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47 años del FA: un acto sin carisma y alarmista

47 años del FA: un acto sin carisma y alarmista

Lo bueno de tener años y haber oído a muchísimos grandes oradores compatriotas de todos los partidos políticos, es que uno puede comparar.

Yo escuché a Liber Seregni, a Zelmar Michelini, a Rodney Arismendi, a Enrique Erro, más recientemente a Oscar De los Santos,  solo para citar a algunos de la izquierda compatriota. Hombres que le daban mucha importancia a la palabra, al contenido, a la gestualidad, a las inflexiones de la voz durante un discurso, como forma de influir a las masas. La oratoria es todo un arte.    

Lo que oí ayer fue triste, la anti oratoria, discursos de corto y pego, con frases sueltas y consignas vacías. Encima el presidente del FA, Javier Miranda, leyó su discurso desde una computadora que se le colgó dos veces. Nadie imaginaría a Liber Seregni o a Tabaré Vázquez, sus antecesores, leyendo un discurso durante un acto.

Seguramente algunos de ustedes pensarán que me detengo en un asunto aparentemente sin importancia. Pues señores: la esencia de un acto político son los discursos. No son ni las selfies, ni las banderitas, ni el choripan, todos componentes importantes, pero sin ningún valor si no está la palabra de los líderes.

El discurso sirve para que el líder fije la posición de la fuerza política ante su auditorio. Para que lo conmueva, lo incentive, lo convenza, le de argumentos para el posterior debate.

Y la verdad lo único que saqué en limpio  anoche es que, según el FA, la democracia estaría en riesgo y que todo lo que ha hecho esta fuerza política es perseguir una utopía. Algo muy romántico, pero que no es lo que se espera de quién ejerce el gobierno.

No voy a ingresar en teorías sobre la cantidad de participantes. Si coincido con que ha sido uno de los festejos más numerosos de los últimos años, pero he visto actos más grandes en el Cerro e incluso aquí mismo en Maldonado durante cierres de campaña.

Yo le doy más importancia a los contenidos de los actos que a la cantidad de gente.

Más de un vez he pensado que el Frente Amplio está enamorado de sí mismo, embelesado. Que además tiene una enorme facilidad para enamorarse de los números y las encuestas.

Tal vez por ahí fue la alerta de Miranda cuando dijo: "Combatamos nuestra propia soberbia".

A veces parece que han olvidado que esto es política y que estamos en democracia donde hay leyes, normas y por si fuera poco, otros actores con los que hay que dialogar.  

No se puede actuar en política como en un partido de fútbol: los barras bravas no dialogan, patotean

Y si hay algo que no ha hecho el FA es construir política. Más bien demolió toda acción política interna sustituyéndola por una burocracia estatal que es la que decide, opina, fija normas de actuación, pero jamás se hace cargo de todas sus macanas.

Porque muchos de los problemas que se le presentan  hoy al gobierno tienen que ver con el desatino ý las pérdidas en el gasto público. Y ahí están como ejemplos Ancap, la Regasificadora, Alas-U, el Fondes.

Yo defiendo al Estado, la necesidad de su existencia. No todo lo que se ha señalado como gasto público ha sido erróneo. Porque curiosamente no se reclamaba reducir el gasto cuando el Estado debe enfrentar el déficit de la Caja Militar o cuando concurría en auxilio de determinados  sectores de la producción; o cuando esos particulares dejaban deudas millonarias en el BROU o la DGI.

Pero regresemos al acto del Frente Amplio. Una de las cosas que le falta a la fuerza de gobierno es autocrítica. Por ejemplo Lucia Topolansky mencionó como éxitos la instalación de fibra óptica, el Sistema Integrado de Salud y habló de la educación referida solo a la terciaria.

Pero no dijo que la fibra aún no ha llegado a la mayoría del país. Yo vivo a 7 cuadras de la plaza de Maldonado; hace 6 meses que el cable pasa frente a mi casa, pero por razones que desconocemos Antel no lo instala. Imaginen lo que puede ser en pequeñas ciudades del  interior del país.

El sistema de salud generó igualdad de atención para todos, pero sigue siendo deficitaria. Y para peor hay muchos haciendo negocios indebidos.

Es cierto que la educación universitaria se ha expandido en todo el país y que la UTEC es una gran conquista. Pero el Codicen, que lidera el MPP es un fracaso.

Curiosamente ninguno de los oradores mencionó el tema seguridad, uno de los temas considerados más preocupante por los ciudadanos.  Justo en un fin de semana donde hubo 9 asesinatos, la mayoría por "ajustes de cuentas"  eufemismo que se usa cuando se sabe que el crimen está vinculado al narcotráfico y difícilmente se aclare.

Por su parte Miranda insistió con que "no estamos libres de las aventuras desestabilizadoras de la institucionalidad política". Y si bien hay algunas voces que proponen la antipolítica, no es cierto que nuestra democracia esté en riesgo, los propios hechos lo desmienten. En dos semanas la gente se moviliza activamente por miles sin que se generen problemas. Me parece un planteo alarmista que no contribuye para nada a la necesaria calma institucional que deberíamos tener todos para encarar la solución de los problemas existentes.

El Frente Amplio, entre tantos, tiene un gran problema: ha perdido la magia que lo unía a la gente. Hoy tiene una enorme oposición a derecha e izquierda.

Que siempre la tuvo porque en el balotaje del 2014 tuvo el 56.5 % de los votos, pero la oposición logró el 43.5% . Sólo que ahora a través de las redes se expresa con mucha virulencia. Pero nadie puede decir cuánto de eso es válido o no. O como se expresará electoralmente.

Porque la oposición también tiene mucho para transparentar, construir y proponer.

Pero el FA esta bebiendo de su propia cicuta. Las críticas y cuestionamientos que ahora recibe las hizo antes cuando era oposición,  sobre los partidos tradicionales.

Con un agregado: como se ha instalado la práctica del pensamiento único, este FA ha sido cruel, con propios y ajenos. De eso no se vuelve.  

Entonces no tengo idea como hará para convocar a todos sus votantes cuando el fanatismo ha expulsado a miles de ellos. Y no es asunto de afectos, tiene que ver con la credibilidad.