El diputado del MPP Pablo Álvarez llamó la atención "sobre la importancia del traspaso de responsabilidades".

La renovación de liderazgos, una asignatura pendiente

Para el diputado del MPP Pablo Álvarez el surgimiento del Corriente de Acción y Pensamiento – Libertad es, entre otras cosas, un llamado de atención "sobre la importancia del traspaso de responsabilidades". Se necesita "un proyecto generacional" que mire 25 años para adelante sobre "qué necesita hacer uno para que venga el Uruguay que uno quiere".

(Emitido a las 9.35)

EMILIANO COTELO:
Hace pocos días terminó de conformarse un nuevo grupo partidario. Dentro del Frente Amplio (FA) y el Movimiento de Participación Popular (MPP) nació la Corriente de Acción y Pensamiento ­ Libertad (CAP-L).

Un hecho interesante ya que ocurre en un sistema político que, en general, da la sensación de tener estructuras demasiado estáticas...

La consecuencia más comentada de este evento fue, sin dudas, la ruptura que precipitó en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), cuando Eleuterio Fernández Huidobro y otros tupamaros históricos renunciaron a aquella organización para militar solamente en la nueva agrupación.

Pero en el primer congreso de la CAP-L hubo otra novedad significativa, concretamente al momento de la elección de los 21 miembros del órgano de dirección del sector. El dirigente más votado fue el diputado Pablo Álvarez, el parlamentario más joven de esta legislatura, que superó en respaldo a figuras muy consolidadas como el propio Fernández Huidobro, Nora Castro y Carlos Gamou.

Fue toda una señal para un grupo que nace clamando por renovación generacional. ¿Hay que leerlo así?

De eso y de la renovación como asignatura pendiente, vamos a conversar con el diputado Pablo Álvarez.

***

Pablo, tú tienes 29 años.

PABLO ÁLVAREZ:
Por ahora.

EC - Cuando ingresaste al Parlamento y eras el más joven se conoció que tenías formación en ciencia política. ¿Has continuado estudiando después de convertirte en diputado?

PA - No, terminé todas las materias, todos los cursos antes de entrar al Parlamento; me queda dar los exámenes y la tesis. Espero terminar en algún momento para concluir una etapa de la vida, pero no es que me llame demasiado el interés.

EC - ¿Compartes que el sistema político, en general, tiene un promedio de edad relativamente alto?

PA - No hay forma de no compartirlo, basta prender la televisión. Es una fotografía del país, hay una cantidad de uruguayos que no pueden votar, que son los niños, y hay otra cantidad de uruguayos que son las personas mayores de 50 años. La política es la foto de esta parte de uruguayos que tienen derechos políticos según la Constitución. Hace muy difícil el resto de las tareas.

EC - ¿Y cómo ves esta situación dentro del FA?

PA - Hay una imagen pública del FA que es muy veterana, uno mira el gabinete y basta sacar un promedio, sacar cuentas, si entra un nuevo ministro, en este caso una nueva ministra, tira a la baja de forma sorprendente la edad, pero el promedio era demasiado alto.

Después en los órganos de dirección más partidarios hay una nueva generación, pero es una generación más vinculada con la salida de la dictadura, que le cuesta salir a la luz pública.

EC - ¿A qué generación aludes?

PA - Vendría a ser la generación más conocida como generación del 83, pero su alrededor, no necesariamente esa.

EC - Es una generación más joven pero que hoy ya está en los 40 largos.

PA - Está pisando los 50. Yo sostengo que a la salida de la dictadura se generó un fenómeno muy particular, que los jóvenes de todos los partidos (voy a hablar del FA), quienes estuvieron dando batalla en esa lucha por la democracia y que fueron dirigiendo las organizaciones que existían, tanto en términos políticos como sociales, gremiales, sindicales, al momento en que se reinstala la democracia, aún limitada, dan el paso, en una señal de respeto, a las generaciones que habían estado dando la pelea antes, que estaban presas, clandestinas o en el exilio.

EC - Una señal de reconocimiento.

PA - Creo que fue una señal de reconocimiento, pero luego no pudieron retomar. Eso sucedió en toda la izquierda.

EC - ¿Algo similar ocurrió cuando el FA llegó al gobierno? Las principales posiciones en el gobierno, por ejemplo los ministerios, ¿fueron asignadas a figuras a las que había que reconocerles su trayectoria?

