Toda la vida tapando agujeros
A medida que nos aproximamos a fin de año comienzan a conocerse algunos resultados operativos de las empresas colaterales de Ancap. Vale recordar que entre los años 2010 a 2015 la empresa pública invirtió en sus plantas de cal de Treinta y Tres y en las plantas de portland de Minas y Paysandú, 593 millones de dólares más de lo proyectado inicialmente. Y todas dan pérdidas.
El pasado viernes se conoció un informe sobre la situación económica de otra empresa colateral. Se trata de la petroquímica Carboclor ubicada en Argentina propiedad de Ancsol (75% de Ancap y 25% de privados), empresa heredada del ruinoso negocio realizado a fines de los 90 con Sol Petróleo.
Según afirmó el año pasado el ex senador Eduardo Rubio en la comisión investigadora del Senado "entre los años 2000 y 2015 los negocios en Argentina dieron pérdidas cercanas a los 200 millones de dólares";. Y agregó que según sus estimaciones "por costo financiero ese monto llegó a US$ 302 millones";.
Este negocio ruinoso fue lo que provocó que el economista Eduardo Ache, entonces presidente de Ancap, fuera removido del cargo a fines del 2000 después que el presidente Jorge Batlle tomara conocimiento de una denuncia penal. Pero, la investigación judicial fracasó según una alta fuente de la fiscalía "por la escasa colaboración de los directores de ANCAP. Los que estaban y todos los que vinieron después".
La misma fuente afirmó que "entonces no contábamos con el dinero necesario para costear todas las auditorías necesarias en un negocio tan complejo y el expediente terminó archivado sin perjuicio";.
En el 2003 el Senado uruguayo investigó este negocio y el resultado quedó plasmado en un libro escrito por los senadores frentistas Eleuterio Fernández Huidobro y Enrique Rubio. El título del mismo es: "Desastre nacional, los negocios de Ancap en Argentina";.
Curiosamente muchos de los aspectos críticos señalados allí, volvieron a reproducirse 7 años después.
En las páginas 4 y 5 del libro los legisladores dicen: ANCAP tiene desde comienzos de la década de los noventa diversas inversiones en el exterior. La mayoría en Argentina : prospecciones, distribución de combustibles y -ahora- planta petroquímica (con la adquisición de Carboclor).
Lo hace a través de sociedades anónimas que se rigen por el Derecho Privado. A veces como socios, a veces sin ellos. Esta "novedad" ha generado problemas y dejado al descubierto un hondo vacío legal : ¿cómo y quién controla esos emprendimientos que también se han puesto en marcha en otras dependencias públicas : mega-concesión, terminal de contenedores, OSE, ANTEL, UTE, Nuevo Banco Comercial, etcétera.
La mayor inversión de ANCAP en el exterior hasta la fecha y bajo este nuevo sistema, comenzó en 1998 en Argentina y es sobre ella que trata este libro. En esa ocasión ANCAP se asoció con privados para distribuir combustibles mediante una importante red de estaciones de servicio. Los resultados han sido desastrosos.
Lo peor (si cabe) ha sido el ocultamiento, durante años, de la cada vez más grave evolución del "negocio". Se intentó tapar la mala realidad, tal vez con la vana esperanza de que una mejoría evitara pagar el precio político (o de otra índole) de la aventura.
En ese intento desesperado se fue "invirtiendo" cada vez más dinero hasta llegar a cifras que para ANCAP, Uruguay y su situación, son astronómicas. Desde el comienzo (1998) proliferaron rumores e informes que llegaron al Parlamento, sobre los malos antecedentes de los socios elegidos y sobre el exagerado precio pagado por lo que se compró (para entrar en la sociedad).
Ello dio lugar a permanentes pedidos de informes en el Parlamento que fueron contestados sin ajustarse a la cruda realidad que, fatalmente, comenzó a emerger inexorable en el 2001 y, ya alarmantemente, a comienzo de 2002, cuando ciertos informes anteriores a ese fecha fueron conocidos.
El cambio de gobierno en el 2000 también tuvo algo que ver en ese destape aunque, la verdad sea dicha, demoró demasiado. Quién sabe cuántas disensiones hubo detrás del telón, entre blancos y colorados, y mucho más entre el Foro de Julio M. Sanguinetti y la 15 de Jorge Batlle. Pero, como las brujas : que las hubo, las hubo. Y que las hay, las hay. Hoy también. Es necesario reconocer, sin embargo, la sospecha de que pudo y puede haber, insólitamente, miembros de esos directorios (de ANCAP) a los que tampoco llegó, plena, la verdadera y total información. Lo del "vacío legal" llega a esos extremos.
El Derecho Privado lo "permite" si se quiere hacer... De ahí la gravedad de ese "vacío". Al conocerse entonces (2002) los alarmantes documentos referidos que rebasaron el vaso de la paciencia, el Senado creó una Comisión Investigadora de los Negocios de ANCAP en Argentina que, en un año de intenso trabajo, corroboró las peores sospechas, agregando, no sin sorpresa, el descubrimiento de espesas turbiedades a lo largo de todo el proceso de este principal "negocio" de ANCAP en Argentina.
Las cuantiosas pérdidas no fueron sólo el producto de la impericia, los errores, la mala suerte, sino que la Comisión Investigadora reunió, en alto montón, indicios demasiados de una maniobra premeditada y alevosa para estafar.
Eso ahora, tal como fue decidido por el Senado, lo tendrá que dirimir la Justicia en Uruguay, porque en Argentina, ya desde el año 2001 (cosa que no sabíamos) la Justicia anda buscando a los responsables de una estafa comprobada y descubierta. Hasta eso fue ocultado. Pero eso, con ser bastante, no fue todo:
1. Descubrimos que los "asesores globales" (consultora y financiera Socimer Finance Group) elegidos para guiar a ANCAP en ese emprendimiento (asociación con Sol Petróleo y compra de Carboclor) en Argentina resultaron ser delincuentes convictos allí y en otros países. Condenados por varias Justicias con largas condenas, los busca Interpol.
2. Hemos podido averiguar quiénes los eligieron. Nadie, ni siquiera los electores, han podido explicar por qué. El vacío legal y el Derecho Privado permiten esa bruma. Por lo menos, hasta que la Justicia intervenga. O venga.
El lector tendrá que poner en este libro la paciencia y el cuidado que se pone con las novelas policiales. Para los aficionados a ellas, este trabajo, a pesar de sus imperfecciones puede resultar apasionante con el agregado formidable de que "el criminal" está por encontrarse en la realidad y si alguien, leyendo, lo descubre, puede avisarle a la policía... O al juez. Le hará un favor a la sociedad. Porque anda suelto. Porque no es una novela : es la cruda realidad que todos, absolutamente todos, vivimos y sufrimos.
La columna de Carlos Peláez