"No vamos a cambiar nuestros países con shocks o rupturas", dijo dirigente del PT
"El cambio de un modelo neoliberal a uno desarrollista no se hace de la noche a la mañana, es un proceso que tenemos que construir sin rupturas", dijo el presidente del Partido de los Trabajadores de Brasil, José Genoino. La experiencia de ese partido, junto a la chilena, son las más citadas por los analistas al buscar posibles espejos de la administración que hoy comienza a gobernar Uruguay. "En primer lugar nuestra experiencia en Brasil muestra que el cambio es un proceso", destacó.
(Emitido a las 9.12)
EMILIANO COTELO:
¿Qué perfil tendrá el gobierno de Tabaré Vázquez? De las experiencias actuales de gobiernos de izquierda en América Latina, ¿a cuál puede asemejarse? En general, los analistas coinciden en que la Presidencia de Lula, en Brasil, es la que más se acercaría.
Pero, claro, en esa referencia no todo es color de rosas. Cuando ya van en la mitad de su mandato, Lula, sus colaboradores en la administración y su partido, el PT, aún están haciendo su aprendizaje de la cultura de gobierno.
Un aprendizaje no exento de fricciones y tragos amargos, que al Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) le interesa especialmente seguir de cerca. Por eso se ha establecido un contacto muy fluido con los dirigentes del PT, siempre dispuestos a contar y analizar su experiencia.
Es el caso del presidente del PT, José Genoino, con quien vamos a conversar en los próximos minutos.
JOSÉ GENOINO:
Es un placer saludar al pueblo uruguayo en el día de asunción de Tabaré Vázquez, un momento histórico. Como Brasil lo vivió dos años atrás, el pueblo uruguayo va a darle el mando a un presidente democrático, progresista, que buscará, como Brasil, construir desarrollo para mejorar salarios y empleo, poner la economía en orden y promover programas sociales que disminuyan la desigualdad, la miseria y el hambre.
EC - Esas son las expectativas del PT con la asunción de este nuevo gobierno en Uruguay.
JG - La expectativa es muy grande, una expectativa de trabajo, de muchos desafíos pero también de mucho optimismo, porque ciertamente vamos a dar un paso importante para cumplir otra tarea que es la integración y el fortalecimiento del Mercosur.
EC - Yo decía recién que la relación entre el PT y el FA es muy fluida desde hace décadas. Pero desde hace ya más de un año dio lugar a un intercambio especialmente intenso entre los dos partidos. ¿Qué le puede aportar, qué le está aportando el PT a la izquierda uruguaya en materia de su propia experiencia?
JG - El FA tiene una gran experiencia exitosa en Uruguay. Tenemos una relación histórica de mucha afinidad, de mucha cooperación, y vamos a continuar con esa cooperación. Ayer presentamos en un seminario aquí en Montevideo la propuesta de un foro permanente de partidos progresistas del Mercosur para intercambiar informaciones y experiencias, dar solidaridad, resolver los problemas, porque nuestra América Latina está buscando el camino del crecimiento, de la inserción soberana en el mundo, el camino de los programas sociales que mejoren la agenda de nuestros pueblos. Vamos a tener una agenda de trabajo con los compañeros del FA.
EC - Ayer en ese mismo foro participaba la ex ministra de Defensa del gobierno de Chile, Michelle Bachelet, precandidata presidencial del Partido Socialista y el Partido por la Democracia aparentemente con muy buenas chances de llegar a ser la futura presidenta de Chile, quien en particular se manifestaba de acuerdo con esta idea suya, con esta iniciativa de crear ese ámbito de intercambio permanente entre partidos progresistas; incluía a sus partidos en esa iniciativa.
JG - Claro, es muy importante. Nuestra expectativa respecto del proceso de Chile es muy grande y el debate fue muy rico, muy productivo, tenemos una afinidad muy grande con los compañeros de Chile, Argentina, Uruguay, que buscarán en ese proceso un intercambio cada vez mayor, ahora con la victoria y la toma de la Presidencia de Tabaré Vázquez en Uruguay. Y los partidos políticos podrán contribuir, podrán ayudar en ese proceso de cooperación y de intercambio de solidaridad.
