escrito acá.
JR - Lo veo; pero también cita que estuvo muy cerca de las cosas. Por ejemplo, en la página 220 usted comenta el período que llama cívico-militar de la dictadura, dice: "Como se fueron incrementando las operaciones militares para desarticular el accionar el Partido Comunista y otros de izquierda, se recibió la orden de alojar por pocos días a algún detenido en algún vagón de ferrocarril ubicado en las inmediaciones de la guardia de prevención a la entrada del cuartel. El manejo de tales presos lo realizaba el escaso personal asignado en forma exclusiva y en un código de estricta reserva, lo que permitía mantener al margen de esa problemática y dedicado a sus tareas habituales al resto del personal". Usted dice aquí que tuvo contacto con esos detenidos.
OP - Es eso, sí.
JR - Pero al tener contacto, ¿no conocía las torturas?
OP - Siga leyendo un poco más, digo que fui a mirarlos para que me vieran. Ese fue mi contacto.
JR - Y cuando lo vieron, ¿no le comentaban las torturas o los apremios físicos?
OP - No, para nada. No, no.
JR - Estuvo cerca de los detenidos.
OP - Lo que dice ahí es lo que pasó. Yo no tengo ninguna duda; esa es mi tranquilidad, fue realmente lo que pasó. También sabía -es un riesgo calculado, obviamente- que escribir un libro de tantas páginas sobre una trayectoria tan larga en una época tan conflictiva se presta a distintas interpretaciones y a novelas de un párrafo. Se puede hacer una novela de los Tenientes de Artigas, una novela del tema del perdón, una novela del tema de los desaparecidos, de los cambios en el Ejército... Pero realmente la visión que tuve de las cosas en el momento determinado es la que menciono.
AD - ¿Usted quiso limpiar su conciencia con este libro?
OP - No, quise dejar testimonio de cosas de las que no se habla, o de cosas que a veces son interpretadas o se las supone de otra manera. Lo que quise fue dejar constancia en el tiempo de cómo viví yo dentro de una organización jerarquizada durante tantos años. Por eso fui entrando en detalles, en pequeños detalles, como el valor que puede tener un bizcocho para el desayuno de un cadete, en la vida de internado; una infancia pobre en Maldonado; la actividad en los distintos cuarteles... Queriendo ser gráfico, trato de decir lo que hacen los famosos por no hacer nada, porque por lo menos durante mucho tiempo se dijo de los militares: "No hacen nada, no sé para qué están". Eso es un poco lo que hacemos, fue lo que traté de dejar documentado.
JR - Claro que más allá de ese documento que habla de la interna militar, hay cosas que le interesan al país, a la nación como tal. No es común; usted dice que no da novedades, que sólo habla de reclamos ya conocidos, pero no es común hacerse responsable. En esta misma página 342, a la que hacíamos mención como la más impactante, usted dice que se consideraba absolutamente responsable de haber justificado todos los hechos anteriormente dichos -las torturas, las violaciones a los derechos humanos- y que estaba espiritualmente preparado para pedir mil veces el perdón y comprometer el nunca más que se reclamaba.
OP - Sí; esa es la parte novedosa. De todo esto creo que el mayor aporte personal que hago, más allá de una experiencia, es eso. De ninguna manera pretendo aparecer eludiendo ninguna responsabilidad, pretendo asumirla absolutamente.
JR - ¿A quién le pide perdón?
OP - No... no es que pida perdón, lo que quiero decir es que estaba dispuesto a pedir el perdón, como la sociedad o parte de la sociedad lo reclamaba. A acceder al reclamo que buena parte de la sociedad hace muchos años que viene haciendo de que los militares asuman su responsabilidad con respecto a estos actos y se comprometan a que nunca más sucedan.
AD - ¿Cree que por esa disposición a pedir perdón a usted le negaron la Comandancia del Ejército?
OP - No creo que haya sido exclusivamente por eso; pero era una opinión conocida por mucha gente y evidentemente supongo que así habrá sido por parte de quienes tomaron la decisión.
AD - ¿Por qué más?
OP - Por eso otro, porque se me vinculó durante 20 años a la logia militar Tenientes de Artigas. Nunca se me desvinculó, se me hizo aparecer en listas...
