Democracia debilitada

Es la corrupción, estúpido

Votación impeachment / Dilma .
Votación impeachment / Dilma

Lo que ocurrió en Brasil provoca una extraña mezcla de risas e indignación. Escuchar a un diputado que vota "en nombre de las empresas de seguro u otro que lo hace por su mamá que tiene 83 años", o a otro que saluda y festeja al torturador de Dilma Roussef, son buenos ejemplos de ambas situaciones.

Se podrá discutir si lo ocurrido es un golpe de estado disfrazado o no. Se podrán discutir las razones para el impeachment. Pero lo que no se puede discutir es que la corrupción está en el centro de este debate.

Roger Rodriguez nos recordaba que de los 592 legisladores de Brasilia, 222 enfrentan procesos judiciales por delitos electorales y contra la administración pública; además hay casos por homicidios, tráfico drogas y secuestro. El presidente de la Cámara Eduardo Cunha está acusado por gravísimos delitos vinculados a la corrupción en Petrobras.

Y lo que nadie ha dicho: una enorme dispersión política. 35 partidos tienen representantes en diputados. De alguna manera eso sólo expresa la ambición por el poder y los beneficios que el mismo conlleva.

¿Cómo negociar mayorías que permitan un gobierno en esas circunstancias? ¿No estará por ahí también el origen de la corrupción existente en Brasil?

Pueden acusar a O Globo, a Cunha y a Temer, pueden acusar a la derecha y al poder económico. Pero olvidan que el elemento determinante en esta situación es la corrupción en que incurrió el PT. El mensalao, el lavajato y el asunto Petrobras, lo tiene en un lugar preponderante. 

Ahí está la verdadera razón: terminaron haciendo lo mismo que cuestionaban en el pasado.

¿Dilma es corrupta? Pues no hay ningún acusación sobre ella al respecto. Se le acusa de violar normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal. Está acusada de ocultar detalles del mal estado de la economía brasileña para asegurar su reelección en 2014.

Me pregunto ¿si acá se hubiera sabido el estado de Ancap, habrían reelegido al Frente Amplio? Nadie puede asegurar ni una cosa ni la otra. Lo que está claro es el daño que provoca poner lo político por sobre lo jurídico. 

El problema es permitir y tolerar que finalmente el poder político se use en beneficio propio. Cuando un proyecto político se desvirtúa tanto, precisamente por razones políticas, nada debería sorprender. Porque lo que está en cuestión es la esperanza. Debilitada tanto la democracia ¿qué nos espera?.

La columna de Carlos Peláez