La inserción internacional presa de la interna frentista
Cuando a mediados del año recién terminado el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, admitió en La Mañana de El Espectador que la situación de Venezuela dividía a la coalición de gobierno no se equivocaba y, por el contrario, se quedó cortó.
Por Alfonso Lessa.
Venezuela no sólo generó y genera profundas discrepancias en el oficialismo, sino que expresa diferencias de fondo respecto a la política internacional y a la estrategia de inserción de Uruguay en el mundo. Y estas, al mismo tiempo, muestran contradicciones ideológicas para nada menores.
Todo ello quedó claramente expuesto en los reiterados cuestionamientos e intentos de condicionar al canciller Rodolfo Nin Novoa, aún sabiendo que el ministro lleva adelante una política exterior avalada por el presidente. Pero claro, los riesgos y el costo de personalizar los reclamos en la figura de Nin son mucho menores que los de enfrentar directamente al presidente.
HACIENDO EQUILIBRIO
Los equilibrios internos obligaron al gobierno a actuar durante un buen tiempo con extrema cautela respecto a la dictadura instaurada por Nicolás Maduro a sangre y fuego, con una represión que costó más de cien muertos, muchos de ellos jóvenes; y políticas que han llevado al desastre a la economía y al hambre a la población.
La cautela por momentos excesiva llevó a reiterar el intento de mediaciones inconducentes y a quedar en una posición incómoda a nivel internacional. Finalmente, ante la dimensión de los hechos, el gobierno participó de la suspensión de Venezuela del Mercosur y asumió una postura más crítica respecto a Maduro, pese a las presiones de quienes lo ven como un aliado y claramente tienen intereses que trascienden los político.
Porque si fuera poco, todo este asunto se vio más empañado aún por los negocios con Caracas que todavía se están investigando
Pero si bien lo de Venezuela constituye un capítulo lamentable para la región y lleno de contradicciones para el Frente Amplio, es sólo uno de los tantos que muestran las diferencias en materia de relaciones internacionales.
"UNA ANTIGUEDAD";
En momentos en lo que en el mundo la China Comunista reclama la apertura del comercio y Trump aboga por el cierre de fronteras, el Frente Amplio se debate respecto a temas tales como la aceptación parlamentaria de un Tratado de Libre Comercio (TLC) ya acordado con Chile.
Y enfrenta la alternativa de un acuerdo similar con la propia China, así como el futuro del Mercosur. Por el camino quedaron otros posibles tratados.
Pero lo que hoy discute el Frente Amplio no sólo incumbe a las ideas y a la interna de una fuerza política, sino al futuro del país. Uruguay, por ejemplo, compite en varios mercados en inferioridad de condiciones para colocar algunos de sus productos más importantes.
"Seguir discutiendo el TLC con Chile hoy me parece una antigüedad, sinceramente";, dijo el jueves a Búsqueda el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori. Y más aún, sostuvo que "tiene que haber una renovación ideológica y política en el Frente amplio; no se puede seguir haciendo política con conceptos muy ancianos a esta altura";.
En la misma línea, Astori había dicho pocos días atrás en La Mañana de El Espectador, que la coalición tiene diferencias internas muy importantes, que no se deben disimular y que debe haber espacio para el respeto de todas las ideas.
Astori también ingresó en el debate sobre el futuro electoral, al considerar, precisamente, que el problema no es su edad, ni la del expresidente Mujica o la del presidente Tabaré Vázquez, sino las "ideas muy viejas"; que aún se sostienen en el oficialismo. O dicho con otras palabras: el problema no es la edad de los candidatos, sino lo que se defiende.
La política internacional la establece el Poder Ejecutivo y no el Parlamento, dijo el viernes el ex canciller Dider Opertti, siete años ministros de Relaciones Exteriores y destacado experto en la materia.
Y ese es precisamente uno de los grandes desafíos del Frente Amplio: establecer claramente los límites de la pesada estructura interna en el ejercicio de un gobierno que fue electo, precisamente, para gobernar.
En un año crucial para todos los partidos y en particular para el oficialismo -año preelectoral, con investigadoras parlamentarias e investigaciones judiciales pendientes, un año de definiciones de todo tipo, incluyendo las candidaturas- la política internacional constituye un ingrediente de primer orden.
Una política de Estado que no debería quedar presa de la interna de ningún partido.