Blancos reclaman pragmatismo en las relaciones exteriores
Héctor Gros Espiel: Debemos mantener relaciones diplomáticas cordiales con todos los países que nos interesen, sea cual sea su forma de gobierno, sin confundirlo con afinidades ideológicas ni simpatías personales. Por eso, el próximo gobierno debería restablecer relaciones con Cuba el 2 de marzo. Negociar multilateralmente es un principio inflexible para el Partido Nacional. Las relaciones exteriores con una proyección de la política nacional.
(Emitido a las 07.37)
EMILIANO COTELO:
La política exterior para el futuro parece abrir un nuevo plano de debate en esta campaña electoral. ¿Reforzar la apuesta al Mercosur o seguir mirando al Alca? ¿Hay espacio para los dos proyectos? ¿Cómo debe manejarse las relaciones con los organismos multilaterales de crédito?
Son algunas de las preguntas sobre la mesa, cuando el Partido Nacional dio a conocer ayer sus líneas programáticas en esta materia y no eludió críticas a la política desplegada por esta administración, aunque también hubo alusiones a las ideas del Encuentro Progresista.
Estamos en comunicación con el doctor Héctor Gros Espiel, experto en Derecho Internacional, ex ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Luis Alberto Lacalle. Usted fue muy crítico ayer con la política exterior de la administración Batlle: "Hay que rehacer la política exterior uruguaya destruida por este gobierno colorado", recogen hoy las crónicas. ¿A qué se refería?
HÉCTOR GROS ESPIEL:
Efectivamente usé la expresión "Hay que rehacer la política exterior nacional". No sé si usé la palabra "destruida" o "desfibrada", pero efectivamente fui crítico al hacer una exposición de desarrollo de los principios programáticos de la propuesta del Partido Nacional. Lo fundamental de mi exposición fue justamente eso: que hay que reconstruir una política exterior nacional (que fue tal sin duda durante el primer gobierno del doctor Sanguinetti y acentuadamente durante el gobierno del doctor Lacalle), en base a una política de diálogo abierto con todos los sectores políticos -recalco la expresión: todos los sectores políticos- y también agregué con los principales actores sociales e intelectuales de la sociedad civil uruguaya.
EC - Lo que usted sostiene es que actualmente no existe una política de Estado.
HGE - No; se ha desfibrado. No hay ese diálogo permanente y abierto que a mi juicio debe haber en un país como el Uruguay, cuya política exterior es, debe ser la proyección de su política interna, democrática, abierta e integrada, y -a la inversa- cuya política interna debe ser el reflejo de una política exterior.
EC - Allí está una de sus discrepancias con la política exterior actual. ¿Qué otras objeciones formulan ustedes?
HGE - Después no seguí haciendo ninguna crítica sino que entré en la parte afirmativa, los puntos en los que pienso que es indispensable entrar a una visión nacional e integradora en cuanto a la política exterior.
Primero (voy a ser un poco desordenado porque no recuerdo exactamente lo que dije), llevar las relaciones con Brasil y Argentina a un nivel de profundidad, de cordialidad y de franqueza mucho más intensos que lo actual. Dije que no basta con que sean relaciones formalmente buenas, sino que deben ser profundas, hondas, de franqueza y de cordialidad, sin perjuicio naturalmente de preservar la decisión autonómica en manos de las autoridades correspondientes del Uruguay.
Segundo, en cuanto al Mercosur, sostuve que hay que profundizarlo también; no podemos seguir yendo a rastras de lo resuelto bilateralmente o unilateralmente por nuestros socios. Y a eso Sergio Abreu agregó una cosa muy interesante: dijo que Uruguay debe cambiar su política en el Mercosur para hacer "una política de propuestas y no de respuestas"; me parece excelente la afirmación. Debemos ser una punta de lanza en el Mercosur, proponiendo cosas y además haciendo valer el peso absolutamente necesario del Uruguay.
Sostuve además que, si bien a mi juicio es compatible el Mercosur con el Alca, se debe ser muy cuidadoso en el proceso de negociación del Alca -que no es una realidad sino un proyecto- para evitar la creación de un sistema en el cual se abran nuestras fronteras y no las de Estados Unidos. El Alca sólo tiene sentido en un régimen de reciprocidad, de eliminación de los subsidios y de apertura total del mercado norteamericano a los productos del sur.
