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Discurso de asunción de la presidenta de la Cámara de Diputados, Nora Castro

Autoridades de los Poderes nacionales
Embajadores de países amigos
Representantes de los Parlamentos de la región
Representantes de Organismos internacionales
Sres. Invitados especiales; Ing. Jorge Brovetto, Presidente del Frente Amplio; Sras. Lilí Lerena de Seregni; Elisa Dellepiane de Michelini; Jorgelina Martínez y Lídice  D`Elía, representante de su padre José D·Elía ; Sres. Rafael Guarga; Rodolfo Gambini y Daniel Viglietti.  
Colegas integrantes de esta Cámara.

Sras. y Sres.:

Dentro de pocos minutos se constituirá la Asamblea General de este nuevo Parlamento para dar por instalada y abierta la 46º Legislatura. Muchos se podrán preguntar  cómo se inserta la política parlamentaria en el cambio proyectado. Cuáles serán la dirección y el fundamento de esta  política parlamentaria de cambio para el Proyecto de país productivo, más justo y solidario al que la ciudadanía le dio su mayoritario apoyo el 31 de octubre pasado.

Tenemos una convicción y hoy la planteamos aquí para que desde este lugar pueda ser amasada entre tod@s los diputad@s  junto a la gente.

El Uruguay necesita reconstruir su/s identidad/es.
¿Qué significa esto y por qué es necesario?
La conciencia de la identidad de los pueblos y de cada persona se construye en la comprensión, percepción y proyección de su   pertenencia a un grupo en esa relación de pasado, presente y futuro, contextual izados. Pero a la vez, pertenecer a un grupo implica no pertenecer a otro/s, estar dentro o fuera de una frontera geográfica, política o social o económica,  por opción o por imposición. Reivindicamos el derecho genuino de la existencia de las identidades personales, de clases  y sectores sociales, de grupos, de género, de razas, religiosas o no, de opciones diversas, lingüísticas, en y con las que los ciudadanos se involucren por elección. Pero la nación necesita de tod@s y así como la imposición de una "identidad nacional" más que reunir, expulsa, la simple suma de las identidades tampoco logra labrar la herramienta de la unión de los caros compatriotas para construir mojones de certezas hacia la victoria. La nación uruguaya necesita levantar las condiciones democráticas, plurales, diversas y de participación efectiva  para la construcción de un imaginario compartido, donde no haya expulsados y si hubiese desertores que sólo sean aquellos que libremente no se identifican con este horizonte  de construcción colectiva.


La identidad es esencialmente un proceso y por ello admite en su seno construcciones, deconstrucciones y reconstrucciones, según los momentos históricos. Quien piense en una identidad estática, congelada, se coloca fuera de la historia, pero lo que es aún más grave, se ubica fuera de la vida misma. Cuando en tiempos explícitamente oscuros o bañados de luz prestada pero implícitamente también oscuros se ha "decretado" la identidad de la nación, no sólo se barrió con aspectos centrales de la vida democrática, sino de la propia vida porque se reservó la condición humana sólo para aquellos pocos hombres y mujeres que desde el poder legitimaban su propio poder de decisión, dejando a las grandes mayorías como simples objetos, recipientes de las consecuencias de las iniciativas tomadas por otros.

Rescatar las identidades "perdidas",  ya sea porque hoy son invisibles o porque fueron dibujadas desde la dominación o desde la discriminación, no es sólo tarea de historiadores, sociólogos, arqueólogos o antropólogos. Es tarea conjunta, pero es tarea política y político-técnica y en este orden, en tanto no hay ciencia, ni técnica ni tecnología que sean neutras, que sean asépticas políticamente en el más amplio de los sentidos.
 Este trabajo implica de alguna manera ciertas reinvenciones históricas y en ello este Parlamento tiene mucho para decir, pero sobre todo para hacer.

¿Quiénes somos los que integramos esta Cámara?

