La Audiencia Opina

A propósito del homenaje a los cuatros soldados muertos en una acción de la guerrilla

(Mensaje enviado el jueves 8 de julio)

Señor Director del programa En perspectiva de Radio EL ESPECTADOR,
Sr. Emiliano Cotelo

De mi consideración:

Por la presente solicito tenga a bien publicar mi reflexión a propósito de la carta del señor JORGE TORRES, publicada el jueves 8 de junio pasado en su programa, cuestionando la postura de los contertulios, del lunes 7 de junio, respecto al homenaje que se realizó, el pasado 18 de Mayo, a cuatro soldados muertos como resultado de una acción guerrillera.

En cuanto a la descripción de lo sucedido el 18 de mayo de 1972, realizada por el ex Tupamaro J. Zabalza, en carta abierta a Uberfil Hernández del 27 de mayo pasado, Edil, ex Presidente de la Junta Departamental de Montevideo y Dirigente del MLN- MPP, cuestionando la posición del mismo al votar por la colocación de la placa recordatoria a los referidos soldados, muertos frente a la casa del entonces Comandante en Jefe del Ejército Gral. Gravina, cabe destacar:

- En el relato de Zabalza, estos cuatro soldados habrían participado de un supuesto combate sin que existiera un solo herido del otro lado, ni tan solo con un roce de bala... algo no solo inverosímil, sino por demás carente de lógica hasta para un niño.

- El soldado, que según el relato resistió el ataque guerrillero, no estaba en ningún balcón, sino sobre la azotea, y la kombi blanca, con la que se realizó la emboscada y que había sido robada, quedó abandonada pero sin huellas de disparos como nos quiere ilusionar Zabalza, siendo  utilizada muchos años después como medio de transporte por los militares.

- Finalmente, y esto tal vez más preocupante que la propia fantasía  argumental,   es que la narración configura lisa y llanamente una "apología del delito". Pero eso es cosa que deben atender quienes corresponda.                                                              

El argumento mediante el cual encuadra el accionar de la guerrilla tupamara, en el sentido que estuvo inscripta en el marco del "Estado de guerra", que "...habrían de producirse enfrentamientos armados...", "...emboscadas ó atentados..." , "...siendo previsibles y/o inevitables las bajas...", en lo medular, no hace más que confirmar que la triste realidad imperante en ese entonces se nutrió, entre otros factores, del accionar de un grupo de inadaptados que quiso torcer el rumbo de la historia a punta de metralletas, en contra de lo que más del 90% de la población de esa época, expresaba en las urnas.

En los puntos 6 y 7 de su carta, describe estadísticas y números de oficiales y soldados de entonces, señalando, en un falso paralelismo, la complicidad de estos últimos, afirmando que: "... deberían haber recurrido al simple mecanismo de pedir la baja...", esto como si la lucha contra la guerrilla organizada fuera, en mayo de 1972, condición de forzosa autoexclusión, en un estado de derecho, para "salvar la dignidad".  Me resulta injusto y caprichoso, el que se asocie "dignidad" con "no pertenecer al Ejército", - máxime en el escenario de entonces, en que la mayoría de los ciudadanos de este país, demandaba la detención del flagelo del terrorismo - sino que asimismo, una vez más, el recurrente doble discurso de los partidarios del rencor queda manifiesto: "Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago..." Lástima que no exista la altura espiritual para comprenderlo y que, a su vez, se consideren autorizados, farisaicamente,  para juzgar a quienes existían y operaban como contraparte y respuesta de sus  actos demenciales, de alzarse con bombas contra  gobiernos electos, aspirando al poder mediante asaltos a mano armada, robos a bancos, empresas y particulares, copamientos, secuestros y ejecuciones, todo esto "en aras de sus nobles ideales revolucionarios".  Esta infeliz situación me recuerda el pensamiento del filósofo argentino, José Ingenieros, cuando desde su obra "El hombre mediocre" apuntaba:  "El pudor de los hipócritas es la peluca de su calvicie moral".

El 18 de mayo de 1972, en nuestro país regía el estado de derecho, por lo tanto, en ese momento, estos soldados estaban cumpliendo el deber que les imponía su condición de funcionarios militares, por disposición del poder político y en el mencionado marco del "Estado de guerra interna" aprobado por  el Parlamento. Su actividad no era voluntaria ni discrecional, era obligatoria pues estaban mandatados por ley. Ergo, nada tuvieron que ver los homenajeados con los trece años de dictadura, a los que pretende vincularlos, tan sesgada como extemporáneamente en la carta, sencillamente porque el golpe militar ocurrió en junio de 1973.  Dicho de otra forma, para que se entienda bien:
Ellos no vivieron para enterarse de ello.

Resulta casi increíble que todavía exista gente que directa ó indirectamente pretenda  mantener viva una confrontación que se arrastra desde hace más de cuarenta años. Y lo que es peor, que lo hagan falseando a discreción fechas y sucesos para volcarlos a favor de sus pensamientos fascistas, en vez de asumir responsabilidades y madurar en el reconocimiento de errores.  No les alcanza, por lo visto, el enfrentamiento con quienes supuestamente están en la antípoda de su pensamiento, sino que – como en este caso – llegan a disentir con sus propios "compañeros" en hechos como éste que deberían imponer un mínimo esfuerzo intelectual, madurez cívica y, en suma, sabiduría para dejar atrás esa tan recurrente, politizada y hemipléjica visión del pasado.
Es de suponer que el Intendente de Montevideo se haya informado del momento y circunstancias históricas en que se produjeron los hechos, e iluminado con algo de amplitud, allende su nariz, antes de resolver asistir al acto de colocación de la placa recordatoria, en memoria de estos cuatro humildes soldados asesinados,  para no caer en la "miopía" de rendir homenaje a "violadores de la constitución".
Discutamos cualquier cosa,  menos la realidad....

Saluda a Ud. Atte.
ESTEBAN UMPIERREZ