Apuntes de la campaña (4): Paradojas de estas elecciones 2004
Por Emiliano Cotelo
(Emitido a las 08.25)
Hace pocos días un alto jerarca de esta administración terminaba de realizar una exposición muy ordenada y sobria, que sólo había incluido algún golpe leve para los adversarios. Uno de los asistentes se lo hizo notar, conversando informalmente. Y el funcionario contestó: "Es que todavía no estoy acostumbrado a ser oposición".
La frase, que escuché muy de cerca, me llamó la atención. Estaba dicha con un fino sentido del humor y cargada de ironía. Y terminaba siendo muy reveladora. Porque, en rigor, ese hombre todavía no tiene por qué comportarse como opositor ya que integra un gobierno que recién concluye el 1º de marzo.
Pero ocurre que hace ya dos años que el EP-FA oscila en torno al 50% de intención de voto. Y no sólo eso: hace meses que entre la gente está consolidada la idea de que el próximo presidente será Tabaré Vázquez. Y este último es un dato fuerte de la realidad: ese pronóstico está muy extendido incluso entre quienes no votan a la izquierda.
Esta situación ha convertido en muy particular a esta campaña electoral 2004.
Para empezar, todos tenemos la sensación de que ha sido demasiado larga. En el ambiente flota la impresión -verdadera o equivocada, pero impresión al fin- de que ya está todo resuelto.
Pero además resulta extraña la posición en la que han terminado colocados todos los partidos que no son el EP-FA, incluyendo nada menos que a colorados y blancos, históricamente asociados al ejercicio del poder.
Por ejemplo, el Partido Nacional, que es el segundo en intención de voto, como de todos modos aparece lejos del 50% de Vázquez, desarrolla toda su campaña en pos de un objetivo en el fondo bastante modesto, que se resume en: impedir el triunfo del FA en la primera vuelta y conseguir la chance de disputar el balotaje.
No ha sido fácil para Jorge Larrañaga construir la convicción de que eso es factible. Y en ese empeño ha dado algunos pasos muy discutibles, por ejemplo el anunciar el viernes pasado en el programa de Mirtha Legrand, en Buenos Aires, que el domingo se difundiría una encuesta que mostraría un crecimiento de su partido y un alejamiento de la posibilidad del triunfo de Vázquez en primera vuelta. Algo que no sólo dijo allí, sino que repitió durante ese viernes, el sábado y el propio domingo.
¿No había otro tipo de argumentos, más fuertes, más sólidos para entusiasmar a su electorado? ¿No le preocupó la posición incómoda en la que dejaba a la empresa consultora? Las insinuaciones que lanzó luego el senador Eleuterio Fernández Huidobro fueron, sin duda, un exceso, un manoseo sin fundamento y una ligereza censurable. Pero ya existía un campo fértil para pegarle a las empresas de opinión pública. Ya le habían caído palos colorados a Radar y palos blancos a Factum. Ahora habían quedado prontas las condiciones para que también se la ligara Cifra.
Más incómoda que la posición del Partido Nacional es la del Partido Colorado. Saltar de ser gobierno a una intención de voto de 10% o menos es, evidentemente, un shock muy fuerte. ¿Cómo salir de ese piso? ¿Cómo conseguir una bancada parlamentaria digna? Ese es el desafío, bien modesto, que deben enfrentar. Y en esa dirección hemos visto al Foro Batlllista, con Julio María Sanguinetti en primer plano, resolviendo ir en busca del espacio perdido a partir de las denuncias a los tupamaros, y a la Lista 15, con sus ministros a la cabeza, llamando a los uruguayos a despertar y "cambiar la elección".
En definitiva, la campaña muestra a estos sectores trabajando denodadamente para cambiar algo que todavía no ocurrió, pero que todos implícitamente dan como un hecho. Es toda una paradoja. En varios de sus spots, el Foro y la 15 parece que estuvieran cuestionando medidas ya ejecutadas por Vázquez. Algunos discursos y planteos publicitarios resultan desconcertantes, como ese anuncio que muestra a la dirigencia del Foro como el mejor equipo para frenar la politización de la enseñanza. Parece, efectivamente, que el presidente hubiera sido Tabaré Vázquez en estos cinco años, y que se avecinara la elección en la cual cabe la posibilidad de sacar a la izquierda del poder.
Es cierto que hay varios grupos que llevan sus campañas por la positiva. Y en estos días se ha notado algún esfuerzo por volver al camino de las ideas.
Pero son demasiados los sectores, tanto colorados como blancos, cuya comunicación se apoya en el slogan del EP-FA, "cambiemos", ironizando sobre él, señalando contradicciones en el discurso frenteamplista y criticando sus propuestas. Buena parte de los avisos y los discursos de blancos y colorados han tenido como tema al EP-FA, su integración, sus antecedentes y sus propuestas.
Por su parte, Vázquez, que en estos años creció en buena medida por la negativa, aprovechando la crisis económica para criticar de manera implacable al gobierno y a los dirigentes colorados y blancos, tuvo -en determinado momento- la habilidad de pegar a tiempo el golpe de timón y colocarse, sobre todo después de las elecciones internas, en una especie de presidente electo, construyendo con cuidado su imagen de estadista, tomando la iniciativa en la presentación de los capítulos de su programa, y cuidándose, al mismo tiempo, de no hacer olas.
Paralelamente, los sectores del EP-FA desarrollan sus campañas publicitarias con varios de sus voceros colocados en la posición de gobernantes, con la música y la estética apuntadas al entusiasmo y la alegría, con exhortaciones a festejar y, como telón de fondo, una buena dosis de triunfalismo.
Una apuesta que también está cargada de riesgos, pero que -por lo menos por ahora- parece haber descolocado a los competidores.
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