Entrevistas

Una reforma para no padecer al Estado y abolir el "no se puede"

Una reforma para no padecer al Estado y abolir el "no se puede"

Hacer trámites por internet con el Estado y que sean tan seguros como los hechos en persona, que la administración tenga un sistema unificado para gestionar los recursos humanos, restablecer la carrera funcional, valorando el desempeño objetivo ("no amistoso ni clientelístico") y poder ver la expresión de la meritocracia en su mayor esplendor. Eso es parte de lo que pretende la reforma que impulsa Humberto Ruocco desde la Oficina Nacional del Servicio Civil. La idea central, dijo el jerarca, es que el ciudadano no tenga que padecer al Estado. "No tenemos un terreno yermo para construir Brasilia. Tampoco somos Niemeyer, pero recibimos algo que había que transformar", sostuvo.

(Emitido a las 8.53)


JOSÉ IRAZÁBAL:
La `madre de todas las reformas´ entra en un año clave. Así bautizó hace un tiempo el presidente de la República, Tabaré Vázquez, a la reforma del Estado, a la que también se menciona como la transformación democrática del Estado uruguayo.

En la tarde de ayer se reunió la Agrupación Nacional de Gobierno, que, entre otros asuntos, trató el proyecto sobre el que viene trabajando el Poder Ejecutivo, que podría dividirse en dos grandes unidades: la reforma administrativa y de gestión, y la descentralización política del Estado y la participación de los ciudadanos.

Vamos a profundizar en el primer aspecto de esta reforma que ingresa en un año de definiciones y de concreciones con Humberto Ruocco, subdirector de la Oficina Nacional del Servicio Civil.

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JI - A grandes rasgos, ¿qué se entiende por reforma administrativa y qué se busca con ella?

HUMBERTO RUOCCO:
Ante todo quiero resaltar que la de ayer fue una reunión de la mayor importancia. Porque en la Agrupación de Gobierno participan legisladores, ministros, integrantes del Ejecutivo, integrantes de la Mesa Política del Frente Amplio, lo cual fortalece y dimensiona este debate que se relanza.

Todo lo vinculado con la transformación democrática del Estado tiene relación con una orientación programática que va a marcar por mucho tiempo la estructura social, el sistema político y las propias posibilidades de desarrollo del país. No es sólo una cuestión técnica y administrativa, sino que implica una elección y una construcción de proyecto. Define qué reforma estamos haciendo y queremos seguir haciendo. Esto es sustantivo, porque reformas ha habido muchas. Es más, la palabra ha sido estigmatizada porque muchas reformas han terminado en caos.

Nosotros tenemos una concepción clara del tema reforma. Si bien para el análisis se puede separar, hay que notar que hay una unidad en la teoría con la que nos manejamos. Por ejemplo, no podemos hablar de un fortalecimiento del Estado que no guarde una relación positiva y armónica con el fortalecimiento del entretejido social. Por eso no es algo caprichoso que ayer se haya expresado en una nueva instancia, porque la transformación no será un acto único, que nadie espere que se exprese en una sola ley. Si así fuera, habría que pensar si la reforma de la salud, la reforma tributaria e incluso algunos elementos de la gestión no forman parte de ella.

Forman parte de ella porque esta reforma apunta a construir un Estado eficiente en función de universalizar los derechos sociales y la calidad y cantidad de las prestaciones de los correspondientes servicios públicos. Y de asumir un rol activo en la promoción de un desarrollo sustentable, integrador, etcétera. No es un problema de carácter solamente técnico, aunque también es un tema técnico. Parte de la viabilidad de la reforma o de la transformación democrática del Estado pasa por tener las capacidades técnicas de hacer un plan que plasme el programa de la fuerza política en algo viable y que la ciudadanía pueda tener los frutos de ese trabajo.

JI - Usted hablaba del espíritu con que el gobierno impulsa esta reforma para localizarla dentro de lo que pretende el gobierno en cuanto a su aplicación. Pero hablemos de la reforma administrativa en sí misma. Porque algo ya se ha avanzado en algunos organismos... ¿Podemos repasar esas experiencias?