EC - Iba a hacer una pregunta que en general es demasiado amplia para el tiempo que tenemos: cuáles han sido los principales aprendizajes del PT en estos dos años de ejercicio del gobierno en Brasil. Pero capaz que puedo simplificarla y preguntarle qué error cometió el gobierno de Lula que la izquierda uruguaya no debería cometer.
JG - En primer lugar nuestra experiencia en Brasil muestra que el cambio es un proceso, es por etapas, no vamos a cambiar nuestros países mediante shocks, rupturas o actitudes aislacionistas. Tenemos que seguir un camino paciente, es un proceso.
En segundo lugar tenemos que transitar hacia una política de crecimiento económico para crear empleo y mejorar la agenda.
Tercero, también aprendimos a situarnos en un escenario internacional muy desfavorable, pero en este proceso queremos construir un multilateralismo para poder integrarnos sin desintegrar nuestros países.
También aprendimos que las alianzas son necesarias, alianzas con los movimientos sociales y con los partidos políticos con base en programas y en nuestros valores. Está claro que los movimientos sociales siempre van a exigir más, siempre van a reivindicar más, pero es necesario tener un diálogo permanente con los movimientos sociales para no apartarnos de ellos, de modo que esas diferencias no nos lleven a un distanciamiento mayor.
Por otro lado el PT en Brasil no es mayoría, ni en la sociedad ni en el Congreso. Por eso necesitamos hacer alianzas que deben basarse en una agenda de cambios. El discurso del cambio, el discurso de la esperanza es fundamental y es la experiencia que la gente trasmite en estos dos años de gobierno Lula.
Claro que el PT tiene conciencia de eso, tenemos que elaborar más, que profundizar nuestras formulaciones. El antiguo modelo de la izquierda no sirve, pero el modelo neoliberal de la derecha tampoco sirve, tenemos que crear un camino democrático, liberal, un camino de desarrollo económico. El gran problema que tenemos que solucionar es viabilizar un desarrollo económico sustentable que ofrezca empleo y vivienda para nuestros pueblos.
EC - La experiencia de gobierno en estos dos años ha hecho aflorar una serie de tensiones dentro del partido que usted preside, el PT. Por un lado ya se han producido escisiones y/o expulsiones, pero incluso con quienes permanecen en el PT hay fuertes debates sobre de la línea que está siguiendo el gobierno. ¿Qué puede decir usted a propósito de cuál es el papel del partido de gobierno durante el desarrollo del gobierno? ¿Es posible separar el ejercicio del gobierno de la actividad partidaria? ¿Qué rol debe jugar el partido?
JG - Usted plantea una cuestión muy importante cuando la crisis, cuando la división del partido de gobierno. Por eso es que la unidad de acción es tan importante.
EC - ¿Y cómo se mantiene la unidad de un partido oficialista?
JG - La unidad de acción se mantiene haciendo debates, con discusión libre, manifestando las críticas, pero en el momento de votar con fidelidad y unidad de acción. Ese es el principal dilema y el principal desafío que el PT está enfrentando.
El PT es un partido que tiene varias tendencias, por eso es muy importante garantir el derecho de crítica, pero una vez que el partido decide tiene que haber unidad de acción porque la división dentro de un partido de gobierno perjudica enormemente al gobierno.
El segundo aspecto, el principal partido de un gobierno dirige el gobierno, pero el gobierno es más amplio que el PT, por eso en Brasil es necesario hacer una coalición política para tener mayoría en el Congreso. En ese sentido el PT tiene que tener una relación de autonomía, esto es, el gobierno es del PT, el PT dirige el gobierno, pero al mismo tiempo comprende que su proyecto de cambio de Brasil es más largo, no se hace apenas en un mandato, apenas en un gobierno, en este caso el del presidente Lula.
EC - Me llamó la atención lo siguiente. A mediados de febrero el PT perdió la presidencia de la Cámara de Diputados, el voto secreto en esa elección permitió que diputados del propio PT no acompañaran al candidato que el partido de gobierno impulsaba. Y comentando lo ocurrido el presidente Lula dijo: "El gobierno no participó en la disputa, el que disputó fue el PT". Y usted mismo comentó: "Lo sucedido no supone un problema para el gobierno de Lula; representa una derrota para el PT que nos indica que tenemos que dialogar con nuestra base social y con los aliados políticos".
Justamente, ¿cómo se hace para mantener vivo al partido mientras ese partido forma parte del gobierno? ¿Cómo hace para separar tan fácilmente una cosa de la otra?
JG - No es fácil separar. Esta semana se va a castigar al diputado Guimarães por haber contribuido a nuestra derrota.
EC - Se va a castigar a los integrantes del PT que contribuyeron a la derrota del candidato del partido.
JG - Sólo a Guimarães, porque él fue un instrumento de la derecha para derrotar al PT en la Cámara. El PT es un partido y como partido tiene que tener un estatuto y unidad de acción, por lo tanto vamos a tomar medidas disciplinarias.
EC - ¿Qué tipo de medidas?
JG - El Ejecutivo nacional se va a reunir el viernes para evaluar las alternativas, si serán medidas blandas, medias o duras, todavía no sabemos cuál será la medida a adoptar porque también dependerá de la postura y del posicionamiento de Guimarães.
La experiencia que podemos trasmitirle al FA es la importancia de la unidad de acción del partido de gobierno. Cuando hay división dentro del partido de gobierno ello perjudica porque los adversarios lo aprovechan para fustigar al gobierno. Por eso el PT tiene que tener una agenda propia para discutir el proyecto para Brasil, las políticas públicas, un modelo de inserción en el mundo y respetar las razones del gobierno dentro de una autonomía relativa. Yo siempre hablé de una autonomía relativa, porque el gobierno de Lula tiene varios partidos, no es sólo el PT, además de los partidos de izquierda, como el PCdoB y el PCB, tenemos partidos de centro, como PL, PTB, MMdoB y otros. Por eso es necesaria una coalición. El PT en Brasil, a diferencia del FA en Uruguay, no tiene mayoría en el Congreso, por eso tenemos que hacer alianzas permanentemente para tener mayoría. De ahí la importancia de la unidad del PT.
EC - Pero pienso lo siguiente: en la medida en que el PT hace alianzas para poder gobernar, de algún modo con sus políticas, con sus medidas, con sus proyectos de leyes, se va a ir alejando de lo que pueden ser los planteos más radicales que existen dentro del propio PT.
JG - Es verdad, pero la base de la alianza es nuestro programa, nuestras políticas. Cuando en una democracia uno no tiene mayoría tiene que trabajar para hacerla, sin dejar de lado lo esencial. El gobierno Lula tiene un compromiso fundamental con la defensa de la soberanía del país, con su política externa autónoma, integracionista y multilateral; dos, estamos transitando hacia un momento de crecimiento de nuestra economía mejorando empleo; tres, los programas sociales de distribución de recursos: Nuestra Escuela, Nuestra Familia, Hambre Cero, agricultura familiar, cooperativas, programas de viviendas populares, además de los programas en las áreas de la salud y la educación, que son importantes. Y también queremos perfeccionar la democracia brasileña para llegar a una gobernabilidad transformadora, esto es que dé condiciones para mejorar, en cuanto sistema político, la vida de la población brasileña.
Son tareas que estamos cumpliendo. Cuando negocia con los partidos de centro el PT entiende que es preciso trabajar en común preservando la parte central, el núcleo central de su programa.
EC - ¿Pero cómo manejan este tipo de discrepancias? Leía estos días en un análisis de prensa que para el ala más izquierdista del partido y para muchos de sus intelectuales, Lula está traicionando la mayoría de las promesas de reforma social que planteó durante la campaña electoral. Y no sólo los más radicales piensan así, se cita el caso de la Fundación Perseu Abramo, la institución que concentra la producción intelectual del PT, que señaló que el gobierno de Lula defiende valores que expresan claramente la continuidad del ideario neoliberal. "Si hay transición del gobierno de Cardoso, es necesario reconocer que hasta ahora ha sido una transición parcial, limitada, contradictoria y desigual."
JG - Discrepamos con esas evaluaciones. Desde el punto de vista de la economía, Brasil está viviendo un buen momento, un crecimiento con mayor empleo, con la política externa del presidente Lula, los programas sociales, principalmente la reforma agraria y los programas para las poblaciones urbanas, de los centros metropolitanos, los programas y reformas como la reforma judicial, la ley de desarme, la ley de falencias, la propia reforma de la previsión, que disminuyó los altos salarios pero no afectó los sectores de medios y bajos recursos.
Por tanto es una evaluación precipitada. El cambio de un modelo neoliberal a un modelo desarrollista no se hace de la noche a la mañana, es un proceso, es un camino que tenemos que construir sin rupturas ni aventuras, porque gobernamos en una situación económica delicada. Brasil recibió una deuda monstruosa, de ahí la exigencia de tener superávit para administrarla; recibió una inflación muy grande, de ahí la importancia de la estabilidad para que la economía crezca; y recibió una tasa de desempleo de 13 por ciento, que ahora está en 9 por ciento, es de un dígito. Tenemos mucho por hacer. Los cambios en las áreas económica y social no son de la noche para la mañana, son cambios que precisan ser perseguidos con determinación y mucha habilidad. Por lo tanto esas críticas son precipitadas, parciales y no reflejan el esfuerzo de conjunto que el presidente Lula está ha venido haciendo en estos dos años de gobierno.
EC - ¿Y cómo se procesan esas críticas? Porque vienen de adentro del propio PT.
JG - Las hacemos dentro del PT, en seminarios, debates, conferencias, reuniones, en el debate libre, la reflexión. Pero cuando se trata de resoluciones políticas el PT adoptará resoluciones políticas porque son piezas fundamentales para la estabilidad y los cambios del gobierno Lula. Por tanto tenemos que equilibrar entre el libre debate y la unidad de acción.
EC - Uno de los ejes de la campaña electoral de Lula fue el plan Hambre Cero, cuya evaluación a mitad de mandato indica que está muy lejos de lo que se había prometido. Por un lado ha habido trabas burocráticas, dificultades en la implementación, y por otro han abundado denuncias de corrupción y de mal manejo de los fondos o los recursos destinados a ese plan. Teniendo en cuenta que en Uruguay se pone en marcha un Plan de Emergencia Social con el gobierno del doctor Vázquez, ¿qué consejos se pueden sacar de esa experiencia del plan Hambre Cero para la izquierda uruguaya?
JG - El programa Nuestra Familia está llegando hoy a 6,5 millones de familias y aumentamos los recursos de 28 a 75 reales. El programa Hambre Cero, además de la asistencia, además de la canasta básica, procura estructurar las compras comunitarias en busca de garantir un mínimo de acceso a la población excluida. Brasil es un país muy grande, los programas se hacen en común con las municipalidades y los gobiernos estaduales. El PT no tiene la mayoría de las municipalidades dentro de los gobiernos estaduales, muchos de los problemas están en la descentralización de los programas hacia las administraciones municipales. En programas grandes como Nuestra Familia y Hambre Cero, en un país como Brasil, aparece siempre el problema que estamos intentando corregir: nuestro país, como Uruguay, precisa programas sociales de emergencia, tenemos que realizarlos y aumentar, mejorar, perfeccionar su gerenciamiento para combatir la burocracia del estado y posibles.
EC - ¿Cuándo se reúnen por primera vez los partidos de izquierda de América Latina a partir de la propuesta que usted mismo hizo?
JG - Vamos a tener un encuentro preliminar mañana y enseguida vamos a tener oportunidad de marcar una agenda de reuniones permanente.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe