El
Parlamento no se conoce a sí mismo
Comentario a cargo de Emiliano Cotelo.
Opinión En Perspectiva
Viernes 24.08.01 - Hora 07.00
Ayer
nos ocupábamos en este espacio de la preocupación de aquellos
dirigentes que entienden que algunos medios de comunicación hemos
sobredimensionado el problema de los pases en comisión y, con ello,
hemos contribuido a desprestigiar la imagen de una institución democrática
fundamental como es el Parlamento.
Yo replicaba que, desde mi punto de vista, la responsabilidad por
ese eventual desprestigio hay que buscarla más bien en el propio
elenco político. Porque son varios los legisladores o altos funcionarios
que en las últimas semanas han asumido comportamientos no sólo cuestionables,
sino además particularmente indignantes en un momento tan grave
como el que vive el país y en el cual la gente espera de sus gobernantes
una entrega y una dedicación máximas para colaborar en la búsqueda
de salidas a la crisis. Y -agregaba yo- no puede ser que esos jerarcas
que se pasan de la raya no reciban ningún tipo de sanción, ni siquiera
la más leve, ni de parte del gobierno ni de los partidos a los que
pertenecen.
Pero el asunto no termina allí. La información que comenzó a divulgar
el Poder Legislativo sobre los pases en comisión ha venido a incorporar
un nuevo ángulo de interés a ese tema. Sucede que ante los reclamos
de transparencia que distintas voces formularon para que pudiera
aclararse si las “gauchadas” para no tener que trabajar eran hechos
aislados o no, afortunadamente las presidencias del Senado y de
la Cámara de Diputados dispusieron la elaboración de los
listados con la cantidad de pases en comisión solicitados por cada
legislador.
(Yo creo que lo que había que hacer era algo más que eso: suministrar,
de cada uno de esos funcionarios los nombres, los cargos de los
cuales vienen y las tareas que desempeñan en su nuevo destino en
comisión. Por ahora no se llegó a ese extremo. Ojalá que esto sea
transitorio, y terminen conociéndose lo datos completos.)
Pero... ¡si será importante la transparencia! Esas listas colocadas
en Internet permitieron descubrir varias cosas que en principio
uno no esperaba.
Primero, saltó a la luz pública que además del máximo de cinco pases
en comisión que por ley puede tener cada parlamentario, se había
consolidado una práctica según la cual, además de esos cinco, se
podía incorporar otros, sin límite, siempre que esos otros empleados
provinieran de gobiernos municipales. Ahora, gracias a esta discusión,
ha quedado nítidamente establecido que esto último es ilegal, y
las autoridades han dispuesto que se cumpla estrictamente con el
cupo de cinco.
Segundo, a partir de esas listas y de los llamados “pases fuera
del cupo”, hemos sabido que algunos legisladores tenían en comisión
hasta 20 empleados... Francamente, la sorpresa ha sido mayúscula,
y todos nos hemos preguntado, por ejemplo, dónde puede albergar
un diputado a semejante cantidad de gente, o cómo se explica que
algunos legisladores puedan cumplir fielmente sus funciones con
uno, dos o cinco pases en comisión, y otros requieran más de 15.
Hay algo que no cierra.
Y lo tercero que ha quedado de manifiesto es que nadie sabe cuál
era la realidad de los pases en comisión en el Parlamento. Los listados
que han ido surgiendo siempre han sido corregidos a las pocas horas.
En algunos legisladores faltan pases en comisión, en otros sobran:
La catarata de aclaraciones es gigantesca, como ustedes van a ver
más adelante en el programa.
Y entonces uno se pregunta. ¿Así que no era importante la discusión
sobre los pases en comisión?
Entre otras cosas, este debate ha permitido comprobar una vez más
la ineficiencia de una dependencia del Estado para administrarse
a sí misma. Las dos cámaras del Parlamento ni siquiera saben con
certeza cuánta gente trabaja en su órbita, y, además, son capaces
de difundir comunicados oficiales que, por lo visto, fueron fruto
de la improvisación y el trabajo descuidado e irresponsable.
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