Corrupción: tolerando lo intolerable
El Presidente de la Junta Anticorrupción (JUTEP) Ricardo Gil Iribarne dijo al diario El País: "Creo que una fortaleza de Uruguay es que la gente tiene un alto nivel de indignación y exigencia hacia los políticos mayor que en la región. Esa fortaleza hay que cuidarla. Ojalá que cuando se vote en este país, el tema de la corrupción esté en la lista de cosas que uno juzga a la hora de elegir a un candidato. Me importa tres pepinos de qué partido sean. Pero que si yo estoy cuestionado por temas de corrupción, que tenga la menor cantidad de votos posible. Ese es un objetivo. La Junta y otros organismos tienen que transmitir a la ciudadanía que castigar a los corruptos vale la pena".
Pero ¿cómo responde el sistema de partidos? enfrascándose en un debate sobre la eliminación del Código Penal de la figura de "abuso ignominado de funciones";, en lugar de cómo mejorar toda la normativa para enfrentar a los corruptos.
Hasta el año 2014, 108 funcionarios públicos integrantes de los tres partidos mayoritarios acusados por actos de corrupción habían sido procesados por esa figura. Es decir, es el único delito que hasta ahora ha servido para castigar a los corruptos.
Es cierto que apreciando la magnitud que tiene la corrupción en los países vecinos, la nuestra quedaría minimizada. Sin embargo no olvidemos que Uruguay ha servido para esconder dinero sucio usando nuestra estructura legal y el sistema financiero. Y que también hemos servido de escondrijo para cuando mafioso que ande por ahí.
Por eso a veces olvidamos que hay otras formas de corrupción a nuestra medida como el nepotismo, el uso arbitrario de los dineros públicos, el favorecimiento a amigos y correligionarios o el uso abusivo de las prebendas que otorga un cargo.
La Justicia tampoco ha sido eficiente, sobre todo a la hora de hacer realidad esa expresión de Gil Iribarne: "castigar a los corruptos vale la pena";.