PA - Sin duda tiene una relación en términos de edad, pero tiene que ver con la conformación de un gabinete fuertemente político. Lo que hizo el presidente (para mí en forma muy acertada), en un escenario de por primera vez manejar las riendas del Estado a través del gobierno, fue colocar al frente de las principales carteras a líderes políticos con mucho peso y con mucha capacidad de ordenarnos en términos políticos. Eso directamente está vinculado también con la edad por la trayectoria, los liderazgos fuertes tienen una importante edad avanzada. Pero la cédula no es garantía de nada, ni por exceso ni por defecto, no por tener una cédula nuevita se tiene derecho a, ni por tener una cédula muy gastada se tiene que mantener uno en un lugar.

EC - Esa puede haber sido la explicación de la conformación del gabinete al comienzo de este período de gobierno, pero habiendo transcurrido ya la mitad de esta administración, ¿entiendes que es tiempo de cambiar?

PA - No, las decisiones se deben tomar en el plano político.

EC - Pero en el congreso de la CAP-L sobrevoló esa idea.

PA - Pero es más general, no tanto particular. Sin duda la izquierda tiene un problema muy importante con la continuidad en términos de renovación, pero hay elementos que no se decretan, si no hay una presión generacional por tomar espacios de participación es muy difícil abrir esos espacios.

EC - ¿No existe esa presión?

PA - De repente no se ve tanto, pero es producto de esa misma cultura en que parece que nunca llega.

EC - ¿Tú dices que hay gente de generaciones más jóvenes en la estructura del FA que no está presionando porque ya se cansó, porque percibe que no le van a dar lugar?

PA - Culturalmente puede haber algo de eso, por eso la lucha por un espacio de renovación y la reconstrucción de una utopía generacional es fundamental.

EC - ¿Eso es la CAP-L? ¿Tú la percibes de esa manera?

PA - Sí, los mensajes que nos interesa dar en particular son dos. Uno que está vinculado con por dónde creemos hoy que pasa la política en el plano de la sociedad, y otro un reclame (no un reclamo) fuerte sobre la importancia de tener actitudes que vayan hacia el traspaso de responsabilidades. Porque nadie se forma exclusivamente en los libros, la única forma de asumir la posibilidad de nuevos liderazgos es ir asumiendo responsabilidad, sobre todo equivocarse.

EC - Tú ingresaste al Parlamento por el MPP, ¿pero vienes del MLN?

PA - No.

EC - Y la conformación de la CAP-L con estos objetivos que estabas reseñando, ¿tiene que ver con que ustedes ven en el MLN un freno a esas posibilidades de renovación con la dirección actual, con la influencia que esa dirección a su vez tiene en el MPP?

PA - No, los compañeros del MPP que son parte del MLN, que están en las estructuras de dirección, no son necesariamente las generaciones más viejas.

EC - ¿Entonces?

PA - No tiene mucho que ver con el espacio. Uno de los que hacen el principal reclamo es Huidobro, que es uno de los más veteranos. El cambio generacional tiene que dar una impronta novedosa, porque no se trata de cambiar para mantener, uno en muchas cosas es más hijo de su tiempo que de sus padres, entonces la posibilidad de insertar una mirada acorde con lo que uno ve en la cotidianidad, en sus espacios de inserción, en sus amistades, en sus espacios de referencia, en los centros educativos, en los centros de trabajo. Esa mirada tiene que estar planteada, y es muy difícil que alguien que no la está viviendo tenga la sensibilidad para identificarla. En ese sentido es importante el recambio generacional. Es más, es importante construir un proyecto que sea colectivo en términos generacionales y que incluso traspase las fronteras sectoriales y ojalá las partidarias. Tiene sus limitaciones objetivas, según veo en el mundo, pero es importante, mirando hacia atrás parece que en la izquierda lo más importante en la década de los sesenta era la discusión de las vías de poder, pero había un consenso, había un acuerdo de la necesidad de una urgente transformación de la sociedad. Cada uno luego definía en términos teóricos por dónde quería transitar. Yo creo que la generación que en el 55 participaba de lo que era la Comisión de Asuntos Sociales de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) es parte de la generación que hoy está en los cargos de mayor importancia en el gobierno. Creo que es ese proyecto histórico y que de alguna forma yo puedo verle una continuidad, obviamente con el interruptus autoritario. Creo que es importante reconocer la necesidad de construir un nuevo proyecto generacional que incorpore a las nuevas realidades.

Yo miro y veo una cantidad de amigos y de personas jóvenes que están dispuestas a participar pongámosle de una lucha que se puede definir en términos estratégicos, una lucha por los cambios en un sentido estratégico, pero no están dispuestos bajo ningún concepto a someterse a la picadora de carne que puede suceder en el imaginario de estas personas sobre lo que significa una organización política.

EC – Para gente de tu edad, una organización política tiende a verse como una picadora de carne...

PA – Creo que sí.

EC - ¿Qué significa ese término? A primera vista más o menos se entiende pero, en términos prácticos, ¿por qué es una picadora de carne?

PA – A veces cuesta mucho explicar por qué parece que uno pierde tanto tiempo en una organización política a personas cerca de los 20 años. Pero la picadora de carne viene a referencia en el sentido de que permanentemente estás en escenarios de discusión en los que vas perdiendo y vas ganando. Parece que te va tragando esa discusión y te va sacando de los espacios que parecen naturales, parecen naturales, para la inserción de una persona de 20 años.

Además dicen: yo tengo la capacidad de acceder a una información que me otorga las suficientes herramientas para entender el lugar donde estoy parado. No necesito que una organización política, en un espacio de dirección, discuta un escenario de coyuntura, me lo mande por correo, con 30 o 40 páginas que de repente ni siquiera tengo posibilidades de leerlo para interpretar el lugar donde estoy. Sin embargo, me puedo sentir adherido a ese proyecto estratégico y si una organización política no entiende que hoy en términos mayoritarios buena parte de la población no tiene o no reconoce en esa forma de funcionamiento algo válido o útil para su actividad cotidiana de lucha por los cambios, aún en la lucha local, no hay organización política que sea sustentable.

EC – En definitiva estás hablando de una actitud diferente de las generaciones más jóvenes hacia lo que se entiende como militancia política en el Uruguay. La actitud no es hoy la de los años 60, ni siquiera la de los 80.

PA – Yo creo que no lo es.

EC – La actitud de esas generaciones jóvenes es distinta y esas estructuras políticas no han cambiado, no se han adaptado a esa modificación que se ha producido en la cabeza de gente que sí puede tener interés en la política pero que no logra encajar, no se siente cómoda, en esos andamiajes.

PA – Totalmente. Yo creo que en la década del 60, en esa construcción de consenso, había una valoración de que a la vuelta de la esquina estaba la victoria y por lo tanto estaba la necesidad de poner todo arriba de la mesa era fundamental. Podía estar tan pronto en el imaginario social la victoria o la derrota, la batalla final estaba cerca, y no tener una actitud de efervescencia podía parece como una cuestión extraña. Hoy también capaz que sigue estando a la vuelta de la esquina pero la cuadra es mucho más larga, es casi una cuadra brasileña, es una cuadra larguísima, por lo tanto hay que prepararse para dar esa batalla en esos términos.

Yo sigo considerando, siento que en términos de mis mayores anhelos, aún mis utopías, tal vez tenga los mismos sueños que en aquel momento protagonizaron ese escenario político. Sin embargo, miro mi entorno y veo que la efervescencia que no es tal y no porque las urgencias sociales no sean las mismas, por el contrario si uno mira hay algunos datos económicos que parecen más perversos que los que había en la década de los 60. Pero la sociedad construyó ciertos resortes y ciertos escenarios de autocontrol para ese tipo de situaciones, hasta en el plano cultural, en el que la lucha parece bastante larga. Creo que uno de los mensajes que se intenta dar, que intentamos dar desde la Corriente Libertad son la necesidad de la renovación en las estructuras, en la formas de percibir el funcionamiento de la política, la necesidad de la renovación en términos biológicos y además que hay que asumir un proyecto que es de largo plazo. Esto capaz que en dos años nos entierra en un agujero hasta dentro de 10 años.

EC - ¿Hay que adaptarse a la moderación?

PA – Yo lo que creo es que sigo pensando o creo pensar de una manera similar a la que hace casi un siglo se puede venir planteando en cuanto a cuáles son los mecanismos internos de reproducción de la sociedad. Ahora, si no entiendo que en el tiempo en que estoy efectivamente la inseguridad lleva a proteger los pocos espacios de seguridad que tiene la gente, me parece que me meto en un túnel efectivamente sin salida. Y como yo lo que no quiero es sacar de mi mis pulsiones, sino luchar por los cambios, tengo que interpretar que aún mis propias ganas personales tienen que estar mediadas por lo que entiendo que es el entorno en el que me muevo que en última instancia es una sociedad que es real, que existe, que se puede tocar, que tiene elementos objetivos como una situación de pobreza brutal que de repente no existía en la década de los 60, pero los escenarios de producción política son diferentes.

EC – Con todos esos condicionamientos, ¿cómo es que se convence a alguien de tu edad o más joven aún para meterse en política, en este caso en el Frente Amplio? ¿Qué es lo que tiene que cambiar en la forma de hacer política?

PA – Yo creo que se convence con tiempo. Me parece que de a poco, espero capaz que esto si es una parte de sueño que tiene poca base en la realidad, vamos saliendo de la suerte de política de imagen en la cual el mensaje mediático se recorta a palabras célebres que repercuten rápidamente en los oídos. Vamos hacia una nueva discusión con mayor nivel de información. Por lo tanto se necesita mucho más tiempo.

Creo que efectivamente el Frente Amplio vino a Uruguay en el 71 a construir un escenario de transformaciones, luego un proceso autoritario intentó entre otras cosas frenar lo que apareció como una irrupción brutal, no pudo y el Frente Amplio siguió existiendo luego de la dictadura al punto de que en la segunda elección logró conquistar la Intendencia de Montevideo.

Creo que viene a dar una lucha en pro de la construcción de una justicia social manteniendo tal vez los espacios de la autonomía relativa del Estado. Es decir, de qué forma el Estado puede participar o puede promover aquellas acciones que efectivamente el mercado por sí mismo no las va a regular jamás y generar espacios para que en el futuro se puedan dar otras discusiones. Por lo tanto, creo que efectivamente hoy estamos en una situación donde se viene avanzando en la mejora de la calidad de vida de una cantidad de uruguayos, a un paso a la velocidad que se puede. Entiende que hay otras tiendas políticas que sin la maldad, que no es una cuestión de maldad sino de opciones de cómo creen que funciona el mundo entienden a algunas cosas como más naturales de lo que las puedo entender yo. De repente tal vez entiendan que es importante aunque sea problemático en términos morales, la existencia de la pobreza. Para mí la pobreza no es un problema moral, es un problema que sufre buena parte de la población y además mundial.

EC – El análisis es interesante pero mi pregunta era, a partir de ese contexto que tu percibes, ¿cómo logran ustedes en la CAP que haya participación de la generaciones más joven?

PA – Primero que a pesar de repente de ser joven para lo que es el escenario político nacional, pero tampoco es que uno sea joven, para mi los jóvenes son los que tienen hasta 25 años, uno conoce mucha gente que está dispuesta a participar y que además está participando en proyectos sociales, en proyectos comunitarios, en proyectos académicos mirando al mundo desde un lugar en el que no están dispuestos a someterse a las estructuras más rígidas de una organización política. Pero están de acuerdo y están dispuestos, convencidos, de la necesidad de la lucha por los cambios. Lo que hay que hacer es una construcción en red, poderlos vincular en escenarios en los que participen en la construcción de política en el terreno donde están trabajando en una suerte de pacto de ayuda mutua, en términos de ayuda mutua, en una suerte de concepto federal que para nada es novedoso, es muy antiguo a nivel nacional, se vinculen para mejorar las capacidades que ellos mismos están teniendo en su accionar político. Me imagino centros culturales donde vienen trabajando desde hace tiempo en zonas donde ahora pueden conectarse con ciertas instituciones del Estado, pueden conectarse con otras instituciones locales, y poner eso en pro de un mismo objetivo me parece que es un elemento fundamental. Ahora si lo que quiero es meterlos en mi organización política me van a mandar a barrer flores al cementerio.

EC – Esa forma de participación política ya se está dando en otros países y ustedes están asumiendo que puede ser la manera de efectivamente mantener vínculos con alguna gente que, si no, directamente estaría por fuera, no tendría ningún contacto porque no se entusiasmaría con las estructuras actuales.

PA - Totalmente.

EC - ¿Quiénes van a dirigir los grupos políticos? Se necesitan algunos "jóvenes" que sí metan los pies en el barro.

