Con un poco de sentido común no se hubiera generado el escándalo que originó el fin de semana un cartel colocado en un cofee shop montevideano.

Pero curiosamente no han tenido la misma repercusión las expresiones de un pastor evangelista de San Carlos, que además acaba de ingresar a la dirección de Cultura de la Intendencia de Maldonado, quien en un programa de TV dijo que el ciclón que asoló esa ciudad en diciembre pasado " era el comienzo de lo que se merecían por ser un pueblo de drogadictos, borrachos y homosexuales".

El cartel cuestionado decía que no se aceptaban "ni perros ni mexicanos"; aludiendo a una frase de una película de Tarantino.En momentos en que los mexicanos son agredidos por la política de Trump nadie pensó que el cartel podía ser una cuestión humorística, cuestionable, pero sin otra intención.

Sin embargo a varios de los que se indignaron por lo que decía ese cartel, los he leído insultando a los ciudadanos sirios que acampan en plaza Independencia o burlándose de Jihad Diyab.

Todos saben que los jóvenes son discriminados por su aspecto, corte de pelo, lenguaje o actitud. Sin embargo eso no merece ni un tweet de protesta.

Demasiada hipocresía o ausencia de sentido común.