Entre Dilma y Cristina...aire fresco
La corrupción liquidó al gobierno de Dilma Rousseff, mucho antes de que lo hiciera el Senado de Brasil. Ayer la ex presidente argentina Cristina Fernández fue procesada por actos de corrupción. Ambas niegan los hechos que les adjudican. Como mucha gente que las votó y apoya.
Si bien se trata de dos casos diferentes, porque no se ha probado que Rousseff se enriqueciera, las consecuencias recayeron sobre los dos pueblos. Pero aún así no son pocos los que en nombre de una propuesta política terminan justificando todo.
La corrupción se expresa de muchas maneras, no sólo por el pago y cobro de coimas. Y nuestro país no es ajeno. Hay muchas formas de ejercicio abusivo del poder en beneficio propio o de terceros. No dudaría en afirmar que cada uruguayo conoce un caso, pasado o actual.
La telaraña de normas jurídicas ha sido construida durante decenas de años por legisladores de partidos políticos que hoy no gobiernan. Pero saltearse las normas y leyes no será nunca el camino adecuado. Sobre todo cuando se tuvo la oportunidad histórica de cambiarlas.
La tendencia de justificar a propios, mientras se cuestiona a ajenos ha sido moneda corriente en nuestro sistema político. Y también recurrir al olvido.
Pero lo único verdadero es que un gobierno sin ética no contribuye al fortalecimiento de la democracia.
La columna de Carlos Peláez