HR - Como cualquiera que ingresa al Estado, nosotros asumimos la realidad. No estamos dentro de un tubo de ensayo ni tenemos un terreno yermo para construir Brasilia. Tampoco somos Niemeyer, pero recibimos algo que había que transformar. No hay que decir que no existe ni que todo lo que existe está mal. Tenemos que encontrar los caminos para que el Estado se ponga de cara al país productivo.

Nos encontramos con varias dificultades. Algunas surgen de las propias estructuras caducas, que no estaban de cara a la posibilidad de que cada actor, de que cada agente económico tuviera su momento y sus tiempos bien definidos para tener una participación activa en las transformaciones. Porque estas transformaciones no se deben ver como una acción aislada del gobierno. Mucho menos como una acción aislada del Poder Ejecutivo. En todos los casos planteamos que vivimos en este país, con tres poderes, lo que defendemos y nos parece formidable. Si bien en algunos casos puede enlentecer el trabajo en esas urgencias que todos tenemos, le da una legitimidad al hacerlo en su conjunto. Como la reforma del Estado se hace en un espacio de tiempo concreto a veces se plantea como un tema de carácter coyuntural, que no es.

JI - ¿A qué se refiere cuando dice que se encontraron con estructuras caducas? ¿Algún ejemplo práctico?

HR - No quiero caer en ningún agujerito de la administración, pero teníamos que abolir el `no se puede´, `el siempre se hizo así´, el no tener preparada la institucionalidad para el diálogo social con los actores... Todo eso es parte de un proyecto diferente. Como pensábamos que había que poner eso sobre sus pies, que había que revertirlo, tuvimos que integrar trabajos para las estructuras y sobre todo –esto es de fundamental importancia– para las personas. Estamos acostumbrados a analizar un Estado cosificado y dejamos de lado el papel que los servidores públicos, los funcionarios, tienen que cumplir. Trabajamos sobre esta materia tan delicada... En primer lugar, porque se trata de personas. En segundo lugar, porque esas personas tienen derechos adquiridos. Porque así lo marcan la Constitución y la ley.

JI - ¿En qué organismos concretos se ha comenzado a aplicar algo de esto? ¿Qué se hizo?

HR - Hay reformas que atienden problemas sustantivos. La salud, tributarios... Y hay otras que obedecen a trabajos que transversalizan el Estado. Cuando yo le decía que el fortalecimiento del Estado tenía que guardar una relación positiva con el fortalecimiento del entretejido social, en mi lugar de trabajo, al mes de estar trabajando, instalamos la negociación colectiva en el sector público. No hicimos las cosas solos y dentro de un tubo de ensayo: las hicimos en el marco del diálogo social. Para darle un ejemplo que no tuvo una gran repercusión y sin embargo fue muy importante, el 20 de diciembre de 2007 firmamos un convenio de ajuste salarial en el Consejo Superior de la Negociación Colectiva de los Funcionarios Públicos, por tres años, con todos los gremios de la Administración Pública, excepto la Administración Central, que decidió no firmar. Esto no fue fruto de la espontaneidad. Fue fruto de nuestra concepción. Queremos que los actores tengan la posibilidad de interactuar con el gobierno, conocer sus opiniones, que conozcan las nuestras... Porque a veces tenemos plataformas comunes y a veces –que son las que pasan al estrellato desde el punto de vista de la noticia– tenemos trancazos porque hay opiniones diversas y cada cual tiene los límites que decide tener.

Por otro lado, me preocupa mucho analizar el tema de la transversalidad. Tenemos que analizar la gestión del Estado y apoyarla en un enfoque moderno de derecho público, que preserve las tradiciones democráticas del país pero a la vez busque innovaciones. En la Oficina Nacional del Servicio Civil hay un proyecto, uno de los cuatro que integran el Programa de Modernización, que se llama Marco Normativo. Los días 27 y 28 de noviembre nos reunimos con gente de la academia, de la judicatura, de la fiscalía... con todas las asesorías de la administración central, de las empresas públicas e incluso del Poder Legislativo para estudiar algunos temas vinculados con la modernización del derecho público. Estas cosas no arrojan resultados inmediatos, pero suponen un estado de asamblea y de generación de ideas y de agrupamiento de ideas valiosísimas y dispersas que hay en el Estado para encontrar los sustentos legales de la transformación. Porque no podemos hacer transformaciones democráticas del Estado con ucases, tenemos que hacerlas a través de la modernización del derecho público.

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JI - Uno de los asuntos centrales de la reforma administrativa y de gestión es el que atañe a los funcionarios. Hemos escuchado en diferentes instancias, generalmente en las conferencias después de los consejos de ministros, algunas definiciones sobre lo que pretende la reforma del Estado en este aspecto. Un punto importante tiene que ver con la carrera administrativa. Se ha señalado que se procura fortalecer la carrera funcionarial. ¿Qué quiere decir esto?

HR - En la última rendición de cuentas, que entró en vigencia el 1 de enero, nos expresamos a través de más de 100 artículos sobre el Sistema Integrado de Retribuciones y Ocupaciones (SIRO) y otro vinculado con el trabajo de simplificación de los haberes retributivos, que era disperso y falto de cristalinidad y muy difícil de administrar.

Los cambios en la administración central están inspirados en la idea fuerza de restablecer la carrera funcional cumpliendo con la Constitución y con la ley de 1986, que reafirma el precepto constitucional de que no se debe responsabilizar a la carrera de las patologías de su mala utilización. A veces hacemos un análisis absolutamente incorrecto, porque lo que se hizo durante muchos años fue desarticular la carrera.

Este camino lleva, por un lado, a la dignificación del trabajador e implica mayores exigencias para permanecer y crecer en la organización. De la misma manera que imponemos nuevas normas para el ingreso a la administración, que estaba prohibido hasta el año 2015, lo cual llevó al envejecimiento, a la vetustez, a la pérdida de la frescura que implican las nuevas generaciones, con las propias tecnologías que porta el joven que ingresa a cualquier trabajo. Y no lo hicimos en soledad. Todo esto lo hicimos en acuerdo con los gremios; lo cual a veces lleva un poco más de tiempo, pero tiene la solidez del aval social y la permanencia.

Promovimos la presupuestación de aquellos que -en la vía de los hechos- tenían una carrera paralela pero que no podían tener carrera por la disposición constitucional que mencioné. Porque carrera tienen sólo los funcionarios presupuestados. Esto con todo el desorden jerárquico histórico que implicó, acompañado de restricciones a derechos que se le aplicó a ese tipo de funcionarios. Por ejemplo, un funcionario contratado que hacía 20 años que trabajaba en la administración no podía hacer un curso de grado para pasar a otro nivel, porque nunca tuvo ese nivel. Siempre tuvo un nivel de retribución similar. La Rendición de Cuentas, en la cual trabajamos intensamente, generó un sistema en el que se mira desde el ingreso del funcionario. A partir del 1 de enero de 2008 se ingresa a la función pública a través de concursos, con un contrato de función pública y en un año se puede evaluar si ese funcionario se queda o no en el Estado. Eso quedará a cargo de los jerarcas respectivos. Si queda, se presupuesta y comienza su carrera, de lo contrario abandona el trabajo en el Estado. Esto es bien importante porque les da responsabilidades a las personas y a los jerarcas para que no se desentiendan de ese más del 50% del Presupuesto que es el `rubro cero´, el lugar de donde salen los dineros para pagarles a los funcionarios.

JI - ¿Hay carencia de funcionarios públicos?

HR - En la administración sobran-faltan. Porque en algunos lugares hay demás y en otros hay de menos. Uno podría decir que hay que sacar de donde hay demás y ponerlos donde hay de menos, pero existía otro problema, que abordamos y ya es ley con vigencia desde el 1 de enero, que se refería a los haberes de los funcionarios. Lo lógico habría sido que se evaluara la ocupación o la profesión de la persona y a partir de ahí se establecieran sus ingresos. Pero en la administración pública uno podía ser ingeniero agrónomo en un lugar `y´ ganando `X´ y en otro lugar ganar `X´ más uno. Por lo tanto, la migración de esa persona de un lugar a otro generaba una situación de avasallamiento de derechos o de beneficio. Tratamos de hacer un proyecto, el SIRO, que establece la relación entre la ocupación y la retribución. La ocupación es la que manda. La circunscripción de movimiento dentro del Estado se restringía a las unidades ejecutoras.

