Impunes impunidades
Tres represores fugados y requeridos, cobran todos los meses su jubilación con tarjeta BROU Internacional. Todos ellos deben presentarse periódicamente ante un consulado uruguayo para que les den el "certificado de vida" que luego envían al Servicio de Retiros y Pensiones Militares para que les habiliten el pago de sus jubilaciones. Es decir, mientras la Justicia los busca, Cancillería uruguaya sabe dónde está cada uno de ellos, porque esos papeles son enviados a Montevideo por los consulados.
A José Gavazzo le autorizaron un cambio de residencia para evitar los escraches. Ahora cumplirá su "prisión domiciliaria" en un barrio parque cerrado montevideano. Ernesto Ramas disfruta su prisión en una casa de Piriápolis, sin tobillera, y por donde se le ve paseando habitualmente.
A estos casos, y otros, se refiere el periodista Roger Rodríguez en su nota "Cuentas de Impunidad" , publicada en su muro de Facebook el pasado fin de semana.
"La impunidad establecida a la salida de la dictadura sigue rigiendo en la sociedad uruguaya más allá del esfuerzo realizado durante treinta años por la sociedad civil, por los familiares de las víctimas y por las propias víctimas, por organizaciones de derechos humanos, por organismos internacionales, por investigadores independientes y periodistas, por partidos políticos y, aún, por el propio Estado", dice Rodríguez.
Y agrega: "La impunidad cotidiana genera pérdida de memoria sobre los nombres de la corrupción y de los corruptos, que se mezclan intencionalmente en la confusión y el olvido, para que nunca recordemos cuál era qué caso y cuáles sus derivaciones, para que no recordemos a los sospechosos de siempre, a los culpables de ayer, de hoy y de mañana... ".
La columna de Carlos Peláez