Entrevistas

Korzeniak: envío de tropas a Haití validaría golpe de Estado

El senador socialista José Korzeniak dijo que el ex presidente haitiano Jean Bertrand Aristide fue electo democráticamente y "sostiene que nunca renunció". Por tanto, se opone al envío de tropas para imponer la paz solicitado por la ONU, dado que el país vive un conflicto interno. La izquierda, afirmó, sólo es partidaria de las misiones de paz cuando son pedidas por las partes en conflicto.

(Emitido a las 7.46)

EMILIANO COTELO:
La ONU lanzó ayer en Puerto Príncipe la nueva misión militar y civil para la turbulenta y pequeña República de Haití, que espera pueda quedar estabilizada a largo plazo con este despliegue de 6.700 cascos azules y 1.622 policías civiles bajo el mando de un brasileño.

Durante una ceremonia simbólica ocurrida en la Academia de Policía, la fuerza de seguridad multinacional desplegada en Haití, que estaba bajo comando de Estados Unidos desde febrero tras la caída del presidente Jean Bertrand Aristide, entregó su autoridad a la misión de estabilización de las Naciones Unidas, un grupo que se identifica con la sigla MINUSTA. "Su trabajo será muy difícil, pero estamos aquí para vencer las situaciones difíciles", dijo su comandante, el general brasileño Augusto Heleno Ribeiro. Esta MINUSTA se formará con militares de 14 países, en tanto los policías civiles, que también integrarán el cuerpo, vendrán de 23 naciones.

Recordemos que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el 29 de febrero una resolución permitiendo el envío inmediato de la fuerza internacional para Haití a efectos de ayudar a la estabilización de ese país hasta el envío de cascos azules. Acudieron entonces, a partir de aquel primer pronunciamiento, tropas de Estados Unidos, Canadá, Francia y Chile.

Esas tropas de Estados Unidos, Canadá, Francia y Chile ceden ahora su lugar a los cascos azules y, aunque esta misión se inició ayer, dicen los cables de las agencias internacionales que sus medios militares y operativos no estarán efectivamente operativos antes de fines de junio, por lo menos, porque la mayoría de los países todavía no ha enviado a sus contingente e incluso algunos todavía no tienen la venia parlamentaria para hacer. Hay dos ejemplos muy cercanos en esta materia: el de Argentina y el de Uruguay, justamente.

En el Parlamento de nuestro país fracasó ayer el primer intento del Poder Ejecutivo de aprobar a tapas cerradas el envío de 542 efectivos a Haití a pedido de Naciones Unidas. La aspiración del Poder Ejecutivo era que esta decisión se tomara en el plenario del cuerpo, sin el pasaje del asunto por la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara Alta. Pero cuando el gobierno, a través del senador Pablo Millor, puso a consideración esta iniciativa de urgente consideración, obtuvo 15 votos favorables en 29, cuando en realidad necesitaba 16, una mayoría especial, la mayoría del total de componentes de la Cámara.

¿Quiénes fueron los que votaron afirmativamente? Los legisladores colorados y la mayoría de los nacionalistas, pero se opusieron 11 del Encuentro Progresista (EP), Edgardo Carvallo del Nuevo Espacio y los blancos Carlos Garat y Carlos Julio Pereyra.

¿Por qué no se aceptó la votación para considerar de manera urgente esta propuesta del Poder Ejecutivo? Vamos a consultar al senador José Korzeniak, del Partido Socialista, integrante de la Comisión de Defensa de la Cámara Alta.

 

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Doctor Korzeniak, ¿por qué el voto negativo?

JOSÉ KORZENIAK:
Porque nuestra bancada se había reunido el día lunes, anteayer, como lo hace todos los lunes, había tratado el tema de fondo, es decir no si se iba a tratar en forma urgente o no, sino si estábamos dispuestos a votar una ley que autorice el envío de tropas uruguayas a Haití para participar, por las Naciones Unidas, en lo que la resolución llama el mantenimiento de la paz, pero invocando expresamente -me refiero a la resolución de Naciones Unidas- el capítulo séptimo de esa carta, que supone la posibilidad del uso de la fuerza para la imposición de la paz. Se trata de un país que está convulsionado internamente y nuestra fuerza política y yo en lo personal, además con mucha vehemencia, nos oponemos de manera terminante a enviar tropas uruguayas en los casos en que las mismas deban ser enviadas para la imposición de la paz con el uso de la fuerza, es decir con el uso de operaciones bélicas, de guerra.

EC - Usted dice que es una posición general, no para este caso particular.

JK - Nosotros hemos votado siempre el envío de misiones de paz al exterior cuando se trata de conflictos en los cuales las partes, por ejemplo dos países en guerra, si bien no terminan la guerra hacen una tregua o firman un acuerdo diciendo "pedimos que vengan fuerzas de Naciones Unidas para mantener esta paz que trabajosamente hemos logrado". Si por ejemplo hubiera un acuerdo en ese sentido de dos países, con muchísimo gusto votaríamos, y hemos votado. Las tropas que están en el Congo, todas, fueron enviadas con el voto favorable del Frente Amplio (FA). Sólo que cuando se resolvió pasar la situación de las tropas que están allí del llamado capítulo sexto, que es mantener la paz sin operaciones de guerra, al capítulo séptimo, que es imponer la paz aun con operaciones bélicas, dijimos "estas tropas tienen que regresar"; el gobierno uruguayo no las regresó, ni arriesgó pedirle al Parlamento que se pronunciara, vamos a aclarar que lo hizo por decisión propia, las tropas ya estaban allá y allá las mantuvo.

EC - La pregunta puede parecer obvia, ¿por qué el Frente se opone a misiones que vayan a imponer la paz?

JK - Son varias las razones. En el caso de Haití hay otras adicionales que puedo mencionar, ¿pero por qué como principio general aceptar el envío de tropas para las Naciones Unidas? Primero porque una de las carencias que tienen ese organismo y el Derecho Internacional es que no tienen un aparato de fuerza coercitivo como tienen los Estados; el ideal en el Derecho Internacional sería que las Naciones Unidas tuvieran su ejército propio. Pero no lo tiene, por lo tanto cuando se pide colaboración a los países el principio general -así lo hemos hecho y lo hemos votado- es colaborar para que el Derecho Internacional no sólo pueda regir en declaraciones, en tratados, sino también en la realidad.

Segundo, ese principio puede colidir -colidir en derecho se usa como chocar- con otros principios también tremendamente importantes en el Derecho Internacional. Uno de ellos es, por ejemplo, el principio de no intervención en asuntos internos de otros Estados. A veces la pretensión de enviar tropas para que haya paz enfrentado al principio de no intervenir en asuntos internos de otros Estados obliga a tomar una opción; el ideal es que se armonicen los principios de Derecho Internacional, pero cuando hay choque le damos un enorme valor al principio de no intervención, y no intervenir quiere decir no enviar tropas para el uso de la fuerza.

EC - En este caso particular...

JK - En este caso particular, además de eso, además de que es un problema interno -que quede claro, no es Haití en guerra con otro país, no son dos bloques en Haití en guerra uno con otro, no es eso lo que se constata-, entrar con tropas uruguayas, por más que estén al mando teórico de las Naciones Unidas... Porque ese mando teórico a veces en la práctica funciona al mando de determinadas personas que pertenecen a determinados países, en el mundo de hoy casi siempre la planificación es hecha por los países más fuertes del mundo, Estados Unidos concretamente, como podría hablarse de las tropas que están en Irak. Incluso en el Congo, aunque no arriesgue a su propia gente, a veces toma las decisiones básicas. Formalmente son las Naciones Unidas, estamos de acuerdo.

El problema de Haití es interno, es más, hay mucha gente -yo, por ejemplo- que opina que lo que hubo fue un golpe de Estado, no otra cosa, al margen del conflicto que sin duda había; es como si de pronto hoy hay un enfrentamiento cívico en Venezuela, unos que quieren hacer un referéndum y un organismo -como ha pasado acá a veces con la Corte Electoral, que está contando firmas para un referéndum y dice están, no están, ese tipo de cosas-, supongamos que Naciones Unidas, dijera: "Ahora vamos a meternos en Venezuela para que el bando contra Chávez y la gente que apoya a Chávez se pongan de acuerdo". No podríamos mandar tropas, sería una injerencia directa en asuntos internos de un país. Eso ocurre para mí en este caso.

EC - Pero por ejemplo Brasil, el gobierno del presidente Lula, con el cual el FA tiene varias afinidades notorias, está sin embargo prácticamente liderando esta fuerza de Naciones Unidas en Haití.

JK - No creo que esté liderando, a veces en algunas misiones de paz en que hemos ido nosotros aparece algún comandante argentino que lidera; usted y todos nosotros sabemos quién tiene el liderazgo político en materia internacional, básicamente Estados Unidos. Y básicamente es un tema interno.

EC - Pero más allá del hecho de que el comandante de esta fuerza sea brasileño, yo iba a otra cosa...

JK - Brasil tiene una postura de ir ahí.

EC - Exacto, tiene una postura favorable y muy enfática, muy nítida, como que ha impulsado esta misión de paz.

JK - Es verdad, hace mucho tiempo que Brasil ha planteado esa estrategia, es una estrategia global de Itamaratí y de las fuerzas armadas desde hace mucho tiempo, al margen de quién sea el gobierno; en este caso es un gobierno amigo, hermano, casi le digo correligionario, como lo es el de Lula. Pero es Brasil.

Por otro lado no sé qué va a decidir en definitiva Argentina, que tiene un presidente con el cual sin duda la izquierda uruguaya siente una gran simpatía -yo en lo personal estoy realmente casi perplejo ante lo exacto y acertado del gobierno Kirchner-, pero el Parlamento está oponiéndose.

EC - El Parlamento se está oponiendo pero Kirchner es partidario del envío de la fuerza argentina a integrar esta misión de paz.

JK - Es posible que sí. Pero me parece que nosotros tenemos que ver si para Uruguay esto es bueno o malo, ésa es la postura clásica. Primero, es intervenir en un asunto interno; segundo, es validar lo que muchísimos dicen... para decirle la verdad, aunque sea un tema discutido, para mí hubo un golpe de Estado, Aristide fue electo democráticamente, sostiene que nunca renunció, todos los países africanos y varios centroamericanos -obsérvese bien, no Cuba, porque entonces diría que Cuba está en una postura de ideología de izquierda-, incluyendo el país donde ahora está Aristide refugiado, sostienen que lo que pasó ahí fue que entraron marines estadounidenses y se llevaron a Aristide, lo obligaron a irse por la fuerza.

EC - Si no es con el envío de una misión de paz de Naciones Unidas, desde el punto de vista del FA, ¿cómo se arregla una situación como la que vive Haití hoy?

JK - No, no, no, creo que se está validando una postura antidemocrática; si fuera cierto -debo dejar un margen de duda, pero lo que muchos países de la región opinan es que hubo un golpe de Estado...

EC - Pero dejando de lado esa discusión...

JK - ¡No, es que no se puede dejar de lado!

EC - Supongamos que es correcta esa lectura, ¿cómo se arregla la situación en Haití?

JK - Nuestra Constitución ordena dos vocaciones para Uruguay en su artículo 6º -no hay un artículo similar en la Constitución brasileña ni en la argentina-, cuya primera parte proviene de hace mucho y la última se agregó en 1966: una, la paz, es decir que los conflictos internacionales deben ser resueltos -dice textualmente- "por el arbitraje u otros medios pacíficos" -claro que esa frase puede interpretarse referida a los casos en que hay un tratado y se está discutiendo sobre su aplicación-; dos, vocación latinoamericana, no panamericana; a muchos les gusta esto, a otros les gusta que sea panamericana, pero lo que manda la Constitución es que Uruguay tenga una vocación latinoamericana, es la parte segunda del artículo 6º de la Constitución. Si eso está mal hay que cambiar la Constitución, si está bien hay que obedecer y seguir los lineamientos de ese artículo. Alguna gente me ha dicho, ¿cómo?, ¿al hablar de vocación latinoamericana está excluyendo las relaciones con Estados Unidos? No, quiere decir que hay que orientar en principio la política exterior uruguaya hacia la fraternidad entre los países latinoamericanos.

Le voy a decir algo: en principio -esto es personal, pero creo que lo comparte toda la bancada porque el otro día resolvió por unanimidad y se fundamentó en estas cosas que estoy diciendo- en ningún momento, salvo una situación excepcional que ahora ni imagino, sería partidario de enviar tropas para imponer la paz -como en este caso, no para mantener una paz acordada sino para imponerla- en ningún país de América Latina. Creo que eso hasta violentaría la orientación que la Constitución uruguaya da a las autoridades.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe