Líber Seregni
En 1971 el general (r) Líber Seregni, desconocido para la mayoría, aceptó liderar una fuerza política que en su interior contenía posturas tan diferentes como democristianos y comunistas, blancos y colorados, independientes y viejos anarquistas.
Entonces la mitad del país se burlaba y criticaba, y haciendo un paralelismo con un personaje del cómico argentino Alberto Olmedo le gritaban: "Seregni rucucú, alcahuete de Moscú";. Pero 34 años después, muchos de ellos lo despidieron llorando cuando falleció.
A esa situación no se llegó por casualidad. Muy por el contrario, fue la ética del general lo que le permitió granjearse el respeto hasta de sus adversarios.
Denigrado por propios y ajenos, Seregni fue defensor a ultranza de un principio rector de su vida: "Decir lo que se piensa, hacer lo que se dice";.
La columna de Carlos Peláez