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Carta de 30 profesores de la Facultad de Medicina en la que proponen una reforma

"Documento del 1º de julio de 2006

Somos un grupo de docentes de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, identificados con diferentes corrientes de opinión dentro del gremio docente, o con ninguna de las actuales.

Nos une el deseo compartido de fomentar un proceso de debate y cambios en torno a los grandes temas de la Facultad.

Aunque partimos de visiones diversas sobre varios aspectos, tenemos un punto común: la convicción de que los problemas de la Facultad y la Universidad no se pueden resolver por defecto, sino que requieren pronunciamientos y políticas explícitas. Cuando los asuntos centrales de la Casa de Estudios se dejan librados a la inercia, no se asume una posición neutra sino una posición conservadora.   

No hay duda que las concepciones y los proyectos sobre la Facultad y la Universidad están cargados de contenidos ideológicos. Pero no es menos cierto que muchas de las decisiones trascendentes concretas están permeadas por la interposición de intereses personales o grupales, que tienden a preservar el statu quo, al amparo de sólidos reflejos conservadores desarrollados al interior de la institución.

La reafirmación de nuestro compromiso con el gremio docente y el cogobierno universitario no se opone a la valoración de que visiones plurales horizontales, de corte generacional, pueden jugar un rol positivo, cuando coinciden en la necesidad de un esfuerzo para intentar derrotar la peor de las opciones: el inmovilismo. 

 No es casual que los suscritos, mayoritariamente, compartamos un pasado común de actuación gremial o universitaria.


La oportunidad

Hoy la oportunidad parece propicia para volver a convocarnos.

El país está bajo un gobierno de izquierda electo con un respaldo masivo de la población con la esperanza de cambios profundos. La Universidad y la Facultad no están excluidas de esta necesidad de cambios. 

La Universidad y nuestra Casa de Estudios inician un nuevo período, bajo nuevos Rector y Decano. La coyuntura es particularmente desafiante, y está signada por el inicio de cursos en la primera Facultad de Medicina privada, los necesarios esfuerzos para alcanzar nuestra acreditación para el MERCOSUR, el anuncio de la instauración de un Sistema Nacional Integrado de Salud y la convocatoria a un debate nacional sobre el conjunto del sistema educativo.

Con este escenario por delante, tras un proceso de vaciamiento de la participación docente y la viva resistencia que genera todo atisbo de cambio en la Facultad, se hace imperioso convocar a la participación y el debate de ideas, por encima de sectores. Cuando se piensa en poner a la Facultad de Medicina de cara a estos desafíos, sólo se advierten dos sectores: el de los quieren estimular la participación y el debate sin restricciones, y el de los que lo consideren incómodo, innecesario, inoportuno e incluso peligroso. La fracción de la indiferencia opera en favor de este último.


Dobles discursos o ningún discurso       

En momentos en que personas y sectores recelosos de la enseñanza pública apuestan a la incapacidad de la Universidad de República –y en particular de nuestra Facultad de Medicina- para resolver contradicciones internas y problemas crónicos, nos debemos las instancias de reflexión y discusión necesarias para una toma de decisiones correcta y oportuna.

La primera condición para que la Facultad pueda dar un debate creíble es la proscripción de algunas prácticas negativas, como de la demonización del otro y la aceptación del doble discurso.   

A este respecto, el problema de la llamada masificación estudiantil representa un ejemplo paradigmático. Se presenta el libre ingreso a la Facultad como cuestión de principios, al tiempo que se convive pacíficamente con el hecho objetivo de que la mayoría de las carreras dependientes de la Facultad de Medicina están severamente limitadas desde hace muchas décadas. Pero, además, tampoco se menciona que el acceso a los cursos de posgrado de la propia carrera de Medicina (de ingreso libre) está doblemente limitado (numerus clausus y examen de ingreso) en forma discrecional y autónoma por cada servicio. 

Otro inocultable doble discurso está en la coexistencia de servicios de salud universitarios junto con el traspaso de varios millones de dólares al año hacia el sistema privado (IAMC) por concepto de asistencia a los funcionarios de la Universidad de la República y sus familias.   

Hay otros asuntos que, llamativamente, no son motivo de análisis y autocrítica. Es el caso de la desmesurada duración de la carrera de Medicina: más de ocho años para obtener el grado. Mientras la Facultad preconiza en el discurso una enseñanza basada en el paradigma de aprender a aprender, en la práctica no logra desprenderse de la vieja concepción de insuflar conocimiento tras conocimiento en una propuesta utópica condenada al fracaso.

Estos evidentes ejemplos no pueden sino atentar contra la credibilidad de la institución. Mientras la Facultad tuvo el monopolio de la enseñanza de la Medicina, esta situación era injustificable, pero no se logró una masa crítica activa capaz de cambiar tal estado de cosas. Pero en las actuales condiciones, la no corrección de los viejos vicios, compromete seriamente el futuro y beneficia a quienes apuestan a la educación universitaria privada.


Algunas definiciones

1. La Universidad no es de los universitarios, sino del país. En consecuencia, las políticas no deberían tomarse en favor de los intereses de los universitarios, de sus trabajadores docentes y no docentes, sino en favor del interés de la sociedad, la que además debe tener mecanismos que le permitan opinar, incidir y decidir.

2. No todos los problemas de la Facultad de Medicina son atribuibles a un presupuesto insuficiente. En todo caso, cualquiera sea el presupuesto asignado, resulta un imperativo ético inexcusable gestionarlo con la mayor eficiencia, desde la obtención de los recursos hasta su ejecución.      

3. Es necesario discutir la política de acceso a toda la oferta educativa (grado, posgrado y desarrollo profesional continuo) con dos objetivos principales: alcanzar la excelencia en la formación profesional y reposicionar a la Facultad de Medicina como protagonista de los cambios en el sistema de salud. 

4. Hay que repensar la currícula de la carrera de Medicina de modo de abreviar su duración, adelantar el contacto del estudiante con la clínica, el que no se debería centrar en las patologías propias de los hospitales de referencia, sino en los problemas de salud más prevalentes. Además, es imperioso facilitar el tránsito horizontal hacia otras carreras.

5. Hay que rediscutir la inserción de la actividad asistencial de la Facultad de Medicina –tanto en el Hospital de Clínicas como en los servicios de ASSE y en el proyectado Sistema Nacional Integrado de Salud- de modo de superar un modelo testimonial, de baja dedicación y compromiso, dejando paso a una actividad asistencial de alta calidad humana, técnica y académica. Esta alta dedicación para la actividad asistencial debe incluir el primer nivel de atención.

6. Se debe rediseñar toda la estructura docente, optimizando y potenciando las Cátedras e Institutos, evitando su disgregación por los distintos servicios y escuelas de la Facultad y en las respectivos sedes territoriales. La estructura docente de las Escuelas y las Cátedras debería estar guiada por una política general coherente dictada por la Facultad. 

7. Entendemos que es beneficioso el desarrollo de políticas de descentralización y de instalación de servicios universitarios en el interior del país, pero no compartimos la clonación de los servicios y los ciclos. Debería desarrollarse una acción de diversificación de la oferta educativa en todo el país, de acuerdo a las condiciones y potencialidades concretas de cada lugar, en sustitución de la política de mera duplicación de la oferta montevideana.

8. Los cambios no pueden surgir del consenso. La Facultad parece haber asumido que para cambiar es necesario el consenso. El resultado es inevitable: la perpetuación de lo anterior. En realidad, el consenso es casi incompatible con los cambios, cuya realización exige necesariamente tomar opciones, afectar intereses y modificar prioridades.


Firmantes:
Gonzalo Aiello, Gº 4 Clínica Neumológica
Noel Álvarez, Gº 2 Bioquímica
Zaida Arteta, Gº 2 Parsitología y Micología
Nelson Bracesco, Gº 3 Biofísica
Leonel Briozzo, Gº 4 Clínica Ginecotocológica
Patricia Cassina, Gº 3 Histología y Embriología
Calíope Ciriacos, Gº 3 Escuela de Nutrición y Dietética
Francisco Cóppola, Gº 3 Clínica Ginecotocológica
Matilde Di Lorenzo, Gº 2 Psiquiatría Pediátrica
Marisa Figuerola, Gº 2 Comunidad. Escuela de Parteras
Gabriel González Rabelino, Gº 4 Neuropediatría
Daniel González González, Gº 3 Clínica Quirúrgica
Daniela Lens, Gº 4 Departamento Básico de Medicina
Paula Lombide, Gº 2 Histología y Embriología
Marina Macedo, Gº 3 Bacteriología y Virología
Jorge Martínez, Gº 4 Clínica Ginecotocológica
Rafael Mila, Gº 2 Fisiopatología
Oscar Noboa, Gº 4 Fisiopatología
Martín Odriozola, Gº 3, Clínica Qurúrgica
Laura Oyhantcabal, Gº 3 Clínica Médica
Gonzalo Peluffo, Gº 2 Bioquímica
Walter Pérez, Gº 4 Clínica Pediátrica
Celia Quijano, Gº 2 Bioquímica
Carina Ricciardi, Gº 3 Clínica Psiquiátrica
Leda Roche, Gº 4 Genética
Hugo Rodríguez, Gº 3 Medicina Legal
Homero Rubbo, Gº 3 Bioquímica
Rossana Sapiro, Gº 3 Histología y Embriología
José Souza, Gº 3 Bioquímica
Adriana Tiscornia, Gº 2 INDT
Andrés Trostchansky, Gº 2 Bioquímica
Julio Trostchansky, Gº 2 Clínica Quirúrgica
Laura Viola, Gº 5 Psiquiatría Pediátrica