Masoller, una conmemoración "desbordante"
Crónica de Rosario Castellanos, de regreso en Montevideo
(Emitido a las 07.38)
EMILIANO COTELO:
La conmemoración de los 100 años de la batalla de Masoller congregó ayer a miles de ciudadanos blancos en aquel paraje en la punta del territorio nacional, donde confluyen los departamentos de Artigas, Salto y Rivera.
El acto contó con una amplia cobertura de prensa, que hoy se ve reflejada en los diarios: "Larrañaga convoca a una revolución blanca en octubre", titula en primera plana El Observador; "Multitud homenajeó a Saravia en Masoller", dice El País; "Los blancos a caballo por las cuchillas de Masoller como ocurriera 100 años atrás", dice Últimas Noticias; "Los blancos en Masoller y los Colorados en Tranqueras recordaron ayer su trágica batalla", dice La República. Algunas fotografías resultan particularmente elocuentes; una de El Observador aparece con una leyenda que dice "Al finalizar el homenaje, los blancos imitaron una carga de caballería"; la imagen parece de un cuadro al óleo y, más que una carga de caballería, lo que refleja es una "montonera"; una montonera blanca cien años después.
El presidente del Directorio y candidato a la Presidencia de la República por del Partido Nacional. Jorge Larrañaga, fue el orador central en el acto. En su discurso, evocó la figura de Aparicio Saravia, quien fuera herido de muerte en Masoller.
(Grabación)
JORGE LARRAÑAGA:
Le venimos a expresar a este Saravia que vive, que no importa -como decía el historiador- que no esté en los libros de texto. ¡¿Qué importa?! ¡¿Qué importa que no esté -más allá de que tuviera que estar- qué importa, si acá están ustedes?! Porque Saravia y su pueblo fueron una misma unión.
(Emiten la canción "De poncho blanco")
(Fin de la grabación)
Larrañaga aprovechó esa alocución para hacer un llamado a los blancos a trabajar para lograr el triunfo en las próximas elecciones y "construir el Uruguay del futuro":
(Grabación)
JL - En la evocación de 100 años del último combate entre uruguayos, de la última lucha entre compatriotas en estos campos, el mejor homenaje a Saravia y a lo que él representa no es el mármol, ni la piedra, ni el bronce: es su pueblo y su partido construyendo la esperanza de todos los uruguayos.
(Fin de la grabación)
El candidato aseguró estar dispuesto a conducir al país hacia las transformaciones que son necesarias:
(Grabación)
JL - Yo siento hoy la enorme responsabilidad de la hora. Pero siento, desde estas cuchillas, desde este Arroyo Corto, desde esto sol que ilumina este día, desde el fondo de la historia, nos da el coraje para construir el destino de este país, para seguir aportando a la construcción del destino de este país.
(Fin de la grabación)
Anoche veíamos las imágenes por televisión, hoy vemos las fotografías de los diarios, pero a lo largo de todo el día de ayer estuvimos escuchando a Rosario Castellanos, enviada de El Espectador a Masoller. Ya está de regreso en Montevideo.
ROSARIO CASTELLANOS:
Fue una jornada muy intensa, porque -recordemos- Masoller está a seis horas de viaje de Montevideo, así que completamos 24 horas contando los viajes de ida y de regreso.
Pero creo que las distancias no achicaron a mucha gente. Tú hablabas de miles, y yo sigo considerando difícil de calcular esa masa de gente que, cuando llegó el momento culminante (la mayor asistencia, que debe haber ocurrido entre las nueve de la mañana y las dos de la tarde), cubrió absolutamente la zona donde estaba el campamento de quienes habían llegado la noche anterior. Era una masa de una carpas, camiones, a los que se sumaron los jinetes que venían llegando, la gente de a pie, los automóviles y los ómnibus, todo eso que conformó esa especie de gigantesco campamento delante de lo que se convirtió en un estrado y que no era otra cosa que un mirador de frente a los campos donde se levantó la batalla.
EC - Algunas estimaciones hablan hoy de 15.000, otras de 20.000 personas.
RC - Es probable; no sé si esas cifras incluyen a los jinetes, pero ese fue realmente un aspecto sorprendente: la cantidad de caballos que participaron del desfile y se sumaron al acto.
EC - Caballos que dieron pie a algunos de los problemas de organización que caracterizaron a esta concentración de ayer.
RC - La organización fue desbordada. Desbordada -afortunadamente sin consecuencias- la Policía Caminera en cuanto a encauzar el arribo de gente; intentaba mantener cierto orden en la ruta pero no hubo forma de hacerlo, los automóviles debieron circular a campo traviesa para llegar hasta el lugar. Y no sin riesgo porque todo este movimiento, incluso caminando, se producía entre autos y caballos.
EC - El problema para los jinetes fue el lugar donde quedaron a la hora de la oratoria: como fueron dándose las cosas, quienes habían hecho el esfuerzo de recorrer kilómetros y kilómetros a caballo para arribar a Masoller terminaron a tal distancia del estrado que no veían y casi no escuchaban porque la amplificación no era suficiente.
RC - Como la superficie abarcada fue mucho mayor de lo que se había dispuesto, yo que, entre otros, quedé a 400 metros del estrado, prácticamente no pude escuchar el discurso.
EC - Y hubo reclamos: "O Larrañaga pasa revista a la tropa antes de hablar o nos vamos; queremos desensillar de una vez", dijo a viva voz uno de los jinetes con el sombrero en la mano.
RC - Ese jinete, por supuesto, además debería estar con hambre porque, entre las cosas que fueron totalmente superadas estuvieron las provisiones. En determinado momento creo que cualquiera daría cualquier cosa por una tira de asado: se había terminado todo absolutamente; quedaba poquísima bebida, tampoco alcanzó el hielo... Fue mucho más gente de lo que el mejor de los pronósticos pudo prever.
EC - Masoller se vio conmovido, desbordado, por una multitud que no tiene precedentes. Es un caserío con unos 200 habitantes que pudiste recorrer ayer...
RC - Probablemente alguno más, porque aparte del centro poblado en sí hay una pequeña zona conformada por las viviendas de Mevir, hay algún otro servicio alrededor que reúne algunas casas, pero en todo caso no pasan de los 300, 400 habitantes.
EC - Y hay algunos testimonios de habitantes del lugar. En El Observador, dice Ángela Da Rosa, una joven de 16 años: "En estos días, en el pueblo pasaron más cosas que las que vi desde que nací". Antonio, de 78 años, está seguro de que no va a ver algo parecido: "Los viejos estamos locos de la vida. ¡Mire todo eso; acá nunca se vio!", señalando hacia un toro mecánico y hacia un pelotero, porque ese tipo de instalaciones también fueron llevadas a Masoller para entretener a la gente en esas horas que duró el campamento.
RC - Un pueblo que entendió que hasta su razón de ser, de pronto, tiene tanto que ver con estar en Masoller, y que se sumó a la organización. Una de las plazas de comida (donde yo pude llegar a una buena milanesa) era el salón comunal del lugar. Pero allí mismo, en ese pequeño centro, había sido inaugurado ese día un museo -mínimo- y todo tenía que ver con lo ocurrido en Masoller.
Una población que se sumó a la organización de los actos, y está dispuesta a hacer del hecho de estar instalada en Masoller un elemento de atracción turística como para hacer de la visita a Masoller parte de lo que puede ser una forma de vida del pueblo.
EC - A propósito de los problemas logísticos que mencionábamos, nos llama Sandra, de Solymar: "Yo soy blanca y quiero preguntarle a Rosario cuándo vio un acto blanco organizado" (Risas) "Los blancos somos así, caóticos".
RC - Creo que ni siquiera tenía mucha posibilidad de que fuera organizado. Esta cobertura mía, les aseguro, fue absolutamente "a monte": no había forma literalmente de organizar aquello que estaba ocurriendo en el medio del campo, y literalmente en el medio del campo. Porque, como decía, si hubiera llovido no sé dónde podría guarecerse la gente que se había instalado desde el día antes.
EC - ¿No llegó a llover allá?
RC - Hasta que me vine, era una tarde de verano. A las cinco de la tarde el calor apretó realmente, y había que buscar lugares a la sombra.
EC - El soy ya era fuerte de mañana temprano. ¿no?
RC - Fantástico; el día fue perfecto. Luego me encontré con la lluvia en la carretera; no sé qué ocurría en Masoller que, según me dijeron, tiene un microclima muy especial, en lo alto de la cuchilla. Qué lugar, qué lugares algunos de los que recorrí para llegar. La Bajada de Pena es un punto realmente notable.
EC - Otro oyente, Enrique, está volviendo de Masoller. Dice que no dejemos de mencionar la presencia a caballo del embajador de Estados Unidos, Martin Silverstein. "Fue toda una sorpresa", dice, y está en las fotografías. ¿Llegaste a cruzarte con él?
RC - No, no. Imposible.
EC - Acá está, de lo más elegante, vestido con jean, con botas, una camisa a cuadros grandes, sombrero y, en la mano derecha, una caña tacuara, supongo, con la bandera uruguaya bien arriba, al tope.
RC - Creo que de las presencias a caballo, la que me resultó más linda de ver fue la de Carlos Julio Pereyra que, con su montón de años, su cabeza blanca, en un tordillo que no tenía un pelito que no fuera blanco purísimo, y con su poncho blanco que se extendía y se perdía por el lomo del caballo, les aseguro que era una figura... por supuesto, ovacionada por sus correligionarios, pero emocionante.
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Transcripción y edición: Jorge García Ramón