FR - La posibilidad de movilidad horizontal...

HR - Siempre es muy restringida. Pero en esta Rendición de Cuentas propiciamos que hubiera movilidad en el inciso, dentro del Ministerio. Agrandamos... Y tenemos la aspiración de que exista una circunscripción única que permita resolver ese sobra-falta sin violentar ningún derecho. De ese modo, cuando se convoque a un concurso en el ministerio equis, una persona que está en el ministerio jota que se sienta con capacidad para presentarse y tener la posibilidad de crecer en la organización en ese lugar podrá presentarse. Y la administración podrá encontrar en sí misma las fuerzas latentes que tiene y que muchísimas veces están desperdiciadas.

JI - ¿Se va a bajar la edad de retiro de 70 a 65 años?

HR - Tenemos esa aspiración. Pero estas cosas deben ser estudiadas en el marco del derecho. Tenemos experiencia... Hicimos un artículo 29 en el Presupuesto Nacional, que reeditamos en la última Rendición de Cuentas, que establecía que con 58 años de edad y con causal jubilatoria las personas podían adherirse a determinada forma de retiro. Son formas voluntarias. Si usted me pregunta si tuvo éxito, no lo sé, pero 800 personas adhirieron voluntariamente a esa forma. En otros momentos en el país se pidieron préstamos internacionales para que la gente se retirara. Pero en realidad no buscaba mejorar el perfil etario de la administración, se buscaba desarticularla. Se hacían préstamos internacionales en vez de hacer proyectos de crecimiento, de capacitación, para hacer maestrías, para que hubiera una libre competencia interna y un crecimiento de la organización. Era para que se fueran, para que se fueran a la nada. Muchos de los que se fueron son los que vemos hoy golpeando la puerta para volver a entrar al Estado. No se pueden hacer cosas de una manera impensada. No vamos a hacer ninguna norma que avasalle los derechos adquiridos de los trabajadores. Vamos a hacer todo aquello que posibilite, modernizando el derecho, que la gente se adhiera. Pero es cierto: nos gustaría ir paulatinamente a que la gente se retire antes de los 70 años de la administración pública.

FR - Se ha dicho que se quiere un Estado con funcionarios más capacitados y mejor remunerados. ¿Por dónde pasa tener funcionarios más capacitados?

HR - Si hay algo que es una novedad en el presupuesto anterior y que ya entró en vigencia es la creación de un escalafón de conducción que tiene exigencias inéditas para la administración central. Se va a acceder a él por las normas que establece el articulado. Van a ser cargos que la administración necesita, cargos de alta dirección pública, que van a tener determinadas condiciones de acceso. Hicimos un acuerdo con la Universidad de la República (Udelar) para hacer una Maestría en Política y Gestión Pública, que va a estar tutelada en parte por la Escuela Nacional de Administración de Francia, con la que tenemos históricas y recíprocas relaciones. Son cosas que tienen financiación en este presupuesto. Porque las ideas pueden ser hermosas pero si no tienen viabilidad financiera, naufragan.

Eso es muy importante. Quien llegue a esos lugares va a tener la dignidad de haber cumplido con una serie de requisitos muy importantes. Pero a la vez, una vez llegados a ese lugar y cumplidos esos requisitos, los trabajadores tendrán un compromiso de gestión con el Estado que tendrán cumplir so pena de que les sucedan dos cosas: dejar de recibir una parte de sus emolumentos y ser movidos de ese lugar al que accedieron. Y en todo caso, aún si fuera maravillosa la actuación de ese funcionario, a los ocho años, de todos modos, tendríamos que moverlo... Por aquello de que no se quede entronizado en un lugar y pase a tener poder funcional. Y va a haber algo absolutamente novedoso: una parte de la retribución va a estar vinculada con el cumplimiento de ese compromiso de gestión. Se exige doblemente: se exige al jerarca de turno que fije un compromiso de gestión y que lo controle. En ese desempeño objetivo –no amistoso ni clientelístico– podremos ver la profesionalización de la gente y la expresión de la meritocracia en su mayor esplendor.

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JI - No queremos dejar de hablar de la relación entre el Estado y la sociedad. Porque uno de los argumentos que se han utilizado para impulsar la reforma ha sido hacerle la vida más fácil a la gente. ¿Cómo se le va a facilitar la vida a la gente en su relación con el Estado?

HR - Un primer concepto: esta tarea es importante porque la construcción del Estado expresa la solidaridad social entre las generaciones. No podemos trabajar en esto sin pensar en las nuevas generaciones.

Segundo, no podemos pensar en esto sin que los que hoy estamos tengamos sus frutos. Por eso mismo hay que acercar al Estado todos los elementos técnico-científicos que en la parte de la administración se expresan en la informática. Porque podemos tener consignas como tener un Estado amistoso, tener un Estado cercano, pero tenemos que tener la capacidad técnica de realizarlas. En eso estamos dando saltos. Primero, por la época histórica que nos ha tocado vivir. Hoy no estamos con el ábaco, hay que invertir en medios informáticos.

JI - ¿En qué se va a invertir?

HR - Por ejemplo, tenemos un proyecto que se llama Sistema de Gestión Humana que genera la unicidad de la administración de los recursos humanos en todos los ministerios. Porque podrá parecer mentira pero en cada ministerio se administraban los recursos humanos de la manera que se podía. Mucho menos se contaba con un software que diera unicidad. Pero, por otra parte, de cara a la ciudadanía... Que la ciudadanía pueda acceder a una serie de trámites con el Estado sin necesidad de presentarse físicamente. Con esto desabastecemos los mostradores y le facilitamos las cosas y le hacemos ganar tiempo a la ciudadanía.

JI - ¿Qué tipo de trámites? ¿Qué cosas concretas se van a implementar?

HR - En el tema compras, por ejemplo, en el que el Estado invierte muchísimo. Se está generando un programa enorme para que todos aquellos que quieran venderle al Estado puedan acceder por medio de la informática. Ya hay cuestiones vinculadas con las partidas de nacimiento, está lo vinculado con la cédula de identidad y estoy omitiendo muchísimos temas. Está planteada la posibilidad de generar los Centros de Atención Ciudadana.

FR - Se habla de 60 en todo el país...

HR - Sí, en una prueba piloto, pero seguramente van a tener un desarrollo inmediato por la aceptación que van a tener.

FR - ¿Cuáles serán las funciones de esos centros?

HR - No tengo el listado aquí, pero la idea central es que el Estado esté al servicio del ciudadano y que el ciudadano no tenga que padecer al Estado, que se sienta beneficiado por los servicios que el Estado le brinda. Años atrás, cuando fui director de la Intendencia de Montevideo, en el período 90-95, sacamos a los cobradores de la puerta. Quizás su generación no haya vivido ese periplo, pero ¿te imaginás en una sociedad moderna, activa, de trabajo, como la que tenemos ahora, esperar que el cobrador venga a cobrarnos? Hoy todo el mundo sabe cómo se hace esa liquidación y la sociedad rápidamente se ha avenido a ello. Culturalmente, la sociedad se va a avenir a hacer trámites por internet con el Estado con la seguridad de que va a ser como si los hiciera face to face, sin el temor que lleva a aquello de "prefiero ir yo para que la cosa salga bien".

Todo esto le va a dar agilidad y eficiencia al Estado, lo va a poner en los niveles que necesita y que la ciudadanía merece. Nada está desprendido de nada. El Plan Ceibal, que es un elemento formidable, innovador, etcétera, es una forma de sembrar una nueva cultura en los niños, que van a hacer cosas con la cotidianidad con que hoy hacemos algunas desde hace 25 años.

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Edición: María Eugenia Martínez