Entrevistas

Comunidad Sudamericana de Naciones, nueva apuesta a la integración continental

Comunidad Sudamericana de Naciones, nueva apuesta a la integración continental

Eduardo Duhalde, presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur: La tendencia histórica de la Humanidad es la asociación cada vez en mayor grado. América del Sur cuenta con dos regiones (Mercosur y CAN) que, unidas a Chile, podrían negociar en pie de igualdad con el mundo.

(Emitido a las 09.12)

EMILIANO COTELO:
10 países, 17 millones de quilómetros cuadrados; 360 millones de personas, un Producto Bruto total superior a los 800 mil millones de dólares. Faltan pocos días para el nacimiento de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), un nuevo proyecto de integración continental.

"Estamos en vísperas de un viejo sueño"; "El acontecimiento histórico de nuestras vidas"... Son algunas de las expresiones que eligió para definir esta instancia uno de sus principales impulsores, el ex presidente argentino doctor Eduardo Duhalde.

***

Sobre este proyecto, sobre reunión en torno a este tema con el presidente electo, Tabaré Vázquez, vamos a conversar con el doctor Duhalde, presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur. Le hemos ubicado en su casa en Buenos Aires...

EDUARDO DUHALDE:
Sí, estoy en Buenos Aires.

EC - ¿Cómo está distribuyendo su tiempo entre Montevideo y la capital argentina? Porque usted tiene su oficina aquí, en el ex Parque Hotel, en la sede del Mercosur.

ED - Estuve el lunes tempranito en Uruguay, me quedé hasta el miércoles, volé a Chile, ahora estoy en Buenos Aires y parto nuevamente hacia Chile mañana. Estamos trabajando en lo que usted contaba a los oyentes en el sentido de que tenemos los primeros borradores de lo que va a ser el acta fundacional de la CSN.

EC - Esa acta fundacional va a ser firmada por los presidentes de los países involucrados el próximo 9 de diciembre en Ayacucho, Perú.

ED - En Ayacucho conmemoramos ese día el 180 aniversario de la última batalla sudamericana contra el dominio español, la célebre batalla de Ayacucho que tuvo la característica de que, como en pocas, hubo compatriotas de todos nuestros países, incluso hubo un general brasileño (pese a que en las luchas por la independencia no era muy común, pero ahí participaron brasileños), tropas que habían sido de Artigas... En fin: fue la última gran batalla; fue hazañosa, se libró a casi 4.000 metros de altura con mucha gente que venía del llano. Fue la batalla final.

Conmemorando ese 180 aniversario y en el campo de batalla -en ese lugar no hay ciudad- los presidentes de los diez países sudamericanos estarán firmando el acta fundacional.

EC - ¿Cómo se llamará: Unión Sudamericana, Comunidad Sudamericana de Naciones o Estados Unidos de Sudamérica, nombre este último que también llegó a circular?

ED - Como no estuvieron reunidos los presidentes por este tema, sino los cancilleres... Yo he estado conversando con todos los presidentes, están todos muy contentos, pero es un tema a resolución; resolución que tendremos que tomar antes de fin de este mes. Va a haber una reunión de cancilleres para dar el retoque final al acta fundacional y definir el tema del nombre.

EC - ¿De qué estamos hablando, qué es esta Comunidad Sudamericana?

ED - Es el proceso universal de regionalización que se está dando en las últimas décadas: el mundo marcha hacia integraciones mayores. La historia nos dice que el hombre desde que se irguió sobre la tierra fue siempre de integraciones menores a mayores. El hombre que vivía aislado, en pareja, el clan, la tribu, las pequeñas comunidades indígenas, luego las ciudades - Estado de la Edad Media, no había naciones, entonces cada persona que podía darse seguridad y hacer un fuerte establecía una ciudad - Estado. Después vino la conquista más importante de la edad moderna, que es el concepto de Estado - nación que nos acompañó: todos nosotros nacimos precisamente en la concepción del Estado - nación, donde la soberanía tenía una importancia suprema y las relaciones con los demás países generalmente eran de antagonismo, en las hipótesis de conflicto de guerra generalmente los enemigos eran los vecinos. Todo esto está siendo llevado por un viento enorme de progreso en el sentido de que la idea de la confrontación ya es antigua; empezó una etapa nueva y el mundo se va integrando.

EC - En esta misma zona ya hemos ido concretando, con tropezones varios, distintos esquemas de integración. Este nuevo, el que ahora se lanza, ¿qué tipo de proyecto es?

ED - Suma las dos regiones que se han ido conformando: el Mercosur, que es la más grande, y los países andinos, o sea Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Colombia. Se suman estas dos regiones, más Chile, y nace la nueva integración mayor.

