23.08.2001





Conferencia del senador por la Lista 15 
del Partido Colorado, Alejandro Atchugarry. 


El principal legislador oficialista disertó invitado por la Cámara Nacional de Comercio y Servicios de Uruguay, el martes 31 en la primera conferencia de un ciclo denominado "Hacia un Uruguay con futuro". Allí expuso por primera vez la denominada “mega 
concesión” de un plan de obras por 680 millones de dólares. 

ALEJANDRO ATCHUGARRY:
Quisiera agradecerles la invitación en esta mañana de tiempos complejos. La primera cosa sobre la que me gustaría reflexionar es dónde estamos parados hoy como Uruguay, lo que tal vez nos encamine hacia lo que tenemos que hacer. 

En primer lugar siento que dentro de la región, Uruguay tiene un camino propio. El impacto de las dificultades de Argentina y Brasil es innegable –más del 40% de nuestro comercio va a ellos y es con ellos– y hay reflejos de las inquietudes de los mercados que no sólo se reflejan aquí sino también en lugares lejanos como hemos aprendido que ocurre en las crisis de los mercados. Estos siempre son un poco erráticos, en especial cuando estamos en un proceso de cierto enlentecimiento de la economía mundial. Se vuelven un poco asustadizos. Esas circunstancias hacen que sintamos que, en primer lugar, Uruguay tiene que caminar con pasos cada vez más fuertes y convencido de su camino, y no abandonarlo de mediano y largo plazo en aras de un voluntarismo cortoplacista. Naturalmente, después de tres años de recesión, todos tenemos muchas ganas de inventar cosas que traigan un alivio momentáneo, rápido. Pero, si cedemos a la tentación de tomar algo que no solucione la cabeza en 24 horas, podemos estropear nuestro mediano y largo plazo. 

En consecuencia siento que tenemos que mirar qué estamos haciendo, hacia dónde vamos, para tomar medidas también de corto plazo, de coyuntura, pero alineadas hacia ese país de largo plazo que queremos.

Si uno mira nuestro Estado, el presupuesto que aprobamos en febrero básicamente tiene rasgos de una rigidez muy grande. En esos 4.800 millones de dólares que se gastó en el año 2000 uno aprecia varias cosas. Por ejemplo que 2.000 millones y algo es nuestra contribución a la seguridad social; no es todo lo que gastamos en ella... En total se gastan 3.000 y pico millones de dólares, de los cuales 2.000 salen del presupuesto. Ese es un componente de rigidez que en los próximos tres o cuatro años tiene una cierta baja, fruto de la gradualidad de la ley de 1996 que genera un bache de expectativas o postergación de jubilaciones entre este año 2000 y el 2004, que será nuestro mejor año en cuanto a bajar los costos. O sea que en este asunto el Estado ya ha tomado medidas y en los próximos cuatro años vamos a tener un pequeño alivio. Además el Estado está considerando y operando sobre las cajas paraestatales. En la comisión (respectiva) del Senado ya aprobamos, con total acuerdo (sobre la reforma de) la Caja Notarial, esperamos la Profesional y estamos conversando las otras tres.

Del resto del presupuesto del Estado, 1.000 millones de dólares son las remuneraciones de los funcionarios que dependen de él, incluidos ANEP, la Universidad y el Poder Judicial. Los gastos han sido comprimidos, de 800 y pico millones de dólares de 1999 se bajó a 600 y algo, ésta ha sido en parte la respuesta de la administración para controlar el déficit. Lamentablemente también tuvimos que bajar la inversión, de 500 y tanto y 375. Y en el año 2000, los intereses de la deuda subieron un poco, a más de 400 y este año van a bajar, fruto de la política de la Reserva Federal respecto del descenso de las tasas.

Como ven, en este presupuesto muchos milagros no hay. Hay una compresión importante de los gastos de funcionamiento que va a seguir, hay una política de no contratar nuevo personal público que en los últimos años ha permitido bajar en 20.000 el número de empleados de la administración. Es un esfuerzo que no ha sido seguido por los departamentos, pero en la Administración Central se está haciendo un esfuerzo sostenido que vamos a continuar y que en los cinco años permitirá bajar en otros 20 mil y pico el número de funcionarios. 

Hay un esfuerzo de compresión de los gastos de funcionamiento, pero en cuanto a los otros factores –intereses, previsión social– no hay más cosas que hacer que las que ya se han hecho, y en los próximos dos o tres años vamos a tener bajas importantes en estos dos elementos por lo que les explicaba.

¿Qué hacer entonces? En primer lugar, ¿cómo vemos el país a largo plazo?, ¿qué cosas debemos hacer y cuáles no en el corto plazo? Siento que por cierto, las cosas importantes en Uruguay son las mismas que nos hicieron un país independiente: nuestra posición geográfica, con sus fortalezas y sus debilidades. 

Las debilidades son que no estamos al lado de Alemania o Francia y por lo tanto no recibimos el tratamiento de Irlanda. Pero también es cierto que es el único lugar de la costa atlántica que no es argentino ni brasileño, lo que siempre le ha generado a Uruguay una expectativa particular en la medida en que siga convencido de que tiene que tener una política propia, abierta, de nudo de comunicaciones, de nudo de negocios. Esas son las fortalezas que debemos apuntalar y a las que debemos apostar en el largo plazo. En consecuencia todas las acciones que tiendan a fortalecer nuestra posición y la vocación de país en ese rol, deberán ser bienvenidas. 

Hay países muy grandes donde podrá discutirse si encerrarse hacia adentro es mejor; en el caso de Uruguay encerrarnos sería negar nuestro único punto de viabilidad histórico, que ha sido el inverso, o sea desde la capitanía de puertos desde donde manejábamos las Malvinas hasta el día de hoy, ése ha sido el rol básico de Uruguay. En consecuencia siento que hacia ese destino están o deberían estar apuntadas nuestras fuerzas.

¿Cuáles son las debilidades de la coyuntura? Notoriamente nuestro producto bruto ha decrecido tres años consecutivos y ha habido un ajuste –salvo en el sector público– en materia salarial y de flexibilización que ha ido haciendo la misma economía. ¿Cuáles son hoy las prioridades? Naturalmente, todos aspiramos a recuperarnos y a tener cierto grado de competitividad hacia el exterior.

¿Cómo se posicionó el gobierno frente a este aspecto? Al comienzo dijo: la geografía manda que nuestro socio natural sea la región. Pero para tener una política independiente y procurar un crecimiento sostenido tenemos que volver a apostar a los mercados externos, de los cuales nos olvidamos un poco al influjo del “deme dos de Argentina” o de los planes brasileños. No en vano desde el arranque mismo de este gobierno, el presidente (Jorge Batlle) ha apostado con fortaleza, como acción del país, a ir a buscar socios comerciales en el hemisferio norte que han sido tales históricamente. Si uno mira la serie histórica de comercio desde 1830 a la fecha, uno de nuestros principales socios ha sido siempre Europa. Es cierto que en el Mercosur hemos hecho una canalización de comercio muy importante, valiosa, pero la actitud básica del gobierno es reconquistar nuestro flujo comercial. Hoy hay un encuentro para fortalecer lo que inició el gobierno en cuanto a buscar un más estrecho relacionamiento comercial con Canadá, Estados Unidos y México, y naturalmente con Europa, que ha mostrado cierta sensibilidad por algo muy sencillo: en una política mundial que se inclina hacia los bloques. Para Europa probablemente esto se convierta en un bloque en el que no puede entrar. De modo que en esta coyuntura, pese a nuestras dificultades locales, el partido de fondo que en realidad se juega es cuál es el relacionamiento comercial de este bloque del sur con el bloque del norte de América y con Europa y Asia. 

Creo que en ese plan Uruguay es el principal impulsor en el Mercosur de políticas de no encerramiento, no conformamos el bloque para vendernos autos caros y malos entre nosotros sino para creer en nosotros mismos y poder venderle al mundo una idea más grande. En consecuencia creo que Uruguay hoy apuesta –y es el socio que está más claro en ese rol– a decir que el futuro del Mercosur hoy se juega en buscar socios comerciales –en el sentido más amplio de la palabra– en los otros bloques y en buscar y apostar a ese fluir del comercio. No buscando nuevas barreras arancelarias para defendernos aquí adentro sino buscando la caída de las barreras arancelarias de los socios, lo que supondrá para los empresarios apuestas a invertir, antes que a invertir en aranceles y no invertir en nuevas tecnologías. Ese es el tema que vemos con Brasil, que a pesar de haber buscando aranceles cada vez más altos para el Mercosur, una devaluación muy fuerte y sostenida, no ha tenido una flexión del comercio exterior, lo que significa que no ha habido las inversiones y las modificaciones estructurales que le permitan hoy, pese al abaratamiento de su mano de obra medido en dólares, tener una flexión en la balanza comercial o de servicios esperable, dada la baja de los costos internos medidos en dólares. O sea que parecería que ése no es el camino, no es la macrodevaluación como lo está mostrando Brasil, ni tampoco es encerrarse, sino al contrario.

¿Cuáles deberían ser las orientaciones básicas hoy, además de buscar un permanente alivio del gasto público? Nuestra mayor debilidad es la inversión, ostensiblemente el peor indicador permanente, más allá de la coyuntura de Uruguay, es el bajo nivel de inversión. Dado que es un país chico, en el que no hay fortalezas o planteos demasiado nuevos por parte de los uruguayos, hoy estamos procurando promover distintas formas, a veces a través del retiro parcial del Estado y otras generando condiciones de carácter comercial a través de los acuerdos de carácter fiscal para generar una radicación de inversiones importantes. A ella estamos apostando como medida de largo plazo pero también de corto plazo y de reactivación. 

En ese tren siento que además de las medidas genéricas que se ha ido buscando, estamos apostando no sólo a los sectores primarios y secundarios sino básicamente al terciario, que es el principal ocupador de mano de obra del país. Se empieza a tomar algunas medidas, de las cuales una de las más relevantes fue la tomada en diciembre por la cual el país revió su política fiscal en materia de exportación de servicios en general e informáticos en particular, buscando revertir una situación en la cual castigábamos la exportación. Creo que ésa fue una de las medidas más promocionadas y más importantes que se tomó, en la que creímos firmemente porque sentimos que ésa es una vocación permanente del país: ser un centro de servicios para la región, para lo cual la primera cosa es no tener un sistema fiscal que castigue en ese sentido.

Lo segundo que se ha procurado hacer es alivianar algunos impuestos que gravan directamente la ocupación del factor mano de obra en el país. Es una política permanente del gobierno: bajar el llamado aporte patronal, que sentimos que no es la provisión a futuro de los fondos para la jubilación del trabajador porque en la nueva ley la futura jubilación se arma a partir del aporte personal. En consecuencia el aporte patronal hoy no es más que un impuesto al trabajo, por lo que es una política permanente suprimirlo. Esto no se ha hecho sólo con el agro y la industria, las dificultades de caja coyunturales nos han impedido avanzar en los servicios como creemos que hay que hacerlo hasta la progresiva eliminación del impuesto. Así está programado y lo hubiéramos hecho, pero somos conscientes de que hay otro valor sustantivo a mantener en esta crisis, que es la estabilidad y la seriedad, medida tanto en controlar el déficit como en mantener un alto nivel de reservas para el camino propio de Uruguay. Un camino de seriedad, que los mercados siguen reconociendo. 

Si no hemos podido avanzar en la baja de los aportes patronales en los servicios, como estaba previsto, ello se debe a la exclusiva circunstancia de que no es posible hacerlo en este momento.Pero de aquí a fin de este gobierno, la expectativa es bajarlos y si es posible eliminarlos. Insisto: el sistema fiscal tiene que estar acorde con el futuro, si el futuro es ser un centro de servicios, un nudo de comunicaciones, tratemos de no gravar aquellos elementos que abonan a ese camino y en consecuencia traslademos esa carga, repartiéndola de una manera que no afecte.

