30.08.2001





Qué pasa en los liceos


Comentario a cargo de Emiliano Cotelo.


Portada En Primera Persona
EN PERSPECTIVA
Jueves 30.08.01 - Hora 07.00


¿Qué pasa en los liceos? ¿Qué les ocurre a los muchachos que estudian en la Secundaria oficial? ¿Por qué todos los años, al llegar al mes de agosto, se producen varias ocupaciones de locales de enseñanza? ¿Por qué este año, además, se precipitó esa otra protesta absolutamente extraña, inesperada por completo, la que se dio el viernes pasado en el liceo 12, cuando un grupo de adolescentes que reclamaban por la suciedad del local, terminó emprendiéndola a pedradas contra la fachada del instituto, provocando destrozos serios, entre ellos los de buena parte de los vidrios que daban a la calle?

El tema se ha discutido mucho en estas horas en la Coordinadora de la Educación, en el Parlamento, en los partidos políticos. 
Pero sigue habiendo una gran pregunta pendiente: ¿No hay forma de evitar estas manifestaciones de malestar? 

Ayer, en La Tertulia, Juan Miguel Petit proponía un ángulo de análisis poco transitado. Aún aceptando que haya algo de "móviles políticos" y/o "gimnasia gremial" detrás de estas movilizaciones estudiantiles, como han dicho varias autoridades, ¿no habrá otras cosas detrás?

Él se preguntaba si no hay algo que está fallando en el modelo de liceo que impera en Uruguay, cuyo ambiente él tendía a catalogar como muy frío y burocrático, donde el alumno no puede sentirse "formando parte de". Le preocupaba, en especial, la distancia abismal que él entiende existe entre los estudiantes y las autoridades, y sugería trabajar para enriquecer y mejorar cualitativamente el diálogo entre los jóvenes y los docentes. 

Tanto el debate que se dio en La Tertulia como la entrevista que sobre esos mismos temas habíamos realizado más temprano con el presidente del Codicen, Javier Bonilla, generaron, varios mensajes de la audiencia. 

Y hoy quiero leer uno de ellos, simplemente, que anda bastante cerca de lo que planteaba Juan Miguel.

Lo envía Valeria, que es docente de matemática en un liceo de Secundaria oficial. 
Dice:

Yo noto una gran desazón entre los estudiantes, y creo que en parte es producto de sentirse ignorados, dejados de lado por docentes, dirección y autoridades. Quizá esa ansia de decir ¡AQUI ESTAMOS, NECESITAMOS SER ESCUCHADOS! pueda explicar en parte las ocupaciones, y por qué no, los horribles acontecimientos del liceo 12.

No quiero decir con esto que los estudiantes sean EFECTIVAMENTE ignorados por el conjunto de las autoridades, sino que esta es su percepción. Sin embargo, existen elementos objetivos que parecen sostener esta percepción: 

* docentes que no conocen a sus alumnos por su nombre, aún en julio o agosto (habrá mejor modo que desconocer y desvalorizar a un ser humano que no interesarse por conocer su nombre??); 

* el que nadie se preocupe por averiguar las razones por las cuales un alumno X está faltando a clase en forma reiterada (en general, el adscripto o el profesor se limitan a registrar que el alumno tal no asistió a los efectos del cómputo de inasistencias); 

* el que existan docentes que han realizado a esta altura del año varias pruebas escritas con un grupo sin haber informado de los resultados de ninguna de ellas a los estudiantes (desconociendo un derecho fundamental de éstos a conocer sus calificaciones y corregir sus errores); 

* el tener que literalmente soportar horas de clase en salones helados, sucios, muchas veces ruidosos, donde no tienen ningún lugar donde depositar sus objetos personales, donde hay carencias del material didáctico más básico (por ejemplo, tizas de colores) ... 

Esto no significa (por favor!) culpabilizar al cuerpo docente, que trabaja una cantidad excesiva de horas, en liceos superpoblados, fríos, sucios... Sin embargo, alguna parte de la responsabilidad debemos asumir.

En fin, creo que una de las cosas que se ha perdido en secundaria es la conciencia de que el rol docente no es, no puede ser, exclusivamente académico. Para imitar al contertulio que usa términos en inglés porque ya están inventados, yo diría que es fundamental reconocer que los docentes tenemos una función de "nurturing" (algo que se refiere al cuidado maternal, afectivo, el "estar ahí" para cuando nos necesitan). A fin de cuentas, nuestros alumnos son adolescentes, que, aún a pesar suyo, necesitan del apoyo y del afecto de los adultos que los rodean para crecer con alegría. 

Quizá al revalorizar estos aspectos de la actividad docente puedan recomponerse pedazos rotos que tengo la sospecha de que no se arreglan por la vía institucional.


Por supuesto que podría leer aquí otros mails enviados por ustedes. Pero el tiempo se nos termina y hoy sólo me proponía no dejar que se apagara la reflexión que les proponíamos ayer.

Volveremos sobre el tema en estos días.






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