 Somos hombres y mujeres políticos, con una pertenencia partidaria a los que la ciudadanía avaló. No nos vemos como políticos de raza ni como raza de políticos, ni nos sentimos parte de ninguna clase política, porque las razas y las clases son otra cosa, pertenecen a otras categorías de análisis.
Somos artiguistas por convicción y nos desafiamos a actuar políticamente como tales. Muchas fueron las instancias que durante el antigüismo significaron verdaderos actos de soberanía y representatividad de los pueblos. Artigas  fue coherente al pautar los criterios para los representantes en espacios de integración o para el "pago chico". Así en la Convocatoria al Congreso de Abril de 1813 sostuvo:

"Conviene al sostén de la patria que lo más breve posible congregue usted a los vecinos de su jurisdicción, los cuales luego que sean congregados procederán a nombrar un diputado, cuya persona deberá reunir las cualidades precisas de prudencia, honradez y probidad."

Y cuando se dirigió al Comandante General de Misiones, Andresito, en 1815 expresándole:

"...mande cada pueblo su diputado indio al Arroyo de la China. Usted dejará a los pueblos en plena libertad para elegirlos a su satisfacción, pero cuidando que sean hombres de bien y de alguna capacidad para resolver lo conveniente."

Prudencia, honradez, probidad, capacidad para resolver lo conveniente...., pautas antigüistas para la conducta de los representantes del pueblo. Herencia fuerte, desafío complejo y permanente que atraviesa todos los días todas las áreas de nuestro hacer. La honradez, que como tantas otras cosas de la vida humana más cuenta no declararla sino esforzarse en vivirla, promoviendo que la valoración de la misma esté en los otros, para escucharla con la máxima atención y aprender. La honradez, raíz del mismo árbol de la coherencia, que si sabemos cuidarlo con humildad, amor y la exigencia necesarias, dejará crecer al menos dos fuertes ramas: la de la coherencia  entre el decir y el hacer y la de la correspondencia entre la vida privada y la pública.
"La capacidad para resolver lo conveniente"....Aquí el problema no radica en  cómo está acreditada la formación académica o si se tiene un título universitario o no. La formación política no pasa por estos carriles. El conocimiento como tal constituye materia imprescindible pero no suficiente para abordar el verdadero nudo de la cuestión: resolver lo conveniente.

¿Qué le conviene a esta nación artiguista, para que con prudencia y probidad, más temprano que tarde, las heridas de la pobreza, de la miseria , de la desnutrición, de la corrupción y el despilfarro, de la nación disgregada, de las identidades sojuzgadas y del descrédito institucional pasen a ser cicatrices en la historia ?

¿Cómo puede contribuir este Parlamento, qué puede aportar a tan compleja tarea?
Hablamos de aportar, conscientes de nuestras facultades constitucionales y de las limitaciones que una práctica política extendida nos ha impuesto como Poder del Estado.
En las Instrucciones que se dieron a los Diputados de la Provincia Oriental ante la Asamblea Constituyente de B. Aires, el 13 de abril de 1813, se expresaba con claridad:

Art.4.- "Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la igualdad, la libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo esas bases, a más del gobierno supremo de la nación."
Art.5.- "Así éste como aquel se dividirán en poder legislativo, ejecutivo y judicial."
Art. 6.- "Estos tres resortes....serán independientes en sus facultades."

Estos principios rectores fueron recogidos en nuestras Constituciones, a pesar de lo cual no siempre estuvieron vigentes.

En la corta historia de nuestro pequeño país, durante el S XIX hubo Gobiernos que actuaron sin Parlamento o que resolvieron su disolución. En el S XX hubo tres disoluciones de las Cámaras, una de las cuales, la más reciente, la más amarga y cruenta fue motivada por los intereses de un puñado de poderosos
"...malos extranjeros y peores americanos",
 Que impusieron, en un  largo proceso un modelo de país y un estilo de vida ajeno y cercenador de las mejores tradiciones uruguayas y violador de los derechos humanos.
Reinstaladas las instituciones desde 1985 y sin que haya habido una expresa modificación constitucional que proclamara un modelo presidencialista estricto, paulatina y progresivamente el Parlamento ha ido perdiendo independencia como Poder del Estado, particularmente en el terreno del contralor del Poder Ejecutivo.

Hoy, la voluntad política de la mayoría de los uruguay@s ha determinado que la fuerza política que ocupa el gobierno nacional, tenga también la mayoría parlamentaria en ambas Cámaras. Muchos han preguntado si esta situación conducirá a un avasallamiento de las minorías opositoras. Lo hemos dicho y lo reiteramos acá asumiendo la responsabilidad que ello implica. Nuestro compromiso es con todo el pueblo, no sólo con quienes nos votaron por convicción profunda o porque nos "prestaron su voto a prueba". Desde una visión artiguista fundante, priorizaremos las estrategias políticas que permitan que el millón de hombres y mujeres pobres puedan construir su ciudadanía en el pleno goce de sus derechos y que las identidades impuestas por la injusticia se deconstruyan y florezcan las por libre elección. En definitiva, trabajaremos para que lo que hoy  es nuestro horizonte proclamado se vuelva escenario de vida nacional, donde tod@s los integrantes de nuestra nación seamos efectivamente ciudadanos para gozar plenamente de nuestros derechos, para cumplir cabalmente nuestras obligaciones avanzando en un proceso democratizador y humanizador. Queremos contribuir en un proceso que favorezca el desarrollo del poder popular habilitando las vías para las iniciativas, para la evaluación y el control desde esos lugares como forma de enriquecer el poder instituido constitucional y legalmente. Es hora de devolver al pueblo lo que le pertenece. El poder que nos instituye no se debe agotar en ese acto, sigue perteneciendo a hombres y mujeres y es también parte de nuestra responsabilidad aportar para visualizarlo y ejercerlo.

  En los últimos meses no ha habido proclama partidaria que no hable de la necesidad de implementar soluciones a las situaciones  más angustiantes que heredamos todos, que todos sabemos no son "huérfanas" ni producto de una catástrofe de la naturaleza, pero que las sufren los más, los que no se sientan  en estos bancos y que casi nunca pueden llegar hasta aquí. No llegan no sólo por las distancias geográficas o por la carencia de recursos para trasladarse. No llegan porque desde hace décadas y más allá de alguna disposición legal o constitucional que cuesta mucho aplicar, la práctica política que habilita la elaboración de los marcos legales de las soluciones es pensada frecuentemente en solitario y como tal, se trampea a sí misma en su aspiración democrática y democratizadora. Hasta ahora, la inmensa mayoría de las veces los problemas que intentamos solucionar son los que nosotros, los legisladores percibimos y consecuentemente, las salidas a los mismos también. La lógica que impregna  esta institución tiene pautas formales y fácticas. Entre estas últimas, están algunas demostrativas de que muy pocas veces se tiene la iniciativa de visualizar cómo es el dibujo del problema para los involucrados y en el mejor de los casos la solución se muestra como "negociada" en el ámbito de una marcadísima asimetría que se oculta. 

Si la rama de la coherencia entre el decir y el hacer también logra fortalecerse en esta casa, lograremos los acuerdos necesarios para "resolver lo conveniente". Para ello desde hoy y desde aquí, recogemos una de nuestras banderas nunca arriadas: la de tender puentes  en lo político y en lo social, como sintetizara  Raúl "Bebe" Sendic. El desafío es acá dentro y hacia fuera, pero también desde fuera hacia dentro, sin prejuicios o temores para inventar los soportes que habiliten el tejido de la red democratizadora indispensable. Y anunciamos dos condiciones para acordar, que son eso, tan sólo dos, pero que las sentimos fuertes. Lealtad en lo acordado, en lo común declarado y en lo común implementado. Y que ésta  no barra las diferencias, no las esconda bajo la alfombra, porque los intereses de las grandes mayorías siguen marcando el escenario de nuestro accionar y no serán postergados.

