En Primera Persona

Integración sí, pero con auriculares

Por Emiliano Cotelo


(emitido a las 07.00 Hs.)

Yo seguí con mucha atención el sábado de tarde los actos de trasmisión del mando presidencial en Brasil. Era la asunción de la primera mujer presidente de ese país, una economista de 63 años que fue promovida por el propio Lula, el gran fenómeno de la política mundial que terminaba su segundo período de gobierno y se iba con 85% de popularidad. Por esas y otras razones se trataba de un hecho político muy trascendente, no sólo para Brasil sino para el Mercosur, América Latina y hasta buena parte del planeta. Por eso no me pareció mal dedicarle varias horas del día de Año Nuevo a presenciar por televisión los distintos actos que tuvieron lugar en Brasilia, en el Congreso, en la Plaza de los Tres Poderes y en la sede de la Presidencia.  

Teniendo en cuenta lo lejos que, lamentablemente, estamos muchas veces de Brasil, aquella me parecía una buena oportunidad para aprender el ritual y las costumbres políticas de nuestros vecinos, conocer las caras de las nuevas autoridades, registrar los gestos y, por supuesto, escuchar con cuidado los discursos.

Pero hubo un detalle que me golpeó muy fuerte y que no tiene que ver con la política interna de Brasil sino con nuestra región. Mientras Dilma Rousseff realizaba su primera alocución como flamante presidenta ante el pleno de los diputados y senadores, la pantalla cada tanto mostraba a los parlamentarios y a otros invitados que la escuchaban. Fue entonces que me impresionó comprobar que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tenían puestos los auriculares para atender la traducción simultánea al español.  

Francamente, me resultó muy chocante que en estos tiempos en los que se habla tanto de integración latinoamericana o sudamericana, y cuando se han ido construyendo tantos acuerdos e instituciones en busca de esa integración, dos presidentes tan importantes de esta zona del mundo no fueran capaces de seguir el discurso de Dilma Rousseff en su idioma original.  

Por suerte, creo, eran la minoría y muchos otros de la región escuchaban con sus propias orejas, como Alan García o el propio José Mujica.

Pero igual lo que estaba viendo no me entraba en la cabeza.

Es notorio que Piñera habla muy bien el inglés; ¿cómo puede ser que ignore nada menos que el portugués?
Y Chávez es uno de los paladines de la integración; ¿cómo se entiende toda su retórica si al mismo tiempo, por lo visto, él no se ha preocupado por aprender la lengua oficial del país más grande de esta zona del mundo?

Sin embargo, a mi perplejidad le faltaba un dato más. Después me di cuenta de que Brasil no es la víctima en esta historia. También es victimario.

En la trasmisión por televisión de las cumbres de la Unasur o del Mercosur muchas veces ha podido verse a Lula con los auriculares puestos cuando hablaban sus colegas de países de hablar hispana.

Simbólicamente, este bache de comunicación dice mucho sobre todo lo que le falta a esos procesos de integración que están en marcha al mismo tiempo.


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