También sostuve, dentro de este panorama general, la necesidad de cambiar nuestra política en la Organización Mundial de Comercio, donde nos hemos alejado de nuestros aliados naturales y necesarios como Brasil, Argentina, México, y países de un interés enorme para el futuro de Uruguay como pueden serlo China e India, y hemos adoptado una línea de conducta que a mi juicio nos aísla absolutamente del marco del grupo de los 20.
Entré además al problema de la Hidrovía, que es un tema fundamental que hay que profundizar y al que hay que darle un régimen jurídico sino que además sean llevadas a cabo urgentemente las obras para que esa integración física por la vía de los ríos sea una realidad inmediata. Me referí al régimen de los canales del Río de la Plata, a los puertos, a la necesidad de resolver definitivamente la cuestión pendiente del puente Colonia - Buenos Aires, etcétera, etcétera.
Hablé de los derechos humanos, de la necesidad de que Uruguay esté presente. Hoy estamos absolutamente alejados: no hay ningún uruguayo en la Corte Interamericana, no hay ningún uruguayo en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, no hay ningún uruguayo en el Comité del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas, tampoco en el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, no hubo ningún candidato uruguayo para la Corte Penal Internacional... Es decir que en materia de derechos humanos estamos prácticamente al margen del progreso del Derecho internacional.
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EC - El doctor Sergio Abreu dijo "Hay visiones que a veces nos hacen olvidar cuál es el núcleo duro de la política exterior. Confundir afinidades ideológicas o simpatías con gobernantes es confundir política exterior con táctica nacional exterior. Acudir a relacionamientos amistosos y afinidades ideológicas es ir contra la propia esencia del pensamiento del Partido Nacional, que es siempre reacio a cualquier internacionalismo". Esa crítica, ¿para dónde iba? Porque puede tener dos destinatarios: puede aludir a la administración Batlle por su afinidad con el presidente Bush en los Estados Unidos, o puede ser también un mensaje velado hacia el Encuentro Progresista - Frente Amplio, a partir de la buena relación que ha ido tejiendo con el presidente Kirchner en Argentina y el presidente Lula en Brasil.
HGE - Yo no soy un intérprete de Sergio. Comparto plenamente lo dicho y lo interpreto según mi propio juicio: creo que afirmó un principio absolutamente válido, siempre inflexible para el Partido Nacional, que es que las relaciones diplomáticas no deben guiarse ni por afinidades ideológicas ni por simpatías personales sino en intereses y en derechos. Debemos mantener relaciones diplomáticas cordiales con todos los países que nos interesen, sea cual sea la forma de gobierno que tengan. Por tanto, no hay que confundir relación diplomática ni con afinidad ideológica ni con simpatías personales. Se aplica a todos los casos: a los que usted citó, a las relaciones con Cuba. Quiere decir que doy a esas palabras muy correctas del doctor Abreu, que comparto plenamente, una proyección general; yo por lo menos no lo interpreto como un ataque al partido A ni al partido B sino como una afirmación de un principio inflexible para el Partido Nacional.
EC - Yendo a dos niveles de integración que han estado en discusión justamente en todos estos años, y que usted ya mencionó al pasar al principio -Mercosur, Alca, Estados Unidos- el programa del Partido Nacional dice en este capítulo: "Como nos enseñó Herrera, nuestro primer círculo de intereses son nuestras relaciones vecinales; luego la región, el continente americano, y el resto del mundo"...
HGE - Exacto. Luego, en otra página del mismo libro, Herrera la llamó "la política de los círculos concéntricos": mayor intensidad en el primero, que se va a atenuando sin desaparecer en los círculos siguientes, y teniendo en cuenta además que, como Herrera mismo lo dijo siempre, el mundo es cambiante; no tiene la misma acepción estricta la cuestión de los círculos en 1910 -cuando él escribió "El Uruguay internacional"-que en 2004. Lo que a mi juicio es evidente es que ese primer círculo ineludible es la relación del Uruguay que debe ser de una franqueza y de una comunicación profunda y constante con Argentina, Brasil, Paraguay, y creo que hoy día ese círculo puede incluso ampliarse a Bolivia y Chile.
