Apuntes de la campaña (2): La campaña, nosotros y los oyentes
Por Emiliano Cotelo
(Emitido a las 08.23)
Esta semana el Partido Nacional colocó como tema central de su campaña la demanda de debates, sobre todo entre Jorge Larrañaga y Tabaré Vázquez, pero también entre senadores y otras figuras políticas. Aquí nos ocupamos de ese emplazamiento, hicimos dos entrevistas cortas en dos días sucesivos, una con el doctor Sergio Abreu, fundamentando el planteo, y otra con el senador Rodolfo Nin Novoa con la respuesta del Encuentro Progresista. Además lo analizamos en la tertulia del miércoles y dimos cabida a varios mensajes de la audiencia.
Y entre los oyentes, precisamente, se dio un contraste sobre el cual quiero hablar hoy.
Hubo quienes criticaron el espacio que asignamos al tema y entendieron que estábamos sobredimensionando una simple jugada política de los blancos. Y hubo otros, en cambio, que objetaron el tono de algunas de esas notas porque creyeron entrever escepticismo con respecto al planteo, como que cuestionábamos la trascendencia del reclamo.
En tiempos de campaña ya estamos acostumbrados a lidiar con la hipersensibilidad que gana a una parte de nuestra audiencia. Afortunadamente no creo que ese estado de ánimo sea generalizado, pero efectivamente, entre el público aparecen los que nos miden con lupa buscando intencionalidades, favoritismos, inclinaciones o (mucho peor) manipulaciones mal disimuladas. Con este tema era obvio que eso podía ocurrir, como pasa con cualquier movimiento fuerte que hace un partido o un candidato.
Algunos oyentes decían: "¿No se dan cuenta de que Larrañaga tiene que inventar algo para recuperar posiciones en las encuestas y, como carece de propuestas importantes, recurre a este desafío para hacer ruido y tratar de descalificar a la izquierda con algo totalmente lateral?".
Otros, paralelamente, argumentaban: "¿Cómo puede ser que ustedes no defiendan la trascendencia de los debates? ¿No se dan cuenta de que quien se niega a debatir demuestra falta de respeto por las opiniones ajenas o falta de ideas o inseguridad para defenderlas?".
Implícita o explícitamente, unos y otros oyentes se estaban alineando con sus partidos. Y, como suele suceder en la democracia, de los dos lados había razones atendibles. Por una parte, los analistas en general coinciden en que en esta campaña la iniciativa ha estado más bien en la vereda del Frente Amplio y que ésa es una debilidad del Partido Nacional en la competencia. También parece claro que el debate sobre el debate no es un problema central del país. Pero, por otra parte, nadie podrá sostener que todos los temas que la izquierda puso sobre la mesa en estos meses han sido fundamentales e ineludibles; hubo también de ese lado recursos hábiles, simplemente hábiles para generar polémica y poner a otros nerviosos o a la defensiva. Piensen, por ejemplo, en lo que ocurrió hace un mes, cuando Vázquez decidió denunciar el tratamiento presuntamente injusto que su partido recibe en los medios de comunicación. Machacar con esa acusación durante varios días, ¿se pareció o no a esta insistencia nacionalista de ahora con el reclamo de debates?
En los últimos siete días Larrañaga cargó contra la izquierda ubicándola como autora de una campaña de desprestigio en su contra, y después se concentró en la exigencia de debates, un asunto que, aparentemente, un sector de la población demanda, y con el cual, además, Larrañaga y su gente creen que pueden complicarle al EP-FA la posición cómoda en la que esa fuerza política venía marchando rumbo al 31 de octubre. Después de mucho tiempo el Partido Nacional encontró cómo aparecer con iniciativa y con fuerza.
Y eso es un hecho político que marca un momento de la campaña y que amerita el tratamiento periodístico. Creo que no hace falta repetirlo, pero en una carrera electoral no todo depende de las ideas y los programas. Nos guste o no nos guste, ¿cuántas veces la imagen de un candidato resulta determinante? ¿Cuántas veces un buen jingle incide de manera relevante? ¿Cuántas veces unos avisos ingeniosos y creativos pueden más que las propuestas? ¿Cuántas veces un error propio deja a un candidato al costado del camino? ¿Cuántas veces un ataque aplanador y quizás injusto termina liquidando a un partido?
Esta jugada de Larrañaga es una movida más de las varias que ha tenido este año electoral 2004. ¿Provocará alguna variación en las encuestas? No lo sé. Y en caso afirmativo, ¿beneficiará a los blancos o será un boomerang que hará crecer más a la izquierda? Tampoco lo sé.
A un programa periodístico lo que le corresponde hacer es: antes que nada, evaluar el hecho y, si considera que tiene entidad suficiente, informar sobre él y analizarlo. Punto.
Y los oyentes después juzgan. Juzgan el hecho y sacan sus conclusiones políticas. Y también juzgan a los profesionales de la comunicación y sacan sus conclusiones sobre su manera de trabajar.
Nosotros, en particular, estamos acostumbrados y dispuestos a ese escrutinio diario y riguroso de nuestro público. En Perspectiva jugamos sin compromisos, pero, además, con todas las cartas a la vista.