Saman

Manuel Romero, el que robó a los arroceros y tenía debilidad por los Casinos y los autos de lujo

Los autos de Manuel Romero.
Los autos de Manuel Romero

El economista Manuel Romero se desempeñó unos 20 años como Gerente Financiero de la empresa SAMAN, una de las mayores arroceras del país. Desde tal posición conocía a la perfección cuanto dinero percibía cada productor.

Para aquellos que no querían retirar todo el dinero, la empresa ofrecía colocarlo en un Fondo que generaba el interés de plaza. Hace unos 6 años Romero empezó a visitar a importantes productores para ofrecerles colocar el dinero en "otro Fondo"; que les generaría mayor interés. Y muchos aceptaron. Pero el infiel gerente empezó a gastar parte de ese dinero en sus dos debilidades: el Casino y los autos de alta gama. Al principio pudo cumplir con los pagos prometidos, pero a mediados del año pasado la "bicicleta"; se terminó.

Romero renunció a SAMAN en diciembre pasado y en marzo de este año desapareció. Varios de los afectados presentaron denuncia penal y la policía lo busca.

El monto de la maniobra fue estimada entre 18 millones y 30 millones de dólares. Pero podría ser mucho mayor. Sobre todo después de conocer como gastaba el dinero.

En el Casino de Carrasco llegaron a creer que era el dueño de SAMAN porque jugaba no menos de 4 millones de dólares al mes. Y llegó a jugar un millón a la tarde, perder y volver de noche con otro millón, a perder otra vez.

En el Hotel Conrad de Punta del Este dejó una deuda de 5 millones de dólares contando a prestamistas privados. Era tanto lo que jugaba que llegaron a abrirle la sala VIP exclusivamente para él, y se le autorizaban máximos especiales. Pero a la vez, en el garaje del hotel vendía relojes Rolex y Tag Heuer a los clientes del Casino.

Mientras tanto, en Las Vegas (EE.UU) lo esperan con una deuda millonaria en dólares. Su otra debilidad eran los autos de alta gama y varias personas que lo conocen informaron que "posee unos 40 automóviles"; de valor millonario.

Entre ellos: un Chevrolet Corvette Stingray de 230.000 dólares; un BMW M6 de 290.000 dólares; un Mercedes SLS AMG Roadster de 495.000 dólares y la joyita, una Ferrari 458 Spider de 640.000 dólares.
¿Cómo nadie se cuenta? ¿Cómo no lo denunciaron antes ¿por qué no lo denunciaron? ¿todos los afectados pueden demostrar que el dinero que le daban era legítimo? son preguntas que aún no tienen respuesta.

La columna de Carlos Peláez