PA - Es una discusión interesante en términos teóricos. ¿Qué implica un funcionamiento federal, un funcionamiento en red? ¿Existe un centro? Esa sería la pregunta teórica que uno se puede llegar a realizar. ¿O es que cada uno actúa en forma autónoma? Es un mecanismo en el cual se refuerzan dos conceptos fundamentales, el primero es el concepto de autonomía táctica, uno conoce muy bien el terreno en el que se mueve (o debería conocerlo, no tengo por qué pensar que no lo hace), por lo tanto por qué yo, que estoy fuera de ese contexto, tengo que decidir cuál es la mejor opción para realizar en X lugar. Por ejemplo, ¿debe la dirección de la CAP-L discutir (vamos a ponerlo en términos universitarios para que sea claro) quién tiene que ser el director de una cátedra en una facultad en la que participen los órdenes en la elección (son pocos los lugares donde pueden participar los órdenes en la elección de la cátedra, el cogobierno tiene algunos límites)? No, no tiene que enfocarse en esa discusión, los que tienen que discutir eso serán los que estén participando, docentes, estudiantes, investigadores. Es un escenario como ese.

EC - Tú dices que en algunos ámbitos gremiales no se puede ir a la partidización de todo.

PA - Es un gasto innecesario, y aparte es malo en términos de producción política que los organismos centrales tiendan a querer resolver lo que sucede en todos lados. Es más, la cantidad de información que se maneja hoy es tan importante que es imposible que un centro único pueda resolver y mirar todo en forma cristalina. Me parece realmente imposible.

Pero del otro lado de una autonomía táctica tiene que haber una centralidad estratégica, un espacio colectivo donde se defina efectivamente hacia dónde se quiere ir. Y después cada uno de los lugares irá actuando en la forma que entienda acorde con esa centralidad estratégica, con ese objetivo, y se manejará en los términos de referencia que su lugar de incidencia, su lugar de inserción, su lugar de actividad le permita, le posibilite, sea hasta (sin temor a decirlo) placentero.

Es un elemento fundamental. ¿Esto destruye las organizaciones políticas de enclave clásico? No, van a seguir existiendo los espacios donde una alta centralidad de discusión política va a tomar decisiones. Uno puede decir, si yo no decido (porque donde hay alguien que no decide, decide otro), entonces me están invitando a una suerte de perversión política, me invitás a trabajar pero no a decidir.

EC - Puede ocurrir que las estructuras políticas, las estructuras de dirección queden en manos viejas, se vayan anquilosando porque los que están dispuestos a meterse ahí son los de otras generaciones.

PA - Había un autor que hablaba de la "ley de hierro de la oligarquía". De repente es complicado, pero estos nuevos escenarios de organización se dan a nivel internacional. Pensemos el componente que fueron los mensajes de textos en la elección en España y lo que fue luego de aquel atentado la impronta tecnológica (y creo que generacional), lo que significó para que una cantidad de información saliera a la luz. O veamos lo que sucedía en Chile, uno miraba los fotoblogs chilenos y hasta el día anterior hablaban de lo que había sucedido en el baile de la noche anterior y dos días después estaban hablando de la importancia del sistema educativo en la conformación de la subjetividad. Un aspecto tecnológico vinculaba a personas que no se conocían, por lo tanto las vinculaba necesariamente en red, estaba construyendo lo que a un partido político le habría llevado años, meses de planificación: cuándo se lanzaba la movilización, quién iba a hacer la seguridad, quién iba a ser el vocero... En el 96 en Uruguay pasó algo similar, hubo una irrupción generacional que tenía actores partidarios, militantes juveniles que pertenecían a organizaciones políticas, pero el vínculo (te puedo asegurar) entre la agremiación en el liceo y la partidización no era para nada estrecho, en última instancia comandaba las decisiones la vinculación con ese gremio. Y buena parte de la izquierda nacional no lo entendió (mucho menos lo entendieron las autoridades de ANEP en aquel contexto), venía y decía "tienen que hacer esto", y vos decías "no, ¿por qué?". Tiene que ver con esa irrupción de nuevas tecnologías.

EC - Entiendo lo que dices, pero me sigue quedando la pregunta de cómo evitan ustedes, en un planteo como ese, que las direcciones políticas, en particular la del MPP o la CAP-L, se terminen vaciando.

PA - Si uno piensa en una conformación federativa, los que van a estar tomando las decisiones van a estar íntimamente vinculados con los espacios en que la organización ha decidido o ha podido desarrollar un trabajo. Esto no es nada novedoso.

EC - Pero a ti, por ejemplo ahora cuando ingresaste al Parlamento siendo el más joven, ¿cómo te resultó participar en esas estructuras políticas, esas estructuras de dirección?

PA - Al principio parecía difícil por el lugar de donde uno venía, que los escenarios de discusión podían ser diferentes, pero si uno quiere seguir haciendo política lo puede seguir haciendo de forma muy similar a como lo venía desarrollando antes en contexto diferente. Yo lo digo de esta forma: el Estado me ha brindado una infraestructura que ha mejorado las formas en que un conjunto de personas veníamos haciendo política, más allá del debate estrictamente legislativo me ha brindado la posibilidad de estar altamente informado, te permite participar en discusiones de lo que uno puede llamar la alta política, discusiones que están allá arriba en el escenario de las decisiones estratégicas, sin embargo hay que trabajar y mucho para aprender a pensar colectivamente a largo plazo.

Uruguay está diseñado para pensar a cinco años, si ganó piensa cómo hace para ganar de vuelta, y si perdió cómo hace para recuperar lo que perdió en el escenario electoral. Un país pensado así va al bamboleo, por eso la necesidad de construir un proyecto generacional pasa por mirar (yo hablo de 2025 porque empezamos en 2000) 25 años para adelante, cuál es el Uruguay que parece que se viene aunque uno no haga nada, y qué necesita hacer uno para que venga el Uruguay que uno quiere. Esa mirada prospectiva es un desafío fundamental para las nuevas generaciones. Y aprender a pensar en esos términos no es nada fácil, no es algo que parezca común, porque a uno lo pueden acusar de estar tirando un globo sonda para no discutir lo que pasa hoy de mañana. Pero a veces poder desprenderse mínimamente de la táctica me permite mirar a largo plazo elementos que van a ser fundamentales para tomar decisiones. Y eso para mí trabaja en red, cómo voy conectando personas que están mirando hacia delante y por lo tanto no van a venir a participar en una discusión que entienden que es inmediata. Y los incorporo al pensamiento y a la reflexión estratégica. La inteligencia de una organización política pasa por juntar la mayor cantidad de gente en función de un proyecto estratégico de la forma que sea.

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EC - Me quedé pensando, a partir del análisis que el diputado Pablo Álvarez hace y de cómo ven este tema dentro de esta corriente CAP-L que acaba de conformarse, a propósito de la experiencia muy reciente del Partido Nacional (PN) con sus elecciones juveniles, que anduvieron muy bien en participación. ¿Qué lectura han hecho ustedes de ese otro caso y de ese otro modelo?

PA - Colectivamente no hemos hecho ninguna. Yo en particular lo he reflexionado porque me han preguntado algunas veces y he tenido que ponerme a pensar qué me generaba. Lo primero, le doy la bienvenida, en el sentido de que es importante que muchos jóvenes entiendan que en la política hay un escenario para dar la lucha por lo que creen. A veces el descrédito de ciertos escenarios de la política es totalmente sistémico, "no te metas ahí que es corrupto", "no te metas ahí que la lucha por el poder es mala". Mientras tanto seguirán haciendo lo mismo los mismos de siempre.

Mi duda en términos estrictamente generacionales es cuánta de esa participación se transforma realmente en participación en los escenarios de dirección del propio PN. Por un lado me parece muy positiva la gran participación, los números hablan de varias decenas de miles de votantes, por el otro lado no sé si es proporcional esa cantidad de votantes a la participación en los mecanismos de dirección cotidiana del PN. Es una resolución interna de su partido, yo soy un analista externo, pero mientras siga sucediendo eso, mucha participación de los jóvenes para hacer la tarea dura y luego una escasa participación de los jóvenes en las tareas de dirección, será seguir reproduciendo un modelo en que las generaciones nunca terminan de asumir la responsabilidad que les compete, porque las decisiones que se tomen hoy van a ser vistas dentro de 20 años. Y quién más consciente para eso que el que lo va a vivir.

Esto no es para nada un desprecio hacia las generaciones anteriores, al contrario, es fundamental el diálogo generacional, pero tuvimos en Uruguay una ruptura, hubo una generación que desapareció y es importante reconstruirla. Por eso este salto es tan grande entre las generaciones que están en los escenarios de dirección y las que vienen desde abajo.

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Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Pablo Melgar