Cómo Argentina ve el conflicto celulósico, según se percibe desde Uruguay
Análisis político del profesor Oscar A. Bottinelli.
(Emitido a las 8.32)
Versión preliminar
JOSÉ IRAZÁBAL:
El conflicto entre Argentina y Uruguay por la instalación de planta de celulosa sobre el río Uruguay presenta muchas características de teléfono descompuesto, las partes no se entienden entre sí. El politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum, nos propone analizar uno de los ángulos de este teléfono descompuesto. El título: "Cómo Argentina ve el conflicto celulósico, según se percibe desde Uruguay".
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Oscar, ¿por dónde comenzamos?
OSCAR A. BOTTINELLI:
Por un lado tenemos las tres puntas del teléfono descompuesto, que son Argentina, Uruguay y España, por la forma como falló en su mediación. El otro teléfono descompuesto es que el conflicto no es por una planta de celulosa sino por dos plantas, una de las cuales quedó por el camino, fue una prenda del conflicto la desaparición del proyecto Celulosa de Mbopicuá, de ENCE.
Hay un tema esencial, que ni Argentina entendió a Uruguay ni Uruguay entendió a Argentina. Entender no quiere decir creer que el otro tiene razón, sino estudiar por qué y cómo se mueve cada uno. Ambos cometieron un error que es muy frecuente en la política, mucho más frecuente de lo debido en la diplomacia y también bastante frecuente en la vida, que es analizar al otro de acuerdo con los valores, la cultura, la forma de ser y de pensar de uno mismo, del propio carácter y temperamento. Eso lleva a no analizar bien al otro por creer que piensa y razona como uno.
A la confusión de ambos gobiernos del Plata se agregó una confusión muy usual desde fuera, en la zona y aquí mismo, considerar que Argentina y Uruguay son países con mucha semejanza en sus orígenes poblacionales y en su cultura, olvidando que sus valores, conductas y procedimientos son sustancialmente diferentes y en muchos aspectos opuestos. Cada uno creyó que el otro veía igual, sentía igual y actuaba con los mismos propósitos e intereses, lo que obviamente no fue así. Esto es independiente de quién tenga razón, es independiente de los temas de fondo.
Vamos a ver cómo un analista desde Uruguay percibe o cree percibir cómo Argentina ve a Uruguay o cómo siente que se mueve.
JI - ¿Cuáles son los principales elementos que tú ves en la posición argentina?
OAB - Primero hay que ver algunos elementos sustantivos de la sociedad argentina, con independencia de este conflicto. Son elementos que tuvieron que ver con la forma como se desarrolló el conflicto.
El primer tema es la creencia en el derecho y en los jueces. En Argentina no lo digo ni como defecto ni como virtud, sino como un dato no hay una creencia muy fuerte, internalizada, en la norma jurídica, y mucho menos en los jueces. Basta ver los informativos, leer los diarios para ver que permanentemente se está acusando a los jueces de corrupción, los gobiernos sacan y ponen jueces a su arbitrio, y terminan ganando los juicios según los jueces que pusieron. Y la no creencia en el derecho tiene como contrapartida la creencia en la fuerza, permanentemente hay violencia verbal y a veces violencia física. Un informativo argentino es una sucesión de violencias, piquetes, gente gritando, gente apedreando, gente golpeando ollas y cacerolas. A tal punto va esta creencia en la fuerza que a dos años de elegido un presidente, en una crisis muy grande, la solución fue echarlo con la gente en la calle. Había movimientos organizados detrás para provocar el derrocamiento del presidente De la Rúa, pero la idea es "si no me gusta lo saco", no es "fue elegido y hay que respetarlo".
Es una forma de creer en la justicia por mano propia. Se ve en el conflicto celulósico, "vamos a ir a La Haya, pero mientras vamos a bloquear el puente o los puentes". Es la idea de que si yo soy acreedor de una persona, voy al juez para tratar de cobrarle, pero mientras le cierro la puerta de la casa y no la dejo salir para obligarla a pagarme. Después el juez decidirá o no, pero mientras tanto sigo mis procedimientos. Esto es una forma cotidiana de vida, no digo de todos los argentinos, pero es una forma de ser. A esto hay que quitarle toda connotación ética, no es un tema de quién es mejor y quién es peor sino de cómo se es. Los argentinos ven la forma de actuar de Uruguay como muy pacata, muy tímida, como que no se sabe defender.
El argentino cree que en la negociación nunca hay empate, si uno gana es porque el otro pierde, en general cuesta entender la transacción.
En la medida que las cosas se hacen con mucha fuerza desde dentro se ve la razonabilidad como señal de debilidad. Entonces todas las veces que Uruguay dijo "vamos a buscar un entendimiento", se entendió como que estaba dando marcha atrás, entonces vino un mayor envión argentino. Cada vez que Uruguay dio marcha atrás en algo, en lugar de buscar un acuerdo vino un envión argentino.
Lo otro es la idea de que las cosas se defienden y se proyectan porque hay un incentivo de por medio, para usar la palabra que utilizó el gobernador Busti. Si un presidente se juega por algo es porque algo va a ganar con eso.