EC - Así que Mercosur, más Comunidad Andina de Naciones, más Chile. ¿Es un proyecto más político que comercial...?

ED - Como todos los proyectos, nace por una decisión política, pero la base de sustentación son los acuerdos que hemos protocolizado entre todos los países, días pasados también en Montevideo, en ALADI. Estábamos a la espera de esa protocolización para comenzar a hablar con fundamento de la fundación de una nueva entidad.

EC - ¿A qué acuerdos se refiere?

ED - A los acuerdos comerciales entre los países. Fueron resueltos unos que había pendientes entre Uruguay y Paraguay, y por último se resolvió uno que quedaba, pequeño por cierto, entre Ecuador y Paraguay. El día 8 estaremos firmando este área que comienza a ser zona de libre comercio y al otro día estaremos en el acta fundacional.

¿Cuál es el espejo, para que la gente lo entienda mejor? Nos miramos en el espejo de la Unión Europea. Siempre se toman plazos para estas zonas de libre comercio, pero nuestra aspiración es mayor. Ya están funcionando los tribunales para la resolución de controversias, tanto en la Comunidad Andina como en el Mercosur, tenemos que darnos un plazo para ir juntándolos en un solo organismo, luego tendremos que ir pensando en cómo podemos ir dictando o creando un derecho comunitario...

EC - Pero el punto de partida es una zona de libre comercio.

ED - Claro. La decisión, como usted bien dijo, es política, pero tiene por sustento los acuerdos que ya hemos firmado con todos los países.

Quiero decirle, porque la gente en el mundo moderno se acostumbra a que todo sea instantáneo, a una cultura televisiva en la que, desde que el problema surge hasta que se resuelve, transcurre media hora de programa, que estos procesos generalmente demoran. Ya tenemos una especie de libreto, de guión, que es el de la Unión Europea, pero a ellos les costó 40 años, y nosotros tendremos que hacerlo en diez, calculo. Lo importante es si hay una decisión, y la hay. En Europa después de la Segunda Guerra Mundial habían logrado respetarse entre países vecinos. Acá no: acá hay una raíz de hermandad, uno empieza a analizar y escuchar a la gente en todas partes y se habla de hermandad; cuando uno está en Bolivia habla de los hermanos peruanos, cuando está en Perú de los argentinos y los uruguayos. Tenemos realmente una raíz común, y además tenemos un sueño histórico, que es el de la integración. Estamos en el tiempo propicio, avanzaremos luego naturalmente hacia una unidad latinoamericana y luego a la continental cuando terminemos integrándonos con Canadá y Estados Unidos. La integración continental es un hecho -en mi criterio- que tiene que ver con el desarrollo histórico que le mencionaba.

EC - Justamente, a veces llama la atención y preocupa la cantidad de estructuras de integración de algún modo superpuestas que hay en nuestro continente: el Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones, de telón de fondo la ALADI que usted mencionaba, al mismo tiempo el ALCA siempre como una posibilidad latente... En estos días trascendió que se le habría solicitado al contador Enrique Iglesias que pasara a encabezar una Secretaría General Iberoamericana que se crearía próximamente. Tenemos una serie de instituciones con sus respectivas estructuras burocráticas cuya utilidad final a veces no queda del todo clara... ¿Cómo justifica entonces la creación de este nuevo bloque; en qué se diferencia, por ejemplo, de la ALADI, por mencionar nada más que un caso?

ED - Hace instantes le decía que en las últimas décadas, con aceleración en los últimos 40 años, comenzó este proceso de integración y comenzaron a aparecer los organismos de la integración, como bien dice usted algo confusos, superponiéndose; esto es propio de cuando hay una intención, una vocación o de cuando históricamente se ha dado el momento de la integración. ¿Pero cuál es la realidad que no se puede soslayar? La realidad es que si hace 40 años usted tomaba el continente americano, las relaciones que había entre los países eran bilaterales, algunas de cooperación, pero no había ninguna que ya se hubiese establecido. Échele una mirada a América hoy y se va a dar cuenta de que está dividida en cuatro regiones: el Nafta en el norte, los centroamericanos que han constituido una fuerte integración, la Comunidad Andina y nosotros. Quiere decir que este proceso, con todo lo que usted dice, que es cierto, con la superposición de organismos y todo lo que conocemos, ha ido logrando un efecto realmente muy importante. Que en 40 años, que desde el punto de vista histórico es un pequeño instante, se haya logrado cuatro regiones es muy importante.

El tema de la aceleración de esas regiones juntándose tiene que ver con una exigencia del comercio internacional y la globalización. Los países comienzan a advertir que el mundo no es para solitarios, que las próximas relaciones comerciales serán entre bloques, no entre países individuales. Los países como los nuestros, que juntos conforman el tercer espacio integrado en importancia global, nos damos cuenta de que si realmente tenemos una voz común podemos estar sentados en la mesa de diseño.

EC - ¿Pero qué diferencia habría con respecto a la ALADI?

ED - Quiero contestarle porque su pregunta es aguda y coincido plenamente con la inquietud. Yo vengo sosteniendo la necesidad de que, en la medida que avance este proceso de integración, vaya desapareciendo una serie de reuniones que se hacen todos los años, que hacen perder tiempo a los presidentes que cada dos meses tienen que reunirse en distintas organizaciones. El proceso de integración debe integrar también a los organismos que se han creado en este camino integrador.

Creo -es mi opinión- que en definitiva un día será la ALADI, con su organización, con lo que ya tenemos allí, la que retome toda la estructura organizativa de la integración e irán desapareciendo las otras. Pero todo es un camino, y camino necesario, porque en realidad la ALADI no es nada más sudamericana...

EC - Es más que sudamericana.

ED - Nuestro proceso tenemos que hacerlo nosotros, y una vez que realmente estemos integrados todos los latinoamericanos se cumpliría el objetivo principal de la ALADI, que es precisamente el organismo madre para la integración de nuestros países. Pero con la ALADI sola evidentemente no se podía hacer: los centroamericanos no podían venir a la ALADI a proponer que se creara la estructura, a los andinos que ya tienen 40 años de proceso de integración tampoco les servía porque era para todos y a nosotros tampoco nos servía. Pero en el futuro sí, estoy convencido de que ese organismo realmente va a retomar la fuerza, la importancia que originariamente se le dio.

EC - Hace un rato mencionaba al pasar al ALCA; y en algunas de sus últimas apariciones públicas usted dijo: "En estos momentos las ofertas del ALCA no son convenientes para nuestros países". Entonces esta conformación de la Comunidad Sudamericana, ¿puede verse como una forma de taponear la posibilidad de que el ALCA llegue a buen puerto? ¿En alguna medida se trata de proyectos antagónicos?

ED - No; eso es comparar cosas distintas. Por la misma razón que no podemos concretar el ALCA en este momento tampoco podemos concretar el acuerdo con la Unión Europea. Los acuerdos tienen que ver con que convengan a ambas partes. Hasta el día de hoy la propuesta del ALCA es absolutamente inconveniente para nosotros por una razón esencial: a Estados Unidos, a Europa, a los grandes países les parece muy bien que haya proteccionismo donde ellos tienen desventajas competitivas. Por ejemplo Uruguay tiene enormes ventajas competitivas con respecto a Estados Unidos y Europa en el sector agropecuario; pero enormes ventajas, de más del 40 por ciento. Entonces a ellos, como tienen ese problema desventajoso, les parece bien proteger, subsidiar, no solamente la producción sino también la exportación de productos agropecuarios. Pero cuando a nosotros se nos ocurre subsidiar algún tipo de actividad en la que tenemos desventajas competitivas nos caen, además de las críticas, las presiones permanentes para que no lo hagamos. En una palabra, creen que hay dos proteccionismos: uno bueno que es el que los favorece, y uno malo que es el que los desfavorece. Por esa razón necesitamos juntarnos, porque una vez que nos juntemos, que tengamos mucha más fuerza negociaremos con los distintos mercados pero con equilibrio, no con una integración absolutamente asimétrica en la que nosotros para entrar con nuestros productos tenemos que estar permanentemente pidiendo cuotas y ellos pueden entrar libremente con los suyos. Así no es el juego.

EC - Con esta Comunidad Sudamericana se busca, entre otras cosas, fortalecer las posibilidades de negociación en ese ámbito.

ED - Claro. Yo siempre hablo de la mesa de diseño: hay una mesa de diseño de las políticas comerciales del nuevo mapa de la geografía internacional, por eso son tan importantes para nosotros los contactos y las reuniones que estamos haciendo permanentemente. La próxima será este mes en Santiago de Chile, a la que vendrán todos los países del Pacífico, desde Estados Unidos a todos los países asiáticos, porque estamos tratando de diversificar nuestro comercio. Pero un país aislado no puede hacerlo, lo hace Chile ahora pero va toda América del Sur, lo hace como cabeza de un proyecto del Pacífico pero van los presidentes de Brasil, Venezuela, de todos los países.

EC - A propósito de esta Comunidad Sudamericana usted ha dicho: "Estamos consolidando una institución por la cual progresivamente vamos a tener una moneda común, un Parlamento común, políticas comunitarias", incluso se ha hablado de un banco de fomento. ¿Todos los países, todos los gobiernos involucrados están de acuerdo en avanzar en esa dirección?

ED - No; no pueden estar de acuerdo porque esto es un camino. Cuando yo digo que el camino es la Unión Europea tenemos que repasar lo que allí ha sucedido. Por ejemplo España entró a la Comunidad Europea 25 años después de que se conformara, sus gobiernos no estaban de acuerdo. ¿Sabe cuándo se pusieron de acuerdo? Cuando se dieron cuenta de que efectivamente les convenía.

EC - ¿Sabe por qué se lo pregunto, entre otras cosas? En estos días en nuestro país se han escuchado algunas voces que plantean dudas en torno a este proceso, por ejemplo el ex presidente Luis Alberto Lacalle dijo: "Estamos preocupados por el contenido del documento constitutivo, vamos a pedir detalles [se ha llamado al canciller al Parlamento] porque preocupa el hecho de que esta iniciativa que se plantea venga desde un cargo que no se sabe bien cuál es su competencia". Se lo ve casi como un proyecto suyo, digamos.

ED - No, no; son los presidentes de los diez países los que tienen que decidir el proceso de integración. Pero el proceso de integración es un largo camino. Estuve yendo permanentemente a España en la época de Felipe González, cuando se discutía si se incorporaban o no a la Comunidad Económica Europea. Fue una gran discusión, un enorme problema. Pero fíjese ahora, ahora tienen que cerrar la puerta porque quieren entrar todos los países. Y quieren entrar porque el mundo nos enseña que cuando se forma un espacio integrado el comercio intrazona avanza extraordinariamente y cuando las reglas comunitarias comienzan a hacerse valer todos los países pueden ser industriales porque ya no tienen solamente sus mercados sino el mercado integrado. Es algo que conviene, en Europa tenemos el ejemplo de la integración de los países ex socialistas.

De todas maneras es un tema largo; en el acta fundacional únicamente se funda, no se crea ningún tipo de institución. Eso se dejará para marzo y abril, será una discusión entre los presidentes de todos los países. Se comenzará ese largo camino al que hacía referencia, en el cual a nadie se lo puede obligar a hacer lo que no quiera. Para ser más claro: si Uruguay no quiere participar en el futuro en un Parlamento no participará, si no quiere tener la moneda no la tendrá. Inglaterra y otros cinco países de la Comunidad Económica Europea no tienen moneda común. La clave es no obligar a ningún país a hacer lo que no quiera hacer.

EC - ¿Cómo le fue con el doctor Vázquez?

ED - Usted conoce mejor que yo la opinión del doctor Vázquez en relación a la integración. Es un hombre entusiasta en ese sentido. Es la concepción moderna en todo el mundo; se ha advertido claramente que los procesos de integración son indetenibles porque -reitero- es la marcha, el derrotero de la Humanidad ir de integraciones menores a mayores.

EC - ¿Pero el doctor Vázquez vio positivamente la idea de un parlamento común, una moneda común?

ED - No, no se llegó...

EC - No se llegó a ese detalle.

ED - No; de eso no se puede hablar ahora, de eso no se habla ahora; se llevará adelante con los países que entiendan que lo quieren hacer.

EC - Por último, ¿en qué medida cree que está incidiendo positivamente en este proyecto el hecho de que se haya ido consolidando en nuestro continente un escenario político marcado por la llegada de fuerzas de izquierda al poder?

ED - América del Sur tiene una característica que, si uno comienza a pensar, se da cuenta de por qué somos una gran nación, porque siempre nos pasa lo mismo: cuando hay dictaduras las hay en todos lados, cuando hay gobiernos autoritarios o de derecha los hay en todos lados y cuando hay gobiernos de tinte progresista los hay en todos los lugares. Esto no es casual, sucede precisamente porque somos parte de una gran nación de repúblicas independientes.

Creo que el momento histórico requiere para luchar... Porque ahora tenemos que luchar; ¿cuál es nuestra lucha? No es la de nuestros patriotas de hace 180 años en la batalla de Ayacucho, hoy tenemos que luchar contra la calamidad de América del Sur, cuya gente se ha ido empobreciendo, en mi criterio por haber adherido a políticas neoliberales que nos llevaron a situaciones de desigualdad inéditas en la vida de nuestro continente. Uruguay sufre mucho porque es uno de los países históricamente más igualitarios de la región. Esto requiere que nos juntemos y luchemos juntos contra la pobreza...

EC - O sea, ese contexto político del continente favorece este proyecto.

ED - Claro, el progresismo se opone a esas políticas que han sido elitistas en general en todos nuestros países por distintas razones, favorece la idea de juntarnos y pelear juntos contra el creciente empobrecimiento, contra la inseguridad, que son consecuencias de esta situación de exclusión.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón