Guía (incompleta) de aprendizajes en trámite
En primera persona, por Emiliano Cotelo.
(Emitido a las 08.35)
Estamos terminando el año 2004.
Y, al mismo tiempo, estamos llegando a la mitad de la transición.
Hoy hace exactamente dos meses de las elecciones y del triunfo en primera vuelta del doctor Tabaré Vázquez
Un resultado que produjo un cambio de gran magnitud en la política uruguaya:
La izquierda llega por primera vez al gobierno nacional y lo hace con mayoría parlamentaria propia.
La nueva oposición queda liderada por el PN, con 34%
El Partido Colorado sufre el peor golpe de su historia, alcanzando apenas el 10% de los votos.
Yo supongo que es por eso, justamente, que estos dos meses han sido muy raros en materia informativa.
Mi impresión es que para la gente fueron dos meses un poco cansadores, con algunas polémicas muy técnicas y muy largas (por ejemplo, la de Uragua), demasiadas especulaciones (por ejemplo, sobre el nuevo gabinete), decisiones que se postergaban (como la interconexión de América Móvil), contradicciones internas (como las que se observaron dentro del Encuentro Progresista), denuncias difíciles de comprobar (por ejemplo las de acomodos de última hora en decisiones del gobierno saliente), y gran confusión sobre la actitud que tendrán blancos y colorados en sobre su participación en organismos del nuevo gobierno.
Dos meses que, a nosotros, los periodistas, nos dejaron una cierta sensación de insatisfacción.
Porque el panorama sobre el cual tuvimos que informar apareció entreverado y desordenado.
Y no sé si fuimos capaces de pasarlo en limpio para ustedes.
VERTIGO
Apenas una semana después de la votación, cuando todavía estábamos en el análisis imprescindible de los resultados, sus causas y sus posibles consecuencias, se superpuso la largada de la carrera hacia las elecciones municipales.
Una corrida que abarcó a todos los partidos, pero que dentro del FA, en particular, precipitó un debate público de una estridencia pocas veces vista, a partir de los planteos tan fuertes que hizo el MPP.
Pero además, casi al mismo tiempo, se sumaron la polémica por el impacto de la reforma del agua en las concesiones de servicios ya vigentes, y los intentos de último momento por bloquear el ingreso de CTI Móvil al mercado de telefonía celular. Dos debates muy oscuros y farragosos que se prolongaron durante días y días.
Todo eso ocurría a velocidad de vértigo, casi sin haber dejado digerir el cambio político profundo que se estaba operando en Uruguay. Un cambio de tal magnitud que provocó una enorme curiosidad por los anuncios del gobierno electo, al tiempo que parecía que ya no importaba lo que hiciera el gobierno saliente.
Muchos aguardaban ya, de inmediato, las primeras medidas que aplicaría el futuro gobierno de izquierda y reinaba al mismo tiempo una enorme expectativa sobre quiénes serían los nuevos ministros y los directores de entes.
Pero esa ansiedad -en buena medida alimentada por nosotros, los periodistas- se topaba con un problema de base: Para que Vázquez fuera presidente faltaba mucho: ¡cuatro meses! Resultaba exagerado, entonces, demandar tan temprano todas esas decisiones: había que esperar que las piezas se fueran ordenando en el nuevo tablero.
En realidad creo- ahí está, justamente, la clave de estos dos meses. Ha sido un tiempo pautado por el reacomodo de los distintos actores a los nuevos roles que las urnas les asignaron el 31 de octubre.
Puede pensarse que el desafío más fuerte, en ese sentido, le toca a la izquierda, que tiene que reconvertirse por completo de una tradición de oposición a la cultura de gobierno.
Sí, pero del lado de los partidos tradicionales el shock no es menor.
Y, en realidad, el sismo va bastante más allá de los partidos y comprende a la sociedad en su conjunto.
BLANCOS Y COLORADOS
Empecemos por el Partido Nacional.
Está acostumbrado a ser oposición, pero en general eso ha ocurrido con gobiernos colorados que necesitaban de su colaboración en algún grado. Ahora debe ser la principal fuerza opositora, sí, pero frente a un Poder Ejecutivo de izquierda y que, además, tiene mayoría propia en el Parlamento. ¿Cómo se juega ese papel? No hay antecedentes de algo así y, por lo tanto, hasta dónde pueden tirar de la piola los blancos es una pregunta que, por lo visto, están tratando de responder por el método de la prueba y el error.
Las primera negociaciones con Vázquez por los entes autónomos parecen haber sido pasos en falso. Resbalones en los cuales también inciden otros dos hechos: que Larrañaga se está estrenando como líder partidario y que, además, todavía debe demostrar su ascendiente sobre las fuerzas blancas que le responden directamente.
El Partido creció significativamente en comparación con las elecciones anteriores, pero es otro partido, y presenta aún varias incógnitas internas que deben ir despejándose: el futuro de Alianza Nacional, el peso que tendrá Gallinal y qué pasará con el Herrerismo y, dentro de él, qué ocurrirá con el ex presidente Luis Alberto Lacalle.
Mientras tanto, en el Partido Colorado el sacudón es enorme. Un partido históricamente acostumbrado a ejecutar el poder o, en último caso, a colaborar en él, hoy ha quedado reducido al 10%. Sólo pensar en la cantidad de técnicos y militantes colorados que de un día para el otro saldrán de la estructura del Estado, sólo ese número, da una pauta del cimbronazo que golpea al oficialismo saliente.
Entonces, desde esa posición tan débil, ¿cómo inciden los colorados en el nuevo tablero político? La cuestión es muy difícil, aunque por lo visto creatividad no le falta, como demostró la semana pasada el ex presidente Julio María Sanguinetti al proponerle a Vázquez las mesas multipartidarias de diálogo sobre políticas de Estado.
Pero hace falta algo más que ingenio. Porque el PC tiene que aprender a jugar ese nuevo papel mientras, internamente, procesa su propia crisis, trata de entender el por qué de su derrumbe electoral y encara la renovación que parece imprescindible.
LA IZQUIERDA
¿Y qué pasa, a todo esto, con los triunfadores?
¡Vaya si ahí tienen por delante un salto cualitativo...!
Por un lado, Vázquez y sus colaboradores encaran una tarea ardua empapándose de los detalles prácticos de la gestión del poder, eligiendo a las personas más adecuadas para centenares de cargos en la administración y aterrizando en el papel las promesas del programa de campaña.
Pero al mismo tiempo la organización EP-FA, sus sectores y sus dirigentes tienen que asumirse, en conjunto, como el nuevo oficialismo. Y, como si eso fuera poco, simultáneamente deben digerir el nuevo mapa interno de fuerzas que dejó la elección. Sin duda que estos dos procesos son sumamente complejos y no cristalizan de un día para el otro. Ahí seguramente se encuentra la clave de las polémicas sobre temas económicos que hemos presenciado entre Mujica y Astori, o las controversias sobre telefonía celular entre Gargano y el propio presidente electo.
Por lo visto, la designación del gabinete y las primeras reuniones de consejo de ministros donde Vázquez pasó algunas directivas claras han permitido que empezaran a atenuarse los ruidos internos y que la orquesta comenzara a sonar más afinada.
Curiosamente, sin embargo, el que en estos días hizo sonar las alarmas fue el propio Vázquez, con su idea de Batlle embajador en Washington. Un episodio que, en definitiva, también remite al problema de los aprendizajes. Las posibilidades son dos: o el presidente electo todavía no domina las formas del diálogo y la negociación, o los uruguayos y el propio EP-FA- todavía tenemos mucho que conocer sobre la personalidad de Vázquez y su forma de hacer política.
LOS GREMIOS
Ahora, la adaptación al nuevo escenario no es sólo una urgencia de los partidos.
Los sindicatos, por ejemplo, están buscando a tientas su nuevo papel y pulsando qué espacio de poder les deja el triunfo electoral de un partido con el que tienen grandes afinidades y con el cual, además, emprendieron varias campañas de referéndum en común. Buscar acuerdos pero sin aflojar en las exigencias e incluso la movilización parece ser el método que están siguiendo por ahora.
¿Y las gremiales empresariales? Ni qué hablar. Durante décadas y décadas tuvieron como interlocutores naturales a colorados y blancos, y vieron a la izquierda como la pesadilla tan temida que, si llegaba al gobierno, podría desbaratar las reglas del juego y rifar a la lotería la estabilidad. Más allá de las tranquilidades que les ha dado el nombramiento de Astori como jefe del equipo económico, la hora de la verdad está llegando ahora y estas gremiales tienen mucho para explorar en la nueva geografía del poder. ¿Cómo será su diálogo con las nuevas autoridades? ¿A cuántos de los nuevos jerarcas lisa y llanamente no han visto nunca? Esas son sólo algunas de las preguntas que persiguen a los dirigentes de las cámaras empresariales.
USTEDES ...Y NOSOTROS
En resumen: Reacomodo, adaptación, aprendizaje...esas parecen las claves de estos meses que estamos viviendo.
Es que la transición nos se da sólo a nivel de gobierno. No. La transición nos comprende a todos: los partidos, los gremios y la sociedad en general. Y, dentro de ella, también nosotros, los periodistas y los medios de comunicación. Porque, en definitiva, tampoco nosotros, por más experiencia y oficio que tengamos, hemos vivido antes un cambio político como el que está teniendo lugar.
Así que, perfectamente, podemos equivocarnos al informar. De algún modo, nosotros, los periodistas, estamos acostumbrados a trabajar sobre determinadas formas de hacer política que son las que han caracterizado al Uruguay hasta hoy.
Ahora los protagonistas son otros pero además ellos mismos están haciendo su aprendizaje así que no sabemos aún cuánto van a diferenciarse en sus estilos y sus prioridades.
En definitiva, algunos de ustedes podrán decir: "pero todo esto que está explicando Cotelo es una "perogrullada"; era obvio que estas cosas iban a suceder en una transición tan particular como esta".
Sí, pero francamente, me parece que valía la pena repasar algunas de esas obviedades
que están incidiendo en muchos de los hechos que día a día presenciamos y que nos dejan perplejos o desconcertados.
Hoy yo sólo pretendía racionalizar y explicitar esos factores, y armar con ellos una especie de "guía de reacomodos en trámite" que nos ayuden entender e interpretar las novedades de la transición.
Ojalá esta charla les haya servido.