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El Partido Comunista del Uruguay fija posición sobre un eventual TLC con Estados Unidos

"La inserción internacional del Uruguay y sus consecuencias

Al continuarse un proceso de discusión en el FA acerca de la inserción internacional del Uruguay, nos parece necesario realizar algunas consideraciones.

Desde nuestro punto de vista, el tema del endeudamiento público y sus compromisos heredados, imposibles  de cumplir, genera múltiples consecuencias. Una de ellas tiene que ver con la inserción internacional.

Si estamos sumamente jugados a la inversión extranjera directa (IED) porque nos hemos comprometido a realizar pagos que nos dejan, por ejemplo, sin recursos para la inversión pública o los "consumos de desarrollo" (educación, salud, vivienda, alimentación), no tenemos otro camino que crear un "clima propicio" para dicha inversión. Cual dios Moloch que exige y exige sacrificios humanos, dicha IED pide "señales" adecuadas (y no solo señales adecuadas) en todos los planos, incluyendo lo político-militar. Y eso conduce concretamente a un tratado de libre comercio con EE.UU., tanto por su valor en sí mismo como por su significado simbólico ante el mundo del capital transnacional.

En ese sentido, ya hemos dados pasos de gigante. La aprobación del Tratado de Protección de Inversiones se inscribe en ese camino, pues no hay tratado de libre comercio que  no tenga como una parte esencial la protección de las inversiones. Que se apruebe separadamente o en el formato clásico, lo mismo da. Lo que resta decir aquí es que, aun desde el punto de vista de los defensores del TLC, "regalamos" el corazón del mismo, su parte más sustanciosa para EE.UU., obteniendo muy poca cosa como contrapartida.

A su vez, concretar un tratado de esa naturaleza es, innegablemente, funcional a la estrategia imperial de EE.UU. para América Latina, estrategia que en lo económico busca arribar al ALCA, ahora indirectamente, mediante "alquitas", o sea, TLC’s con cada país, incrementando las relaciones de dependencia. Con astucia se ha planteado que EE.UU. no quiere complicar el MERCOSUR generando un tratado con Uruguay. Por eso los caminos son más sinuosos, menos claros. Vamos hacia un tratado diciendo que no, se mira solo el posible impacto sobre las exportaciones y no se habla ni jota de las contrapartidas uruguayas para mejorar las mismas, aseguramos que no nos vamos del MERCOSUR y, sin embargo...

Para nosotros, la aprobación de un tratado de inversiones con EE.UU., llámese así o tenga el nombre que tenga, vaya en el formato habitual o se trate de un anexo al tratado de inversiones ya aprobado, traerá importantes consecuencias para el Uruguay.

Veámoslas:

1. en primer lugar, para comprender las consecuencias, analizamos al Uruguay aisladamente, sin sus vínculos actuales con el MERCOSUR o con Venezuela o con Cuba o con Irán (nuestro principal comprador de arroz). Consideramos que un TLC con EE.UU. o su sucedáneo implicaría tales contrapartidas por parte de nuestro país que afectarían de un modo muy fuerte la estructura socio-económica actual del país. Como resultado se verían afectados sectores enteros de nuestra producción industrial y agraria, imposibilitados de competir por razones de costo con los productos de EE.UU. ingresados inmediatamente o en un futuro próximo con arancel cero. Igualmente se verían afectadas las empresas públicas.

Tal como se expresa en un insospechable estudio sobre un posible tratado con EE.UU., apadrinado por Ceres y la Cámara de Comercio Uruguay-EE.UU., y concretado por dos mexicanos que negociaron el tratado de  México con EE.UU. y Canadá (1), EE.UU. "tendría gran interés en lograr acceso a sus exportaciones de manufacturas que representan el 90% del total de sus ventas internas... destacan los de la industria electrónica y de cómputos los vehículos automotrices y las autopartes..." Recordemos que Uruguay, al incorporarse al MERCOSUR, señaló que sus productos más sensibles y, por ello, sujetos a una desgravación más lenta, serían los automóviles y sus partes, bienes de capital, informática y telecomunicaciones, productos farmacéuticos, materias plásticas, textiles y prendas de vestir y los productos lácteos, etc.

Por otra parte, "el esfuerzo de apertura sería relativamente más importante para Uruguay pues los aranceles que en promedio le aplica a las exportaciones estadounidenses son... alrededor del doble de lo que paga la oferta exportable uruguaya en EE.UU."

