En Primera Persona

El acuerdo multipartidario: Una lectura con esperanza

Por Emiliano Cotelo.

(Emitido a las 8.40)

...Que no es un gran logro porque abarca sólo generalidades.

...Que sólo habla de principios y objetivos porque si se intentara detallar los instrumentos la coincidencia sería imposible.

Críticas como estas y otras más duras se han reiterado en estos días a propósito del acuerdo multipartidario firmado el miércoles por Tabaré Vázquez, Jorge Larrañaga, Julio María Sanguinetti y Pablo Mieres.

También han abundado las especulaciones desconfiadas sobre por qué cada uno de los partidos se avino a firmar estos documentos:

Que este diálogo fue un invento de Sanguinetti para devolverle protagonismo al Partido Colorado que, con el 10% de los votos, corre el riesgo de volverse intrascendente.

Que Vázquez aceptó la propuesta colorada porque le permitió embretar a Larrañaga, que se mostraba muy reacio al criterio del presidente electo que sostenía que, para integrar los directorios de los bancos del Estado y de los organismos de la educación, se requería que hubiera coincidencias programáticas en esas materias.

Que en las negociaciones sobre Economía, Educación y Política Exterior la izquierda hizo concesiones que tan bien les cayeron a los colorados y los blancos porque Vázquez quería asegurarse una base de apoyo extra en los partidos tradicionales por si en algunos temas críticos la bancada del FA se divide y pone en riesgo la aprobación parlamentaria de proyectos claves.

Algunos ejemplos, nada más.

A mí me llamó la atención que entre los analistas y comentaristas el acuerdo recogiera elogios tan escasos y fríos, y, en cambio, se acumularan las interpretaciones escépticas y las críticas frontales.

Y me pregunté por qué tenemos que ser tan ácidos a la hora de evaluar un hecho político como el que presenciamos la semana pasada.

Claro, enseguida recordé que los partidos han hecho méritos para que se dude de su sinceridad y se los juzgue de manera tan severa. La obsesión por marcar perfil propio aunque el país sufriera las consecuencias, la demagogia y las pujas por chacritas han sido conductas frecuentes en el pasado reciente de nuestro país.

Entonces, algo así como "el síndrome del pastor mentiroso" estaba sobrevolando...

 

Pero, pensé después, también es cierto que hace años –muchos años- que no se conseguía firmar documentos como estos, en torno a los cuales se comprometieran con su firma, en un acto solemne, los principales dirigentes de los cuatro partidos.

Entonces, seguí razonando, ¿por qué no animarnos a abrir una carta de crédito?

¿Por qué no pensar que, esta vez sí, puede estar dándose un comportamiento generoso y sincero de todas las partes, guiado por la búsqueda del bienestar del país y de su gente?

¿Por qué no mirar con esperanza este marco de entendimientos?

...Después de todo, ¿cuántas veces hemos reclamado acuerdos patrióticos para salir de las situaciones de emergencia? Bueno, el Uruguay acaba de sufrir un terremoto económico gravísimo. Estamos empezando a salir. La gente, además, ha consagrado en las urnas un cambio de gobierno muy significativo. ¿Por qué no suponer que este contexto tan particular puede ser terreno fértil para que germine otra manera de hacer política (o, por lo menos, un intento, un primer paso, donde, sinceramente, se busque darle al Uruguay un marco de estabilidad y certezas, que nos posicione seriamente ante el mundo y nos ayude a terminar de levantarnos)?

 

Francamente, yo quiero dejar abierta esa posibilidad. Porque si miramos la semana pasada, no sólo la firma del acuerdo, sino también todos los actos de instalación del nuevo Parlamento y, en general, las declaraciones de los distintos líderes de opinión, han estado pautados por un tono abierto y conciliador.

Es cierto que ese panorama auspicioso ya tuvo algún tropezón y hoy mismo estamos viendo algunos chisporroteos preocupantes en torno a los cargos en la Enseñanza. Pero, a pesar de eso, y a pesar de los antecedentes de los últimos años, yo prefiero la lectura con esperanza y me inclino por ver el vaso medio lleno y no medio vacío.

Yo opto por considerar la firma de los acuerdos multipartidarios como un acto de grandeza...

...y, por qué no, ya que estoy tomando riesgos grandes, aprieto el acelerador del optimismo y agrego que también espero que sea el adelanto de un tiempo nuevo en la política uruguaya.