Tercer asunto: la inversión directa. La idea es, más allá de algunas inversiones muy importantes, buscar algunos espacios en el sector público; el otro día el ministro de Industria refería haber aprobado una cifra en el entorno de los 500 millones de dólares en el plan forestal, que está dando inversiones portuarias asociadas. Vimos pasar seis años perdidos, donde también el sector privado fue en buena medida obstáculo a ese destino; está bueno echar todas las culpas al Estado y a la burocracia, que las tienen, pero a veces el sector privado ayuda poco. La demostración más importante de lo que pasó en la bolsa el otro día no fueron los 17 millones de dólares (pagados por el 80% de la sociedad administradora de la Terminal de Contendores) ni la inauguración de un procedimiento de transparencia (la subasta), de cara a todo el mundo y al cual volveremos rápidamente. Lo más importante era que el diseño de la licitación estaba totalmente alineado a largo plazo. Se le pedía al comprador un nivel de inversión tan grande que sólo era rescatable en la medida y en la forma de que quien viniera apostara a capturar carga de la región. Los 250 millones de dólares de compromiso de inversión –incluida la duplicación de la playa de contenedores–, no son sustentables, mucho menos en abierta competencia, como se hizo, con la terminal B funcionando, en la cual están otros empresarios y donde hay libertad para que cualquier otro inversor ponga cualquier otra terminal, a menos que se capture más carga de la región. 

O sea que la verdadera relevancia de lo que pasó el otro día es que hay una compañía belga de primer orden en el mundo, empresarios uruguayos e inversionistas de otros países que creen más en Uruguay que muchos de nosotros y que están absolutamente convencidos de que en los próximos 30 años el puerto de Montevideo va a ser un nudo de comunicaciones de la región. Estuvieron mucho más convencidos que muchos de nosotros. Así que creo que lo más importante es que podamos decir: no nos flagelemos tanto, es posible tener un futuro que está en recuperar nuestra memoria histórica, lo que Uruguay siempre ha hecho bien, para tratar de hacerlo más y, en cambio, no hacer lo que hemos hecho mal.

A partir de esta experiencia que nos muestra que ése es el destino, en los próximos meses la idea es hacer una megaconcesión –mega en términos de Uruguay. Le hemos pedido al ministro Cáceres que reúna diez tramos de ruta, 80 millones de dólares del ferrocarril, el puerto de Punta del Este y los flujos a futuro de algunas concesiones que se van encaminando para hacer un paquete de inversión directa de 330 millones en una primera instancia que al cabo de 15 años terminará siendo de 680 millones de dólares. El propósito es configurar una participación de flujos a futuro –porque todo esto se paga en base a peaje, con un flujo que empieza en 15 y termina en 40 millones de dólares anuales– que nos permita en una primera instancia recurrir a través de “equity” o formas similares, a través de una sociedad que va a crear a los efectos la Corporación Nacional para el Desarrollo que va a estar en el mercado dentro de un mes, traspasar esos flujos al mercado por intermedio de una sociedad anónima así creada. Esta sociedad tendrá acciones también puestas en una subasta de este tipo una vez que todo esto esté montado y en funcionamiento –en un año y algo– para traspasarlas al sector privado. ¿Por qué no hacerlo de entrada? Porque en diez tramos distintos donde no existen peajes es bastante complicado hacer los cálculos de cuál es el mantenimiento necesario en los próximos años, y ni hablar del ferrocarril donde nunca se hizo. 

Vamos a dar el empujón en base a los planes que ya están armados, recurriendo al mercado para obtener los ingresos inmediatos, porque esto de la infraestructura para el comercio, para el transporte, la industria y el agro hace o tiene que ver con la inversión. Esperamos poder estar aquí a fines de agosto, en esta misma casa, con esos papeles. En setiembre esperamos estar con las bandas y le hemos pedido al Ministerio de Salud algunas cosas para poder ir incursionando en otras áreas, que invente alguna cosa para tercerizar la compra y el suministro de medicamentos y equipamientos varios que representan un flujo de 70 millones de dólares al año. 

La idea es que en estos meses y en estos años tenemos que ir por este camino, que si tiene el respaldo de los mercados como hasta ahora, tenemos que hacer lo propio con el aeropuerto. Nada tiene que ver que estemos haciendo las pistas cuando el verdadero tema del aeropuerto es su gestión comercial, su gestión como terminal de vuelos. Así habrá empresarios de buen nivel como los que hemos instalado en el puerto de Montevideo y que salgan a ofrecer los servicios en la región.