EC - Pero entienden que eso no es lo que está pasando.
HGE - Que no es lo que está pasando.
EC - Más allá de que haya que fortalecer esa vinculación con la región, ustedes también entienden que hay que reformularla, que el Mercosur debe ser reformulado.
HGE - Debe ser profundizado, actualizado, en mi opinión el Tratado de Asunción debe ser reelaborado en función de la experiencia desde su entrada en vigencia, y además debe tenerse en cuenta esencialmente que un Mercosur que pueda significar el desmantelamiento de la industria uruguaya, la rebaja de la atención a la producción nacional y la lucha contra el desempleo, no nos sirve. El Mercosur sí, pero un Mercosur productivo, para el trabajo, y un Mercosur que de ninguna manera implique la renuncia a otros mercados, a otras relaciones. Lo dije no ayer pero en otras ocasiones, en un diálogo que tuve con Sergio, mientras hablábamos le reiteré mi expresión: nunca un Mercosur que signifique una autarquía regional sino un Mercosur abierto al mundo, abierto a las relaciones con Estados Unidos, con Europa, con China, y lo que pueda devenir en el transcurso del mundo con ese crecimiento espectacular de la India, etcétera.
EC - Un Mercosur ¿también político, con Parlamento, por ejemplo?
HGE - A eso lo dirá el futuro; eso no puede ser sino sobre la base de una reforma integral del Tratado de Asunción, que sólo prevé una Comisión Parlamentaria. Un Parlamento al estilo europeo habrá de ser discutido y analizado en profundidad. A mí me gusta una parte: que sea un gran foro de la opinión de la ciudadanía de los países miembros. Otra parte me preocupa mucho dado el desnivel demográfico y territorial de los países miembros: cómo estaría integrado ese Parlamento y con qué competencias. A mi juicio hoy es absolutamente imposible que pueda tener competencias legislativas; no sé dentro de 20 o 30 años.
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EC - Llegan mensajes desde la audiencia; dice Matías "No sé si la política exterior de Uruguay es triste o pobre en los últimos años, pero sí sé que hemos exportado más que antes y que dependemos menos del Mercosur, factor éste que demostró ser muy inestable y perjudicial para el país".
HGE - Estoy de acuerdo con eso. En la primera parte dice que no sabe si es pobre o no; par mí lo es. Hemos exportado más, sí, pero no como consecuencia de ventajas o defectos de nuestra política exterior sino de un cambio en las circunstancias internacionales que lo han hecho posible. Y exportar menos al Mercosur no es ni una virtud ni un defecto: yo quiero que exportemos más al Mercosur y más al resto del mundo.
EC - En general hemos mejorado mucho nuestra penetración en el mercado de América del Norte, en especial en Estados Unidos.
HGE - Algo positivo.
EC - Entonces, en el esquema de círculos concéntricos que ustedes manejan para la integración, ¿cómo ingresan América del Norte, el Nafta y el Alca?
HGE - Estados Unidos, primero, como un elemento esencial de nuestra política exterior, con el cual debe negociar el Mercosur en su conjunto a efectos de lograr una relación comercial adecuada. Soy partidario de una negociación Mercosur - EEUU para llegar eventualmente a la creación de una zona de libre comercio bilateral, es decir darle a aquel tan inicial acuerdo "Cuatro más Uno", que tuve el honor de firmar en 1991, otro alcance, otra perspectiva, otra profundidad, de todo el Mercosur como una unidad con EEUU.
Como al mismo tiempo debe haber otra relación igual con la Unión Europea (se está negociando, no se ha llegado todavía a la finalización, espero que se pueda llegar) y debería haber un acuerdo análogo con China.
