Debates y ciudadanía
En los últimos tiempos ha crecido, sobre todo dentro de la izquierda, una concepción muy peronista que se sintetiza en: o estás conmigo o estás contra mi. Esa concepción parte de la idea de la verdad absoluta. Una tentación de los humanos al fin, creer que la suya es la única verdad posible.
Pero ocurre que estamos en un tiempo donde todo está en debate. Y eso es positivo, aún para aquellos que necesitan certeza. Porque históricamente es en medio de esas discusiones que el mundo avanzó hasta hoy.
En concreto el caso Sendic ha expuesto una forma de discutir que preocupa por su grado de virulencia.
Ayer por ejemplo, se conoció una carta pública elaborada por tres frenteamplistas que rechazan la declaración del Plenario y plantean un interesante asunto sobre la ética política.
La repercusión inmediata de muchos fue la descalificación. Pero los comentarios de los firmantes expresan con altura y argumentos lo que sin duda es una sana preocupación.
Hay mucha gente alentando odios, incapaces de ver otra cosa diferente a la que ellos creen. Salvo que la pretensión sea esa: sostener odios como forma de permanecer.
Quienes ya vivimos un país así , en la que grupos de iluminados pretendieron imponer su visión a otros, debemos rechazar con énfasis tales posiciones.
Los ciudadanos no son meros votantes. Son personas con derechos y obligaciones, sobre todo la de interesarse por la marcha de asuntos comunes a la sociedad.