Otra
vez, el Estado inhumano, ahora a nivel municipal
Comentario a cargo de Emiliano Cotelo
Portada En Primera Persona
EN PERSPECTIVA.
Viernes 09.11.01, hora 07.00
La guerra de
las patentes, esa vergüenza que el sistema político
uruguayo no logra resolver, volvió a escena esta semana.
Eso ya sería suficiente desgracia. Pero además volvió
con una variante particularmente chocante.
La Intendencia
Municipal de Montevideo (IMM) salió a detectar a aquellos
vehículos que deberían estar empadronados en la capital
y sin embargo lo están en el interior.
Hasta allí la cosa no tendría nada de novedoso. Lo
han hecho otros municipios. Sin ir más lejos, lo hizo Canelones
hace pocos meses. Fue un operativo molesto que generó legítimas
protestas. Pero hay que reconocer que fue menos irritante que este
de ahora en Montevideo.
¿Cuál
es la diferencia? En el caso de Canelones alcanzaba que el conductor
le mostrara al inspector un recibo de UTE o de Contribución
Inmobiliaria que probara que su domicilio coincidía con el
departamento de empadronamiento del vehículo para que la
fiscalización terminara allí mismo, en la calle y
en ese instante.
Ahora, en cambio, el funcionario detiene al vehículo del
interior, le pide a su chofer la licencia de conducir y la libreta
de propiedad, y le indica que debe concurrir al Servicio de Vigilancia
de la IMM (en 18 y Ejido) para recién allí demostrar
su lugar de residencia.
O sea, no alcanza con llevar encima documentos que prueben que todo
está en regla. Hay que trasladarse hasta una oficina municipal
a hacer un trámite para certificarlo, a cambio de lo cual
el conductor recibe un permiso que le habilita a circular por Montevideo
durante un año.
Ayer
entrevisté al director de la División Tránsito
de la Intendencia, Felipe Martín. No fue un reportaje
fácil, porque no logré hacerle entender lo que este
procedimiento tiene de absurdo, de autoritario y de falta de consideración
por el tiempo ajeno.
Martín
insistía una y otra vez con el problema que implica para
las arcas de la intendencia la evasión de aquellos vehículos
que tendrían que pagar patente acá pero la abonan
en otro lado. Pero no dedicaba ni un instante a colocarse en el
lugar del conductor del interior que viene a Montevideo. Como decía
ayer un oyente de Colonia: "Ahora tengo que asumir que si quiero
ir a Montevideo en mi auto, voy a tener que perder un par de horas
obligadamente en una oficina de la intendencia para conseguir que
me den el permiso".
Es así.
En estos días los afectados han tenido que dedicar dos y
tres horas al trámite. Y eso es un abuso. Pero aunque el
papeleo sea agilísimo, hay que comprender que esa persona
se ve obligada a alterar el plan que se había trazado para
su presencia en la capital, ir hasta al Municipio, hacer la gestión
y volver al lugar donde sí tenía que ir en la ciudad.
Eso no más ya es una falta de respeto.
Pero la cosa
no termina ahí. Además resulta que el permiso de circulación
sólo es válido por un año. Dentro de 12 meses
la persona tiene que volver a pasar por este vodevil burocrático.
Y en el ínterin
además los inspectores no van a dejar de detenerlo. Porque
como el permiso no es un sticker que pueda colocarse en el parabrisas,
sino un papel, los inspectores volverán a sospechar de ese
auto, lo pararán, el chofer deberá mostrar el pase
y, entonces sí, esa vez en el propio acto lo dejarán
continuar. Pero lo habrán demorado igual, interrumpiendo
su circulación.
Estamos, una
vez más, ante lo
que en otros editoriales yo he llamado "el Estado inhumano".
Esa maquinaria que, con tal de resolver sus propios problemas, no
duda en caminarle por arriba a los derechos de la gente, a la que
se supone que debe servir.
Esta discusión tiene, por supuesto, un plano jurídico,
y en él han ingresado algunos diputados blancos y colorados,
y se ha convocado al intendente a la Comisión de Constitución
y Códigos de la Cámara. Pero yo prefiero mantener
la reflexión en este nivel más simple: el del respeto
por los demás.
Antes de seguir,
aclaro: Yo creo que la Patente de Rodados es un impuesto irracional
y más irracional aún que las intendencias dependan
tanto de su recaudación para solventar su presupuesto, todo
lo cual lleva a alimentar esa división artificial en 19 "republiquetas"
desesperadas por manotear ese dinero de los contribuyentes.
Pero, bueno, mientras ese impuesto sea así, estará
bien perseguir a los evasores.
Lo que no puede ser es que para efectuar ese control sobre los infractores,
todos los demás -los que sí son genuinamente habitantes
del interior- tengan que pasar por ese suplicio sólo porque
se les ocurrió venir a la capital en su auto.
¿No se percibe que este tipo de actitudes son las que alejan
a los gobernantes de los ciudadanos?
¿No se comprende que son estas cosas las que contribuyen
al descrédito del sistema político?
Pero, para terminar,
otra observación:
Hay que tener en cuenta que mucha gente del interior se ve obligada
a venir a Montevideo incluso a su pesar, por el hecho de que Montevideo
es la capital del país. Hay actividades que sólo pueden
realizarse aquí, desde algunas gestiones ante organismos
públicos, pasando por ciertas compras muy especiales y llegando
incluso a la atención en sanatorios y hospitales.
¿Cómo puede ser que para ingresar en auto a la capital
del país ahora sea necesario contar con una "visa"?
Una visa que, por otra parte, hay que tramitar personalmente acá,
y cuya validéz es de sólo un año...
¿Alguien puede pensar que haya otras capitales del mundo
en las que se haya inventado una insensatez de ese calibre?
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