Venezuela y Sendic: Dos mochilas pesadas para Vázquez
El descalabro de Venezuela era previsible -aunque tal vez no en la dimensión a la que ha llegado- pero lo de Raúl Sendic no; y en cualquier caso lo menos que necesitaba este año el presidente Tabaré Vázquez, eran problemas como estos que dividen profundamente al oficialismo.
Como ya se ha escrito aquí, el tercer año de gestión en un gobierno de cinco años, es clave: en general se considera que lo que no se hace, o al menos no se ha iniciado en los primeros tres años, es muy difícil que se pueda concretar después.
Por supuesto que 2018 no pondrá freno a nada, pero será un año preelectoral, de definiciones no ajenas a los perfilismos.
Vázquez obviamente lo sabe y por eso ha estado empeñado en impulsar la nueva planta de UPM, en la búsqueda de inversiones en general y en ampliar mercados para los productos uruguayos. Por eso sus viajes a Rusia, China y España, por ejemplo. Y por el mismo motivo el gobierno ha encarado los pasos necesarios para acercarse a la Alianza del Pacífico.
El gobierno ha logrado encauzar algunos de los principales números de la macroeconomía y la inflación es la más baja en años. Subsisten el reto del déficit fiscal, así como dificultades con el empleo, que se ha ido transformando en un desafío de largo plazo para el Uruguay.
Ante este panorama, el gobierno y el oficialismo han tenido que enfocarse en asuntos que no eran prioridad en su agenda, con un desgaste político indudable.
Tanto la situación de Venezuela como todo el tema Sendic, han dejado al descubierto profundas diferencias internas en el Frente Amplio, no sólo en cuanto a las soluciones de corto plazo, sino también en materia ideológica y estratégica.
EL IMPERIO DEL TOTALITARISMO
La terrible situación de Venezuela terminó como era previsible: con su exclusión del MERCOSUR por las obvias y groseras violaciones del gobierno de Nicolás Maduro a las reglas más elementales a la democracia, por sus permanentes violaciones a los derechos humanos y el terrorismo de Estado que ha costado demasiadas vidas.
Sólo un gran dogmatismo o compromisos económicos muy fuertes, pueden negar una realidad tan dolorosamente evidente. Era muy claro que la cláusula democrática prevista por los socios fundadores del MERCOSUR estaba destinada a su aplicación a la Venezuela de Maduro.
La democracia política requiere de algunas condiciones elementales que no existen en aquel país: no hay una Justicia Independiente, ni un poder electoral confiable, el parlamento electo por muy clara mayoría hace un año y medio fue ignorado por el régimen, no se cumplió con el plebiscito revocatorio, fueron suspendidas las elecciones municipales y regionales, hay presos políticos, proscripciones, torturas y asesinatos en las calles.
Este sábado se instaló la ilegítima Constituyente con poderes extraordinarios y una de sus primeras medidas fue destituir a la fiscal general Luis Ortega, quien previamente había sufrido el secuestro de una hija y un nieto.
Lo que existe en Venezuela es una dictadura con todas las letras, con sustento en los sectores corruptos de las Fuerzas Armadas. La definición de totalitarismo le calza a la perfección al régimen de Maduro.
HACIENDO EQUILIBRIO
Sólo el equilibrio que debió hacer el presidente Vázquez frente a las diferencias internas del oficialismo, explican la postura exhibida hasta el fin de semana por el gobierno respecto a Venezuela, apelando reiteradamente a un diálogo imposible, desde que Maduro no lo quiere; busca sólo un monologo en el que imponga sus condiciones.
El y otros miembros de su régimen lo han dicho explícitamente: no están dispuestos a entregar el gobierno, y lo mantendrán por los votos o por las balas.
A veces se refiere a las responsabilidades de la oposición venezolana -que las hay- como si se estuviera hablando de dos partes simétricas y con idénticos poder. Algo claramente falso.
Pero la realidad, que es porfiada como decía el general Seregni citando a su "abuelita";, pudo más. Y el gobierno de Vázquez finalmente acompaño la postura del MERCOSUR de amplio consenso en el ámbito internacional.
EL DEBATE POR SENDIC
El presidente y el oficialismo también han debido invertir mucho tiempo y energías en el vicepresidente Raúl Sendic, el otro gran tema que desvela y divide al oficialismo. Nadie, dentro ni fuera del Frene Amplio, está seguro de cuál sería la mejor alternativa para la izquierda: si la renuncia o la permanencia de Sendic en su cargo.
Ahora las discusiones están centradas en los gastos con las tarjetas corporativas de ANCAP, pero penden de un hilo temas como el título inexistente y todo lo relativo la gestión en la empresa petrolera e incluso los negocios con Venezuela. Es decir que aún cuando se solucione lo de las tarjetas, los problemas continuarán.
Al principio todos en el Frente hablaban de la dimensión ética del problema y confiaban en el fallo del Tribunal de Conducta Política de la coalición.
Trascendido el fallo negativo del Tribunal, sin embargo, comenzaron los cuestionamientos y las dudas y para alguno sectores el plano ético fue quedando de lado, para trasladar el asunto a un problema meramente político, expresado en la suma de votos que tengan unos y otros en el Plenario.
El propio Sendic, por su parte, también dio un giro y según expresaron algunos de sus allegados, ahora esperará el fallo de la Justicia.
En paralelo, y con menos perfil, ha estado trabajando la Junta de Transparencia y Ética Pública, que no recibió de ANCAP la información solicitada. Y cuyo vicepresidente, Daniel Borrelli dijo, a título personal, que esto huele mal.
Las diferencias son importantes, pero sin embargo existe consenso sobre un punto: hay un daño irreparable que ya está hecho.