Violencia en la educación

Héctor Florit: "Los códigos de comportamiento en una institución que pretende educar tienen que ser de respeto y tolerancia"

Héctor Florit. Archivo
Héctor Florit Archivo

En las últimas semanas han sonado reiterados casos de violencia en entornos educativos. Se difundió por medio de la prensa que padres van al centro al que concurren sus hijos para propinar una paliza al docente del niño como forma de represalia. Para ahondar en esta problemática, conocer si es nueva o no y su gravedad, En Perspectiva dialogó con Héctor Florit, director general de Primaria. En la entrevista, el jerarca del CEP aseguró que "la agresión física es en sí misma repudiable" y no es necesario "agregarle ningún tipo de dramatismo o de dato adicional". Repasó el número de casos que se constataron en lo que va del año y del anterior, pero sostuvo que "conviene hacer una precisión para no transformar los hechos puntuales en una pauta de conducta". Asimismo reflexionó: "los códigos de comportamiento en una institución que pretende educar tienen que ser de respeto y tolerancia" y "bajo ningún concepto es admisible un gesto de agresión".

(emitido a las 7.47 hs.)

EMILIANO COTELO:
Cada quince días el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEP) recibe una denuncia sobre una agresión grave de un padre hacia un maestro. Según dijeron a En Perspectiva fuentes del organismo, Primaria maneja incluso un caso reciente de violencia de este tipo en un colegio privado.

En tanto, la Asociación de Maestros del Uruguay (Ademu) tiene registrados no menos de 15 situaciones de este tipo ocurridas el año pasado en Montevideo. Una fuente del sindicato dijo a En Perspectiva que se trata de agresiones serias, pero son muchas más de las que trascienden porque los docentes muchas veces prefirieron dejarla "por esa", como se dice en la jerga habitual. Además, el informante aclaró que existen otros hechos igualmente preocupantes como insultos, amenazas e incluso intimidaciones por parte de padres o hermanos de los chicos que concurren armados a las escuelas a increpar a los docentes.

Recordemos que el viernes se dio una situación de violencia en una escuela del Chuy, en el departamento de Rocha, donde una madre alcoholizada le pegó a una maestra en la cara, le dio varias patadas. La docente tuvo que ser atendida y luego efectuó la denuncia, tras lo cual su agresora fue detenida y procesada. Desde que comenzó el año lectivo tres padres fueron sometidos a la justicia por agresiones a los docentes de sus propios hijos. La novedad más fresca en esta materia es que el CEP decidió designar a un abogado para que se ocupe específicamente de estos casos de agresiones a los docentes.

Para profundizar en el tema vamos a conversar con el director general del CEP, el maestro Héctor Florit.

ROMINA ANDRIOLI:
¿Con qué grado de preocupación están observando este tema desde el CEP?

HÉCTOR FLORIT:
La preocupación es importante, yo diría que se fue generando además un doble efecto: una reiteración de hechos en estos últimos tiempos, particularmente en este último mes; y una suerte de amplificación tanto a nivel de comunicación en general como a nivel de redes sociales, dando a algunos de estos hechos características que se apartan de la verdad. En muchos medios se leyó que la agresión a la maestra de la Escuela 115 había significado la pérdida de piezas dentales o que había estado internada, y eso no es verdad. El hecho de la agresión física es en sí misma absolutamente repudiable, inaceptable, y no se necesita agregarle ningún tipo de dramatismo o de dato adicional para que la sociedad, el Poder Judicial y las autoridades de la educación señalen su repudio y su alarma frente a este desborde.

RA – ¿Puede ser que haya efectivamente más casos de violencia, o es que a raíz de estos primeros procesamientos que tuvieron lugar en la justicia hay una especie de necesidad de hacer más público a un problema que ya estaba desde hace tiempo?

HF – Yo creo que pueden ser las dos cosas, lo más probable es que sea una combinación de ambas. En los hechos la sociedad hoy tiene niveles de violencia registrada -me refiero a número de delitos, procesamientos o infracciones- que han ido creciendo, en Uruguay y en el mundo, quizás es una de las características de la sociedad posmoderna. Simultáneamente hay una sensibilidad luego de la difusión de estos últimos hechos que lleva a que casos que quizás no tenían la misma resonancia, que no llevaban a formalizar denuncias o que se manejaban en ámbitos más reservados dentro de la propia escuela, tengan hoy una exposición pública y un informe primario al CEP que nos lleva a percibir que en el correr del último mes se han reiterado denuncias, señalamientos y preocupación.

RA – ¿Ustedes tienen cuantificadas las denuncias que vienen recibiendo?

HF – Con violencia física efectiva yo diría que tenemos cuatro o cinco casos en el correr de este año. El año pasado en total fueron diez o doce.

Insisto, nosotros tenemos el registro de aquellas situaciones en las que efectivamente el maestro director cumple con el protocolo, hace el informe primario urgente a Dirección General del CEP. Pueden haber otras situaciones que el maestro haya preferido no registrarlas frente al CEP, y en ese caso obviamente no podemos certificar ningún tipo de número o de cuantía.

RA – ¿Pero las que llegan a la justicia son las mismas que llegan a Primaria?

HF – No, no, Primaria tiene un número mucho mayor de situaciones que la justicia. Cualquier situación que se produce en una escuela que puede afectar el orden, la seguridad de los niños o de los maestros, genera un informe que permite desatar procedimientos de apoyo e intervención por parte de los inspectores, de equipos multidisciplinarios que tiene el organismo, de la División Jurídica, yo diría que los que llegan a la denuncia policial y posteriormente a sede penal son un número mínimo de la enorme cantidad de situaciones que se dan dentro de las escuelas. Pensemos que diariamente abren sus puertas 2.450 escuelas, asisten 20.000 docentes, 5.000 no docentes. 350.000 niños, no hay ninguna institución en el Estado que tenga ese grado de interacción social en su funcionamiento diario durante cuatro o cinco horas.

RA – Sí, está claro que no es una situación generalizada.

HF – No, yo en este punto creo que conviene hacer una precisión para no transformar los hechos puntuales en una pauta de conducta. Nosotros tenemos algunas investigaciones hechas en las escuelas de contexto más complejo, que son las que antes se denominaban "de contexto crítico" que ahora integran el programa Aprender. Se hizo una evaluación de la opinión de los maestros en el año 2012 y las situaciones que ellos denominan como relación predominantemente conflictiva entre la familia y la escuela es del 1,8% en el interior y de 1,5% en Montevideo, en el caso de los directores de Montevideo el porcentaje es aún más bajo. Yo diría que el 1% de los maestros vive la relación con las familias como situaciones conflictivas, en tanto hay un porcentaje del 48%, 49% que califica esa comunicación como aceptable y fluida. El resto, ese otro casi 50% señala casos de desinterés por parte de los padres, en otros casos indiferencia.

Pero vuelvo al calificativo "conflictivo" para remarcar que en la percepción de maestros y de directores tanto de Montevideo como del interior se puede estimar en un poco más de 1% esas situaciones.

RA – Teniendo en cuenta las cifras que ustedes manejan, ¿hay alguna especie de parámetro para saber en qué centros educativos estos hechos ocurren con más frecuencia o tienen más posibilidades de suceder? Se lo pregunto porque mencionábamos que han recibido información sobre una situación de violencia en un centro privado.

HF – Sí, yo creo que hay un porcentaje mayor de clima de violencia en los contextos más privados, que forma parte de mayor distancia entre la cultura escolar y la cultura del entorno. Cuando hablo de contextos más complejos y difíciles no hablo necesariamente de pobreza sino de una batería de indicadores vinculados al grado de integración social, familias con menores que ni estudian ni trabajan, situaciones de desocupación, equipamiento de los hogares, nivel cultural de las familias, tenencia de vivienda, inserción en asentamientos urbanos, es un conjunto de indicadores que no necesariamente son estrictamente de pobreza sino básicamente de integración social, cultural y económica. En esas escuelas efectivamente hay vivencias por parte de los maestros de códigos de violencia algo mayores.

RA – Estaba mirando uno de los mensajes de los oyentes que decía: "atacar a una maestra no se justifica con nada pero el respeto no se impone, se gana" y se pregunta si no será que el nivel de nuestros maestros también va en decaimiento, ¿esto podría incidir de alguna manera?

HF – El grado de compromiso y de profesionalidad del maestro uruguayo es un tema bien interesante. Es un tema que podríamos abordar, yo prefiero dar algún testimonio, el fin de semana estuve en el litoral y me encontré con cientos de maestros haciendo los cursos. Concretamente estuve en Salto, Paysandú, Trinidad y San José, en total había más de 400 maestros que no recibían ningún tipo de retribución trabajando un sábado y los mismos cursos se replican en todo el país. Los sábados hay alrededor de 6.000 maestros que tratan de ser mejores profesionales.

RA – ¿Cursos de qué?

HF – Son cursos de didáctica, educación sexual, conocimiento artístico, lengua, matemática, ciencias naturales y ciencias sociales. Pero es frecuente que haya festivales en el interior, en la escuela rural, convocatorias que van desde pencas hasta bailes los días sábado o domingo. Creo que el compromiso de los maestros es absolutamente destacable, hay muchísimas cosas que se hacen y no se ven -y está bien que así sea-. El desarrollo de la profesión y el trabajo a veces mano a mano con un padre, con un niño, en tiempos que no son de clase, no son remunerados.

Pero por otro lado en el magisterio, como en cualquier profesión, seguramente hay mejores y peores y en los casos en los que hay un funcionario público, en este caso un maestro, que incumple con la función hay procedimientos disciplinarios. En los hechos anualmente se producen investigaciones administrativas, sumarios, sanciones, como en cualquier dependencia pública. Nosotros no estamos señalando que la condición de maestro sea en sí misma una condición de profesional inmaculado, estoy diciendo que los códigos de comportamiento en una institución que pretende educar tienen que ser de respeto y tolerancia en todos los casos y bajo ningún concepto es admisible un gesto de agresión.

RA – Yendo a cómo están trabajando este tema del incremento de agresiones hacia los docentes, ayer informábamos que Primaria decidió designar a un abogado para que se ocupe específicamente de estos casos, por allí va lo que van a hacer en cuanto a la asistencia específica suya a los docentes. Pero más allá de eso, ¿evalúan alguna otra medida específica? ¿Tienen previsto trabajarlo de alguna manera particular en cada centro educativo, con los padres?

HF – Sí, cada situación es distinta y los equipos docentes con el apoyo de la Inspección Departamental que actúe en el caso concreto y la Inspección de Zona, con los equipos de Escuelas Disfrutables, que son psicólogos y asistentes sociales, en los casos que corresponde coordinando con el programa de Maestros Comunitarios, diseñan una estrategia particular.

En el día de ayer conversábamos con la inspectora departamental de Rocha sobre una serie de acciones que era conveniente desarrollar partiendo de una sala de maestros que pudieran objetivar y debatir sobre la situación y cómo reparar un clima educativo que se vio fuertemente afectado. Además de esta práctica, que creo que es corriente en las escuelas cuando hay un conflicto de cualquier naturaleza, no tenía por qué llegar a una agresión, estamos preparando talleres y actividades que ayuden a reflexionar y a mejorar lo que es tradicional en la escuela uruguaya que es el vínculo entre la familia y la escuela. Hace muchos años, yo diría que desde hace un siglo cuando se reglamentaron las Comisiones de Fomento, el funcionamiento de las escuelas tiene una contraparte social que incluye hasta roles administrativos: cada rendición de cuentas que hace un director de escuela va firmada por el presidente de la Comisión de Fomento. Hay un rol de cooperación y control que hace la comunidad de cada escuela. Ese vínculo, la esencia de la escuela del pueblo de José Pedro Varela, tiene que tener hoy por hoy más herramientas, más reflexión y también una convocatoria a las familias que puedan fortalecer esa institución, que puedan blindar socialmente a la escuela que en última instancia es la garantía de poder seguir enseñando y aprendiendo en condiciones de respeto.

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