JR - Usted la integraba al principio...
OP - Sí, sí, al principio, y realmente espiritualmente todavía me siento integrante. Espiritualmente: es una idealidad artiguista.
AD - Mucha gente puede decir: "Este hombre saca este libro justamente en represalia por habérsele negado la titularidad en la Comandancia del Ejército".
OP - No, no, sinceramente no... Lo aclaro también, no tenía ningún interés en ser comandante del Ejército para seguir con la política militar del statu quo. Yo era partidario de hacer cambios en el Ejército, empiezo el último capítulo imaginando qué hubiera tratado de hacer si hubiera sido designado comandante en jefe, porque ser designado comandante en jefe para nada -por lo menos para mí- no tenía ningún sentido. Era una oportunidad de hacer.
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AD - El general Oscar Pereira ingresó a la Escuela Militar en marzo de 1959, y egresó como alférez de infantería en diciembre de 1962. En diciembre de 1974 fue designado oficial de Estado Mayor por concurso de oposición; y en febrero de 1981 ascendió a grado de coronel. De filiación colorada, en febrero de 1993 Pereira fue promovido al grado de general, hasta marzo de 2000, cuando solicitó el pase a retiro pese a ocupar el primer lugar de precedencia para ascender como comandante en jefe del Ejército.
JR - Usted es muy duro con Sanguinetti; si bien no nombra a nadie, como recién decía Alfredo... Esa es otra particularidad del libro: es muy difícil de leer porque usted no precisa fechas ni nombres, no sé si es a propósito...
AD - Es un intento de que ninguna persona se sienta identificada.
JR - Complica bastante las cosas para alguien que no está metido en la situación. Identifica nombres por características físicas todo el tiempo.
OP - Sí, sí...
JR - Pero decía que es muy duro con Sanguinetti -a quien identifica claramente a pesar de que no lo nombra- por continuar ese proceso que usted llama cívico-militar de la dictadura. ¿Por qué dice esto de Sanguinetti, por qué dice que continuó con la misma política?
OP - Siempre pensé que la política militar se instrumenta para obtener determinados fines, es una cosa reglamentaria. La política fija objetivos y determina una orientación general para conquistarlos. Desde mi punto de vista los sucesivos gobiernos democráticos, designando a las autoridades militares por el sistema por el que las designaban, le daban continuidad a la política del proceso.
JR - ¿Sigue siendo así hoy?
OP - No quisiera abrir opinión. La prueba está, cada uno tendrá la propia. Pienso que no ha habido en los gobiernos, excepto durante un pequeño período del gobierno del presidente Lacalle -que está relatado también-, una disposición manifiesta e importante de introducir cambios que modifiquen a las Fuerzas Armadas.
AD - ¿Se sigue sintiendo colorado?
OP - No, no, no. Superé totalmente las etapas de colores e ideologías.
AD - ¿Y ahora?
OP - Ahora creo en los que dicen la verdad.
AD - ¿Puede decir a quién vota?
OP - No, prefiero no decirlo. Pero creo en los que dicen la verdad.
AD - Se lo tiene por muy bien relacionado, vinculado, con el senador Rafael Michelini. Tiene un buen diálogo con el senador Michelini.
OP - Tengo un buen diálogo y me pasó una cosa curiosa con el senador Michelini.
JR - La cuenta en el libro.
OP - La cuento también en el libro; por eso digo que el libro no omite nada.
JR - Lo invitó al Calen, ¿no? Ahí generó una polémica particular.
OP - Sí, está expresado. El Calen es el Centro de Altos Estudios Nacionales, dependiente del Ministerio de Defensa, que lleva adelante la política de formar funcionarios de alto nivel para la administración pública. Generalmente se tenía el hábito de no invitar a gente de la oposición, en este caso del Nuevo Espacio y el Frente Amplio, a exponer los programas de sus partidos políticos en el aula. Cuando yo llegué eso era una necesidad postergada durante mucho tiempo y tomé acciones para tratar de cambiar esa realidad; por el conducto correspondiente, seguí todos los canales habituales y por suerte se pudo lograr. A raíz de eso empezó una relación... Cuando menciono que recibí de primera mano el reclamo de los familiares, yo lo recibí del senador Michelini, de persona a persona del senador Michelini...
AD - Usted dice: "Estoy con los que dicen la verdad". ¿El senador Michelini dice la verdad a propósito de los desaparecidos también?
OP - Sí; pienso que es sincero, sí.
AD - ¿No tiene miedo a posibles represalias?
OP - Cuando uno llega a la edad a la que yo llegué y anduvo el camino que yo anduve, no puede tener miedo. Si tuviera miedo no sería honrado conmigo mismo, con mi familia, con mis hijos. No es miedo la palabra, porque además si escribir un libro una persona que en realidad no representa nada y lo único que hizo...
JR - Usted tuvo alta jerarquía militar, pudo haber sido comandante del Ejército.
OP - Pero no lo fui. Nunca fui más que director de un instituto...
JR - Pero también en la dictadura tuvo una alta jerarquía militar. Quizás la gente se pregunte qué hizo en la dictadura.
OP - Está escrito...
JR - Pero para resumirlo, yo no lo puedo leer porque son casi...
OP - Anduve por una cantidad de destinos, pero básicamente... Yo ascendí a coronel en 1981, en el tiempo mínimo, y estuve 11 años sin que se me asignara ningún destino de importancia como coronel. Es más, cuando ascendí a coronel ni siquiera me invitaron para darme el obsequio que se les daba a los oficiales que estaban prestando servicio en una repartición militar. Y cuando me retiré ni siquiera me dieron la medalla que les dan a los generales después de haberse retirado. O sea que las demostraciones de desaprobación de mi conducta por parte de mis pares fueron múltiples. Lo único que hago es decirlas; además son de conocimiento público.
JR - Puede haber otra ahora. El Observador dice hoy que analizan expulsarlo del Círculo Militar.
OP - Sí; es probable, no sé.
JR - ¿Lo veía venir?
OP - Sí... son actitudes que no condicen con el futuro. Hay mucha gente que no se anima a sacar la cabeza del congelador; o no puede, está congelada en el tiempo y no se da cuenta de que los más viejos lo que tenemos que hacer, si podemos, es documentar nuestras experiencias sin ofender a nadie, y tratar de que los más jóvenes sigan adelante y puedan luchar con mejores armas y más inteligencia que nosotros.
AD - ¿Colaboró con la Comisión para la Paz?
OP - No, para nada.
AD - ¿Por qué no?
OP - Porque no me llamaron.
AD - ¿Y no le nació de voluntad propia hacerlo?
OP - No, porque no tengo nada para decir, no tengo ningún aporte para hacer. Está escrito acá, todo mi aporte está escrito acá.
AD - Esa convicción que usted dice tener sobre las torturas, ¿también la tiene, por ejemplo, sobre los eventuales -todavía no probados- enterramientos en el Batallón 13?
OP - No me constan esas cosas.
AD - Eso no.
OP - Creo que la Justicia va a encontrar los caminos para seguir adelante.
JR - Pero usted dice en el libro que faltando tres lustros para terminar el siglo fue un sereno telespectador que vio la asunción de Sanguinetti -supongo que por televisión...
OP - Sí.
JR - ...y ahí reconoce que fue peor el remedio que la enfermedad...
OP - Sí, sí, claro. Me refiero al proceso militar. La prueba está, un poco antes lo digo: había un pueblo que utilizaba cacerolas, hubo una devaluación, la tablita...
AD - ¿Es cierto que en 1999 se bajó la orden de votar a Batlle?
OP - Yo menciono mi participación en una reunión de alto nivel y cuál fue mi actitud en esa circunstancia. También está escrito. No quiero abundar en detalles específicos sobre hechos concretos mencionando a personas que no menciono en el libro. Prefiero mantener la política, está escrito ahí.
JR - Usted menciona algunos hechos más ocurridos durante la dictadura, dice haber participado en algunos destacamentos del interior y demás, por ejemplo en algunas prácticas de la Escuela Militar. Dice que se obligaba a algunos militares a matar gatos delante de usted. ¿Usted lo vio?
OP - No, no lo vi.
JR - En un almuerzo se entiende bien que lo vio. ¿No lo vio?
OP - No, no...
JR - ¿Pero eran conocidas esas prácticas?
OP - Me parece que si lee un poco más arriba... Lo vio otra persona que me lo contó.
JR - Es lo mismo; o sea, estaba cerca de ese tipo de actitudes.
OP - Usted verá ahí que fue un hecho puntual, va a ver cómo está explicado. Eso fue lo que pasó, no pasó más allá. No había una política institucional de tomar actitudes de esa naturaleza, fue un hecho aislado.
JR - También menciona algunas actitudes de nazismo y racismo. Lo hace con eufemismos, pero las menciona.
OP - Es lo que está ahí.
JR - Había libros que circulaban sobre...
OP - Sí, es lo que está ahí.
JR - Pero estaban en la biblioteca de la Escuela Militar.
OP - Son denuncias de otras personas que yo recojo.
AD - ¿Cree que hasta tanto el Ejército no admita o reconozca públicamente y pida el perdón que usted estaba dispuesto a pedir eso puede dificultar lo que puede llegar a ser un relacionamiento del Ejército, de las fuerzas, con un eventual gobierno del Encuentro Progresista?
OP - Sí. Lógicamente no me atrevo a hacer pronósticos de gran alcance, no me siento representativo para hacerlos, pero personalmente estoy convencido -lo digo acá- de que se debe mostrar a la población una actitud humilde y mucho más receptiva a cuestionamientos de cualquier naturaleza, y una mayor tolerancia y disposición al diálogo con todos los que cuestionan absolutamente todo a los efectos de lograr salir del pantano en el que muchas veces nos vemos. Como está expresado, hay muchas reivindicaciones de grupos humanos importantes que han sufrido mucho y piden alguna atención o alguna acción por parte de las autoridades; creo que sería muy importante acceder a determinadas actitudes para tratar de limar, hasta donde sea posible, esos aspectos negativos.
AD - Después del conocimiento público del libro y su aparición pública, ¿recibió algún tipo de llamada de sus ex camaradas actualmente en la actividad diciéndole: "Oscar, estuviste bien, nos allanaste el camino"?
OP - Realmente he recibido pocas en ese sentido, algunas de personas que no comparten nada, ni lo del perdón ni nada...
JR - ¿Estaban enojadas?
OP - No, enojadas no; los que me llamaron han sido amigos y tenemos capacidad para discrepar sin enojarnos. Además yo no me enojo con nadie, simplemente digo lo que me parece correcto. Pero hay otros que sí, que entienden que es un buen aporte, sincero, sobre algo que nos tocó vivir a muchas generaciones, que muchos han vivido.
JR - Puede quedar esta impresión -si bien usted ha tratado de aclarar-: este señor que tuvo altos cargos en la dictadura es un señor que sabe todo, vio todo, pero es buenísimo, no hizo nada y ahora pide perdón. Es la impresión que le puede quedar a un oyente que esté escuchando esta nota. Participó pero es una muy buena persona, recta, no hizo nada y ahora pide perdón.
OP - Comprendo perfectamente bien, seguramente habrá muchas opiniones en ese sentido. No pretendo convencer a nadie de que soy bueno ni de que soy malo, de que estuve bien ni de que estuve ni mal. Para serle sincero: tampoco necesito que nadie me vea de ninguna manera.
JR - Pero lo van a ver más, su imagen se va a hacer más pública estos días y va a ser diferente el cruce en la calle.
OP - No estoy acostumbrado a ese...
JR - Se puede cruzar con hijos de desaparecidos, por ejemplo, que le digan algo.
OP - Sí, sí, sin duda.
JR - ¿Está preparado para eso?
OP - Estoy preparado para cualquier cosa. Si decidí asumir esto, que puede ser entendido de muy distintas maneras...
JR - ¿Qué le diría a un hijo de un desaparecido que le pregunte?
OP - A un hijo no sé qué decirle, habría que preguntarles a mis hijos. Pero a un padre le diría que haría lo mismo que él. Si yo tuviera un hijo desaparecido sería como el más radical de los integrantes de la comisión de los desaparecidos.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón
Fotos: Caterina Notargiovanni