El fletero del rock
Su épica es el aforismo, decía Antonio Pippo en su columna de Voces, sobre nuestro invitado de hoy. "Viste de negro, quizás soñándose primo del Zorro, sin antifaz ni espada, convertido sólo en un color de advertencia", proseguía. "Pero yo lo he visto en su banca, con la oronda y frecuentemente transpirada calva de párroco de pueblo chico, al momento de las calenturas -que las tiene y pueden ser sinceras o impostadas - dar unos extraños saltitos mientras vibra su voz de bajo jubilado, cual sincronizadas piruetas a las que se hubiese animado un muñeco de felpa de imaginada vida, mientras golpea la mesa o tensa el índice admonitorio, casi siempre el izquierdo, por las dudas. Un dedo que a la oposición se le antoja el de un proctólogo carente de misericordia", decía Pippo. Cuando lanzamos el enigma al aire, muchos acertaron. Se ve que alguna de las observaciones del periodista consiguió dar en el clavo. El gordito aforìstico (como tituló su columna el insolente de Pippo) no era otro que el a veces diputado, a veces senador, Carlos Gamou. Su carrera política tiene, como tantos, características gitanas. Sus inicios los encontramos en la Lista 99. Sin embargo, llegó al palacio de las leyes en 1995 tras participar de la fundación de Asamblea Uruguay. Estuvo en Izquierda Abierta junto a Leonardo Nicolini, con quien se unió al Movimiento de Participación Popular en 1999. No obstante, las diferentes corrientes a la interna del MPP lo llevaron junto a Fernández Huidobro y a Luis Rosadilla, entre otros, a formar la Corriente de Acción y Pensamiento Libertad. En Suena Tremendo habló sobre su visión de algunos de los temas que están sobre la mesa en estos días.