Entrevistas

Diego Fischer: "De José Batlle y Ordóñez no se puede decir nada"

Diego Fischer: "De José Batlle y Ordóñez no se puede decir nada"

El periodista Diego Fischer publicó el libro Qué tupé. Batlle-Beltrán, ¿duelo o asesinato?. El texto despertó una discusión que se mantuvo apagada durante 90 años. La narración de la muerte del nacionalista Washington Beltrán, tras enfrentarse en un duelo de pistola con el ex presidente José Batlle y Ordóñez, revivió una histórica polémica entre blancos y colorados. Entrevistado por En Perspectiva el escritor señaló que los críticos de su obra "se concentran en exclusivo en el subtítulo y en un aspecto del episodio del duelo". Agregó: "No tengo la certeza de que haya sido un duelo en el sentido tradicional, y tampoco de que haya sido un asesinato".


(emitido a las 08.48 Hs.)

EMILIANO COTELO:
El 2 de abril de 1920 ocurrió un hecho que estremeció a la sociedad uruguaya y marcó un nuevo jalón en los enfrentamientos entre blancos y colorados: el joven diputado nacionalista Washington Beltrán murió al enfrentarse en un duelo de pistola con el ex presidente José Batlle y Ordóñez, quien entonces tenía 64 años.

Noventa años pasaron desde aquel episodio, y poco se habló de él, hasta el mes pasado cuando se publicó un libro que provocó una discusión apasionada y durísima.

Ese libro es: "Qué tupé. Batlle-Beltrán, ¿duelo o asesinato?", del periodista y escritor Diego Fischer. Se trata de una investigación novelada que ofendió a muchos colorados por la imagen que deja de "don Pepe" Batlle, considerado la principal figura de esa colectividad.

La inclusión de la palabra "asesinato" en el título y el tipo de fuentes documentales en las que se basó el autor dieron pie a una avalancha de cuestionamientos. La primera reacción vino de Correo de los Viernes, en el que el sector del ex presidente Julio María Sanguinetti dijo que el texto está inspirado en el "rencor", que "carece de solidez", tiene "fines propagandísticos" y constituye un "acto difamatorio".

Luego, buena parte de la controversia se instaló en el semanario Búsqueda a partir de un artículo de Marcos Cantera Carlomagno con una entrevista al propio Diego Fischer. Cinco semanas de cartas de los lectores, sobre todo en contra y algunas a favor.

Es momento de conversar con Diego Fischer sobre su libro "Qué tupé. Batlle-Beltrán, ¿duelo o asesinato?".

¿Por qué te decidiste a publicar un libro sobre este episodio de hace 90 años?, ¿porque se cumplían 90 años?

DIEGO FISCHER:
No, la fecha coincidió. Este es un libro que venía pensando desde hacía más de 10 años.

Vivía aún el doctor Washington Beltrán Mullin cuando fui a plantearle mi interés en el duelo que terminó con la vida de su padre. Fue una larga charla en la que más que nada escuché al doctor Beltrán, una personalidad muy importante. Era un placer escucharlo, con fuente de sabiduría. Quienes lo seguían a través de sus editoriales y sus artículos en El País recordarán lo que era el doctor Beltrán escribiendo e invitando a la reflexión.

Sobre el final de ese encuentro, en su despacho del tercer piso del diario El País, le planteé al doctor Beltrán cuál era mi interés. Le dije: "Doctor, quiero escribir sobre el duelo". Se hizo un silencio que para mí duró una eternidad, habrán sido varios segundos nada más, pero en esos segundos la mirada del doctor Beltrán se perdió, y sus ojos –esos ojos claros que tenía– se llenaron de lágrimas. Lágrimas que estaba reprimiendo. Me dijo: "Déjemelo pensar. Yo lo llamo". Me retiré del despacho y mientras iba caminando hacia el ascensor ya estaba absolutamente convencido de que el doctor Washington Beltrán nunca me iba a llamar para conversar y escribir "Qué tupé". Así sucedió; al año y medio falleció.

Me encaminé en otras investigaciones, y cuando terminé "Al encuentro de las Tres Marías" pensé que era buen momento para retomar el proyecto "Qué tupé".

EC - El proyecto "Al encuentro de las Tres Marías" incluyó un libro y una obra de teatro a propósito de la vida de Juana de Ibarbourou.

DF - Así es. Entonces le planteé el tema al doctor Enrique Beltrán, actual codirector consultante del diario El País, un hombre que tiene 92 años y que cuando sucedieron estos hechos tenía dos años. No te miento si te digo que fui a esa primera reunión con el doctor Enrique Beltrán con cierto temor de no obtener una respuesta, como me había sucedido con su hermano Washington. Felizmente el doctor Enrique Beltrán de inmediato accedió a hablar del tema. Era la primera vez que hablaba del tema fuera del ámbito familiar, con una persona que no era de su ambiente de amistades íntimas. Encontré una gran apertura en la familia para suministrarme todo tipo de documentos de lo que yo llamo "el archivo Beltrán": cartas, artículos de prensa, discursos, documentos. Por ejemplo, la primer acta de la Junta Electoral de Tacuarembó cuando Beltrán obtuvo su primera banca.

EC - Varios de esos documentos aparecen reproducidos en el libro.

DF - Claro. De ahí en adelante empecé a entrevistarme no sólo con el doctor Beltrán, sino que emprendí la investigación simultánea y paralela que implicó muchas horas de trabajo. Cuando leo las cartas que mandan los lectores, algunos muy indignados y otros enfurecidos, me da la sensación de que no leyeron el libro, porque se concentran en exclusivo en el subtítulo y en un aspecto del episodio del duelo. Esto implica muchas horas de trabajo.

EC - ¿Por qué te atrapó este asunto? Tus libros anteriores no incursionaban en temas políticos.

DF - Porque hasta el momento no había nada escrito sobre el duelo. He repasado autores de distintas orientaciones. Convine citar la biografía que Batlle y Ordóñez autorizó que se publicara; tengo la edición de 1928 que creo que es la primera (la de González y Giudice). En esa biografía de 411 páginas al capítulo de los duelos se le dedica un párrafo. Al duelo que narro en concreto se le dedican dos renglones. En otro libro de la literatura oficial, la del Partido Colorado (PC), el libro "Batlle, el reformador", del doctor Enrique Rodríguez Fabregat, encontrás no solo la actuación política de Batlle, sino también muchos datos de su vida privada. Al tema del duelo con Beltrán se le dedican tres renglones.

EC - Marcos Cantera Carlomagno, uno de los críticos más firmes de tu libro, en una de las cartas que aparecieron en Búsqueda...

DF - No leyó el libro.

EC - ¿Tú decís que no lo leyó?

DF - No lo leyó, de lo contrario no habría cometido los errores que cometió en esa crítica. Afirma cosas como que Beltrán era un ferviente católico.

EC - El libro no dice eso.

DF - No dice eso, y otras cosas.

EC - El 2 de setiembre, en una carta, Cantera Carlomagno contestó sobre esto que tú mencionabas recién: "En su conocida obra ‘Batlle, héroe civil’, Zavala Muniz le dedica varias páginas al tema. Eso es bastante más que ‘un par de párrafos’ (como ha dicho Diego Fischer)... Eduardo Acevedo hace lo mismo en el tomo VI de ‘Anales Históricos’".

DF - Consulté ambos textos y en uno es poco más de tres cuartos de página y en el otro no llega a media página. No está bien informado.

***

EC - Convendría ubicar brevemente el contexto de aquellos primeros años del siglo XX. Era un momento en que los enfrentamientos entre colorados y blancos habían dejado de ser guerras civiles. Las batallas eran entonces verbales. Eran muy ofensivas, especialmente a través de la prensa.

DF - Sí, la prensa era el único medio de comunicación que existía. Los dirigentes destacados se agraviaban a través de los diarios. Esto sucedió 16 años después de Masoller, luego de la muerte de Aparicio Saravia. Sostengo que la guerra civil de 1904 y las revoluciones, los enfrentamientos cruentos entre colorados y blancos no terminaron con Masoller y con la muerte de Saravia sino con la muerte de Beltrán.

EC - Es interesante esa tesis. Los duelos eran una costumbre.

DF - Eran una costumbre. Estaban sancionados por el Código Penal de 1889 en un par de artículos en los que se establecía que quien matara o provocara heridas que terminaran en la muerte de un duelista podía ser penado con cuatro años de penitenciaría. Eran, por lo tanto, sancionados penalmente pero tolerados socialmente. La gente y la prensa hacían la vista gorda. Hay un alegato muy interesante del doctor Juan Andrés Ramírez. En 1919 presentó un proyecto de ley de duelo que fue tomado a la risa por sus compañeros diputados blancos y colorados, salvo por los socialistas como Emilio Frugoni. Eso está en las actas del Parlamento que consulté y estudié. Ramírez dice una cosa muy sensata: "No seamos hipócritas, todos los que estamos sentados aquí en esta Cámara hemos o bien protagonizado o hemos sido testigos directos de un duelo, y díganme ustedes quién de nosotros ha sido detenido o procesado por la Justicia, quién de nosotros se niega a saludar o a recibir en su casa a un duelista". Eso fue tomado a la risa.

EC - El proyecto buscaba regular el duelo, de hecho despenalizándolo en determinadas circunstancias.

DF - Creaba una serie de instancias para evitar un desenlace fatal. Curiosamente, a los pocos meses el propio Ramírez se batió a duelo con Batlle, y un año después se produjo el duelo entre Batlle y Beltrán.

EC - En aquella época funcionaban los códigos de honor que hacían que todos los participantes involucrados directa o indirectamente en un duelo callaran. Cuando eran citados por la Justicia decían "no tengo nada que ver".

DF - No siempre actuaba la Justicia. Era como un lema, nada sucedió, nadie vio nada, aquí nadie hablará. Se comprobó en el expediente judicial del caso Batlle-Beltrán. Batlle en ese entonces no ocupaba ningún cargo, por lo tanto no tenía fueros y fue a declarar citado por el juez Juan Gomensoro. Declara el sábado siguiente, el sábado 3 de abril, sobre las 10 de la mañana. El juez le preguntó: "¿Por qué cree que se encuentra detenido?", y él dijo: "El clamor popular quiere que yo esté en estas circunstancias"; más adelante el juez le pregunta: "¿Conocía usted al diputado Washington Beltrán Barbat?", Batlle responde: "No tengo inconveniente en decir que no lo conocía"; más adelante le preguntan: "¿Qué sabe usted del suelto publicado por el diario El País bajo el título ‘Qué tupé’?", y él responde: "No deseo declarar, no quiero hablar más".

EC - Ese había sido el artículo que había generado su decisión de retar a duelo a Beltrán.

DF - Fue el artículo que detonó una situación que venía muy tensa. Era una sucesión de artículos, y el duelo periodístico se incrementó cuando salió el diario El País, que nació en 1918. Entonces el enfrentamiento se hizo mucho más directo entre El País y El Día. Hay que leer los artículos, al margen de "Qué tupé", las cosas que se decían unos y otros.

***

EC - "Qué tupé. El campeón del fraude acusa al Partido Nacional. El campeón del fraude, el que hizo doctrina constitucional de la influencia moral en el ‘Anoche me llamó Batlle’, de las elecciones de Río Negro, el que firmó un decreto que no osaron suscribir ni Santos ni Varela declarando que los policías podían y debían intervenir en política electoral. El que formó los desfiles de la policía a base de soldados disfrazados y de las oficinas públicas, como la luz eléctrica, el correo, el municipio, el puerto, los maestros de escuela. El que no obstante haberse tragado de sueldos más de 300.000 pesos oro formó tesoros partidarios descontándoles obligatoriamente a los miserables sueldos de los guardiaciviles y los barrenderos municipales. El que quemó el voto secreto que libera al obrero del patrón y al funcionario del gobierno, el que inventó los compromisos escritos arrancados a los legisladores antes de ser electos, el que hizo diputados y senadores desde la Casa de Gobierno y condenó a destierro y a miseria a José Enrique Rodó por haber sido independiente y altivo. El que dejó sucesor que le guardara el poder y luego se lo devolviera, dominando al Uruguay 16 años, casi el mismo período por el que Estrada Cabrera se enseñoreara de Guatemala y Porfirio Díaz de México. Don José Batlle, para decirlo en dos palabras, osa reprochar los fraudes cometidos por el Partido Nacional. ¡Qué tupé!".

Así empieza. Es uno de los primeros párrafos del artículo que desata el duelo.

DF - Artículo que salió publicado el jueves 1 de abril.

EC - Jueves Santo, era Semana Santa.

DF – Exacto. El duelo se concretó el Viernes Santo, 2 de abril, a las once menos diez de la mañana en el Parque Central.

EC - ¿Por qué decidiste incluir en el título la palabra "asesinato"? ¿Por qué está entre signos de interrogación "¿duelo o asesinato?"?

DF - No tengo la certeza de que haya sido un duelo en el sentido tradicional, y tampoco de que haya sido un asesinato.

EC - ¿De dónde sale la posibilidad del asesinato?

DF - De una sucesión de hechos que están documentados en el libro.

EC - Hay una referencia concreta a esa posibilidad en la carta escrita por la madre de la viuda de Washington Beltrán. La Sra. María M. de Mullin decía en aquella carta dirigida a sus hijos:

"Montevideo, 12 de abril de 1920

Queridos hijos Eduardo y Calucha:

Ayer tuve el consuelo de recibir sus noticias por la carta de Eduardo, inquiriendo las del suceso desgraciado, en que cayó víctima el pobre Washington, en la trampa que hacía meses le había sido preparada por los ases que le dieron muerte; pues el revólver era de Brum y la mano homicida fue la del gran Capitán que hace años acogota al país. Las causas, según mi criterio, primeramente la prédica que Washington hizo en la Cámara a favor de la Iglesia Católica, pugnando por que a los católicos se les concedieran las iglesias en propiedad y sin recargos de impuestos; pues el gobierno quería adueñarse de ellas. A él se le entregó a estudio, un texto de leyes infames por las que se quería eliminar toda enseñanza religiosa en los Colegios de Congregaciones religiosas o quitándoles a estos toda intervención en la enseñanza, y a los padres de familia todo derecho a educar a sus hijos según su parecer. De esta manera, la instrucción y la educación de la juventud quedarían relegadas al Estado, que se encargaría de ellos según el criterio de la siempre y para siempre desgraciada secta laicista, que se ha adueñado del gobierno de la mayoría de los Estados del mundo. Washington ha muerto por la causa de la verdadera Libertad, por la que se le puede llamar ‘Mártir’.

(...) "


Es una visión que muchos han considerado subjetiva, movida por el dolor de las circunstancias. Eso no es una prueba; ¿qué más?

DF - Washington Beltrán era un joven que tenía 35 años, había hecho una carrera brillante y muy importante. Seguramente iba a ser candidato a la Presidencia en las elecciones del año 22 o 23, era la promesa del Partido Nacional (PN). Era un hombre que cuestionó muy duramente y que puso muchas trabas como portavoz del PN en las negociaciones para la reforma constitucional que terminó siendo la Constitución de 1919, en la que se desvirtuó la idea original de Batlle del colegiado. Hubo dos planos, el plano combativo y el plano de la negociación política muy fina y de muy alto vuelo, que terminó con ese Poder Ejecutivo bicéfalo, que no era ni una cosa ni la otra. Por otro lado se consagraron derechos fundamentales, creo que es la Constitución que comenzó a democratizar a Uruguay. Se consagraron el voto universal, las garantías constitucionales para el sufragio, se terminó con el voto cantado y pasó a ser secreto. Son las elecciones con garantías constitucionales. Se prohibió el voto a los soldados y militares. Eso era lo que se decía en el artículo "Qué tupé", porque durante décadas se había votado cantado y por orden del caudillo político, cuando no del presidente de la República de turno. Beltrán era un personaje muy molesto para el poder político dominante.

EC - Pero no por eso había que asesinarlo.

DF - Por supuesto. Beltrán comenzó a recibir amenazas, comenzó a ser espiado; le escribió una carta al entonces presidente de la República, Baltasar Brum, en la que le decía que temía por su vida. Brum estaba en Piriápolis y le contestó que eran hechos normales, que no se preocupara, que felizmente los tiempos de los asesinatos políticos en Uruguay habían pasado. Eso sucedió en enero o febrero de 1920. Se puso una guardia policial durante unas semanas en la casa de Beltrán, y hay un testimonio de un soldado que montaba guardia en la quinta de la familia Batlle que dijo haber escuchado una conversación en la que se había decretado que había que sacarse de encima a Washington Beltrán, Juan Andrés Ramírez y un dirigente nacionalista de apellido Andreoli. Ese hombre va a visitar varias veces a Beltrán y le advierte: "Doctor, lo quieren matar".

Eso motiva, entre otras cosas, la carta a Brum que mencionamos. Hay que ver en el contexto y en su totalidad, no ir puntualmente al episodio del duelo.

EC - ¿Qué otros elementos?

DF - Beltrán fue retado a duelo el mismo día por padre e hijo.

EC - Ese es un detalle impactante que aparece en el libro.

DF - Esa información está en el diario El Día, no surge de los archivos que consulté (el Archivo General de la Nación o el archivo del Museo Histórico Nacional). Esa información es una columna que está en el diario El Día al lado de la crónica que hizo periódico del "Supuesto duelo" –así lo titula– que habrían protagonizado Batlle y Beltrán, estando ya Beltrán muerto.

Los padrinos, dos coroneles –uno de apellido Martínez que nombra César Batlle Pacheco, el hijo mayor de Batlle y Ordóñez, que tenía la misma edad que Washington Beltrán, 35 años–, van a la redacción de El País esa misma tarde, la tarde del 1 de abril, por un artículo titulado "Tiene razón" que había publicado El País al lado de "Qué tupé".

En ese artículo "Tiene razón" se cuestionaba la postura que había tenido el diario El Día con respecto a sus trabajadores por un aumento de sueldo, porque mientras El País había accedido al reclamo de los sindicalistas, El Día no. Batlle Pacheco lo consideró ofensivo y coincidentemente el mismo día fueron a retar a duelo los padrinos de padre e hijo a la misma persona. Beltrán los atiende, les explica que está atendiendo el tema del lance de José Batlle y Ordóñez y les pide que vuelvan más tarde. Más tarde los atiende Leonel Aguirre, y les pide que por favor vuelvan al día siguiente a las 14.30 horas. A las 14.30 todo Montevideo y buena parte del Uruguay estaban enterados de que Beltrán había muerto en el duelo con Batlle, pero se presentan los padrinos en la redacción del diario El País y son atendidos por Gerardo Sienra, el secretario de redacción.

EC - ¿Tú dices que es incomprensible que se hayan presentado igual en esas circunstancias?

DF - Absolutamente, pero está documentado. Esto no lo sabía ni siquiera la familia Beltrán.

***

EC - ¿Qué otros elementos hay para considerar la hipótesis de que esto no haya sido sólo un duelo, de que se haya tratado de un asesinato, de que hubiese la intención de asesinar a Washington Beltrán por parte de José Batlle y Ordóñez?

DF - Lo rápido que se resuelve todo esto. El artículo sale el jueves 1 y Beltrán termina muerto el Viernes Santo, en menos de 24 horas. Las pistolas eran de Baltasar Brum, el presidente de la República.

EC - Los padrinos de Washington Beltrán dicen que se optó por esa porque no se pudo suministrar otra.

DF - Quienes estaban encargados de conseguir las armas eran los padrinos de Washington Beltrán. No las pudieron encontrar, entonces se usaron esas armas, que no eran armas típicas de duelo, eran armas de un poder mortífero mucho mayor. Hay un artículo de Luis Alberto de Herrera de cuando dos años más tarde reta a duelo a Batlle y Batlle no quiere, no acepta, por artículos publicados en El Día que considera injuriosos. Batlle se limita a responder que él no es el autor de esos artículos, pero no dice quién es el autor. Luis Alberto de Herrera se despacha contra Batlle en otro artículo durísimo.

EC - Dice Luis Alberto de Herrera: "Elíjanse condiciones rigurosas, siempre serán las mejores las más severas. Para su tranquilidad debo manifestarle que yo no me he especializado como él en el manejo de las armas, la última vez que tomé un sable fue hace más de 10 años, cuando me batí con un miembro de su familia. No me ejercito en la pistola, porque nunca me he adiestrado para herir a nadie, tampoco sabría aprovecharme de las ventajosas posturas que se estudian fríamente para ganar de mano. Así, de cara al sol, con el corazón sereno, sin jactancia y con honor, quedo a sus órdenes".

¿Qué lees en esas frases?

DF - Ahí hay una referencia muy clara al duelo que costó la vida de Beltrán.

EC - ¿Cuál es tu interpretación? ¿Que Batlle se aprovechó de las "ventajosas posturas" estudiadas "fríamente para ganar de mano"?

DF - Sí, Batlle era un experto tirador. Al punto tal que tenía un polígono en su quinta de Piedras Blancas donde practicaba diariamente. Es más, el capítulo que comienza el libro es un momento muy desgraciado de Batlle, está muriéndose su hija Ana Amalia y él está practicando tiro con el médico de Ana Amalia, el doctor Mañé Algorta. Es un testimonio que tengo de primerísima mano, me lo relató el hijo del doctor Mañé Algorta, nada menos que el doctor Fernando Mañé Garzón, el mayor estudioso de la historia de la medicina de Uruguay. Su padre era muy amigo de Batlle, Mañé es un hombre afín al PC, y su padre había sido designado jefe de cirugía del Hospital Militar. Además de ser un gran médico, era un experto tirador, practicaba en el club de tiro que sigue existiendo cerca del Estadio Centenario, pero nunca le pudo ganar a Batlle en esos entrenamientos o prácticas que hacían.

EC - ¿Que el duelo fuese a pistola lo eligió Batlle?

DF - Lo eligió Batlle porque era el ofendido, y el ofendido tenía derecho.

EC - Por otro lado, el libro cuenta que Washington Beltrán no aceptó los consejos de sus padrinos de que practicara, de que en las horas previas hiciera ensayos de tiro, y cuenta después que en el primero de los dos disparos en el duelo a Batlle la bala le pasó muy cerca de la cabeza. Este elemento lo cuenta el propio Batlle.

DF - Claro, esa es la versión de Batlle, y también está la versión de Leonel Aguirre, que dice que las dos balas fueron a nivel del piso. Están las dos versiones.

EC - Ese argumento se ha manejado para considerar rebuscada la tesis del asesinato, porque por lo visto, si las cosas ocurrieron así, en el primer disparo quien estuvo a punto de morir fue Batlle. ¿Cómo se hace para montar un asesinato en un duelo? En un duelo corren peligro los dos. ¿Cómo manejas esa parte de la discusión?

DF - No afirmo que fue un asesinato, me quedo en la pregunta: ¿duelo o asesinato? Le expongo al lector esta serie de hechos y otros más para que llegue a su propia conclusión. Se ha hecho centro en los resultados de la autopsia que con mucho coraje realizaron los doctores May y Moreau, dos médicos de primerísima línea. Cómo sería de extraña la herida en la aorta, que la aorta de Washington Beltrán estuvo expuesta en la Facultad de Medicina hasta hace unos 10 o 15 años, cuando en una cosa muy uruguaya un limpiador un día limpió la vitrina y la tiró a la basura. Eso me lo contaron el doctor Mañé y el doctor Guido Berro.

EC - En la crítica que Correo de los Viernes hizo al libro uno de los puntos que se analizan es ese: "El otro elemento que se maneja es el de las características de la herida, con un orificio de salida de forma estrellada, que indicaría una bala ‘marcada’". ¿Qué es una bala marcada?

DF - Es una bala adulterada para que su poder mortífero sea mayor.

EC - "Es totalmente imaginativo, porque esa deformación es bien posible en el largo recorrido de una bala que fracturó costillas y porque el orificio de salida es bien pequeño (...) El orificio de salida es de solo un centímetro, más chico que el de entrada, lo que destruye de modo absoluto, sin margen de duda, la hipótesis de que existía la tal bala ‘marcada’; no se precisa ser forense para afirmar que una bala ‘dum-dum’ se expande". Agrega: "Las dos armas se cargaron delante de los padrinos y luego se sorteó quién elegía primero, resultando ganador el doctor Beltrán, o sea que fue él mismo quien prefirió una u otra".

DF - Se cargaron delante de los dos padrinos, es cierto, armas que supuestamente Batlle no conocía, eran del doctor Baltasar Brum. Hay un elemento, y cito aquí una reflexión que me hizo una nieta de Washington Beltrán: la eventual bala marcada pasa a ser una anécdota, la verdadera bala marcada era la puntería de Batlle.

***

EC - Ahora que ha pasado un mes desde la publicación del libro, y teniendo en cuenta todo lo que ha ocurrido en torno a él y en particular los cuestionamientos por el título y por lo que serían argumentos débiles para sostener la eventual tesis del asesinato, ¿qué conclusiones sacas tú? ¿Modificarías algo de tu trabajo?

DF - Nada.

EC - ¿Tuvo errores o descuidos?

DF - No. Puede que haya algunos errores, pero me hago absolutamente responsable de todo lo que está escrito ahí, lo ratifico.

EC - ¿Pondrías en una nueva publicación la palabra "asesinato" en el título?

DF - "¿Duelo o asesinato?" Sí; esta es la segunda edición. El libro hasta ahora, según la información que me ha pasado Sudamericana, lleva vendidos 6.000 ejemplares. ¿Cómo voy a alterar el título de un libro?

EC - Te lo pregunto porque Lincoln Maiztegui, un hombre que en estas lides no puede ser sospechado de fervoroso batllista...

DF - En absoluto, soy un buen lector de sus libros.

EC - Es un hombre que habla desde el PN, ha escrito: "Me parece, dicho aditamento al título [...] un exceso que quita entidad a la investigación y da la idea de que el libro dice lo que no dice".

DF - Creo que se ha hecho una interpretación. La mayoría de la gente que ha opinado sobre este libro no lo ha leído. Se ha dejado llevar por alguna crítica, por el título, por comentarios. Yo le pido a la gente que lo lea serenamente.

EC - ¿Qué aporta el libro y qué aporta esta discusión que se ha dado?

DF - Creo que aporta mucha luz sobre este episodio. Nadie habla de la ley de duelo, por qué se aprobó, y en el libro está documentado por qué se aprobó.

EC - Aquella ley de duelo, la que Juan Andrés Ramírez había impulsado un año antes de este duelo, se votó unas semanas después.

DF - Tres meses después. Esto fue de abril, Diputados sancionó la ley de duelo el 4 de agosto, el 5 la sancionó el Senado y el 6 la promulgó el Poder Ejecutivo. ¿Por qué se aprueba esa ley de duelos entre gallos y medianoches y con un artículo extra?

EC - Se agregó un artículo para que la ley fuera retroactiva y permitiera levantar la inhabilitación que en ese momento pesaba sobre José Batlle y Ordóñez para ser candidato.

DF - En otras palabras, cerrar el proceso judicial. Además, no lo ocultan los legisladores, fue una ley hecha a medida, como dice Juan Andrés Ramírez, era el traje a medida para Batlle, para que pudiera ser candidato –porque un procesado no podía ser candidato– en las elecciones de noviembre al Concejo Nacional de Gobierno del ejecutivo colegiado. Batlle gana la elección y preside el Concejo Nacional de Gobierno.

EC - El propio Juan Andrés Ramírez estuvo de acuerdo en incluir ese agregado.

DF - Sí, cuando hablo de la hipocresía de la clase política, hablo de blancos y colorados, es de un cinismo el discurso que un legislador blanco pronuncia en esa sesión de urgencia que se convoca el propio 2 de abril para, entre otras cosas, habilitar la posibilidad de que Beltrán fuera velado en la sede del Parlamento, que entonces funcionaba en el Cabildo; es de un cinismo el manejo que hace la prensa, el propio diario El País sobre la muerte de Beltrán... En ningún momento menciona en qué circunstancias murió, no menciona a Batlle, y la mayoría de los diarios de la época lo mismo.

EC - Un sólo diario informó todos los detalles.

DF - La Noche, este diario hizo una crónica muy completa del tema. Los diarios de Buenos Aires, La Nación, La Prensa, La Razón, que eran los grandes diarios argentinos, informan y es noticia de tapa. Hay que ver el expediente judicial, el primer juez que actúa, el doctor Gomensoro, hace todo lo que debe hacer un magistrado, se entera de la información y comienza a actuar, lo primero que hace es ir al club del PN, que funcionaba en la calle 25 de Mayo, a comprobar y a revisar el cuerpo de Beltrán, y comprueba la herida. El cuerpo estaba siendo preparado para la capilla ardiente. Manda hacer una autopsia, dos médicos muy prestigiosos el 4 de abril, después de que terminan las honras fúnebres, le practican esa autopsia, de ahí surge lo de la herida. Había que tener coraje, tanto el doctor Gomensoro como los médicos actuantes, para hacer un dictamen en ese contexto. Porque Batlle estuvo preso tres días y horas, y cuando el juez Gomensoro le levanta la incomunicación el primero que lo va a visitar es el presidente de la República, Baltasar Brum, y a las pocas horas desfila toda la Alta Corte de Justicia de la época por la cárcel correccional. ¿Qué juez podía fallar con independencia ante esa ostentación de poder y solidaridad de los que gobernaban? ¿No es un elemento que lleva a pensar?

***

EC - En definitiva, el cuestionamiento que el libro ha recibido, también los argumentos que ha habido a favor, ¿qué dejan hoy?

DF - Pensé que esto iba a derivar en una polémica. Hasta ahora ese debate no se ha producido, lamentablemente. Los agravios y las críticas los esperaba, pero pensé que esto podía ser por la positiva, un debate revisando la historia. Se trata a una personalidad muy importante de Uruguay como a un ser humano y no como al hombre perfecto, de bronce y de mármol, el todopoderoso. En Uruguay se puede hablar mal, y se ha hablado muy mal, desde Artigas hasta de lo religioso, desde el Papa hasta la Santísima Trinidad; pero de José Batlle y Ordóñez no se puede decir nada. De pronto es eso lo que genera esa ira, ese encono de mucha gente.

En este libro no hay un sólo adjetivo que descalifique al señor José Batlle y Ordóñez. Cuando se habla –como se tituló en algún momento– de "gordo, feo e inmoral", yo revelo que es una enfermedad que tenía Batlle lo que lo hacía vestir con sobretodo y levita. Es la enfermedad de Barraquer-Simon, una enfermedad que despierta en la adolescencia y provoca que las pesronas sean enormemente obesas de las caderas hacia abajo. Por eso no vas a ver una sola foto de José Batlle y Ordóñez si no es con sobretodo y con levita. Eso es información, ¿eso es denostar una figura?

***

Algunas preguntas de los oyentes, contestadas por Diego Fischer después de la entrevista

EC - Varios oyentes sostienen que el subtítulo del libro debió haber sido: "¿Duelo o suicidio?"... ¿Qué comentarios te merece esa posibilidad?
 
DF - Supongo que los oyentes hacen alusión a que, sabiendo del manejo que Batlle tenía de las armas y su  reconocida puntería, al aceptar el duelo, Beltrán se suicidó. Entiendo que Beltrán fue ingenuo e inconsciente al aceptar batirse a  pistola con Batlle.  También le debe haber pesado su reconocida vehemencia y su juventud. A los 35 años se piensa poco en la muerte. Beltrán no dimensionó el riesgo que corría; tal vez porque en los últimos 30 años no se había producido ninguna muerte en un duelo , fuera este a pistola o a sable. El último duelo con desenlace fatal de uno de los contendientes se dio entre dos militares en 1890.
 
EC - Entre las reacciones a tu libro hubo blancos y colorados preocupados porque de esta manera se genera un motivo de división entre los dos partidos tradicionales, justo en un momento en que hay esfuerzos - no sencillos - para acercarlos, con el propósito de que terminen votando juntos en 2014. ¿Pensaste en ese riesgo?
 
DF - Quienes  argumentan que la publicación de "Qué Tupé" es muy inoportuna en momentos en que algunos dirigentes políticos colorados y blancos hablan de la unión de los partidos históricos, son los que propugnan dicha alianza. ¿Qué hubieran dicho si el libro se hubiera publicado el año pasado?. Que era una operación de la izquierda para perjudicar al Partido Nacional. O si se hubiese publicado a fines del año que viene: habrían dicho lo mismo. Para quienes así opinan nunca se hubiera podido editar "Qué Tupé". Son personas que hacen cálculos políticos electorales permanentemente. Y yo no soy ni político  ni operador político. Soy un periodista que hace investigaciones periodísticas que luego se traducen en libros.
 
EC - Ese quasi silencio de casi 90 años en torno a este duelo, del que hablabas al comienzo de la entrevista, también se debe a la propia familia Beltrán. ¿Cómo se entiende que ellos mismos hayan puesto una especie de lápida en torno a aquel episodio?

DF - Emiliano, para esta pregunta tengo dos respuestas. La primera es una conclusión a la que yo llegué luego de haber escrito el libro.

Te la resumo o - al menos - intento. La mujer de Beltrán, Elena Mullin, tenía 30 años cuando murió su marido. Tenía tres hijos : Washington 5 años, Elena 3 años y Enrique 2 años, y estaba embarazada de siete meses y medio. Lo que significa que su cuarta hija Martha no conoció a su padre. Elena Mullin se refugió en su fe católica y vivió un verdadero calvario durante muchos años porque un sacerdote muy dogmático y nada piadoso le dijo que su marido había ido al infierno por haber participado en un duelo. Recordemos que la Iglesia prohibía los duelos . Desde entonces y hasta el fin de sus días Elena se dedicó a sus hijos, a la Iglesia y a obras de caridad. Llegó a hacer votos de pobreza y castidad y a consagrase como monja laica - si vale el término - con el fin de rescatar el alma de su marido que presuntamente había ido al infierno. Tampoco conoció o supo de todo lo que rodeó al duelo y tuvo la enorme virtud de no trasmitirle a sus hijos ni odio hacia Batlle, ni rencor. Hizo una gran contribución silenciosa a la verdadera conciliación del país.

La otra respuesta está en el libro. Te la leo:

"Hace un tiempo, en una de las entrevistas que mantuve con el doctor Enrique Beltrán, le pregunté:
—¿Por qué en noventa años nadie de su familia, ni usted mismo, habló o escribió sobre el tema en profundidad?
Me miró, hizo un silencio prolongado y dijo:
—Pasó el tiempo, los testigos directos se fueron muriendo y solo quedo yo, que entonces tenía dos años.
—Doctor, ¿y no será que el tema, a pesar del tiempo transcurrido, dolía demasiado y sigue doliendo hoy?
Beltrán no pronunció palabra. No era necesario. Sus ojos claros enrojecidos por un llanto contenido me respondieron."

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Transcripción: María Lila Ltaif