En Perspectiva

La relación uruguayo - argentina; los avances a nivel político

EMILIANO COTELO:
La semana pasada terminó con una buena noticia.  Al última hora del viernes la Cancillería informó que desde el lunes 30 habían existido contactos telefónicos entre el presidente uruguayo y su colega argentino. 

Fue un verdadero alivio. 

Para mí (y creo que para muchos) ya era inexplicable que hubiera transcurrido todo el mes de enero, tan cargado como estuvo de cortes en los puentes y declaraciones tronituantes de gobernantes de un lado y del otro, sin que Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner intentaran personalmente bajar la pelota al piso.

Habiendo existido entre ellos una relación fluida en el pasado, el hecho mismo de que pasaran las semanas, entráramos en febrero y ellos siguieran sin hablarse daba para sospechar que el conflicto por las plantas de celulosa se había ido de cauce, que la relación bilateral estaba agotada y que sólo quedaba ir en busca de un mediador (como comentábamos el miércoles pasado).

En Buenos Aires el comunicado uruguayo generó cierto desconcierto, ya que los voceros de Casa Rosada venían desmintiendo rotundamente la existencia de negociaciones de alto nivel.  Supongo que el gobierno argentino entendía más conveniente mantener las conversaciones en reserva.  En general eso es lo más conveniente, claro.  Pero me parece que en este caso era mucho más saludable que la gente confirmara que había todavía puertas abiertas y que los propios presidentes conversaban directamente.

Según las averiguaciones que realizó EN PERSPECTIVA, el ambiente entre las dos capitales ha mejorado de manera notable y el intercambio se desarrolla a varios niveles de la administración.  Por ejemplo, el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, mantiene un contacto frecuente con el jefe de gabinete de la administración Kirchner, Alberto Fernández, con quien incluso se entrevistó personalmente en dos ocasiones en los últimos diez días; la última vez fue el jueves pasado en Buenos Aires. 

Allí también viajó, casualmente ese mismo día, el embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Mayer. Patiño fue muy hermético cuando lo consultamos. Se limitó a decir que mantuvo "una reunión de alto nivel" y dijo, por otra parte, que no sabía que Gonzalo Fernández hubiese estado en Buenos Aires ese día. Sin aportar más detalles, sí agregó que es optimista y que "se está trabajando para una salida en calma". El embajador aseguró que el conflicto ya se ha convertido "en su vida misma" y que a él lo mantiene pendiente las 24 horas.

Otra pincelada de la nueva situación fue aportada por el subsecretario de Vivienda y Medio Ambiente, Jaime Igorra, que dijo a la producción de EN PERSPECTIVIA que se sintió muy optimista cuando el miércoles coincidió con Patiño en un acto protocolar, y éste le dio un abrazo "fraterno y amigable", al tiempo que le expresó su compromiso de trabajar para que el conflicto se solucione por los canales normales.
 
¿Y qué fórmulas se están manejando?
Es muy difícil acceder a esa información. Sin embargo, Igorra confirmó la semana pasada que Uruguay invitó a Argentina a conformar una comisión técnica para controlar la construcción y el futuro funcionamiento de las plantas de celulosa. Esto ya lo había adelantado aquí mismo el ministro de Educación y Cultura, y presidente del Frente Amplio, Jorge Brovetto, cuando participó de nuestra tertulia abierta el miércoles pasado:

(Audio)

JORGE BROVETTO:
"Tiene que quedar claro lo siguiente: hay mensajes de sobra, lo hemos dicho nosotros, lo ha dicho Uruguay, y lo ha dicho con la presencia de todos los sectores políticos con representación parlamentaria diciendo: "Estamos dispuestos a llevar adelante esto de la siguiente manera –no pongo esto en boca de ellos sino en la de este gobierno–: mientras no haya elementos de juicio científicos que demuestren que las plantas de celulosa no son convenientes y pueden crear problemas al ambiente se va a seguir adelante con su construcción; segundo, se va a seguir adelante con su construcción en el lugar donde están; tercero, se invita a la República Argentina a que participe desde ahora y en el futuro en el control de que todos los estándares establecidos internacionalmente, que son los de la Unión Europea, que son los del mundo entero, se cumplan, y si no se cumplen el gobierno uruguayo se compromete internacionalmente a tomar decisiones, que pueden ser hasta de llegar a cerrar una planta". Y hay un punto más, no olvidemos que en el Mercosur hay cantidad de plantas que no cumplen con este tipo de requisitos, entonces se plantea una política de preservación del ambiente en todo el Mercosur en la cual pongamos en juego todos los mecanismos".

(Fin del audio)

El ofrecimiento uruguayo es muy abierto y le otorga a Argentina un margen importante de incidencia en el desarrollo de estos proyectos. Claro, no es lo que reclaman del otro lado del río las voces más radicales, que exigen la suspensión de las obras hasta tanto se llegue a conclusiones compartidas sobre cuál será el impacto ambiental. Pero ese es un extremo no realista.  ¿Cuánto tiempo demoraría ese estudio previo hecho por los dos países? Es imposible calcularlo y, sobre todo, es muy difícil pensar que se pueda llegar efectivamente a un acuerdo en ese pronóstico.  ¿Y entonces?  ¿Las construcción no podría reanudarse nunca?

Es mucho más lógico trabajar en coordinación desde ahora, examinando a fondo las tecnologías que se van a emplear, diagnosticando cuáles pueden ser sus efectos contaminantes, estableciendo protocolos para llevar esas consecuencias negativas a los mínimos tolerables y, además, previendo planes de contingencia parar los eventuales accidentes que pudieran implicar impactos mayores y graves.  Por otra parte, se puede colaborar entre los dos gobiernos en la inspección de la propia construcción de la planta, para que no haya fallas en esta etapa inicial que puedan afectar después la operativa de la fábrica y alterar los patrones de impacto calculados a priori.

Todo eso se puede hacer entre las dos partes.  De esa manera se dará sin duda garantías a la República Argentina y, sobre todo, a la población de Entre Ríos. Pero además ese mecanismo probablemente beneficie también a nuestro país, ya que fortalecerá a nuestras agencias encargadas de velar por el medio ambiente. 

Ojalá la negociación pueda avanzar por ese camino que suena tan sensato.

Pero, sea esa u otra la base de las conversaciones, en realidad hay un requisito previo y elemental: el levantamiento de los bloqueos en los puentes.  Según el comunicado de la Chancillería emitido el viernes, "el gobierno de la
República Oriental del Uruguay manifiesta que cualquier negociación bilateral puede encaminarse satisfactoriamente si los cortes y obstrucción de carreteras y puentes se terminan, restableciéndose el libre tránsito de personas y mercaderías, creándose así un clima adecuado para el mantenimiento de conversaciones".

El texto da a entender que esa es una condición que Uruguay pone para el avance de las negociaciones. Y, por lo visto, con esa condición todavía no se han conseguido mayores resultados.