Entrevistas

Abreu: ayudar al país a pesar del gobierno

Abreu: ayudar al país a pesar del gobierno

Para el senador nacionalista y ex canciller Sergio Abreu se debe profundizar el diálogo entre el gobierno y la oposición, en el marco del conflicto con Argentina. Criticó el manejo del diferendo porque ha faltado "profesionalidad", dijo. "Queremos tener industrias, puertos, comunicaciones, estamos recibiendo inversiones estratégicas. Todo eso pone nerviosos a algunos de los socios, que no como estados sino como actores internos, ya sea industriales o productores, creen que Uruguay comienza a tener un rol fuera de lo previamente determinado por los grandes países", afirmó.

(Emitido a las 9.11)

ANDRÉS GIL:
Es el tema excluyente por estas horas: la habilitación de Botnia, la reacción del gobierno argentino y el estado de las relaciones entre Uruguay y el país vecino.

Excluyente para los medios de comunicación, pero también para el sistema político uruguayo. El gobierno se ha manejado con mucha cautela en las últimas horas, ha habido pocas declaraciones; más temprano conversamos con el canciller Reinaldo Gargano. Y en el fin de semana hubo comentarios variados desde la oposición, en un tono también bastante prudente, con algunas voces alineadas con la posición del gobierno y algunas un poco críticas, pero siempre en una aparente apuesta a una posición monolítica del sistema político uruguayo.

Vamos a ver cómo se ve esta situación desde filas del Partido Nacional (PN).

Estamos en diálogo con el senador de Alianza Nacional Sergio Abreu, ex ministro de Relaciones Exteriores.

***

Senador Abreu, no es un detalle menor su calidad de ex canciller. ¿Comparte la visión histórica de que estamos en el peor momento de nuestras relaciones bilaterales con Argentina?

SERGIO ABREU:
No diría el peor momento, porque revisando la historia uno puede percibir grandes situaciones de tensión. La relación fronteriza y limítrofe con un país grande se caracteriza por la intensidad de los afectos, cuando hay diferencias importantes realmente resaltan y disparan una cantidad de sentimientos nacionales. Cuando existen coincidencias se crea una sociedad mucho más fuerte.

En este caso, de las tantas diferencias que hemos tenido en la historia se resalta por el hecho de estar en un proceso de integración, de haber trabajado en conjunto en el Mercosur por llevar adelante una política comercial que nos permita a todos crecer más allá de las dificultades y fracasos que hemos tenido. Incluso se han solucionado muchos problemas que hemos tenido con anterioridad, por ejemplo hoy tenemos un tratado de límites y un Estatuto del Río Uruguay con Argentina que hasta el año 1974 no estaba definido. Todo eso nos debe llevar a manejarnos con un criterio un poco más armónico.

También es cierto que en el proceso de integración los socios son competitivos, vamos todos del brazo con el riesgo de que alguno pierda un brazo. Nosotros queremos tener un Uruguay industrial, un desarrollo importante, que nuestras empresas puedan exportar a la región y fuera de ella, privilegiar nuestra posición en el río Uruguay y en la hidrovía, en el área de lo que se llama la política de los meridianos que con tanta fuerza defendimos durante nuestro gobierno y que ha continuado. Esto está también está involucrado.

AG - Usted comparte la visión de que en este conflicto hay mucho más detrás, que lo que está en juego es una posición de privilegio o dominante en una zona que comercialmente es fundamental y que va ganando importancia, que la famosa guerra de puertos está latente.

SA - Pasamos del viejo Uruguay pendular, el que se reportaba a Argentina y a Brasil según las circunstancias, a un Uruguay bisagra, que tiene que jugar un rol geopolítico importante, en el que no solo el comercio de bienes sino también el de servicios se debe privilegiar para rescatar la posición del país. Queremos tener industrias, queremos tener puertos, comunicaciones, estamos recibiendo inversiones estratégicas e importantes, como en el caso de la madera, y todo eso pone nerviosos a algunos de los socios, que no como estados sino como actores internos, ya sea industriales o productores, creen que Uruguay comienza a tener un rol fuera de lo previamente determinado por los grandes países de la sociedad.

AG - Si vamos concretamente a lo que pasó el jueves y el viernes pasados en Chile, el PN y usted en particular, ¿entienden que el presidente Tabaré Vázquez actuó bien al dar la habilitación para el comienzo de operaciones a Botnia?
 
SA - Hay tres cosas que siempre se deben fortalecer: la firmeza, la serenidad y la prolijidad, es decir la profesionalidad. Es importante mantener la firmeza en la defensa, Uruguay no puede conceder la relocalización de la planta, la planta debe construirse, no contamina porque los requisitos ambientales son muy exigentes, y por lo tanto la República Argentina no tiene ningún derecho de condicionar la instalación.

Después se discute el Estatuto del Río Uruguay, si se cumplió o no, eso está en el área de la Corte Internacional de La Haya. Pero el centro del tema para Uruguay es ser firme en no hacer concesiones en temas en los que hemos actuado y queremos actuar desde el punto de vista ambiental y otros con la seriedad suficiente. En ese sentido hay que apoyar y respaldar al presidente de la República, que es el presidente de todos los uruguayos, con quien podemos discrepar en muchos aspectos, pero aquí estamos hablando de un tema puntual del país en su proyección, no de un tema puntual de carácter partidario o electoral.

En el otro tema sí, el manejo de la serenidad va de la mano de la profesionalidad.

AG - Esa parte no estuvo tan bien.

SA - Se podría haber esperado hasta después de la cumbre para tomar la decisión, propiciar una serie de diálogos que se truncaron en el camino, sabiendo que la decisión se iba a tomar. Eso habría evitado idas, marchas y contramarchas, incluso la desprolijidad que finalmente afectó la imagen del país. Por otro lado también habríamos evitado la presión indebida del canciller español, que aun invocando la condición de facilitador de la Corona, llamó al presidente Vázquez sin comunicarse con el canciller de la República.

AG - Más allá de que al gobierno uruguayo le asiste el derecho, como dijo el presidente Vázquez, "nuestro país no tiene que pedir permiso a nadie para una decisión como esta", la duda está a propósito de si el momento y la forma eran los ideales. Sonó a una mojada de oreja a Argentina: "lo hago cuando quiero". ¿Está en condiciones un país chico como Uruguay de tener ese tipo de reacciones, de actitudes, frente a un país que, si quiere –ya lo ha demostrado–, puede tenernos de rehén hasta la eternidad?

SA - La asimetría es muy clara, la relación con Argentina no se reduce a este tema, tenemos un comercio muy importante, un porcentaje que está vinculado con corrientes de productos que a veces solo se exportan a Argentina; tenemos un río compartido, recursos naturales también compartidos; el turismo es parte de nuestros principales ingresos. Ninguna cosa que le suceda a Uruguay desestabiliza a Argentina, mientras que cualquier cosa que le suceda a Argentina desestabiliza a Uruguay. Esto es un concepto de asimetría, por tanto en las relaciones de carácter político, en política exterior, hay que manejarse con firmeza pero con mucha profesionalidad.

En Uruguay falta una voz única de interlocución. Este tema se ha manejado con el secretario de la Presidencia, ha hecho conferencias de prensa de idas y vueltas el ministro de Vivienda, habló el ministro de Ganadería en una oportunidad en ocasión de una visita a Argentina, opinan la Cancillería, el secretario del director general de la Secretaría. Se muestra una falta de homogeneidad en el discurso uruguayo que, más allá de las razones que se tienen y que compartimos, fragiliza enormemente su posición. Porque un país pequeño, si se equivoca puede tener resultados muy negativos, mientras que el país grande si se equivoca, como sucede, simplemente recurre al incumplimiento o a la imposición de la fuerza.

AG - Muchas veces se trae a consideración la historia, la cultura uruguaya en materia de relaciones internacionales. ¿Esta forma de actuar es fiel a la cultura uruguaya?

SA - Sí en cuanto a firmeza de posición, pero en el manejo y la construcción de la estrategia ha sido muy parcelaria, ha tenido visiones bastante frágiles. Con respecto a la República Argentina, es obvio que hemos tenido innumerables situaciones de conflicto, ya sea en el canal Martín García, en el propio Mercosur, con distintas visiones, pero del lado de la República Oriental del Uruguay hay un tema que debo mencionar, no solo en Argentina sino en la visión externa todos los actores deben jugar. La posición brasileña es inexplicable.

AG - Es curioso que a esta altura no se haya pronunciado, que no haya dado una mano.

SA - Brasil prefiere disciplinar a Argentina que darle la razón a un país más pequeño. Lo mismo que el presidente de Venezuela, que en esa locuacidad incontenible no ha hablado de este tema, se hace el distraído porque prefiere la cercanía con Argentina que la posibilidad de decirle a Uruguay o a ambos países que deberían buscar una solución. Uruguay debe manejar todo esto. Esta fragilidad se debe a que en general hay una visión de que en Uruguay hay dos miradas de inserción externa, una que responde a determinado sector del gobierno que privilegia las relaciones con Chávez, el Mercosur político, el Parlamento del Mercosur, las relaciones con Brasil desde el punto de vista ideológico y el modelo de confrontación, y otra que piensa en una inserción externa de mayor apertura, con mayor realismo, con mayor pragmatismo incluso en el comercio y con relación al Satán que para algunos representa Estados Unidos. Esto le hace mucho mal al país, el presidente en estos temas tiene que laudar, y como va laudando también va debilitando su capacidad de liderazgo en el modelo de inserción y perjudica enormemente al país con estos resultados. Argentina desconoce el derecho internacional, nos enfrenta con adjetivos de toda naturaleza, y los socios que deberíamos tener se hacen los distraídos o en forma solapada o implícita comienzan a respaldar a Argentina por intereses concretos.

AG - A propósito del rol puntual de mediación que no jugaron unos y que sí jugaron otros, ¿qué sensación tiene en cuanto a cómo puede afectar esto la relación entre nuestro gobierno y el de España y el rey de España?

SA - No creo que quede muy afectada. Entre otras cosas, porque el gobierno de España y el rey conocen a los actores. A esta altura y desde hace mucho tiempo deben estar pensando "¿en qué me metieron?, ¿para qué me habré involucrado en este tema?". Es muy difícil laudar y buscar una solución cuando un país dice, con todo el derecho como decimos nosotros, que la planta no se relocaliza porque no contamina, y el otro dice que el bloqueo es un tema bilateral y no lo maneja, ni siquiera cumple con las resoluciones jurisdiccionales del Mercosur. En una relación difícil de manejar el propio mediador o facilitador ha tenido dificultades muy grandes. Sabe muy bien cómo se actúa y quiénes son los responsables de todo esto; quizás no le haya gustado algún gesto puntual, pero esto no afecta para nada, no debería afectar la posición de Uruguay, si Uruguay maneja el tema con profesionalidad, comunicándoles a las distintas embajadas cuáles fueron los motivos que llevaron a esta situación, comunicándoles a sus embajadores para que les comuniquen a los gobiernos la posición del país, buscando no agredir y defendiendo siempre el derecho internacional. No sé si eso se hace pero debería hacerse. Pero el pobre monarca –con todo el cariño que le tenemos– debe estar mucho más molesto al lado con el presidente Chávez que con esta dificultad que hoy seguramente está olvidada.

AG - Es una ventaja, seguramente se fue más preocupado por el problema con Chávez que por el fracaso de la facilitación.

SA - Todas las noticias del mundo apuntan a lo que pasó en la cumbre, más allá del tema, que era la cohesión social, iban a discutir los aspectos sociales de América Latina, la brecha, las políticas educativas, las políticas de salud, una serie de temas en un continente que aunque no es el más pobre del mundo es el más desigual. Eso quedó absolutamente lateralizado porque un diálogo de esa naturaleza enfrentó la locuacidad de un presidente latinoamericano con un monarca que se salió de madre porque no soportó la actitud instigadora, agresiva y descalificadora, como dijo Zapatero, de ese presidente. Yo siempre bromeo, el presidente Chávez o Venezuela debieron haber ingresado al Mercosur con voto pero sin voz, porque el problema no es lo que vota sino lo que dice.

AG - En el fin de semana usted sugirió que el PN está dispuesto a tender una mano para fortalecer al país y no fragilizar al gobierno. Y el doctor Lacalle dijo: "Vamos a estar con el interés nacional del país, que está por encima de cualquier dificultad". ¿Hasta dónde llega esa buena disposición? Porque después del insuceso de la autorización y no autorización de la habilitación de Botnia desde el PN se rompió un poco ese clima bueno que había quedado instalado después de la reunión de los líderes blancos con el presidente Vázquez, se dijo "no, están pasando cosas que no son lo que nos dijeron en un principio".

SA - Yo he conversado este tema con el presidente del Directorio, el doctor Larrañaga, y algunos otros dirigentes, y están todos en la misma sintonía. Fortalecer al país y no fragilizar al gobierno es tratar de que en estos temas, Uruguay, que es un país pequeño, no tenga mayores dificultades dentro que las que ya tiene fuera. O que las que ya tiene por las propias contradicciones que se producen en el gobierno. Hay que ayudar al gobierno a pesar del gobierno; mejor dicho, hay que ayudar al país a pesar del gobierno. El presidente de la República nos representa a todos, es el presidente de todos los uruguayos en temas tan delicados, de manera que tenemos que profundizar el diálogo.

Hay una distancia muy fuerte entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento, ese diálogo que necesitamos. Vamos a convocar esta semana al canciller, al ministro de Vivienda y al secretario de la Presidencia –que constitucionalmente no tiene obligación pero lo invitamos para que explique algunos temas–, no para hacerles un juicio de carácter político para responsabilizarlos, sino para que nos expliquen de qué forma podemos fortalecer al país, e incluso para que el propio gobierno comparezca alguna vez en algún lado todo junto para decir lo mismo.

AG - La convocatoria cobra un poco más de importancia ahora.

SA - Cobra mucha más importancia, y además la circunstancia dio un paso más, el conflicto en Fray Bentos y la clausura de los puentes, incluso la reserva del espacio aéreo son medias preventivas que hay que analizar en profundidad dentro del marco de una estrategia.

AG - A primera vista las comparten.

SA - Sí, porque tenemos que evitar un incidente o un accidente, intencional o no, que encienda una mecha que después provoque una fogata difícil de apagar. Sin violar el derecho internacional, tenemos que ver un camino para fortalecer al país. Para eso necesitamos más diálogo, y el diálogo hoy es muy poco, salvo el diálogo que tuvimos en la oportunidad de solicitar el doctor Larrañaga y el Directorio del PN una entrevista con el presidente en la que intercambiamos ideas que a esta altura son muy viejas porque la dinámica de las acciones y las noticias las ha superado.

AG - Le trasmito una pregunta de la audiencia. Carlos, de La Blanqueada, le pregunta si efectivamente Uruguay tenía el derecho de prender la planta cuando lo dispusiera, siendo que existe el Tratado del Río Uruguay.

SA - Sí, Uruguay tiene derecho a prender la planta, debió haber elegido bien el momento. Esto está muy vinculado con el punto número 75 de la sentencia interlocutoria de La Haya, que dice que Argentina no ha probado que la eventual puesta en marcha de la planta cause un daño irreparable al medio ambiente. No se refiere a la construcción, se refiere a la puesta en marcha de la planta, por tanto Uruguay tenía y tiene todo el derecho de prender la planta, siempre y cuando resguarde los aspectos ambientales de acuerdo con los requisitos Europa 2007, que fue los que exigió y exige, muy por encima de los requisitos de Brasil, y ya no digo de la propia Argentina, que no tiene requisitos.

AG - Eso es lo que subyace a las últimas declaraciones que se conocen de la presidenta electa de Argentina, Cristina Fernández, que dijo: "La planta va a empezar a funcionar, habrá que esperar a ver si contamina o no; en caso de que contamine Argentina tendrá un elemento para presentar en el juicio que está pendiente en La Haya".

SA - Hay dos aspectos, el cumplimiento del Estatuto del Río Uruguay, que está en discusión porque Argentina entiende que no se han cumplido todas las formalidades y, en relación con esto, la construcción de la planta y su eventual contaminación del río Uruguay. La sentencia puede hablar sobre cumplimiento o no y qué grado de cumplimiento hubo del estatuto, pero si la planta no contamina y sigue instalada en el río Uruguay cumpliendo los requisitos no va a tener ningún tipo de sanción. Nosotros mismos hemos dicho que si contamina se tiene que cerrar. Si se cumplen los requisitos exigidos la sentencia discurrirá seguramente con cierta aproximación salomónica, porque de eso se trata a veces, pero resguardando el derecho de Uruguay a construir esa planta allí y otras plantas de cualquier naturaleza en el resto del río Uruguay, porque tenemos que ejercer nuestra soberanía con el máximo respeto por el país ajeno pero también con la máxima firmeza.

AG - Ese era otro punto que Argentina exigía y que el gobierno uruguayo entendía inaceptable.

SA - Obviamente, no podemos aceptar que se nos diga que no podemos instalar plantas sobre el río Uruguay.

AG - No solo plantas de celulosa, cualquier tipo de ingenio industrial.

SA - Fíjese qué dualidad de criterio existe cuando el río Uruguay es también ribereño para Brasil y Argentina. Está la represa de Garabí y se plantea la construcción de otras empresas, sin embargo parece que el tema es Gualeguaychú, con todos los derechos y todas las preocupaciones que pueden ser compartibles de una ciudadanía que está llena de argumentos y de información, pero que no puede ser una organización de presión que condicione la política exterior del país. Argentina tiene que reflexionar sobre eso, Brasil tiene que reflexionar.

AG - Ha trascendido que el gobierno uruguayo tiene buena parte de sus fichas puestas en el cambio de gobierno, en la buena relación que hasta ahora mantiene el presidente Vázquez con la presidenta electa, Cristina Fernández. El doctor Batlle el fin de semana se sumó a esa visión, dijo "la señora presidenta electa de Argentina es la única que puede resolver el diferendo". ¿Usted comparte que ahí puede estar el nudo de la solución?

SA - Sí, porque hoy el liderazgo presidencial es muy importante. Antes, hace poco tiempo, los presidentes eran el último recurso al que se acudía para solucionar un problema, eran los que solucionaban los problemas. Ahora son los que los crean, entonces hay que evitar que una presidenta nueva se agregue al conflicto con nueva creatividad en el nivel de confrontación. La presidenta hizo una referencia al tema ambiental, creo que está bien situada, Uruguay tiene que seguir insistiendo en que si el problema es ambiental –yo creo que tiene otras ramificaciones–, la planta cumple con las máximas garantías respecto de los requisitos 2007.

AG - Usted publicó ayer en el diario El País una columna a propósito de qué cambios se pueden esperar en Argentina en general, y al cierre escribió: "La presidenta Fernández, a pesar del continuismo, deberá optar por construir la imagen de una Argentina diferente", y hacía un énfasis muy especial en la política exterior. ¿Es una expectativa que tiene, o cree que algo de eso va a pasar?

SA - Es una expectativa, pero seguramente es una realidad. No conozco presidente, aun en el ámbito de la relación ganancial del matrimonio –porque esto más que un matrimonio vía legal es un matrimonio de conjunción de poder–, que suceda a otro y sea el calco exacto de lo que ese otro quiera, la realidad indica que generalmente tratan de despegar. Si la presidenta quiere despegarse en algunos temas, lo primero que tiene que hacer es eliminar el modelo de confrontación que ha liderado el presidente Kirchner, que se ha caracterizado por enfrentarse con todos los estados, los gobiernos e incluso con actores dentro de la realidad nacional argentina. Si ella supera ese tema, va a superar también el problema con Uruguay. El presidente Kirchner tuvo que hacer un discurso en las Naciones Unidas en el que responsabilizaba a Irán de no contribuir al esclarecimiento del tema AMIA, en un claro distanciamiento de la política de Chávez hacia el exterior. Por lo tanto hacia el interior va a tener que administrar este tema del presidente Chávez, que no es fácil, pero si Argentina quiere rescatar su rol articulador, que es muy importante, en el ámbito de América del Sur, tiene que cambiar ese estilo, empezando por ver cómo se relaciona con Uruguay. Después veremos cómo entre todos podemos hacer de un continente que va camino a la confrontación, a la fragmentación, al conflicto y a la intervención, en algo que rescate, como Uruguay siempre ha pedido, el derecho internacional y la vigencia de los grandes principios que Uruguay ha defendido en las comunidades internacionales y en sus problemas regionales y bilaterales.

-------------
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Pablo Melgar