Igualmente hay que señalar que los mecanismos de promoción de exportaciones -como la devolución de impuestos- tendrían seguramente que ser eliminados. También deberemos aceptar la prohibición de impuestos a la exportación y el trato nacional a los productos de EE.UU.

En el capítulo de la energía y petroquímica básica y "tal como sucedió en la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), sería de esperar que este fuese un tema de gran interés para EE.UU. pues en Uruguay existen restricciones importantes  a estas actividades. La refinación e importación de petróleo continúa siendo un monopolio estatal... También se requiere de la autorización del gobierno para invertir en varios sectores estratégicos como es el de la electricidad. Si bien se permite la generación de energía por la iniciativa privada, la UTE aun mantiene un monopolio sobre la transmisión de energía eléctrica."

En el capítulo agrícola, EE.UU. ha manifestado fuertes intereses defensivos. "En una negociación bilateral este sería uno de los temas más delicados. La oferta exportable uruguaya tiene un fuerte componente  agrícola (47.8% del total), y algunos de los productos de mayor interés (lácteos y cárnicos) enfrentan elevados grados de protección en EE.UU. Por ello es previsible que sería complicado desmantelar totalmente esa desprotección. Las presiones políticas de estos grupos de productores se ha hecho evidente durante el proceso de aprobación de la Autoridad para Negociar Tratados Comerciales (TPA). El TPA obliga  a un complejo mecanismo de consultas con el Congreso para incluir los productos más sensibles en cualquier negociación comercial... Una negociación con EE.UU. también implicaría aceptar que hay temas que, en el mejor de los casos, solo pueden ser atendidos multilateralmente (subsidios agrícolas internos)."

Por el lado uruguayo, cuando negociamos con el MERCOSUR, varias partidas figuraron en la lista de excepciones de Uruguay al libre comercio: azúcar, hortalizas y tuberculosa (raíces), fruta, pimienta, trigo y aceites vegetales. También se incluyeron productos lácteos. "Algunos de estos productos coinciden con los principales intereses exportadores de EE.UU."

En el capítulo de compras del sector público el estudio de Ceres señala que "sería uno de los retos más importantes que se tendría que enfrentar en una negociación, pues es uno de los intereses ofensivos más importantes de EE.UU.... El tratado abre, sobre una base no discriminatoria, una parte significativa del mercado de compras del sector público de cada uno de los países del TLC para los proveedores de otros países. El TLCAN establece el requisito de trato nacional y más favorable para los países miembros y obliga a las partes a seguir procesos de licitaciones muy exigentes en términos de  valoración de contratos... Si bien es cierto que las licitaciones públicas ya están abiertas , el gobierno da una preferencia del 10% a los productos y servicios locales y, entre los proveedores extranjeros, se privilegia también a aquellos que ofrecen comprar bienes nacionales... Uruguay tendría que implementar medidas  para prohibir cualquier tipo  de discriminación  a favor de bienes o servicios nacionales..., prohibir la posibilidad de exigir requisitos de desempeño como parte de la condicionalidad de las compras públicas, y prohibir condiciones compensatorias y especificaciones técnicas especiales... Más aun, seguramente EE.UU. querrá incluir procedimientos de impugnación en un acuerdo con Uruguay

En el capítulo sobre servicios, "la apertura de los mercados de servicios es uno de los principales objetivos de las negociaciones comerciales estadounidenses tanto a nivel multilateral como  bilateral."

En el capítulo sobre telecomunicaciones, "en especial, se pueden esperar discrepancias en lo que se refiere a telefonía básica, que sigue siendo un monopolio estatal en Uruguay."

El capítulo sobre propiedad intelectual "es uno de los intereses ofensivos más importantes para EE.UU. en cualquier negociación comercial. Es difícil imaginar una negociación exitosa con EE.UU. sin un capítulo correspondiente que ponga énfasis tanto en disciplinas estrictas para la protección de la propiedad intelectual como en mecanismos que aseguren que estas disposiciones efectivamente se cumplan."

Recordemos que en la concentración del progreso técnico influyen de manera importante los derechos de propiedad intelectual que se aprueban en los tratados bilaterales de comercio, que limitan los procesos de aprendizaje y adaptación tecnológica. Al concentrarse el progreso técnico se concentran también, de manera concomitante, las ganancias de productividad, indispensables para la modernización del sistema productivo.