Nuestra percepción es que la diferencia entre ser un feeder en todos los aspectos –que es lo apropiado para 3.400.000 habitantes– y ser un nudo de comunicaciones depende de la buena gestión, del marketing, de la inversión inteligente, de la actitud como país para recuperar nuestro rol histórico: ser centro de comunicaciones, servicios y comercio. Creo que ésos son los rumbos, en la coyuntura aumentar el nivel de inversión directa parecería el mejor tónico a los efectos de empezar esa reactivación que nos pide todo el mundo a gritos y que nosotros queremos a gritos pero alineados a un largo plazo en el cual ésa es la apuesta central.

Hemos tenido que hacer algunas cositas que el señor presidente de la Cámara decía que no le gustaron mucho. Hemos tenido que subir alguna tasita del Banco República y demás; frente al contexto ha sido una afirmación de la vocación de apertura del país. En el contexto de los aranceles de Paraguay, del impuesto a las importaciones de Argentina y de la macrodevaluación de Brasil, las modestas formas que ha tomado Uruguay son una afirmación del camino propio que apuesta a una inflación cada vez menor para tener deflación en dólares. Se ha fijado un ritmo devaluatorio que todos conocemos y cuya llave es mantener muy bajos los precios internos, lo que sólo es posible desregulando cada vez más, volviendo más transparente el mercado, manteniendo las tarifas públicas con cero aumento al menos hasta fin de año. Procurar que la llave para recuperar la competitividad de nuestra economía no vaya hacia desacomodar el tipo de cambio, a inventar un cerramiento arancelario sino hacia una inflación cada vez más baja que nos permita que los precios internos medidos en dólares vayan bajando sustantivamente a través de inversiones que mejores la gestión, porque ésa es la única revolución real.

Tener menos empleados públicos en las empresas del Estado. Muchas lo quieren hacer y en este mes de agosto les vamos a dar en el Senado las herramientas que les permitan mejorar su gestión. Tener gestiones estatales en nuestras empresas que facturan 4.000 millones de dólares al año buscando socios estratégicos como en el caso de Ancap, que no sólo es el tema del socio estratégico, en el fondo es un plan de remodelación de la empresa, adaptándola a un mercado abierto que indefectiblemente vendrá y en la cual la gestión de nuestro amigo (Jorge) Sanguinetti se orienta básicamente a fortalecer la empresa y el país, no a debilitar el país para mantener una empresa ineficaz ni a destrozar una empresa importante en aras de algún facilismo de corto plazo. Eso se hace con la mejora de la gestión de la empresa y su asociación, en definitiva lo más importante es cambiar la mentalidad de gestión, porque las empresas estatales de algunos otros lados funcionan mejor porque están en competencia en el mundo, porque son tan grandes que tienen que ir a competir. Los venezolanos no compiten en Venezuela sino en Estados Unidos, en todos lados, en consecuencia no pasa tanto por ser una empresa estatal o privada sino por que tienen que competir, eso es lo que cambia la mentalidad de las empresas. Creo que la orientación de nuestras empresas, de Antel, de Ancap, de UTE, es de competencia. A UTE la competencia no le vino con el marco eléctrico, por el cual nos sometieron a varios plebiscitos, sino con el gas natural, ahora nos tratan muy bien como clientes, nos dan gratis la instalación si ponemos calefacción eléctrica y demás porque el cambio de la matriz energética, que se está haciendo suavemente pero que es relevante, los está obligando a competir. Seguramente en una bolsa parecida a ésta, pero que en la que en lugar de pesos se ofrezca megavatios, antes de fin de años va a haber la radicación de capital de riesgo para hacer una central de ciclo combinado para comprar lo que hoy UTE compra al sector privado argentino. Vamos a dar la oportunidad de que el sector privado lo pueda hacer en Uruguay, dando trabajo a los uruguayos y en especial asegurando energía a largo plazo. UTE tiene además un emprendimiento relevante en el litoral, con la expectativa de exportar algo de energía, también a partir del gas.

De modo que siento que en esos cuatro, cinco o seis emprendimientos que suman más de mil millones de dólares la idea del gobierno es apurar el tranco para antes de fin de año tener todo arriba de la mesa para ir generando algunas expectativas, no abandonar el rumbo de controlar el gasto, no someter al país a nuevos ajustes impositivos porque el rumbo de mediano y largo plazo debe ser bajar la carga impositiva asociado al control del gasto, fundamentalmente hacer esa carga más inteligente, más abierta, que no castigue el formalismo. Tenemos propuestas que sentimos que tenemos que llevar a consideración cuando el país esté un poco más estabilizado, como generalizar el IVA para equiparar su tasa, combatir el informalismo que es una forma de bajar los impuestos y salir del círculo no virtuoso porque aumentar la presión para recaudar más aumenta el informalismo, que hay que revertir.

Hay un grado de desazón tal que lo primero que tenemos que hacer hoy es decirles a los uruguayos que no hay dudas de Argentina y Brasil impactan mucho en el país, pero que no somos una provincia más, tenemos un camino propio. Un camino propio en lo financiero, en lo estatal, en lo comercial, en como tratamos a nuestra gente. Ha sido una circunstancia difícil la que nos ha tocado manejar en estos tres años, pero países que han pasado por guerras, por calamidades, en la medida en que se tuvieron confianza en sus propias fuerzas han salido de situaciones bastante peores que las que hoy estamos atravesando. Siento que Uruguay tiene esa fuerza, hay que despertarla, siento que la fuerza se despierta a través del efecto de demostración. A partir de lo que pasó el viernes pasado hay una fuerte decisión del gobierno de llevar a cabo las cosas que les he contado de aquí a fin de año. No es que vayan a resolver todos los problemas de coyuntura que tenemos, pero esperamos que provoquen el efecto imitación para invitar a todos los uruguayos a tener la confianza que a veces nos tienen más afuera que adentro, a abandonar un poco la cultura de la queja…

Busquemos los caminos, ha caído el consumo, eso afecta al Estado y los afecta a ustedes en sus negocios. Busquemos las formas, no sólo a través de la inversión que genera actividad, busquemos abaratar el crédito a través de algunos bancos estatales y privados. Creo que ustedes pueden –me consta– sentarse con los directivos de los bancos y proponerles hacer algún convenio para promover sus tarjetas y bajar este costo que tiene el consumo para las empresas de ustedes, que anda en el 100-120% para el público. Ustedes vieron la relación que hay en las tasas de interés y la propensión al consumo. Con tasas del 100% en las administradoras de crédito es un milagro que se consuma. Ahí hay disponibles créditos dos y tres veces más baratos, remánguense, vayan a ver al Banco República, a algunos de los bancos privados, hagan algún convenio, algún acuerdo, facilítenles alguna cosa, promuevan sus tarjetas y bajen esos costos. La baja del costo del crédito, que si bien no está tan promocionada como la baja del costo estatal, hoy por hoy es probablemente tan lesiva para la necesidad que tenemos de salir de la recesión como los gastos del Estado.

Ese es un tema a ver y considerar, que también está arriba de la mesa cuando uno mira temas como la reforma de la Caja Bancaria. Hay que ayudar a la Caja Bancaria y salvarla, pero no a costa de encarecer lo que la economía ha ido formando porque ha encontrado muy caro en el sistema bancario estatal. Al contrario, hay que aumentar las vías de crédito por la vía de bajar los costos, la desintermediación en algunos casos, hay que mirar lo que se hizo en el presupuesto, medio mal hecho en materia de fondos de inversión. Se hizo un castigo impositivo que no hubo tiempo para discutir pero que vamos a ver si derogamos, vamos a buscar algunas facilidades, hay algunos señores con ganas de hacer fondos de inversión ganaderos y algunas otras cosas. La sociedad no puede caer en la trampa de la exclusividad estatal, tampoco caer en la exclusividad del sistema financiero, que es bueno, fuerte, que queremos mucho pero que también tiene costos de funcionamiento elevados que no podemos transferir tan fácilmente al sistema de servicios y de comercio a riesgo de estar entorpeciéndolo.

Son muchos los caminos a mencionar en una charla de desayuno que ya se ha extendido demasiado, las ganas de hablar de cada tema son muchas, pero quisiera dejarles sólo dos o tres conceptos. Primero que la coyuntura es difícil pero que vamos a salir, lo vamos a hacer en la medida en que sigamos afirmando que Uruguay no es un apéndice de Argentina o Brasil sino un país con fuerza propia, con camino propio, lo que es reconocido mucho más desde afuera que por nosotros mismos. Llegó el momento de afirmarnos en nosotros mismos, de afirmar el buen camino sin caer en la tentación demagógica ni el facilismo, hay que hacerlo por la vía sana: bajemos el crédito, radiquemos inversión, apretemos los gastos públicos y privados, facilitemos la expansión de las actividades que la calidad de nuestra gente y la posición geográfica nos permiten. Esas señales muestran claramente que Uruguay es un país vigente, posible y con fuerza, en el mediano y largo plazo darán la confianza del cortísimo plazo. No es repartiendo plata del endeudamiento que voy a darle confianza al consumo, es mostrando que hay un país que va a crecer en el mediano y el largo plazo que animaré a los consumidores que tienen la plata abajo del colchón a consumir, en la medida que veamos que podemos tener nuestro propio camino que no es totalmente independiente –como no lo es nadie en este mundo– de la dificultad de los vecinos, pero que es un camino con fuerza.

Siento entonces que de todos ustedes que lideran negocios, empresas, pensamiento, necesitamos ese acicate, salir un poquito de la cultura de la queja, afirmar este camino positivo, radicar inversiones, rezongarnos si nos enlentecemos, si gastamos de demás –en eso van a hacer muy bien–. Pero también que vengan a conversar cuando el gobierno se anima a tomar alguna medida que lleva a perder algunos pesos de IVA si no estuvimos felices del todo en el decreto, si no seguimos en la industria de la queja, hasta cuando el Estado prescinde de impuestos para fomentar la actividad privada es más el griterío de la queja, entonces al final si los empresarios no nos ayudan a buscar el mejor camino y nos rezongan demasiado por cada medida que tomamos les vamos a dar la razón a los que dicen que lo que hay que hacer es vaciar el Banco Central y salir alegremente a gastar.

Todos sabemos cuál es el camino, tenemos que ponernos un poco en la óptica de pensar que si acá hubiera habido una guerra estaríamos todos codo contra codo sacando el país adelante; no hubo una gran guerra sino una guerrita, tenemos lesionados, lastimados. Un país generoso ayuda a sus lastimados a salir adelante, no se pone a pelear porque hay cinco panes en la mesa en lugar de diez como había antes, los comparte con un poco de humildad. Me parece que es ése el camino que vamos a seguir estos meses, estos años, al gobierno nadie lo va a cambiar, hay una rendición cero, vamos a gastar cada vez menos en la medida que podamos, vamos a traer todas las inversiones posibles, vamos a revisar el sistema tributario que sustantivamente es bueno, pero para corregirlo o adaptarlo vamos a hacer algunos cambios que parecen periféricos pero que a veces son el comercio, el futuro o las actividades del futuro, fundamentalmente vamos a contar con ustedes. Lo más que uno puede hacer es generar el marco, estoy seguro de que ustedes creen en Uruguay, de que están hoy acá porque nos han propuesto hablar no de qué vamos a hacer la semana que viene sino de para dónde vamos, el solo título de lo que nos invitaron a hablar significa que en el fondo están convencidos de ese camino propio. Los invito a seguirlo, a que nos ayuden, a que nos rezonguen cuando haya que rezongar.

Preguntas

Futuras conferencias:

21/08/2001  -  Senador del Encuentro Progresista Danilo Astori y el ex ministro de Economía durante la administración Lacalle, Ignacio de Posadas. (Debate de los expositores)

18/09/2001 - Senador del Encuentro Progresista José Mujica y el ingeniero Alejandro Végh Villegas. ( Debate de los expositores)

23/10/2001 - Senador del Encuentro Progresista Alberto Couriel y el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Ariel Davrieux. (Debate de los expositores)

20/11/2001 - Disertación del presidente de la República, Jorge Batlle. (A confirmar). 

---------------------
Transcripción: María Lila Ltaif
Edición: Mauricio Erramuspe






En perspectiva
l Dinámica Rural l Deportes l Página principal

Para escuchar la radio en vivo necesita el Real Player
Optimizado para Internet Explorer a 800x600
Copyright Espectador.com All Rights Reserved