Análisis Político

Los 80 primeros días de la administración Mujica Cordano

Análisis político de Oscar A. Bottinelli


(emitido a las 8.35 Hs.)

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Con el tema "Los 80 primeros días de la administración Mujica Cordano", recibimos al politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum, para hacer un pequeño balance de este tiempo transcurrido.


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OSCAR A. BOTTINELLI:
No sé por qué se ha fijado casi como un estándar –debe ser por lo lindo del número– el análisis de los 100 primeros días, estamos en los cuatro quintos de los 100 primeros días. Además, se dice que lo que no se impulsó en esos primeros 100 días rara vez camine a buena velocidad. Es un dicho que podría discutirse pero que tiene bastante asidero en lo nacional y en lo comparativo.

Tenemos una situación como se dio en 1999-2000: dos gobiernos sucesivos del mismo partido. En realidad tiene una parte de continuación y una parte fuerte de cambios y a veces de tensión. Porque en un país que no hay reelección presidencial el cambio de presidente no necesariamente es producto de la voluntad de retiro definitivo del anterior sino que puede ser un impasse del anterior. Y aunque pueda ser un retiro del cargo de gobierno y de expectativas de retorno a cargo de gobierno no necesariamente es retiro de liderazgo.

Recordemos que sobre eso hicimos un análisis aquí cuando Mujica a fines de 2008 desafió la unción de la candidatura Astori. En realidad no sólo desafió a Astori como candidato presidencial sino que hizo un desafío al liderazgo de Tabaré Vázquez que generó tensiones, algunas réplicas y contrajuegos en el correr de la campaña electoral. Eso queda presente en la instalación de un nuevo gobierno y siempre produce algún tipo de rechines en el algún lado.

Y además no sólo hay cambios como que Vázquez era más bien líder del conjunto del Frente Amplio (FA) aunque luego fue volcándose a liderar un determinado tipo de concepción del FA y Mujica claramente surge de otro lado del FA. Además de orígenes políticos hay diferencias muy fuertes de estilos personales, lo que puede llamarse el estilo Tabaré y el estilo Pepe.

Y hay algunos rasgos salientes de este nuevo estilo desde la elección, remarcados en la asunción y presentes en los 80 días, en que se combinan los elementos de estilo con los elementos de fondo, de cambio de procedimientos o actitudes. Sin duda la consensualidad, la búsqueda del consenso global en el sistema político, aparece como un elemento fuerte, como contrario a una línea más bien de confrontación que fue la constante de Tabaré Vázquez y de darle muy poco espacio a la participación de la oposición, aún en el diálogo para la búsqueda de soluciones a problemas.

El símbolo mayor de esta búsqueda de consensualidad, el que va a quedar plasmado durante todo el período, es la presencia de la oposición en los directorios de los entes autónomos y servicios descentralizados, en las empresas y distintos servicios que actúan de manera relativamente autónoma del Poder Ejecutivo.

Pero lo más relevante de esta presencia de la oposición es que es la segunda vez que va a ocurrir en los últimos 43 años; es decir, durante toda la vigencia de la Constitución de 1967. El primer caso, que fue excepcional en la vida del país, fue cuando la restauración institucional, en que todo el sistema político estuvo presente en la administración autónoma y descentralizada como producto de esa concertación que buscaba consolidar la restauración democrática en la transición institucional.

Esta es la segunda vez. Siempre los entes autónomos estuvieron íntegramente compuestos por personas pertenecientes a los grupos políticos de la coalición de gobierno o del partido de gobierno, fueran uno o fueran dos. Y hay un error cuando se dice que nunca se había excluido a las minorías; la oposición siempre fue excluida, salvo en ese período del 85-90.

Y además esta consensualidad da paso a haber destrabado la renovación de la Corte Electoral y el Tribunal de Cuentas, que ocurrirá en las próximas semanas, y que se realiza con al menos de ocho a diez años de retraso. Estos organismos fueron designados hacia fines de 1996, normalmente deben renovarse cada cinco años aunque no tiene por qué coincidir con los cambios de gobierno estrictamente.

También se ha creado un "estado de espíritu" del gobierno; es decir, buscar en general que las medidas que tome y que los pasos que da no ahonden diferencias sino que busquen encuentros. Por eso se ha hablado muy manidamente de la "luna de miel", por lo menos de algo medio empalagoso en toda esta relación.

Hay algunos detalles: la interpelación de Lacalle al ministro de Economía, que al final nadie sabe si fue interpelación desde el punto de vista sustantivo porque al final fue quién acordaba más con el otro y todos entre sí, y el ministro sale respaldado por la totalidad del Senado; la construcción de cárceles, que el ministro Bonomi va avanzando en un diálogo permanente con referentes de los otros partidos, que van acordando las distintas soluciones; en materia de seguridad otras medidas pero por ejemplo, como un dato puntual, el juicio positivo concordante en líneas generales que hubo del sistema político sobre el operativo policial ante los hechos del martes a consecuencia de la definición del Campeonato Uruguayo; luego está también el acuerdo multipartidario en materia energética, que se acaba de celebrar, donde aparece como un elemento clave de decisión la apuesta al carbón y quedaría planteado como un elemento de debate la apuesta o no a la energía nuclear.

Y luego hay una diferencia de estilos. Por un lado está el estilo fuerte de Tabaré Vázquez, cuyo mensaje quedó constituido primero por delegar completamente, un hombre que les dejaba a los ministros un campo libre muy grande, cosa que ahora no ocurre; el resolver en última instancia, él en solitario y sin apelación, con un mecanismo fuerte de ejercicio de autoridad, que además se completó por elementos gestuales que en conjunto se definen como un estilo mayestático, imperial.

Y esto quedó contrapuesto con la búsqueda de un mensaje no sé si de decisión colectiva pero por lo menos donde el presidente está más encima de los ministros pero además se debaten un poco más las decisiones. Hay que ver cuánto hay de sustancia, cuánto de forma en todo esto, y un estilo más humilde que presenta el presidente de la República que puede catalogarse como un estilo más republicano. Aunque, a contrasentido a todo esto, la actitud de habilitar la designación de Kirchner no fue ni conversada ni se buscaron consensos, y fue claramente una decisión en solitario en que el presidente hizo la asunción personal de la decisión y de los costos que eventualmente pudieran a haber.


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JAE – Entonces, teniendo claro estos dos estilos que tú marcabas –el estilo Tabaré y el estilo Pepe– te pregunto cuáles son los riesgos que aparecen en estos primeros 80 días hablando ya de la gestión y del gobierno de Mujica.

OAB – Primero, de lo anterior dimos algunas pinceladas, no es un balance exhaustivo, y de esto último también fueron algunas enumeraciones, a cuenta de que esto daría para mucho mayor cantidad.

Conviene enumerar varios. Sin duda el más significativo que aparece como problema o riesgo fue la derrota electoral del oficialismo el 9 de mayo. En el mundo entero, cuando hay elecciones intermedias –intermedias se dice entre una elección política nacional y otra, sea de lo que sea, incluso plebiscitos, referéndum–, se considera que el gobierno sale fortalecido, empata, o pierde. No es solamente decir que al oficialismo le fue mal en la parte de administrar departamentos, provincias, o lo que fuera. Los análisis son políticos y no hay duda que el oficialismo tuvo un gran retroceso en votos, de alrededor de 180.000 votos, y perdió la mitad de las intendencias que tenía, ganó una más pero pasó de ocho a cinco y perdió dos de alta importancia como Salto y Paysandú. Esto es un golpe al gobierno y a ese gran optimismo que se estaba dando en el FA, en el oficialismo, incluso sin haber advertido demasiado que la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados se logró en el anca de un piojo.

Esto es algo sobre lo que sin duda el oficialismo tiene que reflexionar mucho, y no se ven  reflexiones demasiado profundas. Se ven reflexiones demasiado puntuales buscando explicaciones laterales y no yendo a lo central: qué le está pasando al FA con la ciudadanía que está perdiendo sintonía desde hace cinco años.

Segundo, un riesgo que no es novedad: hay una sobre exposición mediática del presidente de la República. En estos días parecería que la empezara a dosificar, otras veces pareció lo mismo y reapareció la sobre exposición. Un presidente de la República que habla tanto es un presidente de la República que queda sometido al desgaste que implica el decir demasiadas palabras.

Tercero, se está notando una dificultad en aterrizar planes, algunos considerados como la prioridad del nuevo gobierno o como de eminente realización. Se está esperando qué pasa con la vivienda, qué pasa con la reforma del Estado, está diluida la creación del Ministerio de Gobierno al cual se le dio una importancia muy grande, incluso hasta en un plano que no implicaba necesariamente un ministerio sino un ministro que iba medio a coordinar el gobierno por un lado y a ser el portavoz por otro, lo que iba a ayudar a mitigar esa sobre exposición del presidente y a tratar de evitarla.

Quizás en el ministerio del Interior y en el de Economía es donde se ve con mucho más claridad el aterrizaje de los planes. En Economía no es para quitar méritos pero en definitiva es el mismo equipo económico que ya viene en rodaje desde el gobierno anterior.

JAE – O sea que por un lado tu dirías: derrota electoral del oficialismo, sobre exposición del presidente, este aspecto de dificultad de aterrizar planes. ¿Qué otros elementos destacarías?

OAB – Después aparece como un riesgo, una advertencia: que está consensualidad tan fuerte en el sistema político claramente no aparece en los empresarios. Globalmente no se da en el plano laboral, fue clara la exposición de las tres principales cámaras –Industria, Comercio y Mercantil de Productos del País– el miércoles en ADM. Y especialmente en los industriales –aquí puede haber algunos matices– no hay ninguna consensualidad con la política cambiaria, donde expresamente advierten sobre los efectos de lo que consideran atraso cambiario.

Luego está el tema de las relaciones con Argentina, que comenzaron con una muy buena relación personal entre la presidente Cristina Fernández de Kirchner y el presidente José Mujica. Eso dio lugar a la habilitación uruguaya a que el ex presidente Néstor Kirchner fuera designado secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). En su momento hicimos un análisis largo sobre esto, provocó reacciones muy tibias, que claramente fueron tibias por el clima consensual, pero marcaron cierta molestia de la oposición uruguaya particularmente del Partido Nacional (PN) y del Partido Colorado (PC); una reacción fuerte de la oposición argentina, declaraciones no muy buenas sobre el presidente uruguayo; el ex presidente Sanguinetti sobre todo en un artículo en el diario La Nación, antes en algunas declaraciones a medios uruguayos, había calificado el paso dado por Mujica como una "ingenuidad". Y efectivamente lo que se observa a dos, tres semanas de ocurrida la habilitación de Kirchner es la no correspondencia a este paso del gobierno argentino. Es decir, el corte del puente sigue; hay un planteo de monitoreo no sobre el Río Uruguay sino al interior de la planta de UPM (ex Botnia); no se ha avanzado en el dragado del canal Martín García que es muy importante para mejorar la navegabilidad del Río Uruguay; hay problemas con el trasbordo de cargas que van de Argentina a Brasil por el puerto de Montevideo; y además un problema que es general, no es contra Uruguay pero también golpea a Uruguay, que es este freno –que luego la presidente dice que no es tal pero por otro lado parece que sí– a la importación de alimentos, es decir a la exportación de alimentos hacia Argentina.

Y golpea mucho en esto del puente que justamente la semana pasada hubo una media docena de piquetes que bloquearon la capital federal y se pudo ver que alguno fue disuelto en 30 minutos, y el que demoró más en disolverse duró 6 horas. El bloqueo del puente internacional lleva más de 42 meses continuados lo cual está determinando claramente, por si quedaban dudas, que los piquetes continúan o no según haya voluntad política del gobierno, y el que el piquete continúe es un desgaste para el presidente Mujica.

Y esto generó además el primer mensaje público que se dio a la ciudadanía de un distanciamiento, por lo menos una asintonía, entre el actual presidente Mujica y el anterior presidente Vázquez. Y en líneas generales uno diría que quizás la política exterior está apareciendo como el talón de Aquiles, el elemento más débil, de manejo de este gobierno. El presidente además no tiene lo que tuvo Batlle, que también era muy dado a gestos personales muy fuertes, que tuvo el contrapeso de la figura de Didier Opertti, que mantenía una línea muy clásica en la política exterior del país. Ahora parecería que está faltando en el entorno del gobierno alguna figura o algún elenco de ese peso que pueda contrabalancear estos pasos más personales del presidente.


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JAE – Nos quedamos por acá, ¿nos reencontramos el viernes?

OAB – Sí, pero anunciemos que, después de casi 18 años, el viernes que viene llegan a su fin nuestros análisis semanales en radio El Espectador. Nuestra labor personal de análisis político en el Grupo El Espectador va a continuar por escrito, una vez al mes en Espectador.com. Además, aquí en el programa En Perspectiva Factum va a continuar también una vez al mes con la divulgación y análisis de encuestas de opinión pública, es decir la Encuesta Nacional Factum. Y por supuesto nosotros vamos a continuar el análisis político con la columna dominical en el diario El Observador y con la participación en seminarios, entrevistas, etcétera.

El próximo viernes entonces, como despedida de un ciclo que se inició el 1º de octubre de 1992, vamos a hacer un análisis comparativo de cómo estaban los principales elementos del Uruguay de 1992 y del Uruguay de 2010.


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