Debate sobre prostitución

Daisy Tourné (PS): "El cuerpo, las relaciones y la sexualidad hacen a la libertad individual y a la dignidad personal"

Daisy Tourné. Archivo Presidencia
Daisy Tourné Archivo Presidencia

La prostitución como oficio ha sido cuestionada en varias partes del mundo por entender que no es simplemente una manera de ganarse la vida. Uruguay no ha quedado exento de ese debate, la diputada Daisy Tourné planteó este tema en la Comisión Permanente de Parlamento y dialogó con En Perspectiva al respecto. La legisladora socialista cree que la sexualidad y el cuerpo de una persona no deben ser un producto librado a las leyes del mercado, y que hay que buscar nuevas posibilidades "de trabajo, de formación, de educación y de libertad" para las personas que están involucradas en este tipo de situación. También sostuvo que "la cultura patriarcal es brava" y se cuestionó si una sociedad que considera que un cuerpo se puede vender es madura.

(emitido a las 7.51 hs.)

ALEJANDRO ACLE:
En varios países del mundo se ha instalado un debate entre los partidarios y los detractores de la legalidad de la prostitución. Mientras unos la definen como un reflejo de la sociedad patriarcal y machista otros la consideran una forma de trabajo que debe hacerse bajo condiciones de respeto y seguridad.

Uruguay fue el primer país de América Latina en reconocer esta actividad, además desde 2002 existe la Ley de Trabajo Sexual como marco regulatorio. Las prostitutas integran el PIT-CNT, pueden aportar al BPS, y acceder a beneficios como seguro de salud, asignaciones familiares y jubilaciones.

Ayer la diputada socialista Daisy Turné propuso discutir si la prostitución puede considerarse un trabajo. En una exposición ante la Comisión Permanente del Parlamento la legisladora llamó a debatir si el cuerpo y la sexualidad de una persona son producto de mercado.

Diputada, ¿cuál es su planteo en concreto?, ¿estimular un debate o hay alguna cuestión particular?

DAISY TOURNÉ:
No, es simplemente evolucionar, porque todo lo que usted decía previamente yo ya lo viví desde el Parlamento. Cuando ingresé [al Parlamento] en el año 1995 aún no existía el sindicato de trabajadoras y trabajadores sexuales y trabajé junto con ellos en la Ley de Trabajo Sexual porque en aquella época era prácticamente la esclavitud, sin ningún tipo de derechos, sin nada.

Hoy en día yo me pregunto, una vez que hemos evolucionado, si hay otras posibilidades, deberíamos buscarlas, ya sea de trabajo, de formación, de educación, de libertad de las personas, ¿sigue siendo un trabajo el vender el cuerpo? Esa es mi pregunta, más cuando estamos asistiendo periódicamente a situaciones terribles como las que se han dado en distintos departamentos de Uruguay como fue el año pasado Paysandú, este año Melo-Maldonado-Punta del Este…

AA – Donde hay involucradas menores sobre todo, ¿no?

DT – Sin duda, pero empezamos una trayectoria si se quiere.

ROMINA ANDRIOLI:
Usted dejó ayer la pregunta planteada sobre si el cuerpo y la sexualidad de una persona son un producto de mercado, ¿qué piensa usted?

DT – Yo pienso que no, pienso que la libertad absoluta de las personas no pasa por el mercado, por pagar, ni por tener la desgracia de tener que venderse para poder subsistir, porque salvo rarísimas excepciones, la gran mayoría de las personas que trabajan sexualmente, hombres y mujeres -no lo estoy criticando, me conocen y saben trabajé en la ley para superar sus condiciones de trabajo-, lo hacen porque están en extremas condiciones de vulnerabilidad.

Creo que en el fondo hay que preguntarse si uno a cambio de dinero lo haría con cualquier persona y en cualquier condición. Creo que para nosotros, o para nuestros hijos e hijas tendríamos una respuesta enseguida, el problema es cuando el trabajo sexual le corresponde a otros. Que no digo que sea una indignidad, lo era antes de la ley de 2002, actualmente considero que si fuéramos a madurar como sociedad deberíamos pensar en que el cuerpo, las relaciones, la sexualidad, hacen a la libertad individual y a la dignidad personal y no tienen que ser porque unas personas por necesidad, en general, están sometidas a las leyes del mercado, a comprar y vender.

RA – Está claro que usted hace un llamado a reflexionar como sociedad, ¿pero usted es partidaria de erradicar la prostitución como tal o qué es lo que hay detrás del planteo?

DT – Yo creo que a consignas no se arregla nada. Esto son actitudes humanas, es madurez humana. Mi intención fue denunciar primero la situación cada vez más frecuente de abuso sexual a menores en una sociedad que se llama culta y además llamar a la reflexión sobre esto: ¿es realmente una sociedad madura, avanzada, educada, la que considera que el cuerpo de algunos se puede comprar y vender? Es mi pregunta, nada de esto se impone, yo tengo una posición, ya la manifesté, estoy a favor de la dignidad y la libertad más absoluta de las personas.

AA – Ahora, para lograr que con el tiempo la prostitución vaya terminando, ¿qué tipo de medidas se pueden implementar? Hay algunos ejemplos internacionales, por ejemplo en Suecia…

DT – Sí, la ley sueca es interesante porque penaliza al cliente, también lo hace como una forma de educación, de advertencia, para que no se caiga en el comercio sexual. Pero el problema con nosotros los uruguayos es que creemos que todo se arregla con ley, dijera mi amigo Gonzalo Fernández: "nosotros creemos que ponemos la ley y se acabó el problema".

Este es un problema muy arraigado en la sociedad, de profunda cultura, igual que como estaba arraigado hasta hace unos años que lo que pasaba puertas adentro de una casa era sagrado, y mataban y mataban mujeres y a nadie le importaba. Ahora por lo menos hemos tomado conciencia, no ha bajado el número de mujeres víctimas. Por eso me refiero a que hay que empezar a hablar de estas cosas, ponerlo en palabras porque si no se empieza a hablar la idea no madura. Y hay países como Suecia que han empezado a transitar una solución a través de la penalización del cliente.

RA – ¿Y usted piensa que por ahí puede venir una de las alternativas para el tema acá?

DT – Podría ser, pero realmente prefiero sentarme a pensarlo a la uruguaya. Vio cómo somos nosotros, somos muy particulares, capaz que para los suecos es una solución bárbara, no sé si lo es para nosotros. Yo lo quiero poner de manifiesto, me parece que además día a día los jóvenes piensan distinto y van iniciando su vida sexual de otra manera, y no llevados por los adultos a los prostíbulos como era no hace mucho tiempo. Por lo tanto no me quite las esperanzas de pensar que en algún momento vamos a ser libres en el sentido de respetar la dignidad del cuerpo de los demás y que vamos a ganarnos el sustento con un trabajo que nos guste hacer, que sea gratificante. Yo sé que suena a delirio y a utopía, pero si no existieran las utopías hace mil años vendríamos repitiendo las mismas conductas.

AA – Eso está claro. Claramente va a ser un largo camino de debate…

DT – Va a ser un camino larguísimo, por eso es que hay que empezar a mover el avispero ahora, de lo contrario no vamos a llegar nunca.

AA – Incluso porque hay que ingresar en el debate la opinión de algunas de las propias trabajadoras sexuales que reivindican su derecho a su trabajo, que incluso hasta defienden…

DT – Me parece muy bien, yo soy de las que respetan su trabajo, si no, no hubiera trabajado en la ley que lo ha regulado y le ha concedido beneficios. Lo respeto profundamente. Mi pregunta es, si hubieran tenido la posibilidad de conseguir un trabajo diferente, que les gustara, donde pudieran recibir un pago digno, si se hubieran dedicado al trabajo sexual. Es la pregunta que tengo, capaz que hay gente que le encantó, yo sinceramente en el fondo del alma pienso, como mujer, y lo voy a decir con total crudeza a ver si se entiende: tener que aceptar cualquier persona sobre o en mi cuerpo por un precio no me sería grato.

RA – De todas formas, por lo que interpreto de sus palabras, usted es partidaria de mantener todo lo que tiene que ver con los derechos y los beneficios que tienen, porque también uno podría decir que si se va hacia la erradicación…

DT – Mire, yo nunca en mi vida he estado contra las víctimas sino más bien contra los victimarios.

RA – Le hacía el planteo pensando en que si la tendencia es erradicar esta actividad entiendo que usted no está planteando que queden desamparadas, porque si no podría llevar a que quedaran en la informalidad o fuera del control, y más vulnerables.

DT – Por el contrario, trabajé y pagué caro haberme metido en esa ley. En el año 2001, 2000, empezamos a trabajarla, y quiero recordar que la hicimos con el diputado colorado [Daniel] García Pintos, que también trabajó mucho, y no éramos bien mirados por trabajar en esa ley que se terminó aprobando. Tuvimos una fuerte discusión en el plenario, está en actas, se puede revisar. Por supuesto que quiero y voy a respetar tanto sus derechos, que quisiera que existiera la opción de que pudieran no trabajar en lo que están trabajando.

AA – ¿Y ya ha tenido alguna repercusión con respecto a este planteo, alguna conversación en particular?

DT – No, hasta ahora algún dicho como por ejemplo: "¿Estás loca, mija?" (risas).

RA – ¿Y por dónde piensa canalizar la discusión?

DT – Yo creo que somos muchas las mujeres a distintos niveles que pensamos esto, algunos varones también, pero la cultura patriarcal es brava, es difícil, aunque nada es imposible, es un poquito más difícil nada más. Me gustaría empezar a juntarme incluso con el sindicato de trabajadoras y trabajadores sexuales, que ha reivindicado algunas cosas por el estilo. Por ejemplo en las últimas actividades que se hicieron públicamente con personas trans cuentan que se ven obligadas a ejercer el trabajo sexual porque no tienen otra alternativa de trabajo.

AA – Sí, en el caso de las personas trans es una situación hasta más acuciante porque por la propia estigmatización que existe hacia ese colectivo se les hace más difícil todavía acceder a puestos de trabajo "normales".

DT – Exactamente, no se les da, y cuando se dio la oportunidad desde el Estado también se criticó fuertemente, es esa actitud uruguaya que poca cosa les viene bien. Pero bueno, somos así, es nuestra idiosincrasia.

Yo lo he hablado también con chiquilinas jóvenes que trabajan sexualmente y me dicen: "¿de qué vamos a vivir? De esto ganamos mucho mejor", bueno, es un proceso, yo comprendo todos esos problemas, no quiero quitar ningún derecho, comprendo incluso la realidad económica actual que pueden tener algunas personas. Lo que estoy casi convencida es que la enorme mayoría ha llegado al trabajo sexual por necesidad y extrema vulneración y que si tuvieran la oportunidad de tener otro trabajo bien remunerado, con un horario común, lo aceptarían gustosamente.

AA – Queda hecho el planteo, veremos quién terminar recogiendo el guante.

DT – Capaz que ni lo veo, pero tengo la tranquilidad de haber empezado a plantearlo.

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