Como conclusiones de este ilustrativo estudio se expresa que "en una negociación con Uruguay, EE.UU. se interesaría por un acuerdo amplio, que prevea una desgravación arancelaria lapida y comprensiva en el sector industrial, con particular énfasis en productos electrónicos, de cómputo, vehículos y autopartes. Al mismo tiempo, buscaría pactar una liberalización ambiciosa en el área de energía y petroquímica, así como en el sector servicios, especialmente en telecomunicaciones y servicios financieros. La protección de las inversiones, el acceso permanente y transparente al  mercado de adquisiciones gubernamentales  y el establecimiento de disciplinas para la protección de la propiedad intelectual estarían indudablemente al frente de la agenda negociadora estadounidense."

Por último, se señala otro gran objetivo detrás de todo lo anterior: avanzar en una institucionalización dependiente, funcional a los intereses del gran capital transnacional. "La agenda de negociación constituye un poderoso aliado en el proceso de modernización económica y cambio estructural que es deseable realizar, pero que, con frecuencia es muy difícil llevar a cabo unilateralmente. La negociación del tratado representaría un vehículo idóneo para facilitar la adopción de las reformas ...(y) una vez instrumentado se vuelve un ancla muy poderosa de política económica..."

A confesión de parte, relevo de pruebas. Diversos sectores productivos se verían afectados y esto repercutiría a la baja en el nivel de empleo de los mismos. Entraríamos en el "club de la gran potencia" (Prevé), con reglas y reformas impulsadas desde siempre por los organismos multilaterales de crédito y a las cuales siempre nos hemos opuesto. Ello implicaría una definición de nuestra estructura productiva interna a partir de la influencia externa y no de la potencialidad de nuestros recursos disponibles (D. Astori, "Uruguay 2005. Propuestas de política económica", EBO, 2004). Además, nos convertiremos en un "caballo de Troya" o en una "cabeza de playa" de las transnacionales yanquis respecto de nuestros socios del MERCOSUR, tanto desde el punto de vista económico como desde el político, lo que sería inaceptable para ellos. Nuestro destino de inserción internacional seguirá siendo, entonces, por los siglos de los siglos, como productor de materias primas, de commodities con bajo grado de mano de obra incorporada, un país monoproductor, imposibilitado de diversificar nuestras exportaciones y de ir hacia un país productivo  con alto grado de especialización.

2. en segundo lugar, para seguir avanzando en las consecuencias que traería un tratado con EE.UU., consideramos a Uruguay ya no aislado, sino tal cual está hoy, inserto en el MERCOSUR y crecientemente vinculado a Venezuela en múltiples campos de actividad e inversión, así como con Cuba.

    Desde nuestro punto de vista, con realismo y no con deseos, si avanzamos hacia un TLC o su sucedáneo, sin previa consulta-autorización con los restantes países del MERCOSUR, nos ponemos afuera del mismo. Recordemos no ya el articulo 1° del Tratado de Asunción, que lo establece más generalmente, sino la resolución 32/00 del Consejo del Mercado Común, que así lo establece expresamente.

    Con esta hipótesis de trabajo como central, o sea, la hipótesis de que nos vamos (o nos van) del MERCOSUR si avanzamos unilateralmente hacia un TLC o como se lo llame -y con la hipótesis de que muy difícilmente logremos una autorización en caso de solicitarla-, tenemos que valorar lo que perderíamos en tal caso. De paso, señalamos que no consideramos válida la analogía con el TLC con México porque, en ese caso, los que negociaron primero fueron los cuatro países del MERCOSUR y nosotros después, solo después, solicitamos la autorización para negociar un TLC bilateral. Igualmente, consideramos que no es correcta la comparación con Chile y su status de Estado asociado. Una cosa que a nadie puede escapársele es la diferencia enorme entre el haber estado e irnos luego respecto de venir aproximándose sin haber estado nunca como en el caso del país trasandino.

    Lo primero a considerar sería el  nivel de intercambio actual con los dos grandes vecinos. En efecto, Argentina-Brasil fueron nuestros principales compradores de enero a marzo, con el 22.8% de nuestras exportaciones. ¿Qué pasaría con ellas al desaparecer las preferencias arancelarias actuales para los países miembros del MERCOSUR? Se derrumbarían  o casi. ¿Qué dicen al respecto los sectores productivos involucrados en tales intercambios?

    Luego se verían afectados los intercambios energéticos y de otros servicios entre los respectivos estados, podríamos asistir a trabas diversas en el turismo y en las inversiones inmobiliarias que les son funcionales, así como en otras inversiones.  La retracción en otras materias sociales y culturales también sería importante. Las facturas que nos van a pasar pueden ser muy, pero muy duras.

3. en tercer lugar, tenemos que evaluar lo que nos perderíamos a futuro, por no estar. Lo más importante y estratégico tendría que ver con los proyectos de  gasoductos, tanto el que arranca en Venezuela como  el que comienza en Bolivia. Igualmente en lo que toca a la incipiente comunidad energética con Petrosur, primer paso hacia un gigante petrolero latinoamericano -Petroamérica-, la integración en la comunicación con el canal televisivo teleSur, las surgentes ideas de un Banco del Sur, de una Universidad del Sur, etc. Respecto de las relaciones bilaterales con Venezuela, seguramente quedarán por el camino o se verán enlentecidas la exploración de la cuenca del Orinoco (que, al decir del presidente de ANCAP, permitiría en el lapso de unos cinco años liberarnos de las importaciones de petróleo), las inversiones en la refinería o la construcción de una nueva, las compras de petróleo en condiciones de precio y de pago muy ventajosas, las inversiones en Sol Petróleo (Argentina), en Cofac (Bandes), en Pluna (Conviasa), los apoyos al Clínicas, al MIDES, el proyecto sucro-alcoholero, a las empresas recuperadas por los trabajadores, etc.

4. en cuarto lugar, debe analizarse lo que podría significar la modificación del panorama político-social del Uruguay. ¿Qué queremos decir con esto? Que la potencial renuncia del canciller Gargano o las movilizaciones de la Central obrera y otras organizaciones sociales y nuestras propias e inevitables acciones contrarias a un TLC deberían hacer meditar a cualquiera. Incluso aquellos muy preocupados por el "clima inversor" necesitarían reflexionar sobre cómo afectaría ese "clima" un tal estado de situación en la escena política y social. Para nosotros, hay un antes y un después de un TLC con EE.UU. y no solo en lo económico-social y en las relaciones de dependencia, sino, y esto lo decimos y advertimos con el dolor del alma, también desde un ángulo político interno. Por cierto, también decimos que nadie debería preocuparse si lo que se está negociando no tiene nada que ver con un TLC o su sucedáneo. O sea, si se respeta el programa del FA en su letra y en su espíritu.

5. en quinto lugar, nos parece importante incorporar en el análisis la situación de la economía yanqui. ¿Es sostenible el déficit en cuenta corriente de U$S 800.000 millones? ¿O su burbuja inmobiliaria.? ¿Existe o no un exceso de gasto en aquella sociedad, un qué tendrá, más allá o acá un ajuste importante, tal como lo manejan The Economist y otros importantes analistas del sistema. ¿Qué esta pasando con la cotización del dólar en los mercados internacionales? Esa caída ¿no busca incrementar las exportaciones y parar el aluvión de importaciones hacia ese mercado? ¿Existe o no una burbuja especulativa en torno de los precios de las materias primas? ¿E, igualmente, con las acciones? Entonces, si como es altamente probable se produjera un ajuste recesivo en EE.UU., ¿cómo quedaríamos nosotros, tan carnalmente unidos a ese mercado y tan aislados del MERCOSUR? ¿Dónde colocaríamos muchos de nuestros productos, circunstancialmente desviados hacia EE.UU.? En el caso concreto de la carne, ¿valoramos correctamente los continuos vaivenes de este mercado? ¿Qué pasará cuando sobre fin de año vuelva a ingresar al  mercado yanqui la carne canadiense? La información sobre estos acontecimientos y estas posibilidades, si somos responsables, tenemos que incorporarla a nuestro análisis y no pasarlas por alto así como así. Es mucho lo que está en juego para guiarnos por el lobby de la Cámara de Comercio Uruguay-EE.UU. y los sectores que serían beneficiados por el tratado o su sucedáneo.

6. Como conclusión: entonces, no a un TLC o como se llame, camino del ALCA. Sí al comercio justo con todos los países del mundo, sin dependientes contrapartidas con ninguno de ellos y, menos aun, con la principal potencia imperialista mundial. Sí al MERCOSUR como integración para las poblaciones (y no como integración para las grandes empresas y los grupos financieros) como camino principal hacia el ALBA. Y sí, también, a los intercambios con otras fuerzas políticas y sociales sobre el tema TLC y sucedáneos y sobre el problema de la deuda, hoy omitido en la agenda del MERCOSUR y entre nosotros. Y sí a las movilizaciones para esclarecer de qué se trata, generando lo del título, una admirable alarma.

    
(1) Herminio Blanco, Jaime Zabludovsky, "Hacia un tratado de libre comercio entre Uruguay y Estados Unidos", Ceres, 2002"