La guerra sorda
Las acciones de los gobernantes conllevaban mensajes explÃcitos o implÃcitos. Algo de eso hubo en dos hechos ocurridos la semana pasada.
Primero la destitución de Pablo Sanmartino Director de Deportes de la intendencia de Montevideo y que fuera resuelta por el Intendente Daniel MartÃnez el pasado jueves.
Recordemos: Adeom denunció hechos irregulares en la relación a su doble condición de presidente de la Confederación Atlética del Uruguay y jerarca municipal. MartÃnez ordenó una investigación administrativa urgente que probó los hechos.
El intendente lo destituyó de su cargo polÃtico y pasó los antecedentes a la justicia. Al mismo tiempo Asamblea Uruguay desafilió a Sanmartino. El ex jerarca es funcionario municipal de carrera. Ingresó al sector limpieza cuando tenÃa 22 años.
El viernes Subrayado dio a conocer una denuncia de vecinos que demostraba que en un apartamento propiedad de la Contadora General de la Nación, Laura Remersaro, funcionaba un prostÃbulo. Fue destituida de inmediato, aunque sólo de su cargo polÃtico porque también es funcionaria de carrera.
En realidad ambos casos llaman la atención por la celeridad con que se concretaron las destituciones. No es el estilo Astori, ni Mujica, más bien parece el estilo del Presidente.
Recordemos que durante su gestión en la Intendencia de Montevideo, Vázquez destituyó a dos jerarcas no por dolo sino por errores de gestión, pero lo hizo en forma sumaria.
En cambio Astori defendió a Juan Carlos Bengoa, aún preso, hasta que la sentencia quedó firme. Desde el punto de vista del Derecho la actitud de Astori era inobjetable. Desde el punto de vista polÃtico y la transparencia del gobierno, lo inobjetable fue la actitud de Vázquez.
Pero veamos esto de otra manera. Que hay dos grandes sectores en pugna dentro del FA nadie lo ignora. Que la polÃtica económica y las elecciones internas avivan esas diferencias, tampoco.
Presten atención a estos detalles.
La columna de Carlos Peláez