Jorge Larrañaga: el pacto educativo ayudará a "impulsar una revolución contra la mediocridad"
Entrevistado por En Perspectiva, el senador Jorge Larrañaga, del Partido Nacional, celebró el acuerdo educativo alcanzado ayer y consideró que la firma del mismo es producto de "un diferencial en el sistema político de nuestro país". El líder de Alianza Nacional sostuvo que el pacto "no va a propiciar cambios de la noche a la mañana", pero afirmó que marca un rumbo hacia un "cambio de modelo sin el cual vamos a seguir con estos guarismos lamentables que exhibe hoy la educación pública" uruguaya. "La cantidad de muchachos que no estudian, no trabajan ni buscan trabajo es significativa", agregó. Asimismo, el legislador manifestó que "el nuevo concepto de justicia social es la justa distribución de las posibilidades de acceder al conocimiento y a la educación". Y advirtió: "Tenemos que impulsar una revolución contra la mediocridad, tenemos que impulsar cambios que fortalezcan la autonomía de la educación y los centros educativos para que el arranque sea auspicioso".
(emitido a las 8.36 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El presidente de la República, José Mujica, suscribió ayer con los representantes de los partidos políticos un documento que contiene el Acuerdo Nacional en Educación.
El texto incluye el compromiso de otorgarle doble voto al presidente del Codicen y eventualmente a los directores generales de los consejos desconcentrados, un tema que había sido motivo de polémica a comienzos de esta semana. Además, allí se coincide en instalar a la brevedad el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, crear una universidad tecnológica en el interior del país y dar mayor autonomía para la gestión de los centros educativos.
Más temprano conversamos sobre este paso que se dio en la víspera con el secretario de la Presidencia, Alberto Breccia. Ahora nos interesa conocer puntos de vista en la oposición.
Dialogamos en primer lugar con el senador Jorge Larrañaga, de Alianza Nacional, Partido Nacional.
Usted fue un impulsor de este acuerdo, en distintas instancias desarrolló gestiones para moverlo, incluso cuando se habían complicado las tratativas. Ayer estaba muy satisfecho, se lo notaba francamente entusiasmado. Dijo: "Nos atrevemos a dar un paso para impulsar una revolución cultural que involucre un fuerte ataque a la mediocridad para salvar el futuro de los 550.000 niños y adolescentes que dependen del sector público educativo".
¿Es efectivamente así, una revolución cultural, lo que está en juego?
JORGE LARRAÑAGA:
Creo que sin diferencias no hay democracia, y sin diálogo no hay política. Y yo celebro un acuerdo de las características del que se logró ayer. Me parece que está en juego un cambio de modelo muy fuerte que tenemos que propiciar e impulsar, sin el cual vamos a seguir con estos guarismos lamentables que exhibe hoy la educación pública uruguaya, que termina siendo residual de la educación privada, tenemos una educación pública para pobres y una privada para ricos. Entonces creo fuertemente que hay un diferencial en el sistema político de nuestro país en cuanto a llevar adelante un acuerdo de las características del que firmamos ayer, y en cuanto el presidente también envía un fuerte mensaje de respaldo a la institucionalidad de los partidos para apoyar los cambios en la educación.
Sin cambio de modelo educativo estamos en una trampa, si no generamos una revolución del conocimiento estamos muy mal. El concepto de la distribución de la riqueza que por siempre abonó la justicia social ya no lo es más, el nuevo concepto de justicia social es la justa distribución de las posibilidades de acceder al conocimiento y a la educación. Por eso tenemos que impulsar una revolución contra la mediocridad, tenemos que impulsar cambios que fortalezcan la autonomía de la educación y los centros educativos para que el arranque sea auspicioso. Esto nos parece central.
EC - Desde la audiencia hoy temprano llegaban varios mensajes que preguntaban: "En la práctica, ahora, en los próximos meses, ¿dónde se notarán estos cambios?".
JL - Se van a notar en la implementación del proyecto sobre fortalecimiento de los centros educativos, en la autonomía de los centros, esto es fundamental para generar esos cambios. Se va a notar a partir de los próximos días, semanas, con la puesta en marcha del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Sin evaluación no puede haber calidad, esto me parece fundamental. Se va a poner en marcha el mecanismo legislativo para darle doble voto al presidente del Codicen, que es una forma de decir claramente que el sistema republicano, que representa a todos los partidos y a la sociedad entera, tiene que ver en la educación. No para excluir al gremialismo, por favor. Pero yo sí quiero excluir a los corporativismos, que se han apropiado en buena medida de la educación para impedir los cambios y generar una suerte de guetos de poder malentendidos que no permiten evolucionar a la educación.
EC - ¿Ese es el objetivo de otorgarle doble voto al presidente del Codicen?
JL - Son mensajes en esa dirección. De la misma manera que el presidente cambió la integración del Consejo de Educación Secundaria. De la misma forma que el presidente dijo en el comunicado de anteayer que estos acuerdos se van a cumplir y que él va a empeñar un compromiso efectivo del Poder Ejecutivo para que se cumplan de buena fe, en línea con lo que dijo el 24 de enero, que se tiene que cumplir lo que los partidos políticos acuerdan porque si no, los directores del Codicen que precisan iniciativa del presidente y venia del Senado se tienen que ir. Son mensajes que tienen que ser interpretados en la búsqueda de entendimientos. De la misma forma que en el cronograma que propusimos el 11 de octubre cuando convocamos al ministro de Educación y Cultura y al Codicen al Senado proponíamos una etapa de diálogo social, de apertura a la sociedad, de hablar con los sindicatos, de hablar con los padres, con los alumnos, para llevar adelante entre todos un cambio.
No podemos seguir en una lógica de enfrentamiento en nombre de una autonomía mal entendida, que ha sido un freno muy fuerte a la educación pública. Por eso estamos como estamos, el diagnóstico lo comparte todo el mundo. Si este acuerdo que se celebró ayer tiene tan poco contenido, me pregunto, ¿por qué tanta oposición desde algunos sectores gremiales? Tenemos que hacer un esfuerzo para mirar en positivo, para tender puentes, para dialogar y para encontrar los caminos que permitan alcanzar este tipo de resultados.
Es impensable que exista en un país la iniciativa de la oposición para que un Gobierno que tiene mayorías parlamentarias termine acordando líneas tendientes a un acuerdo nacional educativo. Eso no se da en otros países, por lo menos de América. Tenemos que valorarlo como un clarísimo mensaje de la unanimidad de los partidos que tienen representación parlamentaria en el sentido de una orientación que por supuesto no va a ser milagrosa ni va a propiciar cambios de la noche a la mañana, y que tiene que ir acompañada de la voluntad de otros actores sociales, sindicales, de la sociedad entera, para tener en el más corto plazo posible resultados que permitan abrigar esperanzas.
EC - Hablando de las resistencias a nivel gremial a las que usted aludía recién, Andrés Olivetti, dirigente de la Asociación de Funcionarios de UTU, decía hoy en El País: "En realidad de las mismas manos surgen los mismos tipos de soluciones. Los mismos actores políticos que construyeron el actual sistema educativo ahora lo quieren modificar con el mismo esquema. En vez de hablar de condiciones, en vez de hablar de la situación real en cada lugar y de la manera en que hay que hablar, siguen haciendo las mismas cosas. El tema no es el poder, no se trata de que más gente vote acá o allá, en el fondo lo que se precisan son salones, profesores, condiciones de los estudiantes, grupos que no tengan más de 20 alumnos, profesores que puedan trabajar 20 horas en aula y otras 20 para preparar y coordinar horas de aula. Todo eso se necesita, pero no está planteado en el pacto".
JL - Si la línea que aprobamos ayer no es la correcta, ¿cuál es la alternativa que se propone? Porque nunca la educación ha tenido tantos recursos económicos y nunca hemos tenido tan bajos resultados. Que no se diga eso, porque la inversión educativa ha sido grande. Que se necesitan locales, por supuesto; que se necesita darles mayor jerarquía a docentes estupendos que por suerte el país tiene, es lógico; que tenemos que darles título universitario a los maestros y profesores para que sean asimilados universitariamente a médicos, abogados, arquitectos, hay que estar en esa línea, tenemos que pagarles mejor también. Pero tenemos que cambiar el modelo, y este documento va en línea con el cambio de modelo educativo. No es lo mismo un liceo de Caraguatá, de Guichón, de Paysandú, de Tacuarembó que un liceo de Pocitos o de Malvín. Como no es lo mismo un liceo de Carrasco que un liceo del Cerro. Entonces no me parece lógico que se exprese que aquellos que llevamos la educación a esta situación estemos proponiendo lo mismo; tenemos responsabilidades, yo no saco la pata del lazo. También que se diga todo, la educación se ha ido encerrando cada vez más en gremialismos que se corporativizan y que defienden intereses sectoriales, y nunca están en el centro de una política educativa el alumno, los padres y los profesores. Esto es así, lo dice alguien de izquierda, la señora directora del Bauzá, la profesora [Graciela] Bianchi.
No podemos seguir enfrentándonos. Aquí no se trata de darle más poder al sistema político para aplastar al gremialismo, se trata de fijar líneas en la educación según las cuales quien ha recibido la voluntad de la gente en las urnas pueda incidir en la educación uruguaya. Esto es central. Y fijar un modelo de autonomía en los centros educativos es un cambio de eje del modelo educativo sustancial, que parte de un eje centralista, hegemónico, vetusto, arcaico, de un modelo vareliano que tiene 100 años, a un modelo diferente en el que la comunidad educativa, la autonomía, el centro educativo recobran un protagonismo fundamental para poder tener mejores resultados que el país tiene que exhibir para darle oportunidades a su gente. Ese es mi pensamiento.
EC - Ahora está previsto que empiece un diálogo con los sindicatos y otras organizaciones sociales vinculadas a la educación. ¿Cómo se va a manejar esa parte de este proceso?
JL - Será responsabilidad del Poder Ejecutivo. Me parece perfecto, está muy bien que el presidente hable con todos. Me parece bien también y lo quiero decir públicamente, más allá de que me digan lo que siempre me dicen que el presidente mandara un mensaje inequívoco, contundente. El comunicado de Presidencia no tiene desperdicio.
EC - ¿Alude al comunicado de esta semana, del miércoles pasado?
JL - Sí, de anteayer, en el que expresa que los acuerdos se tienen que cumplir de buena fe, que tiene que haber cambios en la educación, que los representantes del Gobierno en la educación tienen que ser claros en la orientación del propio gobierno y de lo que quieren los partidos políticos. Esto de por sí es un cambio. Hay que valorar esas cosas, porque además hasta ayer no teníamos nada, esa es la realidad, no se tenía este acuerdo, y ahora tenemos un acuerdo. Más allá de las diferencias, tenemos que buscar caminos de entendimiento que permitan superar una situación que tiene que ser reconocida por los propios actores de la enseñanza, que no muestran un modelo sustitutivo, un modelo alternativo para propiciar esos cambios. Este modelo contenido en el acuerdo, si bien no operará con efecto milagroso, es una línea de trascendencia para llevar adelante esos cambios que la educación pública necesita. Porque los guarismos son alarmantes, porque el rezago educativo es preocupante, porque la cantidad de muchachos que no estudian, no trabajan ni buscan trabajo es también significativa. Esta es una línea, nadie ha proyectado otra distinta, no tenemos derecho a abroquelarnos para no hacer nada. La mejor manera de no cambiar nada es no hacer nada.
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Transcripción: María Lila Ltaif
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