No somos portadores de milagros. Somos hombres y mujeres que durante muchos años, nos hemos preparado para gobernar pensando lo que nuestras manos hacen  e intentando hacer lo que nuestras cabezas piensan y  planean. Hemos levantado un programa a lo largo y ancho del país con la participación real de la gente, esto quiere decir, con la gente decidiendo. Y esto no es populismo ni demagogia. Es profunda convicción de que el saber no es único, ni es propiedad exclusiva de las organizaciones políticas ni de la academia. Y que "el soberano", el pueblo, no existe solamente cuando lo convocamos a expresarse a través del voto. Entre el inicio y final de cada quinquenio es el sostén de esta nación, son los hombres y mujeres constructores de nuestra riqueza material y cultural, esa misma riqueza hoy devastada de nuestros campos, de nuestros ríos y mar, de nuestra industria. Nuestro compromiso no es sólo para reinstalarlas y modernizarlas. No es sólo para crecer económicamente y hacer que ese crecimiento sea sostenible, sino para que haya mejor distribución de la riqueza, que  se terminen las migajas para los más y los buenos postres para los pocos  privilegiados. Por ello, el Gobierno de este Estado, y nosotros como parte de él, deberemos intervenir en aspectos o fases simultáneas de la vida misma. Deberemos intervenir para que haya trabajo como principal política redistributiva, para que haya salud y para que se garantice la mejor educación de tod@s.

Aquel  que creció bajo la desnutrición desde el vientre de su madre, el que fue expulsado del sistema educativo porque no encontró la propuesta adecuada para sus  aprendizajes o fue arrancado de la escuela para recoger de la calle los ingresos que le están vedados a sus padres por no poder acceder a un trabajo digno, en un país que hace tiempo olvidó que el trabajo es cosa de "grandes", esos compatriotas no son libres para elegir. Así como hoy sufren la imposición de estas situaciones, mañana no podrán elegir libremente. Todo esto es materia de tod@s. Materia de la que debemos pre-ocuparnos y ocuparnos, desde la razón y desde los afectos, porque felizmente no somos sólo razón y argumentos.
Pero son muchos más los que tienen obstáculos a la hora de elegir, porque es imposible optar por lo desconocido. ¿Quiénes conocen los asuntos que aquí tratamos? ¿Quiénes saben cuáles son los aportes, los acuerdos y las diferencias que aquí tenemos?  ¿Quiénes  pueden decir con certeza cuál de nosotros sostuvo aquí determinado punto de vista o quién trabaja efectivamente o sólo marca asistencia entrando por una puerta y saliendo inmediatamente por otra? El conjunto de estos asuntos también tiene que ver con la vida democrática y por ello habrá que  pensar y hacer. Entre otras cosas, encaminarnos para salvar una materia pendiente en este país, referida a la inexistencia de un sistema nacional de comunicaciones, que articule lo público-estatal, lo "comercial" y lo alternativo-comunitario. Y que en su construcción vayamos encontrando respuestas concretas para informar, ya que quien no está informado no puede construir conocimiento.

Pero la mochila de los desafíos no se cierra acá. No queremos hablar hoy sólo para quienes habitan dentro de las fronteras que marcan nuestros ríos y arroyos y nuestros marcos norteños que señalan las líneas divisorias. Nuestro compromiso es doble en este campo y por dos diferentes y conjugadas razones. Hoy la nación uruguaya no ocupa solamente el territorio nacional. Se expande más allá de los límites del Estado uruguayo. Miles de uruguayos viven fuera del paisito y en nuestras familias se ha instalado un hondo dolor de ausencias. Nuestros hombres y mujeres que emigraron y los que aún lo están haciendo, tienen manos hábiles y cabezas lúcidas forjadas por el esfuerzo de este pueblo y  fueron expulsados... Sí,  fueron expulsados. La inmensa mayoría no tuvo la libertad posible para elegir   vivir acá o allá, porque cuando lo que se vive por años es la falta de trabajo, de cualquier trabajo y el  horizonte se tiñe de hambre y de exclusión, no se es libre. Nuestro compromiso con estos  uruguay@s  es trabajar duro para contribuir eficazmente a eliminar las condiciones de esta doble pena que se les ha impuesto: vivir en extranjería y convertirse en ciudadanos de segunda clase por no tener derecho al voto, por no tener derecho a elegir a quienes mejor crean van a defender sus legítimos intereses, derechos y anhelos.

La otra razón para  mirar más allá de nuestras fronteras recoge también banderas artiguistas. Son las de la integración de los pueblos, requisito que sigue siendo imprescindible para hacer viable cualquier proyecto de desarrollo nacional. No se trata sólo de conjugar políticas arancelarias. Se trata de avanzar en la complementariedad productiva y en la investigación científica y tecnológica.  En las políticas en materia de energía y comunicaciones; en el respeto y promoción de los derechos laborales y de los derechos humanos en forma integral. En tejer las mejores condiciones para negociar  en los más vastos campos internacionales donde el endeudamiento y las reglas de juego de esos mercados son obstáculos mayúsculos para el logro de la felicidad de nuestros pueblos. La gesta libertadora e integradora de Artigas y Bolívar muestra su continuidad histórica. Desde una América empobrecida por imposición, por dominación y discriminación y a la vez, rica en "gentes", en pensamiento y en recursos naturales se levanta este desafío. Seguir tras un omnipotente aislamiento ciego o volcar el esfuerzo en la cooperación, en la unión. Para nosotros no hay dudas: queremos ayudar a parir una Patria Grande.

Nací y crecí muy cerca de acá, a tan sólo dos cuadras, pero nunca pensé que tendría esta responsabilidad. Soy hija de este pueblo, de sus luchas y de la educación pública estatal. Debo todo y con las deudas me comprometo.

Soy consciente que por primera vez esta Cámara ubica a una mujer en la Presidencia y siento que muchos se preguntan si podré con la tarea. No soy augur ni creo en la predicción, porque la historia como el amor, no se pueden pre-decir. Evaluaremos juntos y con frecuencia para corregir errores y afinar propuestas. Pero mi presencia acá diría muy poco si no tuviéramos la referencia de quienes nos precedieron en el Parlamento   desde 1943, recién en 1943, pero sobre todo de los cientos y miles de mujeres que asumiendo un riesgo mucho mayor de censura,  discriminación y de vida lucharon por sus derechos laborales, sociales y políticos. Son las que también contribuyeron a  forjar nuestra historia, aunque de ellas casi no se habla. Son las Melchora, las indias y negras artiguistas, las criollas de la primera independencia, las blancas de Aparicio y las batllistas ciudadanas, las fosforeras, las textiles, las maestras y trabajadoras de la salud y la enseñanza, las peonas rurales, las cañeras del norte, las del arroz y las forestales, las estudiantes, las militantes políticas , las madres y familiares de nuestros detenidos-desaparecidos, de nuestros ejecutados....., en fin, son todas ellas  junto a los varones que entendieron y con pocas o con muchas ganas, ayudaron a abrir el camino en las cabezas de tod@s.

La historia, y nuestras historias, están preñadas de dolor y de esperanza.  Del dolor de la injusticia o aprendemos de él, sin rencor pero sin olvido o nos condenamos a vivir con él matando la esperanza. A  aprender sin olvidar, a convertir la esperanza en alegría nos comprometemos. Sabemos que el trabajo será duro porque se trata de arar la tierra para que un día germine una Patria para Todos.