Me recordaba la frase de Drew Pearson, un célebre periodista norteamericano que en un libro titulado "El presidente" hacía decir a su personaje: "En este país, las cosas buenas siempre se hacen por malas razones". Por ahí van algunas de las visiones de Argentina, cree que Uruguay actúa así en la defensa de las papeleras.
JI - ¿Y cuáles te parecen los elementos a destacar con respecto a las relaciones con Uruguay y con Tabaré Vázquez?
OAB - Hay varias cosas a tener en cuenta.
Primero, en Argentina se sigue sintiendo que este territorio es "la provincia que perdimos". Por lo tanto hay una visión de que se tiene más derecho sobre lo que ocurre en Uruguay que sobre lo que ocurre en otros lados. Hace poco el almirante Oscar Lebel decía: imaginemos qué habría pasado con un piquete que cerrara el puente Paso de los Libres-Uruguayana, con Brasil, cuánto habría tardado Brasil en mover la división de tanques de Santa María y cuánto habría durado el puente cerrado. Hay un tema de fuerza, un tema de que Uruguay es débil y de que es algo que le pertenece a Argentina.
Segundo, Tabaré Vázquez había dado señales públicas sobre los emprendimientos celulósicos en forma negativa. Digo públicas porque en privado dio otras señales, por ejemplo a ENCE le había dado señales favorables, pero en público en la campaña electoral había dado señales negativas. Además hay muchos testimonios y mucha información de que a Kirchner en particular le había dado señales muy negativas sobre la planta de celulosa y su idea de que las iba a frenar. A posteriori vinieron las justificaciones.
De ahí la incomprensión de Kirchner y de los argentinos del empecinamiento de Tabaré Vázquez, el invocar que Uruguay tenía tratados de inversiones y que había que respetarlos se veía del lado argentino como un pretexto. Argentina consideró que no había que pagar la deuda y no la pagó, entonces por qué Uruguay tiene que pagar los tratados de inversiones si se había comprometido con Argentina a no dejar continuar los emprendimientos.
Ahí empieza la duda: o este presidente es débil que da la impresión de que es lo que se piensa en el entorno de Kirchner o, como dijo Busti, tiene algo ahí, recibe incentivos.
Además Kirchner siente que Vázquez le debe mucho, hubo muchos pedidos de ayuda en la campaña electoral, hubo muchas señales del gobierno argentino de apoyo a Tabaré Vázquez: la cena del empresariado en el Alvear contribuyendo fuerte a Tabaré Vázquez, el papel de López Mena en el apoyo a Vázquez, un hombre también vinculado con el gobierno argentino, las facilidades para venir a votar.
Además Kirchner tiene la visión que en Uruguay tienen equivocadamente algunos periodistas de que Vázquez ganó por apenas 10.000 votos. Por 10.000 votos no hubo balotaje, pero ya tenía 52 diputados, 16 senadores y 70.000 votos de diferencia sobre todos los demás partidos sumados, no había forma de que Frente Amplio perdiera. Pero el sistema uruguayo es un poco complicado y Kirchner tiene esa visión de que ganó por apenas 10.000 votos.
A eso se agrega la visión de los "20.000 votos llegados desde Argentina", lo que también es una exageración, porque las cifras dan que al final el voto argentino no llegó a la mitad de esto, por lo tanto no fue decisivo ni siquiera para el balotaje.
Sumando todo esto, la idea es: "en la provincia que perdimos hay un presidente para cuya elección fui decisivo... ¿qué pasa?"
JI - ¿Cuáles son para ti los elementos centrales del conflicto específico?
OAB - Hay algunos elementos significativos.
En Argentina es muy claro que Kirchner y también fuerzas de oposición manejaron este conflicto como un tema de política interna. Incluso uno tiene la sensación de que Kirchner cuando dijo las palabras que provocaron el estallido final de Vázquez y esa llamada de celular para habilitar Botnia no estaba pensando en Vázquez, ni en el rey de España, ni en Uruguay sino en los ambientalistas o piqueteros de Gualeguaychú que tenía enfrente, estaba pensando en su imagen al retirarse de la presidencia. Habló para Argentina dentro de Argentina, no se situó en un contexto internacional, pensando en los réditos internos. Esto se agrava porque Kirchner es un muy buen manejador de poder fuerte, de poder prepotente, pero en el fondo su experiencia es de gobernador de una provincia muy pequeña y muy lejana, no tiene una gran inexperiencia del mundo, lo que conoce es la política interna, no la política exterior.
Entonces ve a Tabaré Vázquez como un gobernador de provincia, al cual ayudó a elegir y que resulta que le desobedece. Su experiencia es que a todo gobernador, intendente o lo que fuere que se le puso enfrente lo atropelló. Y esa idea de que cada vez que Uruguay negociaba se lo veía débil, por lo tanto había desobediencia, había debilidad. Esto estuvo muy presente en la visión argentina del entorno que tenía poderes de decisión sobre el tema.
JI - ¿Alguna otra cosa?
OAB - Habrá que ver cómo Uruguay vio a Argentina, cómo ha actuado en este conflicto y el tema de la mediación, cuán oportuna o inoportuna fue, qué tan bien o qué tan mal se manejó, cuánto ayudó y cuánto no ayudó.