Entrevistas

Juan Martín Posadas advierte que partidos tradicionales deben replantear su estrategia

Según el ex senador nacionalista Juan Martín Posadas, la lógica binaria del actual sistema electoral requiere que los partidos tradicionales revisen su estrategia si desean volver al poder. Entrevistado por En Perspectiva, Posadas puntualizó que el problema es de naturaleza aritmética, no programática, y rechazó el concepto de "familias ideológicas", ya que advierte grandes diferencias tanto entre el Partido Nacional y el Partido Colorado como en la propia interna del Frente Amplio. "El objetivo es plantear el problema, yo no abogo por ninguna solución de coalición o de lo que sea, porque si uno empieza por las soluciones antes de que se planteen los problemas bien, generalmente no llega a nada bueno", manifestó.


(emitido a las 9.01 hs.)

EMILIANO COTELO:
El resultado de la última elección ratificó algo que ya se había dado en 2004. La sociedad uruguaya está divida en dos partes casi iguales: por un lado el Frente Amplio (FA) y por otro los partidos que no integran la coalición de izquierdas.
 
Según Juan Martín Posadas, si la segunda mitad no arma una coalición electoral le resultará imposible desplazar al FA del poder. Y enfatiza que su razonamiento vale tanto en el plano nacional como en el plano municipal.
 
En su columna del domingo pasado en El País, el ex senador nacionalista advirtió que los dos grandes bloques están jugando al mismo juego pero utilizando, de hecho, reglas diferentes. A partir de ese razonamiento, entonces, dio a entender que la oposición debería dar un paso como el que dieron en 1971 los partidos de izquierda, cuando decidieron juntarse en un frente para competir en mejores condiciones con los partidos tradicionales.
 
Para Posadas no se trata de una cuestión de familias ideológicas, sino de aritmética: la forma en que se reparten los votos.
 
¿Es solo un planteo personal? ¿Quiénes comparten esta idea entre los blancos? ¿Cómo cayó entre los dirigentes del Partido Nacional (PN), el Partido Colorado (PC) y el Partido Independiente (PI)?
 
Vamos a conversarlo con el propio Juan Martín Posadas.
 
***
 
EC - Usted se hizo conocido a la salida de la dictadura como dirigente del Movimiento Por la Patria. Fue senador e integrante del Consejo Directivo del SODRE. Más cerca en el tiempo, trabajó con Alberto Volonté en Manos a la Obra; y después, ¿dónde se lo ubica políticamente hoy?

JMP - Yo estoy en el PN en general. Le comento algunas cosas que dijo en la introducción.

EC - A eso iba, mis preguntas son unas cuantas.

JMP - Antes quiero hacer una pequeña rectificación. Porque usted habló de coalición como que yo lo sugería; esa palabra no está, no figura en mi artículo.

EC - Es cierto.

JMP - Lo que quiero, antes que indicar soluciones, es que el problema se plantee. El objetivo de lo que yo escribí es plantear el problema, yo no abogo por ninguna solución de coalición o de lo que sea, porque si uno empieza por las soluciones antes de que se planteen los problemas bien, generalmente no llega a nada bueno. Primero hay que plantear los problemas, sobre todo en política y un problema complejo como este, que se vayan convenciendo la masa partidaria y sobre todo los dirigentes de que hay que masticarlo, hay que enfrentarlo. Las soluciones vendrán una vez que esté bien planteado.

EC - Pero hay una solución implícita en su planteo. Si yo entiendo bien, en la columna del domingo usted propone algo bastante más profundo que la autocrítica que algunos dirigentes blancos están reclamando para analizar por qué se perdió la elección de este año.

JMP - Sí, yo tenía dos objetivos en vista cuando publiqué el artículo. Primero, evitar que la autocrítica que siempre se produce después de una elección en la cual el resultado no es todo lo satisfactorio que uno quisiera –como es el caso para el PN en esta elección– se convierta en una sesión de antropofagia, de pasar facturas y de destrucción interna. El PN siempre ha hecho en público la persecución de sus efectos, a diferencia de otros partidos que los esconden, y eso a veces lleva a heridas muy grandes y a cosas inútiles. La evaluación que hay que hacer no es cómo estuvieron el candidato, la fórmula o la agencia publicitaria, es de una dimensión un poquito mayor. Entonces yo quería evitar que se entrara en esas evaluaciones que no conducen nada más que a las heridas y que se planteara un tema que está dando vueltas desde que se hizo la reforma constitucional que implicó la reforma electoral.

EC - Usted dice que es otro enfoque, y en algún momento lo define como simplemente aritmético.

JMP - Sí, y sistémico. Es la manera como un partido político equis, cambiadas las reglas con las cuales estaba habituado a manejarse, enfrenta la realidad que tiene que vivir. Y la realidad que tiene vivir, según estas reglas, es entrar en un sistema que tiene una lógica binaria. El sistema electoral actual tiene varios pasos, que son la interna, la nacional y termina en balotaje, salvo que haya una solución en primera instancia, que se ha dado pero es la excepción. Lo normal es que se termine en balotaje, en una confrontación de dos. Entonces, haya la cantidad de partidos que haya, imagine usted lo que quiera, el asunto termina entre dos. Eso es lo que hay que asumir, y hay que prepararse para esa instancia que está impuesta por la regla, por la legislación electoral.

EC - Para usted, si los partidos de la actual oposición siguen presentándose dispersos, ¿es un hecho que el FA seguirá ganando siempre las elecciones?

JMP - Si a la instancia final, que es binaria, una parte llega ya arreglada para funcionar en ese esquema y la otra no, evidentemente la que llega con las cosas arregladas para funcionar en el binario gana y la otra llega mal encarada, no funciona. Yo no quiero explícitamente inducir, sugerir soluciones, lo que quiero es que el PN –en mi caso que soy blanco– se plantee la manera de encarar esto de lo cual no tiene escapatoria, porque esa es la regla.

EC - Usted le escapa al concepto de las "familias ideológicas" que en su momento acuñó el doctor Julio María Sanguinetti para enfatizar en las coincidencias que vienen llevando a lo largo de las décadas colorados y blancos. Es más, usted no comparte esa idea.

JMP - No, yo no comparto, porque es una definición elegante, ingeniosa y que por eso parece aceptable, pero no es verdad. Primero, porque si usted se fija y el oyente hace un poco de análisis, no hay ninguna unidad ideológica en el FA, es una unidad electoral. Y si usted mira al otro lado, al PC y al PN, yo me resisto mucho a aceptar que haya una unidad ideológica, no la hay ni revisando la historia ni en la actualidad. Ha habido similitudes en momentos puntuales entre candidatos, usted me puede decir que hubo una similitud entre la candidatura y la presidencia de Jorge Batlle y la de Lacalle, pero no hay ninguna con la presidencia de Sanguinetti, sobre todo con la primera. Entonces el esquema mental para explicar una realidad compleja poniéndole ese rótulo es elegante pero no es verdad. Acá hay otro tipo de divisiones, que además desvían la atención –y aquí nos iríamos por otro tema– de las divisiones profundas que se están gestando en el país, que no son ideológicas, son de otra naturaleza.

EC - Entonces, su enfoque del asunto no va por el lado de las familias ideológicas, pero tiene algunos puntos en común. Porque implícitamente usted está hablando de acuerdos electorales entre los partidos de la oposición.

JMP - Electorales, sí. Por eso hago énfasis en ubicar la cosa en lo electoral, la situación que genera esto es la ley electoral, y la respuesta que hay que dar es  manejando la ingeniería electoral. Son acuerdos electorales demandados por la lógica binaria que tiene el sistema. El sistema, haya la cantidad de partidos que haya, termina en dos. Entonces, por ejemplo, ¿por qué no pensar?... estoy haciendo lo que no quería hacer, que es sugerir soluciones, porque si usted adelanta las soluciones antes de que el problema esté planteado, antes de que la gente lo mastique, antes de que se haga carne en la masa partidaria la necesidad del asunto, entorpece el proceso. Pero fijémonos en el concepto, vamos a discutir cómo se puede hacer en el término electoral referido a candidaturas y nada más.

EC - Trato de seguir su razonamiento.

JMP - Porque usted fíjese que en el Frente la unidad que se produce es esa, la unidad ideológica del Frente no existe, la unidad en el programa, ellos dicen "un programa y un candidato", lo han dicho desde el primer momento; el presidente Vázquez hablaba de que tenía dos biblias, la Constitución y el programa del FA. El programa lo usan si pueden, y si no, no lo usan. El programa que se dio el FA en el último congreso –creo que llamado Zelmar Michelini– decía una cantidad de disparates, ellos mismos se han dado cuenta y no los mencionan más, no los van a cumplir, no los tomaron en cuenta nunca. Lo que funciona es la unidad del candidato, porque se dieron cuenta de que esto no es una cuestión programática de verdad, eso es pour la gallerie; es una cuestión de candidatura, una cosa que se maneja aritméticamente y solo refiere al candidato.

EC - Implícitamente usted está contestando a comentarios de oyentes frenteamplistas que hemos tenido en estos días cuando temas como este han aparecido en la Tertulia.

JMP - No los escuché.

EC - El doctor Graziano Pascale el miércoles pasado en la Tertulia hizo un razonamiento muy similar al suyo, y las reacciones que venían de oyentes frenteamplistas eran "ah, bueno, entonces acá lo que hay es una desesperación de blancos y colorados por encontrar algún mecanismo que les permita volver al gobierno, es solo eso". Lo que usted dice es: ojo, el antecedente del FA es muy parecido.

JMP - Naturalmente, son estrategias electorales exigidas por la legislación electoral, porque si usted juega un partido con ciertas reglas tiene que acomodarse para sacar el mayor jugo de esas reglas, no jugar según las viejas costumbres, a las cuales estamos acostumbrados, que tienen todo un peso de tradición, de afecto y de glorias pasadas, pero que en un nuevo sistema de reglas no le van a dar tanto resultado.

EC - Para usted, a diferencia de lo que hace el FA, que es enfatizar que la herramienta FA no es algo con intereses solo electorales, el FA insiste permanentemente en que es un acuerdo de fondo, de largo plazo, etcétera, va por el lado de decir: este sería –en el caso de los partidos de la actual oposición– un entendimiento meramente electoral y a los efectos de enfrentar una determinada coyuntura, una determinada elección.

JMP - Sin entrar a proponer soluciones. Lo útil es plantear el tema bien, y el tema se plantea en lo electoral, refiere a números y a candidatos, nada más.

EC - Con eso usted de paso está aventando los resquemores que surgen –también los hemos escuchado– entre dirigentes y simplemente votantes blancos y colorados que dicen "yo no me voy a juntar con los otros, porque somos muy distintos, blancos y colorados somos muy distintos, eso que se discute es absolutamente inviable". Para usted no habría una unión, no habría una fusión, no habría nada de eso.

JMP - Exactamente, y quiero sacar de las cabezas eso de que "esto no se discute porque es inviable". Es necesario discutirlo, vamos a no ser burros, porque estamos frente a una situación que cambió, las reglas cambiaron, no podemos seguir creyendo que jugamos con los adversarios políticos con las mismas reglas cuando lo hacemos con otras que no son tan favorables. Hay que plantearse el tema, no hay que decir que es imposible, no hay que huir al planteo, hay que planteárselo. Después veremos cómo se soluciona.

EC - ¿Estamos hablando de un frente anti Frente Amplio?

JMP - No, yo tampoco hago una afirmación de esa naturaleza. Simplemente estoy buscando la manera de que la sensación incómoda –por no decir amarga– que se ha producido en el partido por el resultado electoral no se canalice hacia el canibalismo interno y se dirija sin prejuicios, sin esa cosa de "esto es imposible", hacia la esencia del problema, que es un problema de candidaturas y de números, es un problema aritmético.

EC - Para pensar en una herramienta como esta que usted sugiere se necesita una figura que encabece.

JMP - Sí, es conveniente una figura, es verdad. Para empezar, un candidato, no sé si un líder, pero sí un candidato que encarne ese acuerdo. Hay que empezar a pensar en esos términos. Eso es otra cosa que se desprende implícita o explícitamente de las reglas, eso lleva a una persona, a una figura preponderante en cuanto candidato. No quiere decir que esa figura sea el dueño, el rector, el dirigente, el líder de distintos partidos que integren su candidatura.

EC - Ese tema es difícil, la búsqueda de esa persona es algo complejo, sobre todo si se tienen en cuenta las historias y las diferencias que están de por medio.

JMP - Es así, primero que esta situación es difícil, no hacemos ningún descubrimiento al decir que es difícil. Segundo, hay antecedentes: obligados por las circunstancias, los integrantes de los partidos históricos han tenido que votar a adversarios proverbiales, a apellidos que históricamente fueron casi la condensación de la adversidad, y se ha hecho. Es difícil, pero si usted no lo quiere encarar porque es difícil se tiene que resignar a constituirse en un partido testimonial que aporta algo pero que va a estar excluido por definición de disputar el poder.

EC - En su exhortación, en su llamado a la reflexión, que va sobre todo dirigido a los blancos, ¿está pensando en el PC y en el PI?

JMP - Sí, también. Ahí es la aritmética cruda, en la división del país hay una mitad que ya está muy consolidada, y podrá haber o no cambios de un lado al otro, no sabemos –el grupo de Michelini entra y sale del Frente con cierta frecuencia, pero eso no lo puedo anticipar, no puedo ponerme a conjeturar eso–. Y le digo una cosa, el artículo salió el domingo y he escuchado que mucha gente lo discute, lo toma en cuenta. Eso es lo que me importa.

EC - Eso le iba a preguntar, ¿qué repercusión ha tenido?

JMP - No ha sido rechazado in tótum, tampoco es una cosa de decir está todo claro, vamos para adelante. Se cumplió el objetivo que yo buscaba: que la cosa se converse, se discuta, se discuta en serio. Y me han llegado muchas repercusiones –yo no estoy en ningún órgano de conducción partidaria, pero me reúno con mucha gente– de que sí, está bien, hay que empezar a plantearse el asunto, y hay que plantearlo más o menos en los términos en que yo lo expuse.

EC - Entre los comentarios que entran ahora del lado de oyentes frentistas aparece este reiterado: "El balotaje lo inventaron los partidos tradicionales para parar al FA, y ahora resultó que la máquina se tragó al inventor".

JMP - Sí, lo inventaron por una reforma constitucional –es mi modesta opinión personal, no es la del partido–, se hizo un invento basado en un susto, el susto de que nos pudiera ganar el Frente. Todas las medidas y decisiones que se toman asustado generalmente se toman mal, son medidas de pusilanimidad, de ánimo achicado. Se toman mal y producen malos resultados. Pero ese es el sistema que rige y hay que manejarse con astucia dentro del sistema que rige.

EC - ¿Su planteo incluye las elecciones municipales, en particular la próxima instancia a nivel de intendencias que se cumple en mayo?

JMP - La única interrogante práctica es el poco tiempo que queda, porque este asunto necesita, como las decisiones importantes, su proceso, su tiempo para que se vaya empapando la masa partidaria, para que las cosas se discutan, para que incorpore ideas nuevas que a mí no se me han ocurrido. Hay gente experta en ingeniería electoral –yo no lo soy– que de repente encuentra alguna cosa. Todo eso requiere tiempo, requiere el tiempo de asimilación de la necesidad de este planteo, que usted decía al principio que todavía hay gente que rechaza, "de ninguna manera, esto es imposible". Eso requiere tiempo. No sé si el tiempo alcanza para las próximas elecciones municipales.

EC - Hoy en el diario El País aparece una entrevista a Pedro Bordaberry, secretario general de PC, y una de las preguntas que le hacen es: "¿Qué opina de realizar alianzas en algunos departamentos entre colorados y blancos para las municipales de mayo?" A lo que responde: "Nosotros somos un partido distinto, no nos unimos contra alguien, sino a favor de nuestras ideas. El Partido Colorado trabajará por sus candidatos en todo el país. Si gente del Partido Blanco quiere apoyar a nuestros candidatos, serán bienvenidos con mucho gusto".

¿Cómo ve esa reacción?

JMP - Yo entiendo, Bordaberry produjo un cambio muy importante en el PC, limpió todo lo que era la dirigencia vieja, con mucho éxito, hizo un PC moderno, y ahora, en ancas de esa victoria que consiguió, va a querer fortalecer eso. Después las realidades departamentales –el doctor Bordaberry lo sabe– son distintas, los caudillos departamentales tienen su lógica, la lógica de los departamentos, ahora que ya transcurrió la elección nacional y las fichas en ese tablero ya están todas fijas, la cosa departamental adquiere su propia lógica, entonces las posibilidades y las chances se miden en los límites del departamento, y ahí habrá posibilidades para un lado y para el otro.

EC - En definitiva, su iniciativa apunta a pensar las cosas con tiempo en un horizonte de cinco años.

JMP - Sí, en el fondo es así, no sé si llegamos a tiempo para lo otro. Sin perjuicio de que, como dije recién, más allá de lo que quiera hacer Bordaberry, que es muy respetable, de repente algún caudillo departamental ve la oportunidad de hacer una alianza para esta elección que viene. Las alianzas departamentales a veces son divergentes de las lógicas políticas nacionales, de la dirección nacional, eso se ha visto a cada rato.

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EC - En esas charlas que usted dice que ha tenido estos días después de publicada su columna, ¿ha aparecido la posibilidad de que una reflexión como esta ingrese en la agenda del PN?

JMP - No lo podría asegurar, pero me parece que sí. Va a tener una primera etapa de conversación mano a mano, sobre todo aprovechando estos días de las fiestas y qué sé yo, de informalidad, y después quizás se plantee como un tema más formal. Así es como yo creo que puede suceder, que además sería la mejor manera de que sucediera.

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Transcripción: María Lila Ltaif


Artículo de Juan Martín Posadas publicado en el diario El País el 13/12/09:


Evaluación

Muchos blancos, después de las elecciones, han comenzado a hablar de autocrítica. Lo hacen con recato, escarmentados por dolorosos antecedentes.

Hay otra dimensión evaluatoria y de autoanálisis que no implica riesgos y que es, a la vez, indispensable. Se trata de una mirada cuestionadora referida no a la coyuntura de esta elección que acaba de pasar sino a un enfoque electoral sistémico.

Nuestro país se encuentra electoralmente dividido en dos mitades casi iguales. Esto es un hecho de la realidad. Hace ya bastante tiempo se acuñó el concepto de familias ideológicas para describir la división de la sociedad uruguaya. Nunca he estado de acuerdo con ese enfoque, que refiere a otra dimensión. El planteo que ofrezco ahora se dirige a algo concreto, casi aritmético: la forma en que se reparten los votos. O sea, acá estamos hablando de un país dividido en dos electoralmente.

Esta división es inducida, en último término, por la normativa que rige desde la última reforma constitucional. El mecanismo electoral que se introdujo en dicha reforma subdivide el proceso eleccionario en varios pasos, siendo el último de ellos y culminante, el balotaje. Eso quiere decir que, excluyendo la victoria electoral en primera vuelta (caso excepcional aunque ya se haya dado) el asunto termina inexorablemente en un cotejo entre dos. El par, la división electoral en dos, más allá de cualquier consideración filosófica, es producto de las reglas electorales vigentes. Por tanto, esa situación se va a repetir en el futuro mientras esas reglas se mantengan. Sea cual fuere la cantidad de partidos, tradiciones y corrientes políticas que existan, la cosa tiene una dinámica dual y termina en un cotejo entre dos.

Las reglas electorales despiertan el ingenio de los partidos para obtener de ellas la mayor ventaja y provecho para sí. La izquierda uruguaya vio (y constató en sucesivos fracasos electorales), que funcionando a través de varios lemas o partidos perdía sin remedio todas las elecciones a las que comparecía y se privaba de cualquier posibilidad de acceso al gobierno. Decidió entonces -y logró- formar un frente bajo el cual votaran todos esos partidos, sin desaparecer ni disolverse, aunándose bajo un programa único y un candidato común. El programa único fue siempre un poco "pour la galérie", pero el candidato era -y, en cierta medida sigue siendo- común a todos. Así fue que ha ganado dos elecciones seguidas y es hoy una mitad del electorado.

La otra mitad del electorado tiene por delante imaginar combinaciones electorales que le sean representativas y favorables. De no hacerlo, de no explorar "inventos" de ingeniería electoral que le permitan moverse con éxito en las actuales circunstancias, se verá excluida, casi por definición, de cualquier éxito electoral, tanto en lo nacional como en lo departamental (en los 19 Departamentos).

Aquí se está dando un engaño: creemos que los partidos de izquierda y los partidos tradicionales juegan el mismo juego electoral con las mismas reglas. Sí y no. Se juega el mismo partido pero con distintas reglas. Los partidos de la izquierda conservan su identidad, sus espacios de influencia, sus estilos y, sin mengua de ello, votan por una misma y única candidatura. Así funciona esa mitad. La otra mitad -que conceptualmente seguirá siendo mitad por fuerza del balotaje y la lógica binaria que impone- no se ha planteado aún acomodar su conducta a la nueva realidad. Esta es la autocrítica. Queda planteada.