Entrevistas

Signos de proximidad y distancia en el presidente José Mujica

Signos de proximidad y distancia en el presidente José Mujica

El acto de transmisión de mando del 1° de marzo puede analizarse desde varios ángulos. Entrevistado por En Perspectiva, Fernando Andacht propuso hacerlo desde su especialidad, la semiótica. Examinó los gestos, símbolos y señales de dicha jornada, buscando los significados tanto explícitos como ocultos sobre la base de que no existe un divorcio entre lo visual y la razón. "El fenómeno de Mujica en tanto comunicación no radica en lo simbólico sino en el signo de contacto, lo que tradicionalmente llamamos el carisma", afirmó. El profesor repasó contradicciones aparentes y reales en la figura del mandatario y examinó su discurso, al que calificó de "radiactivo" y con una gran dosis de "amor a lo pequeño" vinculada a la tradición uruguaya de la medianía y la mesocracia. "Diría que es una mezcla de Robin Hood y el Canario Luna", dijo sobre el presidente.


(emitido a las 9.00 hs.)

EMILIANO COTELO:
Este lunes, la asunción de José Mujica como presidente de la República fue un acontecimiento extraordinario en la historia uruguaya.

(Audio José Mujica.)

"Pero hoy, comprometámonos, escuchemos la cultura de nuestro canto. Acompañémoslo, y sobre todo, no al odio, no a la bronca, no al escepticismo, no al ‘no se puede’, no a ese crónico criticismo que agarramos el huevo y le damos vuelta y vuelta y le encontramos el pelo..."

(Fin.)

EC - Por la trayectoria de Mujica y por su manera de ser, los actos del 1º de marzo venían precedidos de una expectativa singular. Y en ese sentido el protagonista no defraudó. Los dos discursos pronunciados por Mujica, primero en el Parlamento y luego delante del monumento al general José Artigas, resultaron particularmente ricos y desde entonces son desmenuzados por dirigentes políticos, politólogos y periodistas.

Hoy les proponemos otro tipo de enfoque.

El 1º de marzo fue también un día cargado de imágenes, gestos, símbolos y señales. Por eso vale la pena examinar esa jornada desde la ciencia que estudia, precisamente, los símbolos y sus significados.

Para eso nos reencontramos con el doctor Fernando Andacht, conocido por la audiencia de En Perspectiva porque con él creamos hace 20 años, en 1989, un ciclo de análisis semiótico de la comunicación política.

La visión de Fernando tiene otra originalidad. De algún modo es también una visión desde fuera, porque desde hace ocho años vive lejos de Uruguay. Actualmente se desempeña como profesor asociado del Departamento de Comunicación de la Universidad de Ottawa, Canadá, y es profesor compartido por la Universidad Tuiutí de Paraná, Brasil, donde dicta clases en los cursos de maestría y doctorado en Comunicación.

El título que Fernando nos propone es: "Signos de proximidad y distancia en el presidente José Mujica".

***

EC - Estabas de vacaciones, descansando acá en Montevideo, y antes de volver a Canadá no resististe la tentación de presenciar muy de cerca todo esto que pasó el lunes.

FERNANDO ANDACHT:
Es cierto, era una oportunidad única de mirar cara a cara la historia en pleno cambio para alguien que estudia el significado en el momento en que se genera, no solo las palabras, que es en lo que uno inmediatamente piensa –el sentido, el diccionario, el discurso–, porque cuando se habla del discurso político uno fatalmente habla de palabras, pero también existen hechos, actos e imágenes.

EC - ¿La semiótica decodifica imágenes? ¿Cómo resumimos eso?

FA - Claro. Esto es una herencia del señor Descartes, que es un poco el papá de la ciencia occidental del pensamiento racional. Hoy vamos a hablar de la racionalidad política, hay un enfrentamiento entre lo visual como si fuera un elemento de traición a la razón, a la lógica, y la palabra sería su garantía. La semiótica, al menos la que yo practico desde hace muchos años, plantea que no hay tal divorcio, que cuando tú entendés algo, como ahora los oyentes que nos están escuchando se van imaginando cosas, es fatal eso, cuando tú hablabas de Mujica, pasabas un audio, cada término que uno dice va a generar, a producir una visión interna, y esa es la comunicación, y también eso va a generar una serie de hechos, es decir, de asociaciones con episodios de la vida de uno, va a tocarlo de diversa manera.

EC - No necesariamente esas repercusiones, esas interpretaciones son las que el protagonista había previsto, no necesariamente son las que calculó.

FA - Ese es un buen punto. Habría algo así como lo que yo llamo el sentido verosímil o planificado. Por ejemplo cuando él se da vuelta en el Palacio y dice "mi querida Lucía", eso es una especie de explosión, porque está dicho en ese lugar, ese es el hecho, dónde está siendo dicho, por quién, en qué instante, luego de que dice "señora presidenta de la Asamblea General". Hasta ahí va todo bien, va todo por el carril de lo previsible, y ahí estaríamos en el orden simbólico, no solo por las palabras sino porque hay una regla, una ley que es puramente previsible, que es lo que nos permite vivir ordenadamente a los seres humanos. Pero de pronto está el hecho afectivo que explota, que se sale violentamente y puede resultar extraño, violento; no hay violencia, la hay en el sentido de lo sorprendente, lo que hace que uno recule y diga "¿cómo?", aunque no lo diga explícitamente, porque es una salida de toda aquella etiqueta. Ahí tenés un hecho afectivo, un hecho de cuerpo, sabemos que son esposos, o compañeros antes, etcétera, pero una cosa es saberlo y otra cosa es expresarlo allí de cuerpo presente en el sentido más duro.

EC - Yo iba también a que muchas veces la semiótica ve en un gesto o en un determinado hecho algo –connotaciones, significados– que quien los protagonizó no se imagina.

FA - Es cierto. Nosotros decimos siempre que el significado es público; es decir, cuando un escritor, para ir al máximo de premeditación y alevosía, un poeta, un novelista, escribe, lo medita mucho, y de todos modos, apenas termina esa obra, que es el fin que tiene, ser leída por miles o millones, se le escapa, pierde el copyright verdadero, tiene el otro copyright, pero el derecho de autor es limitado porque la gente va a terminar entendiendo lo que entiende.

EC - En el caso de Mujica, ¿qué es lo especial de este hombre político, si lo examinamos desde la semiótica?

FA - El propio Mujica en la plaza se da vuelta y gesticula hacia la estatua del prócer, a José Gervasio Artigas, y se pregunta él mismo qué simboliza hacerlo acá, delante de este monumento, y la palabra símbolo, que debe de ser de las cosas más populares que hay en la Tierra –no en Uruguay, en todos los países–, va y viene tratando de explicarlo todo. Pero por suerte le queda chico, y, como te decía, la semiótica que estudio habla de tres componentes. Claro que está lo simbólico, saber que Artigas remite a cierto episodio y genera cierta reverencia entre los uruguayos o los latinoamericanos. Pero el fenómeno de Mujica en tanto comunicación, expresión, no radica en lo simbólico, por importantes que puedan ser sus palabras –tanto las desaforadas, criticadas, como las admiradas– sino en un tipo de signo que nos pasa desapercibido y que justamente es el que vengo estudiando desde hace 10 años casi.

EC - ¿Cuál es ese signo?

FA - Es el signo de contacto, el signo del cuerpo, lo que llamamos en semiótica lo indicial. Hay un pasaje de una novela de Machado de Assis en la que alguien saluda a otro personaje y le dice que está muy bien, pero el personaje que es saludado dice: "Sus manos estaban frías, no estaba bien, no da para fingirlo". El cuerpo no nos permite mentir, uno puede mandarse la parte, decir cualquier cosa, pero habría ciertos signos que son los que están más cerca. En el Palacio dice en un momento: "Debería de haber una materia diplomática que es el cuerpo a cuerpo, el cara a cara; celebro la presencia de ustedes". Se refería a los que vienen de fuera, vienen de lejos –la cámara mostraba a Hillary Clinton, a Chávez, a todos los dignatarios–, y creo que esa es la especialidad, eso es lo específico. Con otras palabras, ese elemento del discurso en sentido amplio, es decir, de la significación que produce Mujica en casi todas sus presentaciones y muchísimo el 1º de marzo, ese contacto, ese cuerpo a cuerpo que se llama lo indicial.

Y hay otra cosa curiosa ya a nivel más genérico. En un mundo en el que la comunicación electrónica se miniaturiza y se potencia –con un celular vos hacés de todo hoy, [tenés] los últimos inventos– parecería que la distancia es celebrada, porque uno puede comunicarse con la otra punta del planeta en tiempo real, etcétera. Y qué curioso, dicen que las religiones están en crisis; probablemente algunas, institucionalmente, algún tipo de actividad religiosa, pero la demanda que crea las religiones no lo está, sigue estando presente, y esa demanda es por el contacto, por la copresencia.

EC - En el caso concreto de Mujica, ¿qué es el contacto?

FA - El contacto es lo que tradicionalmente llamamos el carisma, que es la gracia. Varias veces en la plaza Independencia y un poquito en el Palacio –por razones obvias– él se tutea con el soberano, le dice "querido pueblo", cuando va a decir cosas muy fuertes, que van a causar un impacto. Me gustó estar allí en la multitud para observarlo en vivo, para sentir eso, cuando hacía literalmente algo que voy a animarme a decir que son signos táctiles, porque la palabra te distancia, cuando vos le decís "buen día" a alguien, "¿cómo está?", todo eso, colocás una distancia, la etiqueta, la cortesía, etcétera, porque uno puede no sentir nada de lo que está diciendo, puede ser un día pésimo para uno, e igual repite; eso es la convención. Lo simbólico –por eso les llamaba signos de proximidad y lejanía– en la humanidad nos aleja, nos permite establecer orden, entendernos, roles, poderes, etcétera, subordinación. Pero el signo indicial más concreto de todos es el toque, el tocar a otro es de las cosas más intensas. Hay artículos muy recientes que dicen que los equipos deportivos que tienen más éxito son los que más se tocan entre sí, porque genéticamente venimos programados para esperar y recibir con gran alegría el toque, el palmear en la espalda a otro, porque significa "voy a compartir el peso de los problemas, de las responsabilidades contigo", no hay nada más fuerte, más afectuoso.

EC - ¿Entonces en Mujica el "toque" es no ser siempre el dirigente político tradicional, es ser a cada rato el ser humano común y corriente, bajar a tierra la forma de hablar, de moverse, de vestirse, todo eso?

FA - Es todo eso, es esa mezcla, cuando venía para acá estaba pensando que si tuviera que buscar dos figuras míticas casi, una internacional y una local, diría que es una mezcla de Robin Hood y el Canario Luna, tiene aquella cosa épica. Es curioso, porque él dice en el discurso "ya sin villanos ni héroes". Él es radiactivo, su discurso es radiactivo, porque ¿qué es el carisma que mencioné al pasar, que es un término muy complejo que decía que es estar dotado de la gracia? En la democracia la gracia la da el soberano, y creo que se encuentran, sobre todo en la plaza, los dos soberanos, la gente hace presencia carnal, física, masiva –imagino mayoría de votantes o simpatizantes, o de curiosos–, y del otro lado el soberano demócrata. Pero él no es cualquiera, cuando dice "vamos a estar dentro de los límites –palabra clave– de la Constitución", ¿quién lo dice?, ¿de qué cuerpo viene eso? De alguien que intentó, y no hace un siglo, aunque fue en el siglo pasado, derrocar ese orden, extralimitarse; precisamente esa es la definición de guerrilla, la definición del MLN cuando se funda como Tupamaros. Entonces hecho que también significa. Los hechos para la semiótica son tan importantes como las palabras o las imágenes, entonces que este hombre hable de la "utopía con límites" es una contradicción, ninguna utopía tiene límites, por definición, es como un sueño ordenado. El sueño es del orden de lo ilimitado, de lo libre, lo libérrimo, y él habla de la utopía con límites, pero es tan contradictorio en apariencia como un ex guerrillero que hoy celebra la democracia y canta a la ley.

EC - ¿No es contradictorio? Tú dijiste contradictorio en apariencia.

FA - En apariencia, porque todo el tiempo sus movidas del discurso permiten visualizar a alguien, él dice "soy una criatura domesticada", con autoironía, pero al mismo tiempo desde la falta de corbata flagrante, porque podrá estar vestido con un traje elegante pero esa falta de corbata es como un agujero en lo simbólico, porque la mirada va casi hipnotizada adonde debería estar aquello que no es nada, es un trapo, como también una bandera puede ser vista como un pedazo de tela, pero tendría que estar ahí sellando el protocolo. Son señores de "traje y corbata", traje y corbata van juntos, y él no tiene corbata.

EC - Es de traje sin corbata.

FA - Sin corbata.

EC - Vamos a ubicarnos primero en el Palacio Legislativo, en el primer discurso de Mujica este lunes.

(Audio José Mujica.)

"Legisladores y legisladoras que representan la diversidad de la nación, presidentes y presidentas de países amigos que están con nosotros, altos funcionarios destacados para apoyar esta ceremonia, cuerpo diplomático, presidente de la Suprema Corte de Justicia, comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, señores ex presidentes, dirigentes de los partidos políticos del Uruguay y de las principales organizaciones sociales, de las comunidades religiosas, en fin, señores y señoras".

(Fin.)

EC - Impresionante, es un Mujica casi 100% formal, lucía un traje nuevo, oscuro, camisa blanca, sin corbata pero flamante y elegante. Estaba bien peinado y afeitado, las cejas recortadas, todo su aspecto muy cuidado. Había escrito previamente su discurso y lo leyó puntillosamente, mantuvo todo el tiempo el lenguaje dentro de lo debido, no hubo salidas, no hubo de esas expresiones suyas tan características, casi la forma de expresarse; evitó sus salidas llamativas y casi no usó el humor.

FA - Sin embargo el afecto, como yo decía al principio, aparece cuando introduce bien al inicio esa interpelación, esa interlocución próxima en todos los sentidos de la palabra, a su esposa, "mi querida Lucía", volviendo explícito que no es solo la presidenta de la Asamblea General, que lo es, sino también alguien del afecto.

EC - Pero toda esa presentación de Mujica, con todas esas características tan ordenadas, ¿a qué se debía? Porque después incluso el mismo día no lo volvimos a ver así. ¿Qué pasaba? ¿Estaba simplemente comportándose de esa forma porque le estaba hablando a un público particular?

FA - Sin duda hay una adecuación. Yo te decía que el símbolo tiene como función, por ser general, abstracto, tratar de llegar al máximo; lo que tú preguntabas al comienzo, el entendimiento; uno nunca llega a hacerse entender en todo lo que quiere decir con otro, ya sea en el ambiente micro o en los medios de masas, etcétera. Entonces el símbolo te asegura bastante esa cosa de mayor comprensión posible, y él estaba hablándole a un público enormemente heterogéneo, que también va a estar sentado en la plaza, pero ahí cambia la interlocución radicalmente, ahí el protagonista es el pueblo, "vos, pueblo", "querido pueblo". Aquí hay una demostración de adaptación en sentido casi darwinista a ese ecosistema que son sus pares, le está hablando al órgano político máximo, el que lo legitima; luego va a decir "ya hemos sido santificados", habla de la figura del escribano, que uno asocia mucho al poder político tradicional –abogados, escribanos, la ley–, pero insisto en que todo lo dicho por él, incluso esto, por más traje y peinado, tiene algo de fuerte, de especial.

En el estudio de la lingüística decimos que hay términos marcados, que además de cumplir la función estándar tienen algo más, por ejemplo el género femenino es marcado, por eso se dice "el hombre habita en la Tierra", y se refiere al hombre y la mujer, no se dice "la mujer habita en la Tierra desde hace miles de años", porque se referiría solo a un género. Ese hecho imposible de olvidar absolutamente, por su dicción, por su historia, de haber sido guerrillero, el tomar la palabra, y enseguida decir "mis conocimientos jurídicos escasos", de vuelta, el traer la ley allí, no es posible olvidar quién lo está diciendo. Ahí de vuelta está lo indicial, esa persona, por más que tenga ese aspecto de etiqueta en ese momento, más cercano a lo común, a lo no marcado, y dentro de la izquierda los tupamaros son el término marcado porque fueron los que tomaron las armas de manera más significativa históricamente. Repito, marcado no es ni positivo ni negativo, es algo más, uno no dice "es un típico izquierdista, un tupamaro"; eso lo puede decir un enemigo, alguien que quiera asociarlo con la lucha armada, pero sabemos que es mentira, fueron un grupo minoritario. Entonces creo que incluso en esa puesta en escena más formal es imposible dejar de lado quién lo está diciendo, y de vuelta entra a jugar eso que yo llamo lo indicial, que en este caso es la historia que él lleva en sí mismo, eso es lo que un poco metafóricamente digo que es radiactivo, tiene un poder de emisión más fuerte que si fuera un político tradicional, incluso Tabaré Vázquez, sin ir más lejos.

EC - Sí, hablando en la Asamblea General José Mujica estaba muy cerca de Tabaré Vázquez, que, sobre todo en la medida que fue avanzando el gobierno, adquirió una formalidad casi extrema. Cuando Tabaré Vázquez se presenta en público es casi una estatua de mármol, muy medido, muy sobrio, muy acotado, cuesta mucho sacarlo de la cancha que se marca.

FA - Va asociado con el rol más tradicional del médico, en nuestra sociedad sobre todo, como figura de autoridad, de enorme distancia. Ahí tenés lo que decía del símbolo, él es el sujeto de un saber, él sabe sobre ti, el paciente –no hablo de Tabaré Vázquez el político–, entonces parece que simplemente transfiere esa suerte de manto, de aura, de autoridad del conocimiento, literalmente un poder sobre la vida y la muerte, a la función política, y eso le sirve para su manejo de la comunicación, de cuánto quiere decir y cuánto no. Pero en Mujica el protagonista es el cuerpo; pensemos un segundo las metáforas, hay una que no se ha comentado mucho, cuando dice "este país, Uruguay, es un pan dulce". Eso es otra cosa explosiva, no me imagino a ningún otro político en la historia de Uruguay en ese acto –no digo en un acto partidario pequeño, en otra situación, pero estamos hablando de la asunción del poder máximo del país– comparando el país con algo tan doméstico, tan ínfimo. Y lo mismo la muy discutida imagen de la caja de herramientas.

***

EC - Hablabas del segundo discurso, de lo que ocurrió en la plaza Independencia. Allí Mujica ya fue otro, porque osciló entre las formalidades de su nuevo cargo y del protocolo, y la manera de comportarse que se conocía del Pepe, de la campaña electoral o de su vida habitual. Hubo una tensión entre los dos.

FA - Exacto, se fue soltando, literalmente. Porque empieza detrás del podio, todavía más o menos en el rol esperado, y luego ya camina más libremente por aquel enorme estrado.

EC - Incluso con una pequeña herejía: ¿cuándo se ha visto a un presidente, de cualquier país del mundo con la banda presidencial puesta y el traje abierto? Como que lo obligatorio es el traje cerrado, abotonado; en cambio Mujica lo abre y de esa manera se mueve, camina, etcétera.

FA - Exacto. ¿Qué es una metáfora? El símbolo es esa cosa, como bien dijiste, es el discurso básicamente, al inicio sobre todo, en el Palacio Legislativo hablando de las leyes –y los símbolos son leyes, las palabras significan lo que significan no porque nosotros queramos que sea así, sino porque es una convención, es colectiva, todos entendemos más o menos lo mismo–. Pero la imagen cuando va a usar esa idea de la caja de repuesto aceitada y pronta, para referirse nada menos que al vicepresidente...

EC - Vamos a recordarla.

(Audio José Mujica.)

"¿Sabés una cosa, pueblo? Cuando uno tiene 74 años es bueno tener la caja de repuesto aceitada y pronta. Por esa razón este es un gobierno de equipo que no delega responsabilidad pero que sabe que tiene que desconfiar de la biología aparte de desconfiar de las limitaciones que puede tener la soledad de nuestra cabeza. Con ustedes, Danilo".

(Fin.)

EC - Presentar al vicepresidente de la República en los actos del 1º de marzo ya era muy original, no se hace, no existe habitualmente eso, y la forma como lo presentó fue otra originalidad.

FA - Cualquier otro presidente en la situación biológica en que se encuentra José Mujica, es decir, de una edad avanzada... Se hacen bromas, la multitud le gritaba "el viejo, el viejo", obviamente con afecto, pero de todos modos está ahí esa edad. Pero qué diferencia para hablar de eso si alguien simplemente se hubiera remitido a decir "bueno, yo sé mis límites, la vida a veces nos juega malas pasadas", y ha pasado aquí, Gestido, etcétera, es fácil pensar en casos en el mundo, pero acá hay otra cosa mucho más interesante. Yo decía hoy que cada vez estamos más comunicados, pero la distancia es un enemigo, porque toda religión, cualquiera, en cualquier parte del mundo históricamente, se basa en ese contacto íntimo con las fuerzas últimas del sentido, lo que justifica todo orden, no importa de qué país, no importa de qué color. Y habría algo –eso es el carisma– interesante en lo que yo describo, que se usa mucho hoy en todo lo que se llama la telerrealidad, los nuevos documentales, que es la mirada de bastidores, es como si Mujica nos hiciera pasar, gracias a ese tono, gracias a ese "¿sabés una cosa, pueblo?", una cosa de tango. Por eso lo del Canario Luna no era una analogía cualquiera, los invito a rever en la película Hit esa entrevista que es realmente memorable con Washington "Canario" Luna donde él va teniendo esos desplantes, esa cosa de la bohemia, y también de lo uruguayo profundo. Y acá él nos lleva a bastidores porque nos acerca.

EC - El "backstage"... se usa todo el tiempo ese término en televisión.

FA - Exacto, es una demanda. Hoy no queremos más... Vos describías bien la imagen de Tabaré Vázquez como alguien de mármol, almidonado, etcétera. Justamente, yo estuve en la campaña de Estados Unidos y quería comparar.

EC - Claro, cuando alguien se comporta así inmediatamente viene la demanda por saber ¿y cómo es cuando no es así?, ¿cómo es cuando es un ser humano común y corriente?

FA - Cuando es él mismo, la demanda de lo auténtico, de poder tocar a la persona misma. Esa es la función de los bastidores o backstages, el detrás de la escena. Cuando dice de esa manera para traer al vice, pero también para hacernos recordar su finitud de esa manera tan intimista, se instala lo coloquial íntimo, y yo creo que ese es el efecto auténtico. Por ejemplo Joe McCain, en Estados Unidos, buscó también –y hay varios paralelos, fue torturado, en Hanoi Hilton– presentarse pero no conseguía ese efecto popular que es el magnetismo de José Mujica, y consiguió un personaje que es otro Pepe, Joe the Plumber –sería Pepe el Plomero–, pero hay una diferencia sustancial.

EC - Lo introduce en la campaña como un norteamericano típico que enfrenta tales y cuales dificultades con su empresa, con su trabajo, etcétera.

FA - Alguien del pueblo, porque John McCain es muy rico.

EC - Fue una pieza importante en su campaña, lo puso a correr. ¿Por qué lo recordabas?

FA - Porque ahí tenemos un artificio de marketing más que obvio, más que evidente, no hay que ser un talentoso ni analista del discurso para ver que es algo que craneó alguien, porque no hay ninguna contigüidad física entre ese Pepe Plomero, que era un sanitario, y este señor. En cambio cuando José Mujica va a introducir, rompiendo el protocolo, a este peludo de Artigas, que no lo nombra pero que lo vemos, es alguien tan ajeno a ese protocolo como la falta de corbata.

(Audio José Mujica.)

"Pero antes de eso, queridos compañeros, antes de eso yo invité a un amigo que está acá, es un viejo ‘peludo’ de Artigas criado en la frontera, huérfano de gurí, que tiene cuarenta y pico de años de militancia, que cada vez que voy Artigas paro en su rancho. De los imprescindibles de abajo, de los que nunca piden un puesto, un cargo, un acomodo, un laburo..."

(Fin.)

EC - El peludo, el cañero.

FA - Es una alusión indirecta y bastante hábil nada menos que a Raúl Sendic, el fundador del movimiento.

EC - Es una alusión al MLN, a los comienzos del movimiento tupamaro, sin mencionarlo expresamente.

FA - En un libro yo analizo detalladamente el entierro de Raúl Sendic el 8 de mayo del 89, y quien toma la palabra, la única persona que habla, el discurso fúnebre en homenaje es de un peludo que dice en un momento de la oratoria "tus peludos te recuerdan, se despiden", etcétera (*). Entonces hay una distancia abismal entre un truco de marketing –y no lo digo peyorativamente, porque las campañas están llenas de trucos de marketing– como ese de buscar esta figura popular, populista, de un sanitario, un plomero, en Estados unidos, y la convivencia, el cuerpo a cuerpo real, él dice "yo dormí en su rancho"; está lleno de chistes en las murgas y hubo alusiones en la campaña política a la "tapera" en que viviría José Mujica, la chacra. Eso no es una fabricación de marketing, ahí hay realmente una cosa de cuerpo, así como es un cuerpo que vivió el tormento –en eso sí se parece a McCain, fue torturado de una manera extrema–, y todo eso hace que cuando habla de cosas aparentemente comunes, como esa utopía con límites, ese estar en los marcos de la ley, de la Constitución, se carga de un sentido muy especial, aun si lo está diciendo con cierta formalidad, está todo el tiempo.

Yo resumiría muchos de esos efectos –hablaba de metáforas como el pan dulce para referirse a Uruguay– en que hay un verdadero canto de amor a lo pequeño, y ahí se instala en la mejor tradición uruguaya general, que es la medianía, la mesocracia. En un momento dice "todo el Uruguay es una pequeña empresa", dice "una señora me dijo", etcétera. En el Conrad ya había hecho algo así, una especie de canto de amor, hay una cosa muy afectiva hacia Uruguay, dice "vengan, quiérannos" en el Conrad, y acá vuelve. Ya empieza temprano, con ese "mi querida Lucía" que parece pequeño y modesto pero no lo es, como no lo es cuando les dice "hace falta el cara a cara, el cuerpo a cuerpo" a todos los dignatarios, no solo latinoamericanos, en el Palacio, está celebrando lo que llamo lo indicial. Yo diría, parafraseando una famosa frase filosófica: "siento, luego entiendo". Eso resume toda la propuesta de ese ceremonial, de ese ritual tan anómalo.

EC - De algún modo estás diciendo, con otras palabras, o quizás permitiendo concluir, que una de las razones del éxito de Mujica, de su popularidad, de su penetración en sectores amplios de la población, viene por el lado de que él en sí mismo satisface esa demanda que está instalada por conocer el backstage, él es al mismo tiempo el escenario y el backstage, el político y el ser humano de todos los días que vive en rincón del Cerro.

FA - Y que se olvida del celular al salir. Es lo contrario a esa pared que rodea la intimidad del poderoso y que solo nos permite ver la fachada, los momentos perfectos.

EC - Es interesante el punto, porque quizás para muchos es obvio pero tal vez no haya sido planteado en estos términos. Con otros dirigentes políticos quizás la población está buscando por distintos lados que en algún lugar le muestren cómo son cuando no están en el cargo, cuando llegan a su casa, cuando se encuentran con sus amigos. Pero esa curiosidad permanente muchas veces se frustra porque hay quienes ponen una barrera infranqueable. En cambio con Mujica esa barrera no existe, él va entrando y saliendo de los dos personajes.

FA - Yo diría que la épica de la violencia a la cual él y sus colegas renuncian ha sido sustituida por otra épica de la que no nos damos cuenta fácilmente, que es la épica de lo cotidiano, de lo común. Por eso el traer a ese amigo, no trae un estadista, podría haber traído a un famoso escritor, "y este que es Fulano de tal, que ha ganado tal premio", trae a un tipo absolutamente común, además del hecho de la referencia a la fundación del MLN, así como esas metáforas de la caja de repuestos, el pan dulce. Todo eso fomenta y fundamenta el cuerpo a cuerpo, y eso produce el encuentro carismático, porque el carisma ¿qué es? Cuando él habla dice "pertenecemos a una generación de la cual quedan algunas reliquias –cómo habla de sí mismo y de sus compañeros–, desesperados de amor por las tragedias del pueblo". Es la renuncia a esa epopeya de sangre, de violencia, del cambio ya, la revolución, por esta otra –en Canadá, donde vivo ahora, se habla de la revolución pacífica de Québec– revolución pacífica, porque toda comunidad necesita imaginarse, y creo que esos discursos de ese día y todos los que antecedieron y le permitieron la victoria, le permiten –y no es poca cosa, no sabemos cómo le va a ir luego, ojalá le vaya bien por Uruguay, por todos– a una nación volverse a imaginar.

Fijate lo que pasó con Obama, con esa campaña basada en la esperanza, en ese "podemos". Hay un clip increíble en el que un grupo, los Black Eyes Peas, canta un discurso de Obama, hace lo imposible, ¿cómo vas a cantar la cosa más aburrida del mundo, el racionalismo puro –y estoy hablando de un gran orador, Barack Obama no es cualquier orador–? Pero lo cantan, le ponen música y van alternando. Creo que tenemos una versión local de ese efecto Obama, tenemos a Mujica, que nos lleva a los bastidores del afecto, de lo corporal, de esa cosa intimista, no solo narrada, como marketing –el caso de McCain y Sarah Palin, o su plomero Pepe–, sino que acá hay un estar muy cerca de la tierra. Y habla del cielo varias veces.

EC - Quizás ahora al ser presidente de la República y al haber aceptado las formalidades del cargo, empezando por los trajes que desde el año pasado usa, puede satisfacer mucho más esa demanda, porque el contraste dentro de él mismo es mayor todavía.

FA - Exacto, es la utopía con límites.

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(*)  "Raúl, tú no has muerto. ¡Seguirás vivo en cada peludo, en cada explotado, en cada madre que sufre, en cada madre que nazca! ¡Compañero Raúl, hasta siempre!" (extraído del libro Signos Reales del Uruguay Imaginario, (F. Andacht, 1991)

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Transcripción: María Lila Ltaif