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Nueva Orleans, legendario ícono cultural, lucha por su supervivencia

(AFP) Su nombre evoca los conmovedores gemidos de la trompeta de Louis Armstrong y el encanto del barrio francés, el famoso carnaval Mardi Gras y el sabor de la comida Cajun, pero la mística de Nueva Orleans, la capital del jazz de Estados Unidos, corre riesgo de ser historia después del azote del huracán Katrina.

El lunes, el paso del ciclón por Luisiana provocó un fuerte oleaje que abrió una brecha en los diques de la ciudad, edificada 60 centímetros por debajo del nivel del mar, y cambió el misterioso atractivo de la cultura Creole por la fetidez de la muerte y la destrucción.

"Nueva Orleans (...) es inmortal", dijo el autor Cleanth Brooks en 1977. Entonces, la crisis actual que atraviesa la ciudad hubiera parecido la más alocada de las ficciones.

Apodada Big Easy y conocida por sus calles empedradas y sus casas adornadas con elegantes rejas, Nueva Orleans es la cuna del jazz, una Meca del arte y la bohemia, sinónimo de autores como
Tennessee Williams y Truman Capote, y referencia mundial por su festival Mardi Gras.

Hace sólo 10 días, turistas de todo el mundo abarrotaban las bulliciosas calles del barrio francés, para asistir a conciertos de jazz, tomar un trago en sus múltiples bares y visitar, cual peregrinos, la casa donde Williams escribió su clásica obra "Un tranvía llamado deseo".

El año pasado, Nueva Orleans -una ciudad con una población metropolitana de cerca de 1,4 millones de personas- convocó a 10 millones de visitantes. Ahora su industria turística enfrenta un futuro incierto.

Mientras se enciende el debate sobre la conveniencia o no de reconstruir la ciudad, después de una catástrofe que mató a miles y dejó a sus cadáveres flotando por las calles inundadas, dos políticos estadounidenses hicieron un vehemente llamado al presidente George W. Bush para salvar el legado de la bella urbe sureña.

"Es impensable que algunos en Washington hayan sugerido que la ciudad sea abandonada", escribieron el senador líder de la minoría demócrata, Harry Reid, y la senadora por Luisiana, Mary Landrieu.

"Exhortamos a usted a hablar fuertemente en contra de ese derrotismo y a aclararle a la gente de Nueva Orleans que nosotros nunca los abandonaremos ni a ellos ni a su extraordinaria ciudad", agregaron.

Bush prometió reconstruir Nueva Orleans, la ciudad sobre el pantano Bayou rodeada de históricas mansiones de plantaciones francesas.

Pero no todo es diversión en este centro turístico sureño e importante puerto industrial. Según datos del censo, 67% de la población de Nueva Orleans es negra y 30% del total vive debajo de la línea de pobreza.

Las tensiones raciales explotaron tras la inundación de la ciudad, entre acusaciones de que el gobierno federal abandonó a su propia suerte a los habitantes de la ciudad porque la mayoría eran negros y pobres.

Fundada en la ribera del río Mississipi en 1718 por colonos franceses, Nueva Orleans se convirtió en la capital de Luisiana en 1722, hasta que Napoleón Bonaparte vendió Luisiana al flamante gobierno estadounidense.

Pero la Nueva Orleans estadounidense conservó celosamente hasta hoy su barrio francés, atravesado por su famosa Bourbon Street, donde hasta hace poco los turistas probaban el popular cocktail de ron y granadina, irónicamente llamado "Huracán", y los célebres bocados fritos "beignets" (buñuelos).

El jazz, que nació entrr los barrios negros pobres de la ciudad, ayudó a transformar el aletargado pueblo en ícono cultural, y la hizo famosa en todo el mundo por la trompeta de Armstrong y los acordes del pianista Jelly Roll Morton, cuyos espíritus perviven hasta ahora en recintos como el club de jazz Preservation Hall.

La versión cinematográfica de "Un tranvía llamado deseo", protagonizada por Marlon Brando, contribuyó a hacer mundialmente conocidos los paisajes y sonidos de sus calles, incluyendo su colorido tranvía.

"La ciudad de Nueva Orleans es un tesoro nacional con atmósfera especial y cultura única que nunca podría ser reemplazada", escribieron Reid y Landrieu en su carta a Bush.