En cuanto al Alca es un proyecto; adelante, pero la posición uruguaya coordinada con Brasil, Argentina y Paraguay, nuestros estados asociados en el Mercosur. El Alca para mí no es incompatible con el Mercosur; hay una perfecta compatibilidad jurídica entre el Alca, que será simplemente una zona de libre comercio (nunca aspiró a ser un mercado común) con el Mercosur que hoy es simplemente una unión aduanera acentuada y aspira a ser un mercado común. Proyectar el avance del Alca siempre que (para mí es condición ineludible) que el Alca no nos imponga a nosotros, los del sur, obligaciones sin obligaciones iguales para EEUU y Canadá, y además que contenga en la parte agrícola una adecuada eliminación de los subsidios a la producción interna.
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EC - Un mensaje de la audiencia. Usted enfatizaba más temprano en la conveniencia de que Uruguay negocie con los países del Nafta pero desde el Mercosur, conjuntamente. Dice este mensaje: "Las negociaciones conjuntas nos obligan a esperar que los demás países reúnan los requisitos, por ejemplo el de libres de aftosa. A veces las negociaciones bilaterales son mejores".
HGE - Puede haber excepciones a ese principio, pero para mí el principio es la conveniencia de la negociación multilateral. Negociar solo un país tan débil económicamente como el Uruguay, siempre es negativo. En cambio, negociar con el peso y junto a Brasil, Argentina y Paraguay, nos fortalece. Y debemos buscar el fortalecimiento y la optimización de los resultados.
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EC - En el programa del Partido Nacional dicen ustedes que "Uruguay tiene que tener una política consistente y coherente con relación a los organismos internacionales de crédito o comercio, pues éstos no son asuntos desvinculados de una política exterior responsable en defensa de la producción y el empleo". ¿A qué aluden con "política consistente y coherente"?
HGE - Que toda la política exterior es una; que no podemos tener una política exterior bilateral diferente de la multilateral, y que no podemos tener una política multilateral en la OEA o en las Naciones Unidas diferente a la política multilateral respecto del Fondo Monetario, del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo.
EC - Implícitamente están criticando la política exterior seguida últimamente.
HGE - Sí y no. Quizá ese sea uno de los puntos menos criticables de la política exterior; pero evidentemente debe ser enfocada de una manera sistemática, dando al Ministerio de Relaciones Exteriores un papel mucho más importante del que ha tenido ahora. En los organismos de crédito no es solamente un problema de economistas, sino también de política exterior y de Política, con mayúscula.
EC - ¿Algún ejemplo en ese sentido?
HGE - Que la política en los organismos de crédito no debe ser conducida en función de tecnicismos economicistas sino en función de la política nacional.
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EC - Usted manifestaba también su preocupación por la ausencia de Uruguay en los organismos internacionales vinculados a los derechos humanos.
HGE - Profunda preocupación.
EC - ¿A qué se debe esa situación?
HGE - No sé. No sé, pero no hemos presentado candidatos, estamos ausentes de todo ese tema, y creo que es algo reñido con la gran tradición uruguaya en la materia. No sé a qué se debe, no puedo hacer ningún cargo, pero es una realidad: no estamos en ningún lado.
EC - El Partido Nacional, lo remarcó ayer, es partidario de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba.
HGE - Sin duda.
EC - El canciller Didier Opertti dijo ayer en ADM: "Si yo fuera candidato quizá hubiera dicho algo parecido pero advirtiendo que, para que se produjera una modificación en la decisión asumida sería necesario remover las razones por las cuales se produjo la ruptura. Me parece que sería una actitud responsable frente a una situación que, de otra manera, aparecería como arbitraria, puramente contraria a la adoptada".
HGE - Creo que el nuevo gobierno, sea cual sea, al examinar el problema de las relaciones con Cuba, no puede pensar en disculpas recíprocas o hablar de hechos del pasado. Hay que tener relaciones con Cuba por razones latinoamericanas al margen de toda afinidad ideológica, punto.
EC - ¿Cómo concibe usted ese paso, cómo se daría?
HGE - No sé quién será gobierno, pero pienso que el 2 de marzo el nuevo gobierno debe iniciar los contactos inmediatos con las autoridades cubanas para que en un acuerdo -lógicamente bilateral, recíproco- se resuelva restablecer las relaciones diplomáticas y reabrir las respectivas embajadas. Debe ser un acto recíproco, simultáneo, en base a un acuerdo de la conveniencia sin ningún tipo de afinidad o de subordinación ideológica.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón