A propósito del homenaje a los cuatro soldados muertos por un comando del tupamaro el 18 de mayo de 1972
Señor Director del programa En perspectiva de Radio EL ESPECTADOR,
EMILIANO COTELO.
De mi consideración:
En La Tertulia del programa En perspectiva del pasado día lunes 7 y con motivo de un artículo del compañero Jorge Zabalza aparecido en la edición del Semanario BRECHA del 4 de junio, los contertulios transformaron el cuestionamiento a la decisión de la Junta Departamental de Montevideo de colocar una placa recordatoria o en homenaje a los cuatro soldados muertos por un comando del M.L.N. el 18 de mayo de 1972, en una suerte de repaso, enjuiciamiento y revisión de la trayectoria de casi diez años del M.L.N.(T), cuestionando de manera unánime y severa aquel proyecto político y eludiendo, como consecuencia, analizar el tema central que era, nada menos, la decisión del legislativo comunal de Montevideo.
Por razones de elemental respeto hacia las opiniones ajenas, voy a evitar cualquier tipo de calificación de tales manifestaciones; y del mismo modo me abstendré de cualquier forma de defensa de lo escrito por Jorge Zabalza, en el entendido de que está perfectamente capacitado para ejercerla por sí mismo. Pero el motivo de esta carta es que el tema tratado me involucra directamente (por más que mi nombre no fue mencionado en el programa), ya que el 28 de mayo pasado, es decir, una semana antes que apareciera la carta abierta de Jorge Zabalza, el mismo Semanario BRECHA había publicado un artículo de mi autoría titulado El síndrome de Estocolmo, donde analizaba precisamente el mismo tema.
Como discrepo con la actitud diversionista y con las manifestaciones de los contertulios al analizar el tema el referido lunes 7, y como además percibo una cierta condescendencia, autocensura u omisión involuntaria cuando se analiza o enjuicia a las Fuerzas Armadas durante todo el período de la dictadura militar, pretendo ahora, con la mayor brevedad que me es posible, hacerle llegar a Vd., a los contertulios y a su audiencia, unos sintéticos pero necesarios hechos:
1. la descripción de lo sucedido el 18 de mayo de 1972 que realiza Jorge Zabalza, es absolutamente verdadera;
2. la acción que llevó a cabo el comando Tupamaro, se realizó en el marco del Estado de guerra interna que había aprobado el Parlamento Nacional el 16 de abril de 1972;
3. en Uruguay, así como en cualquier otra nación del mundo, el estado de guerra presupone e incorpora como inevitables, las siguientes hipótesis:
a. que habrán de producirse enfrentamientos armados;
b. que los mismos, eventualmente, podrán adquirir diferentes modalidades: enfrentamientos, emboscadas o atentados;
c. que como resultado de lo anterior, son previsibles y/o inevitables, las bajas de una y otra de la partes en pugna.
4. que en la elección nacional de 1971 y como consecuencia de lo que disponía la Constitución reformada, el voto no solamente se volvió obligatorio sino que además se extendió como derecho, a los soldados de línea, que hasta entonces estaban privados del mismo. La nueva disposición, entonces, los transformó en actores de los derechos y obligaciones que tenía el resto de los ciudadanos del país. Derechos y obligaciones que incluían especialmente el respeto y la defensa de la Constitución de la República;
5. que los efectivos de las Fuerzas Armadas, por aquellos años, llegaban a unos 30.000 (no tengo a mano la cifra exacta), los que se descomponían de este modo:
a. Oficiales (desde Teniente General a Alféreces), unos 3.000, aproximadamente,
b. Personal subalterno (desde Suboficiales hasta Soldados de Segunda y Aspirantes), poco más de 26.000.
6. resulta ingenuo, por decir lo menos, suponer que con solamente 3.000 oficiales distribuidos en tres armas diferentes y a lo largo y a lo ancho de todo el país, hubiera sido posible manipular a gusto a un Presidente electo, obligarlo a disolver al Poder Legislativo, destituirlo después para poner a otros en su lugar, atender cuarteles, practicar represiones, realizar masivamente interrogatorios y torturas, efectuar ejecuciones y asesinatos, mantener cárceles políticas, apropiarse de los principales resortes del Estado y, al mismo tiempo, volar aviones, conducir tanques, camiones, roperos, ambulancias y otros vehículos, tripular barcos de guerra; y todo eso a lo largo de trece años.
7. todo ello hubiera resultado imposible de realizar sin la complicidad, la anuencia y la participación de 26.000 soldados que, paradójicamente, podían haberse excluido de todo ello por el simple mecanismo de pedir la baja,
8. como conclusión entonces, la realización de un homenaje a parte de quienes participaron activamente en la violación de la Constitución de la República y de los derechos humanos más elementales a lo largo de trece años de dictadura, aparece a la luz de la razón como una burla macabra o como un tramposo intento de justificación producto de la peor de las miopías: la miopía de la dignidad y la conciencia.
Saluda a Vd. atentamente
JORGE TORRES