Entrevistas

Caetano: "Lo que no es admisible en un país no puede ser admisible en otro"

Caetano: "Lo que no es admisible en un país no puede ser admisible en otro"

La situación generada a raíz de la muerte por huelga de hambre del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo tuvo variadas repercusiones en Uruguay. El doctor Gerardo Caetano, firmante junto a otros intelectuales de izquierda de una carta en la que se condena la situación de los Derechos Humanos en la isla caribeña, expresó que dicha misiva surgió "por una indignación compartida" y por la necesidad de "decir lo que uno piensa cuando aquellos que deberían decirlo no lo dicen o, peor aún, dicen cosas que no podemos suscribir en modo alguno". El historiador fue particularmente duro con las declaraciones publicadas por el Frente Amplio y el PIT-CNT con respecto a este tema: "La contrariedad, pero además la desazón. Quien [las observe] no solamente no puede sentirse representado sino que debe sentirse invadido por un sentimiento de rebeldía", concluyó.


(emitido a las 8.40 Hs.)

EMILIANO COTELO:
"No callar". Ese es el título con el cual se presenta una carta firmada por intelectuales de izquierda que se pronuncian de manera crítica a propósito del momento actual que vive la revolución cubana.

La carta está firmada por Alma Espino, Álvaro Díaz Maynard, Carlos González, Gerardo Caetano, Jack Couriel, José Manuel Quijano, Judith Sutz, Mario Wschebor.

Ayer en el Parlamento los diputados del Frente Amplio (FA) no asistieron a la comisión de Asuntos Internacionales, donde se iba a tratar por cuarta vez en pocas semanas una declaración de condena a Cuba por la muerte del disidente Orlando Zapata. De este modo la comisión se quedó sin quórum en la primera reunión de esta legislatura, destaca hoy la crónica de El País.

Uno de los tres diputados del FA en la comisión, José Carlos Mahía, de Asamblea Uruguay, avisó que no concurriría porque se encuentra en una reunión internacional de la OIT y aún no tiene suplente. Los otros dos diputados son Rubén Martínez Huelmo, del Espacio 609, y la socialista María Elena Laurnaga.

"¿Para qué vamos a ir a perder 3 a 2? ¿Sólo porque se le ocurre a Trobo?", preguntó Martínez Huelmo ante la consulta de los periodistas. "Parece que algunos compañeros están apurados, vamos a ir a la comisión cuando esté todo el equipo pronto", agregó.

Con ese debate trunco a nivel parlamentario como telón de fondo, comenzó a a circular ayer esta carta que publicó el matutino La Diaria:

"Cuba ha tenido una influencia capital sobre la política regional de los últimos cincuenta años. Más gravitante en las primeras tres décadas de su existencia y en franco declive en las dos siguientes. Fue motor de rebeldía, de reclamo ante las injusticias, de oposición a los atropellos imperiales, de impulso a políticas de fuerte impacto social y logros sustantivos en áreas claves, como la salud, y de una vitalidad política para aprobar y descalificar como, posiblemente, no haya habido otra en la media centuria transcurrida.

Varias generaciones estuvieron bajo la influencia de la revolución cubana en lo bueno, y también en lo malo. Por ejemplo, en relación con lo malo: en la imposición del partido único, excluyente de otras opiniones y cuyos mandatos y descripciones de la realidad operan como dogmas; en la equivocada percepción de la negociación multipartidaria, que es la esencia de la buena política, como algo despreciable; en el desconocimiento de derechos fundamentales que imperan, con más o menos imperfecciones, en muchas de las naciones del mundo cuyos pueblos han podido avanzar en las últimas décadas; y en el encarcelamiento de personas con coraje, que se han atrevido y se atreven a reclamar y se proponen ejercer sus derechos básicos de reunión, de asociación, de opinión y de desplazamiento.

Desde el mea culpa público de Heberto Padilla, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1971 (después de unas semanas en la cárcel por haberse atrevido a escribir un libro con el sugestivo titulo En mi jardín pastan los héroes), hasta el mea culpa público más reciente de los altos funcionarios desplazados por ‘indignos’, según palabras de Fidel Castro, el gobierno cubano ha perseverado en hábitos marcadamente estalinistas, que ni siquiera estaban en vigencia en las últimas décadas de la Unión Soviética. Y cuando no hay mea culpa, y los ciudadanos con dignidad se plantan en sus trece -como ocurrió, por ejemplo, en 2003 con escritores, periodistas o simples vecinos que por medios pacíficos solicitaban cambios en la situación vigente-, las condenas a prisión son severísimas y las descalificaciones (‘gusanos’, ‘traidores’, ‘aliados del imperialismo’) son humillantes.

El contexto de los acontecimientos del presente se compone también por una larga historia de atropellos de EEUU a la isla del Caribe y a la región. Desde la enmienda ‘Plat’, la base de Guantánamo, la invasión en Playa Girón y los intentos de asesinato a Fidel Castro, hasta el persistente embargo, sin olvidar la responsabilidad de los golpes de Estado que asolaron a la región.

Pero el contexto actual también se integra por la construcción sistemática de dictadura pregonada como una forma más perfecta de ‘democracia’, por la alta concentración de poder simuladamente compartido con algunos correligionarios y verdaderamente absoluto para el ‘jefe máximo’, y por las penas draconianas a los ciudadanos llamados "conflictivos", que se atreven a disentir. Y resulta demasiado simple, y hasta de mala fe, justificar el atropello cotidiano de los legítimos derechos del ‘conflictivo’ con la mención del bloqueo del imperialismo.

Preso y con prolongada condena, un ‘conflictivo’, a quien el gobierno cubano califica de ‘delincuente común’ (algo sabemos de estas denominaciones desde el poder quienes vivimos las dictaduras de la seguridad nacional en el Cono Sur), hasta hace poco tiempo desconocido, se ha convertido en el más eficaz cuestionador del poder establecido. En efecto, Orlando Zapata Tamayo, un simple ciudadano con ideas propias, preso de conciencia según Amnistía Internacional (¿cuántas veces recurrimos a ella los uruguayos en los años de la dictadura?), estuvo tan dispuesto a no doblegarse que se dejó morir de hambre. No fue, por cierto, un hecho aislado, porque la posta la tomó otro ‘conflictivo’ que va en camino de correr la misma suerte.

Treinta años atrás, refiriéndose a la huelga de hambre hasta la muerte realizada por los presos irlandeses en cárceles británicas, Fidel Castro pronunció las siguientes palabras en la Unión Interparlamentaria Mundial: ‘La tozudez, la intransigencia, la crueldad, la insensibilidad ante la comunidad internacional del gobierno británico frente al problema de los patriotas irlandeses en huelga de hambre hasta la muerte recuerdan a Torquemada y la barbarie de la Inquisición en plena Edad Media.

¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas tras 60 días de huelga de hambre! Al lado de este ejemplo, ¿qué fueron los tres días de Cristo en el calvario, símbolo durante siglos del sacrificio humano? ¡Es hora de poner fin, mediante la denuncia y la presión de la comunidad mundial, a esa repugnante atrocidad!’.

Al gobierno cubano le complacieron tanto esas palabras de Fidel Castro que las trasladó al bronce y aún están en la Plaza Víctor Hugo de La Habana. Porque, en verdad, tal como señaló Castro cuando el dardo se dirigía para otro lado, ¡cuánto de humanidad y de coraje hay en un calvario semejante, y cuánto de atrocidad vivida se oculta detrás de un ser humano capaz de llevar la huelga de hambre hasta las últimas consecuencias!

Este drama cubano y esta prolongadísima agonía -tanto de los 'conflictivos' que no se someten como del propio régimen que los reprime- tienen que encontrar un camino dentro de los cauces de la civilización. Sin entrometerse en los problemas de los demás, sin violentar el principio de no intervención, todo cuanto se pueda hacer, desde los otros países de América Latina, para contribuir a una solución pacífica, democrática y respetuosa de los derechos humanos, centralmente cubana además, debe ser bienvenido. Y entre los primeros pasos, nos parece, se encuentra uno que a quienes siempre nos hemos sentido hermanados con la suerte del pueblo cubano y respiramos en la izquierda nos resulta imperativo dar: no callar ante las repugnantes atrocidades y ponerse del lado de quienes, sin más armas que su cuerpo, reclaman legítimamente sus derechos".

Estamos con el doctor Gerardo Caetano, historiador y politólogo, uno de los firmantes de esta carta junto a otros intelectuales de izquierda.

¿Cómo es que ustedes llegan en este grupo de firmantes a la decisión de sacar esta carta?

GERARDO CAETANO:
Yo creo que la carta lo expresa; por un imperativo que antes que nada es ético, por una indignación compartida y tal vez por la necesidad contra una pulsión de comodidad, de evitar malos entendidos, de evitar situaciones que pueden ser complejas, de decir lo que uno piensa cuando aquellos que deberían decirlo no lo dicen o, peor aún, dicen cosas que no podemos suscribir en modo alguno.

EC – ¿A quién alude usted cuando dice "aquellos que deberían decirlo no lo dicen"?

GC – Aludo a quienes en una sociedad democrática invisten la representación legítima de los ciudadanos. A los partidos políticos por ejemplo...

EC - ¿...En otras palabras lo que usted está diciendo es que detrás de esta carta está la insatisfacción de ustedes con la forma como la dirigencia del FA está manejando este tema?

GC – Por supuesto. La contrariedad, pero además la desazón. Quien observe la declaración de la Mesa Política del FA el lunes o incluso quien observe la declaración del PIT-CNT un día después, más allá de su procedencia política, partidaria, ideológica, y en particular si se siente un ciudadano con sensibilidad de izquierda, no solamente no puede sentirse representado sino que debe sentirse invadido por un sentimiento de rebeldía.

EC – Ustedes deciden escribir esta carta y entonces poner el acento en que la izquierda, más allá de su solidaridad con Cuba, tiene que marcar, denunciar lo que son hoy sus problemas, sus deformaciones. Ustedes hablan en términos muy severos, hablan de "prácticas estalinistas que ni siquiera en la propia Unión Soviética llegaron a desarrollarse".

GC – En la Unión Soviética de las últimas décadas, porque obviamente cuando referimos a prácticas estalinistas hablamos de lo que la Unión Soviética fue desde los años 20 hasta los años 50. Luego esas prácticas estalinistas persistieron en muchos aspectos pero en las últimas décadas decayeron, porque en definitiva Gorbachov, la Perestroika, la Glasnost, son también la expresión de la agonía de un régimen que en la década de los 80 encontró una figura que buscaba una alternativa, que fracasó. Pero la era gorbachoviana también es la expresión de un régimen que agonizaba desde sus propias contradicciones y que más que ser derrotado implosionó, eso es lo que ocurrió con la Unión Soviética a fines de los 80 y en el año 91 cuando que dejó de existir.

Durante décadas muchos ciudadanos de este país y de otros países del mundo concurrieron a la Unión Soviética, vieron lo que allí ocurría y sin embargo retornaron y plantearon una descripción que, con la perspectiva que da la historia, ya más de 20 años después de la caída del muro de Berlín, es incomprensible. Esto no se puede volver a repetir, la historia genera aprendizajes.

Lo que no es admisible en un país no puede ser admisible en otro. A nosotros, que vivimos la dictadura y que vimos cómo a presos de conciencia se les llamaba presos comunes, delincuentes comunes, nos resulta realmente inadmisible que a un preso de conciencia se le califique así, incluso en declaraciones públicas realizadas por la dirigencia de una central sindical que representa a todos los trabajadores, que me representa a mí, que representa a muchos otros que obviamente no compartimos la calificación de un preso de conciencia como Orlando Zapata Tamayo como "delincuente común".

Entonces ya estábamos conversando sobre la necesidad de decir algo público; el arma del ciudadano, del ciudadano común como somos nosotros que no estamos integrados a ningún colectivo político-partidario pero que nos sentimos copartícipes de la reflexión de una ciudadanía y de la necesidad de defender ciertos valores.

EC – Ustedes para empezar reclaman "no callar ante las repugnantes atrocidades y ponerse del lado de quienes sin más armas que su cuerpo reclaman legítimamente sus derechos". O sea, en este momento en concreto se ponen del lado del "conflictivo" que viene desarrollando su huelga de hambre después de la muerte de Zapata Tamayo.

GC – Claro, porque no es solamente Orlando Zapata Tamayo ni quienes lo han sustituido en la expresión de una metodología no violenta como es la huelga de hambre. Son también las Damas de Blanco, a quienes estamos viendo día tras día siendo insólitamente reprimidas e impedidas de recorrer las calles de La Habana para protestar por la prisión política de sus esposos, de sus hijos, de sus padres.

Son una parte muy importante del pueblo cubano, que no vive en Miami por cierto sino que vive dentro de Cuba, y que tiene cercenados Derechos Humanos fundamentales que nosotros reclamamos para nuestra sociedad y reclamamos para todas las sociedades.

EC – ¿Qué impacto esperan que tenga esta carta o cuál ha tenido desde el momento que comenzó a difundirse?

GC – El impacto que puede buscar un ciudadano común: ayudar a reflexionar, generar un debate cívico.

EC – ¿Tuvieron reacciones desde la dirigencia del FA?

GC – No, y además no es ese el objetivo. Nosotros apuntamos a otros ciudadanos, apuntamos a otros ciudadanos procedentes de todas las perspectivas ideológicas o partidarias. Esto no es un tema de izquierda o derecha. Nosotros allí señalamos nuestra procedencia de izquierda para establecer algo que nos parece absolutamente legítimo, decir desde dónde hablamos; creo que todo texto necesita saber desde dónde se lo escribe o se lo pronuncia. Nosotros lo escribimos desde un lugar muy concreto, ahí decimos que lo hacemos hermanados desde hace muchísimo tiempo con la suerte del pueblo cubano y respirando en la izquierda, que es una definición político-ideológica pero también es una definición que refiere a un conjunto de valores. No se necesita ser de izquierda o de derecha para concretar definiciones claras respecto a lo que está pasando en Cuba o a lo que ha pasado cuando se violan Derechos Humanos en cualquier lugar del planeta.


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Otros antecedentes:

"Quien calla, otorga" - Columna de Marcelo Estefanell en el portal 180

Documento: Declaración del PCU sobre la muerte de Orlando Zapata Tamayo en Cuba (18/03/2010)