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Francia conmovida por desmanes en los suburbios

Desde hace 12 días las violentas protestas de jóvenes de origen africano han tomado las zonas periféricas de varias ciudades francesas. "Tiene que ver con su condición social", dijo el colaborador de En Perspectiva, Rafael Mandressi. "Los territorios de la periferia han quedado convertidos en guetos con tasas de desocupación que llegan al 40 o el 45 por ciento", agregó.

(Emitido a las 8.52)

EMILIANO COTELO:
Un muerto, más de 6.000 autos incendiados, decenas de edificios destrozados, unas 1.500 personas detenidas y 9.500 policías patrullando los suburbios de las principales ciudades de Francia. Este es el saldo, por ahora, de una ola de violencia que se desencadenó hace 12 días después de la muerte accidental de dos jóvenes inmigrantes en los suburbios de París.

El descontrol es tal que el primer ministro Dominique de Villepin autorizó este lunes a los alcaldes del país a imponer el toque de queda. El alcalde de Le Raincy, una pequeña ciudad cercana a París, fue el primero en decretarlo, justamente en la noche de ayer.

Los medios ya hablan del "otoño Francés", una revuelta que saca a la luz el descontento que reina entre muchos jóvenes franceses originarios del norte de África. Un descontento que ya se cobró una primera víctima, un hombre de 61 años que murió ayer después de haber sido golpeado el viernes por un joven en una localidad de la periferia norte de París.

Para intentar entender de cerca cómo se vive este espiral de violencia en Francia y cuáles son sus causas, vamos a tener hoy un primer contacto con el sociólogo Rafael Mandressi, uruguayo, que alterna su residencia entre Montevideo y París.

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Rafael, ¿dónde estás actualmente?

RAFAEL MANDRESSI:
En París, en el sector sureste de París.

EC - ¿Allí se siente esta tensión de la que estamos hablando?

RM – Se siente de manera indirecta. En París ha habido muy pocas cosas, hubo algún episodio en la noche del sábado para el domingo, pero en París propiamente no ha habido episodios de violencia como los que se han registrado, por supuesto, en todo lo que podríamos llamar el gran París, donde comenzó. Después se extendió hacia otras ciudades y tuvo su mayor desarrollo toda esta serie de disturbios que viene teniendo el lugar desde hace 12 noches.

EC – Y la gente, los habitantes de París, ¿cómo viven esto? ¿Están preocupados?

RM – Con preocupación, naturalmente, porque hasta el momento no hay señales de que se vaya a detener, aunque anoche tal vez estuvo más tranquilo o menos violento que en noches anteriores en lo que hace a la periferia parisina. De todas maneras no está claro cuándo va a detenerse esta espiral, puede ocurrir de un momento a otro pero no hay un proceso que se pueda percibir con claridad.

EC – Los hechos desencadenantes, si mis datos no están mal, fueron dos, uno el jueves 27 de octubre, cuando dos jóvenes de origen subsahariano murieron electrocutados accidentalmente en una central de alta tensión, al parecer mientras se escapaban de la Policía, y el otro domingo 30, cuando una bomba lacrimógena de las fuerzas de seguridad penetró en una mezquita de la periferia de París en plena oración. ¿Esos fueron los focos?

RM – Esos fueron los incidentes iniciales, y yo agregaría un tercero, que fueron declaraciones del ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que ha basado su acción en la tolerancia cero y en una actitud muy dura en el combate contra la inseguridad, y que como ministro del Interior y virtual candidato a la Presidencia de la República, al referirse a las primeras reacciones frente a los primeros episodios que mencionabas, soltó una frase que fue tomada como una provocación, dijo "hay que suprimir a esa mersada", lo que generó una serie de reacciones. A mi modo de ver, entre los desencadenantes de estos episodios habría que incluir esas declaraciones del ministro del Interior.

EC - Detrás de estos desórdenes están, sobre todo, jóvenes de entre 14 y 20 años, casi siempre son de origen magrebí y subsahariano, sin estudios y sin trabajo, pero que son franceses, franceses de origen africano que no lograron integrarse a la sociedad, aunque son la segunda generación en el país. ¿Ese es el cuadro?

RM – Ese es el cuadro, son franceses; no sé si la situación de que no lograron integrarse es la más ajustada, porque, de hecho, sus padres están mucho más integrados que ellos, lo que hay es un proceso que más que con el origen de estas poblaciones tiene que ver con su condición social. La falta de trabajo, los problemas de vivienda –no la falta de vivienda sino las malas condiciones–, los territorios de la periferia que han quedado convertidos en guetos con tasas de desocupación que llegan al 40 o el 45 por ciento probablemente sean los factores más importantes a la hora de intentar analizar estos hechos.

EC - ¿El extremismo islámico juega algún rol en estos incidentes?

RM – Aparentemente ninguno, no hay detrás de esto motivaciones religiosas ni políticas en el sentido de estar encuadradas o estimuladas por alguna organización política. En cuanto a la posible participación o presencia de elementos islámicos, una de las mejores pruebas de que no es un elemento decisivo está en que los reiterados llamados a la calma de los imanes y los representantes religiosos han sido absolutamente ineficaces.

EC - ¿Cuáles son las perspectivas? ¿Qué es lo que hoy ustedes perciben en Francia como salidas, si es que las hay?

RM – Yo estimo que en algún momento esto se va a apagar por sí mismo, no son las medidas políticas que puedan tomarse las que vayan a resolver el problema –me refiero a los disturbios–; sí, naturalmente, algunas reacciones, pero ya más de fondo, podrán eventualmente modificar las situaciones que dieron origen a esto. De otra manera, cualquier otro incidente que se produzca puede despertar nuevamente estas manifestaciones que están preocupando incluso fuera de Francia, porque aparentemente ya ha habido episodios del mismo tipo en Bruselas y en Berlín.

EC – Cuando dices que hay que tomar medidas de fondo, ¿a cuáles aludes?

RM – A medidas que tienen que ver con el empleo de los jóvenes y con la atención, entre otros, a los aspectos –muy apropiado el Día Mundial del Urbanismo– relacionados con el hábitat y la calidad del hábitat en estos barrios, inversiones en materia de vivienda –que las hay, pero aparentemente no son suficientes–, de manera de desenclavar estos sectores que prácticamente se han convertido en tierra de nadie en algunos lugares.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe