Una noticia tan buena...
Por Emiliano Cotelo
(emitido a las 07.00 Hs.)
Es una noticia tan buena, que todavía cuesta creerla.
Uruguay y Argentina acaban de poner fin a un conflicto, el de las plantas de celulosa, que nos tenía distraídos y amargados desde hace siete años.
El primer jalón importante fue, en abril, el fallo de la Corte Internacional de La Haya. Pero quedaba pendiente el acuerdo bilateral en torno al monitoreo conjunto del impacto ambiental de la fábrica que ahora pertenece a UPM. A principios de junio, hubo un avance trascendente cuando se reunieron Cristina Fernández y José Mujica en la Estancia de Anchorena y pusieron en marcha las nuevas negociaciones, después de lo cual la Asamblea de Gualeguaychú levantó temporalmente el corte del puente Fray Bentos - Puerto Unzué. Pero, francamente, yo temí que la cosa volviera a empantanarse, a partir de la aspiración de la Casa Rosada, radicalizada por los asambleístas, de que el control tenía que incluir el ingreso a la propia planta.
Y, efectivamente, las conversaciones entre los cancilleres se fueron complicando con el correr de los contactos.
¿Hasta qué punto el reclamo argentino de ingresar a UPM afectaba la soberanía uruguaya? Entre los técnicos argentinos que entraran a la planta, ¿habría militantes de Gualeguaychú? ¿Ese ingreso sería puntual, en determinadas circunstancias, o algo permanente?
Esta semana, cuando llegábamos ya al plazo de 60 días fijado en Anchorena, Mujica decidió asumir el riesgo y pidió un nuevo encuentro mano a mano con Cristina Fernández. Y la jugada salió bien.
Ese texto tan conciso que se divulgó ayer en Buenos Aires implica no sólo el fin del conflicto. Además trae un salto cualitativo en la preservación del medio ambiente en el río Uruguay y sus costas. Un grupo integrado por cuatro científicos, dos y dos, podrá hacer los controles entrando a la planta de UPM, sí, pero además podrá hacer lo mismo en todos los emprendimientos agrícolas e industriales ubicados a un lado y el otro del río. Todos sabemos cuánta contaminación sufre el río Uruguay, desde hace años, debido a actividades productivas de los dos lados, pero mayoritariamente concentradas en territorio argentino. Sin embargo, no había un diagnóstico compartido de esa situación. Ahora habrá.
Y eso, más tarde o más temprano, se traducirá en un río Uruguay más limpio y saludable. Algo que hace muy poco tiempo ni siquiera estaba en el horizonte.
Ojalá, además, el entendimiento de ayer permita encarar y resolver otros asuntos pendientes de la agenda bilateral, muchos de ellos muy importantes para Uruguay, que desde hace mucho tiempo estaban trancados y atados al caso Botnia.
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